Sinesio López Jiménez
No le escribiría esta carta, señor Presidente, si yo considerara que todo lo que significó su candidatura a la Presidencia de la República está irremediablemente perdido. El proyecto de la gran transformación que nos identifica a todos los nacionalistas e izquierdistas que luchamos para que Ud. pasara a la segunda vuelta sigue en pie. La hoja de ruta que amplió las alianzas hacia el centro liberal-democrático para que Ud. triunfara en la segunda vuelta y accediera al gobierno es un compromiso serio que hay que respetar. Algunos ciudadanos que acompañamos al gabinete Lerner hemos salido del gobierno, pero no hemos abandonado el proyecto de la gran transformación, al que, por el contrario, vamos a dotar de músculos y nervios y a darle una vida de masas.
Felizmente la política no se encapsula en el gobierno ni se enmarca sólo en el Estado. Estos constituyen su referencia y su objetivo, pero ella se desarrolla en las conciencias de la gente de a pie, en las demandas y propuestas ciudadanas, en la sociedad civil, en los movimientos sociales y en sus representaciones políticas. Estas serán nuestras permanentes trincheras de combate, desde las cuales buscaremos enrumbar al gobierno e incidir en sus decisiones políticas. Espero que Ud. tenga la sensibilidad democrática y la necesaria disposición de ánimo para acogerlas y darles un efectivo curso político. Tenemos que evitar otro desencanto y una nueva frustración de los excluidos y olvidados de siempre. La alta votación de estos sectores por Ud. en las dos vueltas electorales mostró que sus esperanzas de cambio eran tan grandes como sus sufrimientos. Una nueva frustración puede desatar en ellos iras o escepticismos tan grandes como sus sueños de justicia.
Formo parte del colectivo “Los ciudadanos por el cambio” y de los intelectuales que apoyaron su candidatura cuando ella no despegaba. Escribí varias columnas en defensa suya cuando García y la derecha, que ahora lo elogian, lo demolían todos los días utilizando todos los recursos del poder. De nada de esto me arrepiento. Ser de izquierda, en un país sin representación política de las clases populares, es apostar a las fuerzas progresivas y viables (políticamente) que buscan la justicia y la libertad en cada etapa de la historia. Mi error y el de mis amigos y compañeros de la izquierda fue dejar de lado la necesidad de organizar una fuerza política propia para respaldar mejor su candidatura y evitar los desvíos del camino escogido.
Tenemos que evitar, Presidente, que los electores y la democracia sean traicionados otra vez como en 1990, como en el 2001, como en el 2006, años en los que terminaron gobernando los que habían perdido. De eso proviene el descrédito de la política, de los políticos y de la democracia. Sostengo, por esa razón, que nos faltó la voluntad política necesaria para hacer valer el triunfo electoral de la segunda vuelta y organizar un gobierno legítimo sobre esa base. Se tenía un buen equipo de gobierno –por estudios y por experiencia- y se ofrecían a todos y a todas las garantías necesarias para el desarrollo de sus intereses y aspiraciones: seguridad jurídica, equilibrios macroeconómicos, políticas fiscal y tributaria responsables para los grupos económicos poderosos; estabilidad y libertad para las clases medias; empleo, ingresos dignos y derechos para los trabajadores y políticas de inclusión para los pobres y muy pobres.
Inducido por “los brasileros”, a los que se ha dado más importancia de la que realmente debieran tener, Ud. hizo subir a bordo a los que habían votado por Keiko Fujimori para que participaran en el manejo del gobierno. Asustado por los grupos económicos y por la derecha política y mediática que le decían que si Conga no iba se corría el riesgo de perder 53 mil millones de inversión minera y azuzado por los servicios de inteligencia que le “informaban” que los rojos movían todos los hilos de los movimientos antimineros, Ud. ha decidido romper con los electores populares y regionales que lo llevaron al gobierno, con la izquierda que lo apoyó para pasar a la segunda vuelta y con Toledo que lo ayudó a ganar la segunda vuelta y ha decidido refugiarse en el ejército como fuente de su poder.
Eso dice mucho del orden que Ud. quiere construir en una situación de crisis, pero olvida un dato fundamental de la política que Hannah Arendt subrayó: la violencia es el arma, pero el poder es el número. El número es el conjunto de ciudadanos, la sociedad civil en movimiento y la fuente legítima de poder con la que Ud. ha decidido temporalmente romper. Le deseo un buen año 2012, Presidente, y espero que en el curso del mismo se reencuentre con el pueblo que lo eligió.
CARTA DESDE LA SOCIEDAD CIVIL
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stronger civil society movements around the world
Estamos a tiempo de cambiar la historia,de llevar a cabo el plan nacionalista,el Peru, lo necesita.En mi
opinion la mineria no es lo que nos va sacar de la pobreza. Lo que nos va a llevar al desarrollo economico ,social es la ciencia y la tecnlogia.
Señor Sinesio:
1. No deja de ser preocupante que la opción más radical termine siendo un Fujimori IV (Toledo II, García III) porque creo que la peor consecuencia de ello será la pérdida de credibilidad en el sistema democrático y el método electoral.
2. Será difícil, si no imposible, que a partid de ahora el pueblo pueda creer en alguien que "prometa" ser el cambio. Pasa con las mentiras del hogar o como con la historia del pastor y el lobo: después de un número determinado de engaños y falsedades se acaba por ya no creer y a partir de ahí surgen otras opciones.
3. ¿Cuál va a ser la próxima opción del pueblo peruano que ya vio que el ganador siempre es la derecha y que todos sus candidatos (el "Pachacútec" Toledo, el "cambio responsable" García y ahora el "antisistema" Humala) resultan ser solo unos engañamuchachos. Pues patear el tablero.
4. Históricamente cuando esto sucede es cuando aparecen los líderes carismáticos y revolucionarios que, negando el sistema como tramposo y falso, deciden representar al pueblo tomando el poder por la vía revolucionaria. Hace años advertí que el resurgimiento de las naciones andinas (libro del mismo título) había apostado por el camino de las reglas democráticas occidentales, pero que si éstas fracasaban no iba a quedar más remedio que aplicar otras recetas.
5. El peor daño que le ha hecho Humala al proyecto andino ha sido éste: traicionarlo. Nadie más será creíble como candidato; siempre se lo verá como "el futuro traidor, empleado de la CONFIEP minera". Tal vez en Lima eso no se sienta, pero quien viaja a provincias lo puede intuir.
6. Hace más de 500 años Francisco Pizarro convirtió al Perú en un país minero, exportador de materia prima, en bruto. Hoy, desechada ya la idea de la industrialización como vía para ir al desarrollo, se ha optado solo por seguir siendo lo que siempre hemos sido: un lugar para la extracción de metales. La sociedad minera, la que hoy gobierna el Perú, sostiene que esa es la única hoja de ruta, nada más.
7. No advertir, señor López, que detrás de estos discursos brotarán los anti discursos es no pensar políticamente. Guerra avisada no mata gente y ya veremos en qué termina todo esto cuando la realidad termine por imponerse sobre el deseo.
Muchas gracias.
Comparto plenamente con el punto 3 del Sr. Enrique Alvizuri, en el sentido que es muy preocupante la situación política que se nos avecina con el continuismo al modelo derechista; más preocupamnte aún, si la contextualizamos con las crisis económica, social y política que se vive internacionalmente.