TRES CAPTURAS DISTINTAS Y UN SOLO DIOS VERDADERO: EL CAPITAL

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Sinesio López Jiménez
No sólo el gobierno, también el Estado está en disputa. Ganaron los nacionalistas y las izquierdas, pero está gobernando la derecha. La historia escueta es la siguiente: Presión a fondo de toda la derecha sobre el candidato triunfante; resistencia del vencedor durante un mes; siguen las desconfianzas, amenazas y chantajes de la derecha; el electo presidente cede e incorpora a su gobierno a dos representantes del capital en el control de los aparatos económicos del Estado (Castilla y Velarde); se forma un gobierno de centro izquierda, la derecha política y mediática presiona al presidente para desalojar a la izquierda del gobierno; Ollanta cede con “Conga va”, instaura el Estado de emergencia en Cajamarca, deja caer al gabinete Lerner y desaloja a la izquierda del gobierno; y los representantes del capital y una corriente autoritaria y pro-fujimorista (Valdez) ensanchan su poder y controlan el gobierno.
Toda esta apretada historia puede resumirse más aún: Captura del Estado, captura de Ollanta y captura del gobierno. Tres capturas distintas y un solo dios verdadero: el capital. Ella también puede ser vista desde el lado estructural. En el capitalismo toda la sociedad depende de la asignación de los recursos elegidos por los dueños del capital. Las decisiones privadas de inversión tienen consecuencias públicas y de larga duración: determinan las posibilidades futuras de la producción, el empleo y el consumo de todos. Debido a que las posibilidades futuras de consumo dependen de la inversión privada, todos los grupos sociales se ven limitados (en la búsqueda de sus intereses materiales) por el efecto que pueden tener sus acciones sobre la voluntad de invertir de los dueños del capital, la misma que depende, a su vez, de la rentabilidad de la inversión. En una sociedad capitalista, el intercambio entre el consumo presente y futuro de todos pasa por un trade-off entre el consumo de quienes no poseen un capital propio y las ganancias de los que lo poseen, sostienen Michael Wallerstein y Adam Przeworski, dos destacados politólogos de la U. de Chicago.

Estas reglas rígidas se aplican especialmente a los asalariados que cuidan tanto sus salarios futuros como sus ingresos presentes. Si las empresas responden a los aumentos salariales con menos inversión, los asalariados pueden ser los más interesados en moderar sus demandas salariales. Los ingresos futuros de los trabajadores dependen de la realización de los intereses actuales de los capitalistas. En realidad, todos los grupos tienen una dependencia estructural del capital: las minorías que luchan por la igualdad económica, las mujeres que quieren transformar la división del trabajo en el seno de la familia, los viejos que buscan seguridad material, los trabajadores que se esfuerzan por mejorar las condiciones de trabajo, los militares que buscan renovar su armamento. En el capitalismo las condiciones materiales de todo el mundo dependen de las decisiones privadas de los dueños de la riqueza.
La teoría de la dependencia estructural infiere que, debido a que la sociedad en su conjunto depende de los dueños del capital, le pasa lo mismo al Estado. Si los gobiernos tienen intereses particulares y objetivos propios y actúan en nombre de una coalición de grupos o de una clase social, la búsqueda de cualquier objetivo que requiera recursos materiales coloca a los gobiernos en una situación de dependencia estructural. Los políticos que buscan votos deben anticipar el impacto de sus políticas en las decisiones de las empresas debido a que esas decisiones repercuten en el empleo, la inflación y los ingresos personales de los votantes. Incluso un gobierno pro-trabajadores no quiere y no puede comportarse de manera muy diferente de uno que representa a los capitalistas. Si los trabajadores son los que tienen una buena dosis de moderación salarial, un gobierno pro-trabajadores, asimismo, tratará de evitar las políticas que dramáticamente alteren la distribución del ingreso y la riqueza. La gama de acciones que los gobiernos encuentran mejores para los intereses que representan está estrechamente circunscrita, cualquiera que puedan ser esos intereses.
La razón por la cual el Estado es estructuralmente dependiente es que ningún gobierno puede al mismo tiempo reducir las utilidades y aumentar la inversión. Las empresas invierten en función de los rendimientos esperados, las políticas de transferencia de ingresos fuera de los dueños del capital reducen la tasa de retorno y por lo tanto de la inversión. Los gobiernos se enfrentan a un trade-off entre distribución y crecimiento, entre la igualdad y la eficiencia. Ellos pueden negociar una más (o menos) distribución igualitaria de ingresos a cambio de menos (o más) de inversión, pero no pueden alterar los términos de este trade-off: Esta es la tesis central de la teoría de la dependencia estructural. Los gobiernos pueden y deben escoger entre el crecimiento y la distribución de los ingresos, pero el bienestar material de todos depende del crecimiento económico. En la medida que la distribución puede lograrse sólo a costa de crecimiento, todos los gobiernos terminan persiguiendo políticas con efectos redistributivos limitados.
La teoría de la dependencia estructural de la sociedad y del Estado con respecto al capital ha sido esgrimida como crítica del marxismo al capitalismo y es la a vez usada por el neoliberalismo para mostrar las virtudes estructurales del mismo. Wallerstein y Pzreworski no dejan de expresar su sorpresa por la coincidencia de estas contrapuestas perspectivas teóricas sobre el capitalismo. La diferencia entre las dos teorías es que los neoliberales son “pluralistas”, esto es, son agnósticos sobre los grupos que tienen el poder de infligir las pérdidas al público mediante la retirada de sus inversiones. Esta diferencia no debe ocultar, sin embargo, el hecho de que ambas teorías entienden de la misma manera la relación entre distribución del ingreso y la inversión.
En un próximo artículo discutiremos esta perspectiva estructural así como la posibilidad de torcerle el cuello desde la política para abrir las puertas a nuevas apuestas que hagan compatible el desarrollo y la democracia.

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2 pensamientos en “TRES CAPTURAS DISTINTAS Y UN SOLO DIOS VERDADERO: EL CAPITAL

  1. pepe mejia c.

    La realidad es que que el Peru, necesita inversion sea estatal, privada u mixta. El problema es que los gobiernos haran entender a los capitalistas ,que el trabajador necesita sueldos dignos,buenas condiciones de trabajo para que haya desarrollo en lo social,educativo,vivienda,salud.Por decir una regla practica el capital se lleva 70 u 60 el estado 30 u 40 eso si queremos cambiar el Peru y vivir como personas.

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