Sinesio López Jiménez
En América del Sur sólo Perú y Colombia se inscriben en el neoliberalismo extremo. Todos los demás países se ubican, con algunos matices, en el campo de la izquierda. ¿Se mantendrá este mapa político en la próxima década?. Si las próximas elecciones sólo se decidieran por los éxitos y los logros, la izquierda debiera seguir gobernando. Pero sospecho que hay otros actores y factores: el peso creciente de las nuevas generaciones, sus deseos de innovación y sus exigentes demandas de calidad de vida. Son valores y demandas propios de una sociedad desarrollada. Eso es lo que expresa el exitoso candidato chileno Marco Enríquez-Ominami, ubicado también en el campo de la izquierda. Si la coalición gobernante no entiende esta exigencia juvenil de renovación, la derecha puede ganar el gobierno en Chile. El probable triunfo de Piñera puede significar el comienzo de una corrida del péndulo hacia la derecha en América del Sur, pero no significaría, sin embargo, la implantación de un neoliberalismo extremo que, si se tiene en cuenta la crisis mundial y las circunstancias latinoamericanas, ya no es viable en América Latina.
¿Se puede revertir la excepcionalidad peruana y colombiana en América del Sur?. Mi hipótesis es que, dada la crisis actual (nacional e internacional), la izquierda puede terminar con la excepcionalidad peruana si enfrenta exitosamente cinco desafíos. En primer lugar, la presentación de un candidato único de izquierda, creíble y confiable para las mayorías del país, que ocupe el espacio de centro izquierda y que evite su fragmentación. Tendría que desplegar una amplia convocatoria social y política que contrarreste el intento de la derecha de arrinconarla y de sobrepoblar con candidatos ese espacio.
En segundo lugar, la izquierda tendría que unificar a las principales fuerzas de ese signo que exhiben una probada trayectoria democrática. Es difícil, si no imposible (y a lo mejor tampoco es deseable), que todos los partidos izquierdistas reconstituyan una especie de Izquierda Unida de estos tiempos. Sería un error político, por ejemplo, acercarse a las nuevas organizaciones que vienen del terrorismo y que han hecho un viraje hacia el juego electoral. Si las principales fuerzas de izquierda se unifican y apoyan un candidato único, es difícil que emerjan candidatos menores que le hagan el juego a la derecha.
En tercer lugar, la izquierda tendría que forjar una amplia coalición social que impulse y viabilice un modelo de desarrollo centrado y a la vez abierto al mercado internacional, inclusivo, integrador y descentralizado. Las clases populares, los pobres y muy pobres no constituyen una base social suficiente para ganar el poder y gobernar. Son necesarios también las clases medias y el empresariado nacional. A las demandas de Estado efectivo es necesario añadir la exigencia de calidad del desarrollo que resuelva los problemas del empleo y de la pobreza.
En cuarto lugar, la izquierda, para ser una alternativa creíble y confiable de gobierno, tendría que convocar a un equipo tecno-político calificado y con experiencia de gestión gubernamental. Este desafío, pese a que es el menos difícil dada la orientación izquierdita de un sector importante de técnicos, profesionales e intelectuales, tiene una enorme importancia pues da confianza tanto a las élites sociales como a las clases populares. En quinto lugar, la izquierda tendría que mostrarse plural y tender puentes a todos los gobiernos de izquierda de América Latina. Sería un error (que le costaría una posible victoria) la adscripción a una u otra corriente de las izquierdas existentes en AL.
¿Podrá la izquierda enfrentar y resolver estos desafíos?. Es difícil, pero no imposible. Las circunstancias ayudan, pero ¿existe la voluntad política de los principales actores de la izquierda para constituir una alternativa de gobierno seria, responsable y exitosa?. El tiempo lo dirá.
Dr. Sus apreciaciones sobre la politica peruana y sus vertientes, reflejan pues nada emnos que la realidad de una soiedad peruana no dispuesta a asumir su papel como ciudadano y repetir la historia…
Ciertamente la dicotomía derecha-izquierda ha jugado un papel importante en las últimas elecciones peruanas, y no tiene porque ser diferente en el 2011. Pero de allí a pronosticar que sea la definitoria es bien arriesgado . Pues no sólo existiría esta escenificación de cierta lucha entre autoproclamados representantes de ciertos estratos sociales (que escenifican una "lucha de clases"), sino también lucha de grupos, de élites, de máscaras, de partidos, de vanidades personales, etc. Y estas luchas (diferentes a la de clases) valen más en la 1º vuelta. Ya en la 2º vuelta se instala una lógica más cercana a la realidad, entonces las izquierdas y derechas predominan. La victoria de la derecha en el imaginario colectivo le permite jugar a varias candidaturas a la vez. la izquierda no puede darse ese lujo.