En esta tercera parte, hablamos sobre el modelo económico neoliberal y la relación Estado-mercado. A propósito de la polémica que Sinesio López sostuvo con Jaime de Althaus respecto a la naturaleza del capitalismo en el Perú, reseño que frente a la apuesta que hace De Althaus por sostener la viabilidad del capitalismo en nuestro país, López ha sostenido que en nuestro país el capitalismo tiene un carácter salvaje, impresentable y que necesita de la fuerza para poder imponerse. También aludo a la posición de Tanaka sobre el particular, quien refuta a López al señalar que la continuidad del actual modelo económico en el Perú antes que depender de la capacidad represiva del gobierno (que más bien aparece como débil y concesivo), parece depender más de la recuperación de la economía mundial. Sobre el particular, López sostiene que una de las políticas del gobierno ha sido la penalización de los movimientos sociales y que eso es una realidad incuestionable.
De otro lado, respecto a la relación entre Estado y mercado (que es decisiva para determinar un modelo económico), López sostiene que entre ambos existe una amplia gama de posibilidades: puro mercado es liberalismo extremo (el modelo neoliberal), puro Estado es estatismo extremo, pero entre ambos polos hay opciones intermedias; y que países como Brasil, Uruguay o Chile (a los que mejor les ha ido) optaron por modelos intermedios. Ello ha obedecido a la calidad de sus élites, así como a una correlación social y política determinada. Si en el Perú se impuso el neoliberalismo extremo fue porque las fuerzas progresivas habían sido derrotadas (la izquierda, el Apra, los sindicatos, etc.), y los poderes fácticos hicieron lo que quisieron. Se requiere entonces que cambie esa correlación de fuerzas para que el modelo deje de ser extremo y sea más moderado, como pasó en Chile gracias a la Concertación, en donde el modelo se hizo más distributivo, con mayor equilibrio entre exportación primaria e industria.
Así también, ante mi pregunta sobre la conveniencia de que un movimiento de izquierda o progresistas peruano se vincule tanto con Hugo Chávez (cuyo régimen a mi juicio se torna cada vez más autoritario), López señala que por su parte no tiene ninguna vinculación, y que Ollanta debe expresar con total claridad su diferencia con el caudillo venezolano. Acota que nadie quiere un estatismo extremo a lo Chávez, sino un modelo más equilibrado, que corra más hacia el centro; y que nadie quiere destruir el equilibrio macroeconómico.
En esta tercera parte, hablamos sobre el modelo económico neoliberal y la relación Estado-mercado. A propósito de la polémica que Sinesio López sostuvo con Jaime de Althaus respecto a la naturaleza del capitalismo en el Perú, reseño que frente a la apuesta que hace De Althaus por sostener la viabilidad del capitalismo en nuestro país, López ha sostenido que en nuestro país el capitalismo tiene un carácter salvaje, impresentable y que necesita de la fuerza para poder imponerse. También aludo a la posición de Tanaka sobre el particular, quien refuta a López al señalar que la continuidad del actual modelo económico en el Perú antes que depender de la capacidad represiva del gobierno (que más bien aparece como débil y concesivo), parece depender más de la recuperación de la economía mundial. Sobre el particular, López sostiene que una de las políticas del gobierno ha sido la penalización de los movimientos sociales y que eso es una realidad incuestionable.
De otro lado, respecto a la relación entre Estado y mercado (que es decisiva para determinar un modelo económico), López sostiene que entre ambos existe una amplia gama de posibilidades: puro mercado es liberalismo extremo (el modelo neoliberal), puro Estado es estatismo extremo, pero entre ambos polos hay opciones intermedias; y que países como Brasil, Uruguay o Chile (a los que mejor les ha ido) optaron por modelos intermedios. Ello ha obedecido a la calidad de sus élites, así como a una correlación social y política determinada. Si en el Perú se impuso el neoliberalismo extremo fue porque las fuerzas progresivas habían sido derrotadas (la izquierda, el Apra, los sindicatos, etc.), y los poderes fácticos hicieron lo que quisieron. Se requiere entonces que cambie esa correlación de fuerzas para que el modelo deje de ser extremo y sea más moderado, como pasó en Chile gracias a la Concertación, en donde el modelo se hizo más distributivo, con mayor equilibrio entre exportación primaria e industria.
Así también, ante mi pregunta sobre la conveniencia de que un movimiento de izquierda o progresistas peruano se vincule tanto con Hugo Chávez (cuyo régimen a mi juicio se torna cada vez más autoritario), López señala que por su parte no tiene ninguna vinculación, y que Ollanta debe expresar con total claridad su diferencia con el caudillo venezolano. Acota que nadie quiere un estatismo extremo a lo Chávez, sino un modelo más equilibrado, que corra más hacia el centro; y que nadie quiere destruir el equilibrio macroeconómico.