Archivo por meses: septiembre 2009

ECONOMIA Y POLITICA

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Sinesio López Jiménez

Estamos discutiendo sobre un moribundo y su destino: el capitalismo salvaje. Jaime Althaus cree que no está moribundo ni es salvaje. Lo piensa más bien como un dechado de virtudes: eficiente, distributivo (equitativo), inclusivo, democrático. Yo pienso todo lo contrario. Sostengo que la crisis actual lo ha herido de muerte y que hay que enterrarlo sin honores. Será sustituido, espero, por un socialismo democrático en el largo plazo y en el interim, al menos, por un capitalismo democrático.

Sostengo que el capitalismo salvaje ya no es viable, no sólo porque se ha hundido con la crisis internacional que hoy vivimos, sino también porque las condiciones políticas que permitieron su emergencia y su vigencia han cambiado drásticamente en el Perú y en América Latina. El modelo neoliberal, como todo modelo de desarrollo, no es sólo un asunto técnico-económico sino también político. Requiere ciertas condiciones políticas que le permitan instaurarse y funcionar. Una primera condición fue una crisis profunda del viejo modelo populista, sentida incluso en la piel y en los estómagos de la gente que exigió su cambio a gritos. De eso se encargó el desastroso primer gobierno de García. Una segunda condición fue la derrota de la antigua coalición social y política que sostenía ese viejo modelo que ya no tenía quien lo defienda. Ni organismos empresariales, ni sindicatos, ni partidos políticos salieron en su defensa. Todos estaban en la lona: derrotados. De eso también se encargaron García, A. Guzmán y el mismo Fujimori.

Una tercera condición fue una nueva coalición social y política que lo impulsó y lo impuso si fue necesario, tal como sucedió en la mayoría de países de AL. Esa coalición estuvo integrada, en el caso peruano, por los organismos financieros internacionales, los inversionistas extranjeros y la burguesía local. Se fortaleció, luego del golpe de Fujimori, con la cúpula militar y también con los sectores conservadores de la Iglesia. Una cuarta condición fue la existencia de un equipo tecno-político que desplegó ciertos modelos de decisión, de gerencia y de gestión que ayudaron a darle viabilidad: concentración del poder en la cúpula, gobierno por sorpresa (decretos de urgencia), hiperactivismo legislativo del poder Ejecutivo y aplicación autoritaria de las políticas públicas. Una quinta condición fue la existencia de una correlación internacional de fuerzas que le dieron al modelo económico largo aliento y amplios horizontes.

¿Qué ha pasado con el capitalismo salvaje?. ¿Se mantienen aún las condiciones que lo hicieron viable?. Mi hipótesis es que esa forma de capitalismo ya no es viable como modelo de desarrollo, no sólo por la profunda crisis actual que casi lo ha enterrado, sino también porque las condiciones que le dieron origen y que permitieron su pervivencia han cambiado. En primer lugar, las estadísticas de esa crisis son incuestionables. Sólo falta que ella llegue agresiva y masivamente a la conciencia y a los puños de la gente. Que sea intolerable y rechazado por todos. En segundo lugar, la coalición que sostenía el modelo se ha debilitado y resquebrajado y, a medida que la crisis se profundice y aparezcan otras opciones, sufrirá nuevas grietas. En tercer lugar, han emergido y van a seguir surgiendo nuevas propuestas para sustituir el modelo en AL y en el mundo. En cuarto lugar, la correlación internacional de fuerzas ya no apuesta al capitalismo salvaje luego de las recientes experiencias traumáticas de la crisis internacional del capitalismo. Pese a estos cambios en las condiciones de funcionamiento del capitalismo salvaje, García insiste en mantenerlo. ¿Cómo? Mi hipótesis es que un modelo económico agotado, cuestionado, políticamente inviable sólo puede ser mantenido apelando a la fuerza. Si la política falla en defensa de la economía, entonces es la hora de las armas. Esa es la tesis de García y sus aliados.

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LA REPRESENTABILIDAD

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Sinesio López Jiménez

En las sociedades complejas, geográficamente extensas y densamente pobladas la representación es una necesidad. En estas sociedades no son posibles ni el autogobierno ni el gobierno representativo de las repúblicas clásicas. La representación liberal que abre las puertas de la política a la presencia legítima de los diversos intereses e identidades es inevitable. Sin ella no hay política ni democracia. Ello no obstante, la representación en América Latina presenta una serie de dificultades que es necesario enfrentar y superar para resolver los problemas de representatividad y de representabilidad. ¿Cuáles son esas dificultades?. En primer lugar, las que provienen de los partidos que se muestran incapaces para recoger las demandas de los ciudadanos, canalizarlas y procesarlas en el sistema político (crisis de representatividad). En segundo lugar, las que proceden de los ciudadanos latinoamericanos cuyas características dificultan su representación en el campo de la política (crisis de representabilidad). En tercer lugar, los inadecuados diseños electorales que, lejos de resolver esas crisis, las profundizan.

