Archivo por meses: junio 2012

SOCIALISTAS PARA GOBERNAR EL CAPITALISMO

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Sinesio López Jiménez
Las plegarias del ministro del capital han sido vanas. Todo parece indicar que el Perú y AL, unos países más que otros, serán tocados por la crisis que vive actualmente el capitalismo. Ella comenzó en USA hace cinco años, se ha extendido hace dos años a Europa y ya llegó a los países emergentes (los BRICs). El Perú sintió el golpe en el 2009: el crecimiento bajó de 10 a 0.9, las exportaciones bajaron, los capitales fugaron, el empleo disminuyó, la presión tributaria descendió, etc. La recuperación fue rápida, gracias a los BRICS, pero ahora, cuando éstos disminuyen la velocidad de su crecimiento, la situación se pone color de hormiga. La crisis muestra los límites del modelo neoliberal. El alto crecimiento que hemos tenido desde 2002 hasta ahora se debe, no a las bondades del modelo como afirman los creyentes neoliberales, sino a la gran demanda internacional y los altos precios de las commodities.
Las crisis capitalistas, cuando alcanzan un nivel significativo, tienen serias incidencias en la sociedad y en la política. Los clivajes se tensan, las tensiones se transforman en contradicciones, la conciencia de la gente se torna más perspicaz, los conflictos sociales y políticos se intensifican y se masifican, emergen nuevos alineamientos de fuerzas políticas y electorales, se generan agudas polarizaciones sociales y políticas, las autoridades pierden eficacia y legitimidad, se producen crisis de los gobiernos y de los regímenes políticos y, cuando la crisis es muy profunda, también el Estado es cuestionado, los tiempos sociales y políticos se aceleran y se producen grandes cambios en las diversas dimensiones de la vida social. Este es el terreno adecuado en el que emergen los partidos políticos. No son las leyes, sino los conflictos sociales y políticos los que producen los partidos y los sistemas de partidos (Lipset y Rokkan, 1967).
De las crisis y las luchas sociales y políticas nacen los partidos para representar y para gobernar. Aquí surge un problema que la izquierda tiene que resolver. Sin perder el horizonte socialista, ella tiene que prepararse para gobernar el capitalismo. No bastan el planteo de las estatizaciones o las nacionalizaciones (o Conga va o Conga no va) y la demanda de aumento de salarios. Se requieren políticas públicas y un equipo tecno-político que las formule y gestione. Gobernar el capitalismo no significa, sin embargo, gobernar para el capitalismo ni para los empresarios. De hecho se puede gobernar para los trabajadores y para las clases medias sin echar al mar a los empresarios.
Eso depende desde qué lado se formulan las políticas económicas. El lado de la oferta es el reino de la burguesía mientras el control del nivel de desempleo y la redistribución de la renta son las condiciones que hacen posible el capitalismo democrático. Los intereses económicos objetivos y las preferencias subjetivas de las clases medias y populares son mejor atendidos por una configuración macroeconómica de bajo desempleo y alta inflación, mientras una configuración de alto desempleo y baja inflación es compatible con los intereses y preferencias de las clases altas (Hibbs, 1977).
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EL GATO DE DESPENSERO

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Sinesio López Jiménez
Reforma tributaria es mucho nombre para la poca cosa que pueden hacer en este campo los representantes del capital en el gobierno de Humala. ¿Van a elevar la presión tributaria? ¿Le van a imprimir un carácter progresivo?. ¿Disminuirán los impuestos indirectos? ¿Ampliaran la base tributaria? ¿Acabarán con la evasión y la elusión tributarias? ¿Eliminarán los convenios de estabilidad tributaria? ¿Establecerán la descentralización fiscal? ¿Diversificarán las fuentes de los ingresos del Estado? ¿Las harán reposar en bases menos volátiles?. El Congreso ha colocado al gato de despensero al autorizar a los representantes del capital a que realicen una reforma impositiva. El resultado puede ser, no una reforma, sino una contrarreforma que, en lugar de distribuir el ingreso, tienda a concentrarlo con el pretexto de que es necesario incrementar la inversión.

