LA DEVALUACION DEL CONGRESO

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Sinesio López Jiménez

Las vergonzosas denuncias contra los parlamentarios ponen en cuestión la calidad del Congreso y de los partidos políticos. Desde una perspectiva comparada es probable que el actual Congreso sea de menor calidad que los que ha tenido el Perú en el pasado. Eso tiene que ver, por un lado, con la poca calificación y profesionalización de las actuales élites políticas y, por otro, con la inexistencia de un sistema de partidos. Muchos de nuestros políticos viven de la política, pero no viven para ella. La política es para ellos, no una causa, sino un modo de vida (Weber). Este hecho implica que su reclutamiento procede, no de los estratos sociales altos, sino más bien de los más bajos. Este es un fenómeno estrechamente asociado a la extensión de la ciudadanía y del sufragio universal a las clases populares. Su procedencia social, a su vez, trae consigo la poca o nula formación universitaria de muchos de ellos o la poca solidez de los que la tienen, lo que, a su vez, dice mucho de la pobreza intelectual de nuestras universidades. A todo esto hay que añadir la actual configuración partidaria que combina partidos sin sistema y políticos sin partido y no llega a constituir un sistema de partidos (Cavarozzi). Esto explica, a su vez, la enorme volatilidad y la inestabilidad de la actual élite política.

La mejora de la calidad del parlamento y de los partidos pasa, no por la exclusión de sus integrantes menos calificados y de los sectores pobres y muy pobres que representan (como afirman los gritos que vienen de la caverna), sino más bien de un proceso general de igualación (hacia arriba) de los ciudadanos en los campos económico, social y político. Es irracional pretender una representación europea en un país (casi) africano. Pese a la poca calidad del parlamento y los partidos, estos son, sin embargo, más representativos que los del pasado. Expresan más el país que actualmente somos y tenemos. No es el parlamento plutocrático de la república aristocrática ni el mesocrático de las aperturas liberales (1930 y 1956) sino que es un parlamento popular que procede de las aperturas democráticas (1978-1980 y 2001). Esto explica la menor calidad y al mismo tiempo la mayor representatividad del Congreso actual. Este es más representativo que los del pasado, pero no es totalmente representativo. Hay sectores sociales (pobres y muy pobres de las áreas rurales) y regiones que no tienen una cabal representación. Esto obedece, sin embargo, más a un defecto del diseño electoral que a una falla de los partidos.

Pese a que es más representativo, el actual Congreso tiene menos poder y es menos importante que los anteriores. Más allá de la supuesta independencia de poderes, el parlamento no llega a ser un poder que sirva de contrapeso al Ejecutivo en un régimen exacerbadamente presidencialista. En los regímenes parlamentaristas y semi-presidencialistas, en cambio, el parlamento es importante porque a través de él se accede al gobierno. La creciente delegación de facultades legislativas al Ejecutivo presidencialista lo debilita aún más. Muchas de sus clásicas funciones (foro público, espacio de negociación, centro de la representación, mecanismo de competencia, lugar de formación de las élites políticas) se han perdido o se han debilitado seriamente. La creciente disminución de poder parlamentario tiene que ver con el debilitamiento general del Estado y con la pérdida de encanto de la política en una época neoliberal. En estos tiempos, la política ha sido oscurecida por la economía; el Estado, destronado por el mercado y los partidos políticos tienden a ser desplazados por los poderes fácticos (empresarios, militares, Iglesia, medios, organismo financieros internacionales). Todo ello acentúa la crisis del parlamento cuya suerte puede cambiar (junto con la de la política y la del Estado) con la crisis actual del capitalismo neoliberal.

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Un pensamiento en “LA DEVALUACION DEL CONGRESO

  1. Luis Enrique

    Señor López:

    1. Es clara la campaña de desprestigio que sufre la institución democrática llamada Congreso en el Perú actual. ¿La razón?

    2. Anular el voto obligatorio. Así se evitan la presencia de gente indeseable como paisanas, rateros, cholos y humalistas.

    3. Solo votaría la clase media ilustrada, la cual aún no se decide entre Keiko y Castañeda.

    4. Solo entraría gente "decente", como los hijos de las grandes familias del Perú con estudios en el extranjero (los únicos que realmente valen en nuestro imaginario cultural. "Oooohh… viene de estuidar en XXXX, en Europa o Estados Unidos. ¡Dénle inmediatamente el puestoooo!).

    5. Esto se refuerza con el último articulo publicado por Fritz Du Bois (el ideólogo de la derecha peruana) en la que reclama su "derecho a no votar", con lo que pide que le quiten a la "chusma" la capacidad de elegir y llevar a ese "indiada" al Congreso.

    6. Adecentar el Congreso, en el Perú, es poner blancos de saco y corbata allí (tal como lo pide la congresista Hildebrandt). ¿Que no hay racismo en el Perú? Sí, porque ser blanco en nuestro país es como ser judío: se pertenece a una casta a la que se es fiel y con la que se puede pactar y hacer negocios.

    Muchas gracias.

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