EL FIN DE LA FIESTA

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Sinesio López Jiménez
¿Por qué a la derecha le sabe a chicharrón de sebo el triunfo de la centroizquierda en Lima y de algunos líderes de izquierda en las regiones? ¿Por qué se le escarapela el cuerpo cuando oye hablar de Patria Roja, del SUTEP, de Humala?. Hay varias razones, pero las principales son dos. La primera, la derecha ve en esos triunfos el retorno de la izquierda a la arena política y teme que ellos se repitan en las elecciones generales del 2011. La segunda, ella cree que el retorno de la izquierda abre las puertas a la presencia del pueblo en la política(a las demandas de sus derechos conculcados, a sus organizaciones populares y sindicales) y pone en peligro sus intereses, sus privilegios y su captura del Estado. Todo eso desata su intolerancia y su macartismo mezclado con una alta dosis de racismo. Estos temores y reacciones intolerantes de la derecha hacen parte de una vieja historia que se inició en los años 30 del siglo pasado y que dio lugar al proceso inconcluso de democratización del Perú oligárquico.
No hay democracia de calidad sino hay democratización de la política, de la sociedad, del Estado y de la economía. Los diseños institucionales (sistema electoral, sistemas de partidos, formas de gobiernos) cuentan, pero no son suficientes. La democratización de la política supone el reconocimiento y la vigencia de la ciudadanía con todos sus derechos, el sufragio universal, la representación política de todos, incluidas las clases populares, un sistema de partidos institucionalizado. La democratización de la sociedad implica la eliminación de todo tipo de discriminación, la libre circulación por todos los status, la igualdad en el trato, el libre acceso a las instituciones, una sociedad civil vigorosa, la existencia de movimientos populares organizados, de sindicatos y centrales sindicales. La democratización del Estado significa el acceso efectivo de todos a la ley, la eficaz aplicación universal de las políticas sociales (educación, salud, seguridad) de calidad, el reconocimiento del Perú como comunidad multicultural, la imparcialidad de las políticas públicas, la autonomía estatal frente a los que cortan el jamón.
La democratización de la economía exige la reducción de la escandalosa desigualdad económica, el reconocimiento del derecho al trabajo y de los derechos económicos y sociales, una reforma tributaria que obligue a pagar más a quienes más ganan, el acceso de todos al bienestar. El Perú avanzó mucho en la democratización de la política, algo en la de la sociedad y poco o casi nada en la del Estado y la economía, pero retrocedió en ese proceso con el primer gobierno desastroso de García, con el terrorismo y con el neoliberalismo. Este último sobretodo trajo consigo un agresivo proceso de desdemocratización no sólo en el régimen político sino también en la arena política, en la sociedad, en el Estado y en la economía.
¿Quienes han impulsado la democratización en el Perú? En los años 30 del siglo pasado fueron el Apra y la izquierda marxista; en los 60, los nuevos partidos populistas (AP, DC, SP) y los movimientos campesinos; en los 70, el velazquismo desde el Estado con la reforma agraria y el movimiento obrero (clasismo) y en los 80, la Izquierda Unida. ¿Quiénes la bloquearon? La derecha oligárquica y militarista en los 30; la populista dictatorial (Odría) en los 50; la neoliberal en los últimos 20 años. Las políticas de exclusión y represión han sido casi siempre las mismas: la satanización en los medios, la persecución, la deportación, el encarcelamiento, la ilegalización de los partidos, de los sindicatos y de los movimientos populares organizados.
Junto a la mano de hierro, la derecha usa el guante fino de la cooptación y del halago: banquetes a los apristas entre 1956-1968, grandes negocios a los populistas y pepecistas en los 80, mansiones a García en el 2006 y golosinas a los ex-marxistas y ex-izquierdistas en el 2000. El retorno de la izquierda es el fin de la fiesta de la derecha.

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