El sistema fiscal peruano se caracteriza por su poca capacidad para recaudar impuestos y por sus bajos niveles de progresividad. La presión tributaria (15%) está por debajo de la media latinoamericana (19%), de la norteamericana (28.3) y de la europea (40.6%). Y está muy lejos de la de Brasil que, con el 36%, alcanza un nivel parecido a la de la OCDE. Es claro que, con esos niveles, el estado peruano no puede realizar las funciones que debiera cumplir: promover el desarrollo, desplegar políticas sociales agresivas y distribuir la renta. A los presidentes que gobernaron para los ricos, ese nivel les parecía más que suficiente. García sostuvo más de una vez que el problema no era el nivel de lo recaudado sino la incapacidad de gasto. Esto es parcialmente cierto, pero es más un pretexto para evadir el problema de fondo: el aumento de la presión tributaria. Es más. Sospecho que algunos gobernantes mantienen la incapacidad de gasto como una estrategia para no discutir ni decidir sobre el nivel de la presión tributaria.

Ese nivel, sin embargo, no sólo depende de la ineficacia decisoria de los gobernantes sino también de la incapacidad administrativa de la SUNAT. Es fácil exprimir los bolsillos de los trabajadores que están en las planillas y de las empresas formales, pero ¿cuáles son sus logros en la ampliación de la base tributaria y en la reducción de la evasión y de la elusión tributarias?. Ninguna. Más aún. Sospecho que hay un uso político de los poderes coercitivos de la SUNAT. Es blandengue con los deudores que tienen poder (algunos medios, por ejemplo), pero es abusiva con la gente común y corriente o con los opositores de los gobiernos de turno. Mi hipótesis es que los “reformadores” van a concentrar su atención y su acción en la parte administrativa del cobro de los impuestos. Es probable que endurezcan más aún las capacidades coercitivas y punitivas de la SUNAT. Sus intereses y su visión no dan para más.

Lo más escandaloso es, sin embargo, el bajo nivel de progresividad. A diferencia de Europa y de USA, en donde existe realmente una progresividad impositiva, en nuestro país y en AL, los ricos no pagan (más) de acuerdo al monto de riqueza que tienen. ¿A cuánto ascienden los impuestos que pagan los ricos de AL?. Una cifra de escándalo: 0.9 % del PBI mientras los países de la OCDE pagan diez veces más: 9% del PBI (CEPAL, La hora de la igualdad, 2010). La situación es más grave en el Perú y AL porque, en el caso latinoamericana, la ratio entre el decil superior y el decil inferior es 34 veces mientras que en los países del Grupo de los Siete es 12 veces y en los Estados Unidos llega a 16 veces (CEPAL, Ibidem). Debido a las políticas neoliberales de los republicanos, la progresividad ha disminuido en USA, pero sigue siendo alta. Esta disminución y otras políticas neoliberales impulsadas por ellos han determinado que el 1% más rico eleve su participación en la distribución de la renta de 7.9 % en 1976 al 16.9 % en 2000. Algo parecido ha sucedido en Inglaterra, a diferencia de Europa Continental donde los niveles de desigualdad se han mantenido en los mismos niveles desde hace mucho tiempo (Atkinson, Top Incomes, 2007). Con el neoliberalismo los ricos se han hecho más ricos. Es probable que haya sucedido algo parecido con el 1% (que nunca es encuestado) de los Top Incomes en el neoliberalismo extremo del caso peruano.

La mayor parte de los ingresos fiscales en el Perú y en AL provienen de los impuestos indirectos (IGV). En el Perú la cifra asciende a más del 60%. Esto significa que al Estado lo mantenemos todos, pero está al servicio de pocos. Este hecho no puede ser ocultado por las políticas asistencialistas que despliegan todos los gobiernos, incluido el actual. Los impuestos directos (a la renta) en el Perú y en AL, salvo los casos de México y Colombia en donde pasan del 40%, fluctúan entre el 20% y el 25% del total de los ingresos fiscales. En AL ellos constituyen el 4.7% del PBI, en USA llegan al 15% y en la Unión Europea, al 16.5%. A todo esto hay que añadir el alto nivel de volatilidad de los impuestos directos en Perú y AL debido al vaivén de los precios de los recursos naturales que se venden en el mercado internacional. A medida que la diversificación de las fuentes de los ingresos tributarios es menor y que ellas se concentran en las rentas derivadas de los productos naturales no renovables, más volátiles son los ingresos del Estado y más difícil resulta estabilizarlos.

