Sinesio López Jiménez
En unos países de AL más que en otros, la gente no está satisfecha con la democracia. A medida que se desciende en la escala social, la insatisfacción es mayor. Ello no obstante, la mayoría sigue creyendo que la democracia es la mejor forma de gobierno. Existe, por consiguiente, una tensión entre la democracia realmente existente y la democracia como ideal. ¿Puede esta tensión transformarse en contradicción? Es probable que sí a medida que la insatisfacción con la democracia real crezca y la valoración de la ideal disminuya. En esa situación se abren las puertas a formas no democráticas de gobierno.
¿A qué factores obedece esta insatisfacción con la democracia?. Las respuestas pueden ser diversas. Una de ellas coloca el origen de la insatisfacción en los diseños institucionales que la definen (el sistema electoral, el sistema de partidos y la forma de gobierno). En este terreno se ha desarrollado una interesante discusión académica entre los institucionalistas normativos y los institucionalistas histórico-empíricos o contextualistas. Los primeros sostienen que a la democracia le va bien si los diseños institucionales están bien elaborados y son coherentes entre sí. Los segundos sostienen que, para que la democracia funcione bien, es necesario que los diseños institucionales tengan en cuenta el contexto en el que se aplican. Destacan en el contexto la cultura política y los clivajes que funcionan como variables intervinientes en la relación causal entre los diseños institucionales y la democracia. El contexto puede modificar la relación causal. El sistema mayoritario en un país fragmentado, por ejemplo, multiplica el número de partidos en vez de reducirlos.
Es Dieter Nolhen, destacado politólogo de la Universidad de Heildelberg que acaba de recibir el doctorado honoris causa de la PUCP, quien ha elaborado con brillantez el enfoque del institucionalismo contextualizado. Sus propuestas académicas y técnicas buscan contribuir a mejorar el desempeño y la calidad de la democracia, especialmente en los países del tercer mundo. Otra respuesta a la pregunta sobre la insatisfacción de la democracia coloca la explicación, no en los diseños institucionales (normativos o contextualizados), sino en las condiciones en las que ellos se aplican. Las más importantes de estas condiciones son el nivel de desarrollo económico (IPC), el nivel de desigualdad económica (GINI), el nivel democraticidad del Estado, el nivel de ciudadanía efectiva y el tipo de multiculturalidad del país.
Algunos teóricos de la democracia en los países avanzados asumen generalmente estas condiciones como algo ya dado y resuelto. Eso explica que ellos limiten la cuestión de la democracia al régimen político, esto es, a los procedimientos de acceso al gobierno y a las formas de ejercicio de la autoridad, y dejen de lado las condiciones que contribuyen a mejorar el desempeño y la calidad de la democracia. Otros (Lipset, Przeworki, Linz, Stepan, Reuchemeyer) las toman en cuenta como factor explicativo del grado de democracia alcanzado por los países en una perspectiva comparada. Es Guillermo O´Donnell quien ha avanzado más en esa dirección, analizando en forma sistemática el impacto del Estado y de la ciudadanía en la relación de los diseños institucionales con la democracia, yendo más allá del régimen político democrático para hablar de la democratización del Estado. ¿Y por qué no de la economía y de la sociedad?.
En esta perspectiva, el buen desempeño y la mejor calidad de la democracia requieren tomar en cuenta no sólo los diseños institucionales contextualizados de la misma, sino también las reformas económicas necesarias para lograr un crecimiento sostenido con baja inflación, la reforma tributaria orientada a reducir la profunda desigualdad económica de nuestros países y las reformas del Estado adecuadas para tener un Estado de derecho y para que las políticas sociales y la efectividad de la ley lleguen por igual a todos.
INSTITUCIONES, CONTEXTO Y CONDICIONES DE LA DEMOCRACIA
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