Aquí me concentro en los problemas que presentan los ciudadanos de AL para ser representados en el espacio político. En primer lugar, la ciudadanía desigual que procede del diferente acceso efectivo a los derechos reconocidos por los Estados dando lugar a los ciudadanos de primera, de segunda y de tercera categoría. Estos últimos sólo ejercen sus derechos políticos, acceden a pocos derechos civiles, carecen de derechos sociales, habitan las zonas rurales de la sierra y de la selva (Perú) y no tienen representación política. En el caso peruano, llegan a un tercio de la población. En segundo lugar, la configuración desequilibrada de la ciudadanía, según la cual ésta es más política que civil y social en toda AL (O´Donnell). Los derechos civiles tienen que ver con la libertad y los sociales con las condiciones para ejercerla: ¿Puede haber representación de los ciudadanos mutilados en sus derechos?. En tercer lugar, la ciudadanía multicultural cuyo desconocimiento por parte de las élites y los gobiernos lleva a excluir de la representación a los que no son criollos ni occidentales. En el caso peruano, los quechuas y aymaras demandan una mejor forma de integración mientras las etnias de la selva exigen un reconocimiento de sus diferencias culturales en el campo de la política.

En cuarto lugar, la desigualdad ante la ley, no en su dimensión normativa que es igual para todos, sino en su ejercicio efectivo que excluye a la inmensa mayoría del acceso a la justicia. El Perú ocupa el primer lugar en AL en los niveles de desigualdad ante la ley (Latinobarómetro, 2008). En el polo opuesto están Uruguay y Costa Rica. ¿Se puede representar a los excluidos de la igualdad ante la ley?. Finalmente, la exclusión de la mayoría de los ciudadanos de un empleo adecuado, de ingresos aceptables y de un nivel de vida digno hace difícil, sino imposible, su representación política. El conjunto de estas dificultades ha generado lógicamente una enorme desconfianza ciudadana en la política y en las instituciones representativas. Entre los 18 países encuestados de AL el Perú ocupa los primeros lugares en el ranking de desconfianza en la política, en la democracia, en el Congreso, en los partidos, en el gobierno y en el presidente de la República.

Quizás la pregunta sobre la orientación social de las políticas de los gobiernos de América Latina condensa la explicación de la desconfianza ciudadana: ¿Diría Ud. que (el país) está gobernado por unos cuantos grupos poderosos en su propio beneficio o que se está gobernando para el bien de todo el pueblo? La respuesta es contundente: El 88% de los peruanos creen que García gobierna para los grupos poderosos. En el polo opuesto, sólo el 40% de los uruguayos creen lo mismo de su presidente.
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POLITICA Y CORRUPCION

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Sinesio López Jiménez

La encuesta es contundente y deprimente. Los peruanos, los políticos, los gobiernos, las instituciones, casi todo está podrido en nuestro país. Eso es lo que cree la aplastante mayoría de los limeños que es, por lo general, gente moderada y hasta conservadora (IOP-PUCP). Confirma de ese modo la frase lapidaria de González Prada, pronunciada en horas difíciles para el Perú: Donde se pone el dedo brota pus. El pesimismo tiende a ser mayor entre los pobres y más pobres y entre los más viejos. Estos sectores han perdido, al parecer, toda esperanza de mejora en el campo de la honestidad y la transparencia. Más aún: Ellos perciben e imaginan que la corrupción presente y futura será peor a medida que avanzan en edad y descienden en la escala social. ¿Es posible hacer algo para revivir la esperanza en estos grupos sociales o todo está perdido?. Es probable que sólo el despliegue de una agresiva política de shock anticorrupción, impulsada por un movimiento político-intelectual-social, honesto, confiable y creíble, pueda devolverles la confianza y la esperanza en la política como un espacio de solución de sus problemas y de realización humana.

¿Qué factores, causas y motivos explican estas opiniones pesimistas y hasta suicidas de la mayoría de los limeños?. Es difícil saberlo sin una encuesta y un análisis más finos de su cultura política. Propongo aquí, sin embargo, algunas hipótesis que se apoyan en los datos de la encuesta. En primer lugar, las actitudes y comportamientos de los políticos, especialmente de aquellos que han asumido responsabilidades de gobierno, han destruido todo optimismo en los limeños. Los gobiernos más corruptos que recuerdan son los de Fujimori y de García, especialemente su primer gobierno. Ello no obstante, la mayoría reeligió a García y quiere elegir a la hija de Fujimori. ¿Qué explica esta especie de suicidio político y moral?. ¿Es acaso que el miedo pesa más que la probidad?. Hobbes pensaba que el miedo a la muerte violenta es la forma más eficaz de controlar todo apetito desmedido y la fuente segura de la racionalidad, la moralidad y del mismo Estado. En nuestro caso, no parece ser el miedo a la muerte violenta, sino el miedo a perder determinados intereses (reales o expectaticios, grandes o pequeños) el que induce a un comportamiento contradictorio y perverso de los electores peruanos. En el fondo, ese comportamiento electoral expresa la frase más perversa de la cultura política latinoamericana: No importa que (el gobierno) robe con tal que haga obra.