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SICARIOS AYER Y TURIFERARIOS HOY

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Sinesio López Jiménez
Algunos analistas sospechan que, a causa de la movida situación actual, se están produciendo las condiciones para un autogolpe, como en los tiempos de Fujimori. ¿Un autogolpe para qué?. No es necesario porque ya se ha producido un golpe blanco. Los sectores sociales y políticos que perdieron las elecciones (y a quienes favorecería un autogolpe al estilo Fujimori) ya están gobernando. Un autogolpe sería una redundancia política. Ha sido un golpe blanco “gradual y persistente” para usar los términos gratos a la pareja presidencial.
Las derechas no han necesitado acudir a las FF.AA. Les bastó atarantar y asustar a Humala. El primer asalto al gobierno colocó a los representantes del capital en el MEF y el BCR. El segundo asalto catapultó a un simpatizante declarado del fujimorismo en la Presidencia del Consejo de Ministros y permitió consolidar los avances de la derecha económica. Asistimos, desde hace unos tres meses, al tercer asalto con la presión a fondo para copar los puestos más importantes del Estado (entre ellos las FF.AA. y el Congreso) y consolidar el dominio omnímodo de las derechas.
Lo nuevo ahora es el balbuceo de un discurso que justifica el golpe blanco. El argumento se desplaza desde la lectura novedosa de las elecciones que ellas perdieron hasta la defensa del gobierno de Humala pasando por las cuestiones programáticas y las políticas públicas. “La Gran Transformación no ganó las elecciones. Es la Hoja de Ruta la que debe estar guiando a los parlamentarios. Hay una falta de coherencia de quienes entraron y creen que pueden gobernar con la Gran Transformación por la puerta falsa. Los de la Gran Transformación, en el momento que se firmó la Hoja de Ruta, debían haber hecho dos cosas: o se plegaban o se escindían de la bancada” afirma el presidente de la Sociedad Nacional de Industrias (Caretas,N° 2235).
En aras de la verdad histórica, es necesario hacer varias precisiones a este “deslumbrante” razonamiento. Primero, las elecciones de la primera vuelta fueron ampliamente ganadas por la Gran Transformación con casi un tercio del electorado, lo que permitió a Gana Perú competir en la segunda vuelta. Humala no hubiera participado en la segunda ronda electoral sino no hubiera ganado en la primera. Segundo, los congresistas fueron elegidos con el programa de la Gran Transformación. Ellos tienen, por tanto, derecho legítimo a reivindicar ese programa. Tercero, la Hoja de Ruta no es diferente a la Gran Transformación, sino su adecuación concreta a las exigencias de la coyuntura de la segunda vuelta, en la que Gana Perú formó una coalición con el centro liberal y democrático (Toledo y Vargas Llosa).
Cuarto, el fujimorismo, por el que votaron probablemente el presidente de la SIN y todas las derechas, no formó parte de la coalición que levantó la Hoja de Ruta. No tiene sentido que reivindique ahora lo que entonces condenó hasta el delirio. Quinto, Félix Jiménez presidió tanto la comisión programática de la Gran Transformación como la de la Hoja de Ruta. En esta, además de los integrantes de la primera, participaron destacados profesionales e intelectuales democráticos y liberales que apoyaron a Humala en la segunda vuelta.
La nota cómica en toda esta historia la ponen los publicistas y columnistas de la derecha así como los medios de comunicación en los que trabajan. Los sicarios mediáticos de Humala de ayer son los turiferarios que hoy le echan incienso, lo elogian y lo defienden. Todos difunden el mismo libreto que hace sospechar que un gran director de orquesta mueve los hilos de esta operación legitimadora del asalto al gobierno por las derechas. Lo que es imposible legitimar es, sin embargo, la burla a la democracia, utilizando los recursos vedados de poder, para traicionar a la mayoría de los electores y gobernar habiendo perdido las elecciones. Estas no tienen sentido si los que pierden gobiernan y los que triunfan tienen que olvidarse de sus promesas electorales.
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LOS PIRATAS, HUMALA Y LA BRUJULA PERDIDA