En segunda lugar, las instituciones (todos los poderes del Estado, todos los niveles del gobierno, las fuerzas represivas, los partidos con sus reglas de juego y sus procedimientos) son corruptas para la mayoría de los limeños. Son, además, ineficaces y poco creíbles. En realidad, es el Estado el que es puesto en cuestión por la corrupción. Esta es una vieja historia. La distancia entre el estado y los ciudadanos ha sido siempre sideral. Así nació a la vida republicana: un estado de criollos (12%) divorciado radicalmente de la mayoritaria sociedad de andinos y mestizos. Con pocos y frágiles puentes que los relacionan, las brechas abiertas entre ellos aún se mantienen victoriosas. ¿Es posible revertir esta imagen negativa del Estado y de sus instituciones o tenemos que conformarnos con un Estado distante, ineficaz y corrupto?. Es probable que una reforma estatal radical, que no sólo sea burocrática y administrativa, sino también política y ética, funde un nuevo Estado en el que todos podamos confiar y creer. Eso supone, en la práctica, una refundación del Estado y de sus instituciones. En el interim, el control horizontal eficiente y el control de los ciudadanos, la sociedad civil y de los medios pueden contribuir, según la misma encuesta, a reducir la corrupción que desborda al Estado y alcanza a la mayoría de los peruanos.
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LAS PROTESTAS Y LAS ARMAS

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Sinesio López Jiménez

La autorización del gobierno a la policía para disparar contra las multitudes contestarias cierra el círculo de la enemistad pública y de la violencia institucionalizada en el seno mismo del Perú. Enemigo ya no sólo es el otro –el estado extranjero- con el que se libra una lucha intensa. Por disposición del gobierno, de hoy en adelante es también enemigo el pueblo que protesta. En virtud de esa declarada enemistad, la policía está autorizada a disparar. Las armas, desde las más simples hasta las más sofisticadas, son medios para eliminar al enemigo público. Sólo a éste se le puede aniquilar. A los enemigos privados se les puede perdonar e incluso amar. Cuando el evangelio aconseja perdonar a nuestros enemigos ( “diligite enemicos vostros”) se refiere, no a los enemigos públicos, sino a los enemigos privados. A los enemigos públicos no se les ama, se les liquida con el arma. A diferencia de los otros idiomas, sólo el latín diferencia los tipos de enemistad en el lenguaje mismo. Enemicus es el enemigo privado y hostes es el enemigo público.

García extiende la enemistad pública de la política internacional al ámbito nacional. ¿Quién es el enemigo para García?. Como el mismo ha declarado, los enemigos, con los que el Perú libra una guerra fría, son los países que se oponen al modelo económico (neoliberal) y que proponen el populismo y el estatismo. Esos países, según el mismo García, tienen sus agentes internos (las protestas sociales) a los que hay que tratar como a los enemigos externos: con las armas. Como se ve, García es un modelo de coherencia política hasta en el error: No diferencia donde debiera diferenciar. Hay que acabar con las protestas sociales porque ellas se oponen y obstaculizan el funcionamiento del modelo neoliberal y porque juegan en pared con el enemigo externo (Venezuela, Ecuador, Bolivia y otros). Preguntas para García y Joselo: ¿Es esa o no la coherencia de la política internacional con la política nacional?. ¿Es el modelo económico (los intereses del gran capital) el criterio central que define la política internacional del Perú?.

¿Porqué García tiene que apelar a las armas para defender el modelo neoliberal?. Por varias razones claramente articuladas. En primer lugar, el capitalismo salvaje es (Cipriani dixit) impresentable en su contenido: un capitalismo voraz sin derechos ni garantías para el trabajo, inversión y acumulación sin distribución, autorregulación del mercado sin autoprotección de la sociedad, políticas económicas para los ricos y políticas sociales para los pobres. En segundo lugar, estas características del capitalismo salvaje inducen a los gobiernos neoliberales a utilizar formas de decisión y de gestión autoritarias para hacerlo viable: concentración del poder en la cúspide, gobierno secreto con decretos de urgencia, hiperactivismo legislativo (sin debate público) del Ejecutivo por delegación de facultades del Congreso y aplicación vertical de las políticas públicas. Con estas formas de decisión y de gestión, los gobiernos neoliberales quieren, además, evitar la presión social, el escrutinio público y la rendición de cuentas.

En tercer lugar, la imposición y el funcionamiento del capitalismo salvaje requieren ciertas condiciones sociales y políticas: una sociedad derrotada, atemorizada y desmovilizada y una oposición política débil y sin alternativas (como en los tiempos de Fujimori). Estas condiciones se logran con la ilegalización de las protestas sociales, la persecución de las ONG y la represión indiscriminada. ¿Significa esta tesis que nunca hay que apelar a las armas en el plano interno?. No, en modo alguno. Además de la legítima defensa, hay dos situaciones que permiten usar las armas legítimamente en el plano interno: el crimen organizado y los grupos armados que cuestionan el legítimo monopolio estatal de la violencia.
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