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Sinesio López Jiménez
Los piratas que asaltaron la frágil nave del gobierno apenas comenzaba su periplo de navegación exhiben un descaro casi pornográfico. No sólo quieren compartir el timón: pretenden apropiarse de la nave y quieren echar al mar a sus legítimos ocupantes. Y cuando éstos se resisten y protestan, les gritan en coro y con cachita: ¡Resentidos!. Se han quedado, por ahora, con el capitán y sus pajes más leales, pero en el momento que crean que les estorba los echarán al mar sin dudas ni murmuraciones. Lo novedoso ahora es que el capitán mismo está ayudando a los piratas a cumplir esa tarea infame y afirma, sin pestañar, que, aliviada de los antiguos ocupantes y repleta con los nuevos asaltantes, la nave irá viento en popa.
Los piratas no están satisfechos, sin embargo, con la captura de la nave del gobierno y ahora exigen la flota entera del Estado: el Congreso, las FF.AA. la Cancillería, la alta burocracia y los gobiernos regionales. La gente se pregunta con razón por qué y para qué los piratas quieren una nave destartalada y una flota casi inservible que ni siquiera puede defenderse de los asaltantes. El misterio queda develado cuando las pancartas de los piratas revelan que quieren ser dueños, no del Perú, sino del oro, la plata, el cobre, el hierro, de todos sus recursos y sus riquezas naturales que el país alberga. Lo único que les asusta es el mar proceloso que deben navegar para llegar a la riqueza codiciada. Temen la furia de las olas (y las oleadas sociales) y los tiempos turbulentos y esperan que la nave destartalada y la flota casi inservible acudan en su auxilio y los ayuden a conseguir su objetivo.
Lo peor de toda esta historia es que, en los forcejeos del asalto, el capitán de la nave perdió la brújula, la hoja de ruta y ahora no sabe adonde ir. Los asaltantes le presentan la nueva hoja de parra como si fuera la hoja de ruta primigenia, él la acoge pero repite sin cesar y sin pensar: “la gran transformación en forma gradual y persistente”. Esta repetición mecánica del capitán y de su cónyuge hace dudar a los piratas de su fidelidad y de su utilidad en la agresiva travesía que deben emprender. En todas partes abundan las historias de los políticos y los piratas. La más conocida es la que cuenta Bodino (1530-1596) en sus Seis Libros de la República (Libro I, cap. 1): “El corsario Demetrio decía al rey Alejandro Magno que él no había aprendido otro oficio de su padre, ni heredado de él otros bienes que dos fragatas, en tanto que Alejandro, si bien reprobaba la piratería, asolaba y robaba con dos poderosos ejércitos, por tierra y mar, pese a haber heredado de su padre un reino grande y floreciente; estas palabras movieron a Alejandro antes a remordimientos de conciencia que a vengarse del justo reproche hecho por el pirata, a quien nombró capitán general de una legión”.
Humala no es obviamente Alejandro Magno, pero hay muchos Demetrios en su gobierno que lo trabajan al susto y que le han hecho abandonar su programa de gobierno para venderle el catecismo neoliberal. Una de las mayores desgracias que puede sufrir el país es ser gobernado por políticos improvisados sin proyecto y sin programa de gobierno o, lo que es peor, por políticos que, abandonando los intereses de su país y de su pueblo, son peones de una élite cosmopolita neoliberal que domina el mundo y que lo asfixia con las crisis que provocan. Un gobernante que abandona el programa por el cual fue elegido por la mayoría de los electores pierde credibilidad, suscita rechazo, produce desconcierto entre sus seguidores, alimenta frustraciones y genera inestabilidad política, entre otras graves consecuencias.
Un gobernante y un partido político sin proyecto y sin programa carecen de capacidad para dirigir el país y generan muchas oscilaciones y bandazos que desestabilizan a las instituciones y a su propio partido. Ellos no dirigen sino que son dirigidos por otros, en este caso, por las derechas. Gramsci decía que Cavour, gracias a su proyecto coherente, tenía en el bolsillo a Mazzini y a Garibaldi, quienes no tenían un proyecto y hacían todo lo contrario de lo que hacía el hombre fuerte del Piamonte. Lo de Humala es peor porque está en el bolsillo de las derechas, no por reacción, sino por sometimiento haciendo a pie juntillas lo que ellas quieren. Más allá de sus bravatas, Humala trabaja para la derecha neoliberal de aquí y de afuera.
El viraje político de Humala fue como un terremoto grado 8 que remeció toda la estructura política del país y que ha tenido efectos catastróficos en sus gabinetes y en el Congreso de la República, en donde dejará de ser la primera minoría y perderá, sin duda, la Presidencia de esa institución. El bloque oficialista del Congreso se ha resquebrajado y amenaza descomponerse en sus filiaciones básicas. Es muy probable que el Partido Nacionalista se fracture y se queden los leales a la familia Humala-Heredia y salgan los que tienen una tradición progresista y de izquierda para formar y fortalecer el bloque de las izquierdas.

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NADIE SABE PARA QUIEN TRABAJA

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Sinesio López Jiménez
Al elegir a Ollanta, la izquierda trabajó para la derecha sin saberlo y ahora, al combatir y reprimir a los movimientos sociales, el gobierno y la derecha trabajan para la izquierda. A 10 meses del gobierno, con más de una docena de muertos en su cuenta, Humala se parece cada vez más a los gobernantes contra los que insurgió. Ahora ya se puede decir que es un García más y que su captura por las derechas se ha convertido en una metamorfosis a lo Kafka. Llegó al gobierno con el apoyo de los movimientos sociales que hoy combate y reprime. Cuando era candidato afirmó que la protesta social no era un delito y criticó su criminalización por el gobierno de García. Reconoció entonces que los movimientos de protesta canalizaban demandas justas de la población que debían ser atendidas por las empresas mineras y por el Estado. Sostuvo también que la mejor forma de entender y atender las razones de los movimientos de protesta era el diálogo.
El discurso y la política cambiaron con la caída del gabinete Lerner, con la salida de la izquierda del gobierno y el ingreso de Valdés como primer ministro. Se pasó entonces del diálogo a la confrontación, al disparo y a la muerte. Ollanta y Valdés no pueden decir ahora que sus manos no están manchadas de sangre. Ellos comandan y coordinan la ofensiva del Estado contra los movimientos socio-ambientalistas de protesta. Todos los aparatos represivos del Estado se han puesto en movimiento para aplastarlos. Los servicios de inteligencia “siembran” bombas molotov en los aeropuertos o en los municipios, los fiscales incriminan, los jueces se preparan para condenar, el ejército acecha y amenaza (en Cajamarca), la policía reprime, apresa, dispara y mata, la derecha celebra y aplaude. Un diario, que chuponeó probablemente el titular de primera plana a Valdés o al demonio, llegó a decir con sorna y con cinismo: Ya tienen los muertos que buscaban.
Luego de haber dado la orden de disparar contra los manifestantes y de apresar a sus dirigentes, Valdés les ofrece dialogar y “escuchar las demandas de la población” apenas “se restablezca el orden y la paz”. Llama la atención que el Primer Ministro que lleva varios meses en el cargo no conozca hasta ahora las viejas demandas de los constestarios. Está un poco desencaminado y confunde el país con un cuartel y la política con la guerra. En política el orden y la paz es el producto del diálogo que los políticos de raza no temen desplegar incluso en medio de la turbulencia. Restablecidos el orden y la paz, además, no se sabe si los contestarios y el mismo gobierno tengan aún interés en dialogar. Lo que Valdés esté probablemente reclamando es el llamado principio de autoridad, pero éste puede ser reclamado legítimamente en la democracia por alguien que ha sido elegido por los ciudadanos o que tiene un buen desempeño en el cargo. Este no es obviamente el caso de Valdés.
Contra lo que piensan los gobernantes de turno y las derechas, el aparatoso despliegue del Estado contra los movimientos de protesta revela, no fortaleza, sino debilidad y temor porque sienten que han perdido o han comenzado a perder el apoyo de los ciudadanos. Hay algo de eso, pero no es para tanto. Las protestas socio-ambientales son importantes, sin duda, porque ponen en jaque a una de la columnas de la economía primario-exportadora; tienen un apoyo masivo, pero localizado en una provincia o en alguna región (Cajamarca); sus reclamos de respeto al agua, al medio ambiente, a más recursos, son intensos, pero varían de caso en caso y son totalmente atendibles por las boyantes empresas mineras gracias a los buenos precios y a la demanda internacional; sus líderes son dirigentes sociales o político-sociales, pero de ninguna manera terroristas; sus discursos son radicales, pero en modo alguno subversivos; tienen apoyo y resonancia en medios locales (radios principalmente) y en poca prensa de alcance nacional, pero la mayoría de los grandes medios les es ajena y las sataniza; sus formas de acción son despliegues legales de protesta (paros, huelgas, marchas, manifestaciones) y algunas fuertes dramatizaciones (tomas de carreteras, apedreamientos, quema de algún carro), pero no quieren echarse abajo el sistema político y social, sino que quieren hacerlo funcionar.
Su debilidad radica quizá en su poca articulación nacional. Mientras los movimientos socio-ambientales sigan fragmentados, su capacidad de presión y de negociación seguirá siendo limitada. Su fuerza y su eficacia serán mayores a medida que sea mayor su concentración negociadora. Aquí es donde se hace sentir la ausencia de una representación política de los movimientos sociales, esto es, de la izquierda. La cancha está libre, la comida está servida y la izquierda tiene que agradecer al gobierno y a las derechas su torpeza por entregarle en bandeja a los movimientos sociales de protesta. Es probable que de las luchas sociales actuales y de las que se vienen, salga una izquierda unida, representativa, capaz de disputar el poder con éxito en el 2014 y en el 2016. Ha llegado probablemente el momento propicio para formar el bloque de las izquierdas en el Congreso.
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