Archivo por meses: mayo 2009

JUAN BOSCH, INTELECTUAL Y POLITICO

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Sinesio López Jiménez

Fue un hombre de muchos registros. Político, literato, ensayista, historiador y educador, en todos esos roles brilló con luz propia. Autodidacta, de la misma estirpe de José Carlos Mariátegui y José Aricó, conoció profundamente los diversos temas en los que se involucró. Y en todos ellos se manejó con creatividad y con una gran autonomía conceptual. Perteneció a la ilustre estirpe de políticos latinoamericanos de los años 30 del siglo pasado que fueron al mismo tiempo políticos e intelectuales. Esa combinación elevó la calidad de la política y le impregnó un sentido práctico y crítico al pensamiento. Su rica biografía acompañó en forma agónica la densa historia de su país. No se puede entender a Juan Bosch sin la convulsa historia de Santo Domingo ni se puede entender a este país sin la obra literaria, sociológica y política de Juan Bosch (1909-2001).

Su múltiple producción intelectual va desde las obras de ficción (cuentos y novelas) hasta artículos de análisis de coyuntura publicados en revistas y periódicos, pasando por estudios sociológicos e históricos, biografías magistrales, ensayos de teoría política, testimonios y crónicas. En una primera etapa (1929-1938) la literatura predominó sobre la política. Salen a luz entonces dos libros de cuentos y una novela (La mañosa). La segunda etapa (1939-1962) fue marcada por el exilio y la política fue ganando terreno sin afectar demasiado a las letras. En este lapso Bosch publica varios libros de cuentos, ensayos políticos y una que otra biografía. La tercera etapa ha sido definida por García Cuevas, uno de los estudiosos más agudos de la obra de Bosch, como un tiempo de “desilusión y de búsqueda” y de tránsito del liberalismo reformista al marxismo. La acción política desplaza al discurso. En diciembre de 1962 es elegido presidente de la república. El 25 de septiembre de 1963 es derrocado por un sector de las fuerzas armadas en alianza con la oligarquía y con el apoyo del gobierno norteamericano. En abril de 1965 un grupo de oficiales busca reinstalar a Bosch en el poder. Más de 40 mil soldados norteamericanos invaden el suelo dominicano para “impedir otra Cuba”. En la última etapa (1967-2001) la política se impone abrumadoramente sobre las letras. Aparecen entonces, además de múltiples artículos, sus obras más orgánicas en el campo de la política, la historia y la sociología. Bosch publica El pentagonismo, sustituto del imperialismo (1967), Tesis de la dictadura con respaldo popular (1969), De Cristóbal Colón a Fidel Castro (1969), Breve historia de la oligarquía (1970) y Composición social dominicana (1970). Todas ellas obras fundamentales para entender la sociedad y la política dominicanas.

Su actividad política, iniciada desde temprana edad (cuando tenía 20 años), fue también muy fecunda. Ella estuvo marcada por la invasión militar norteamericana en 1916 que suscitó en él un fuerte sentimiento nacionalista y patriótico. En enero de 1934 Bosch fue apresado, encarcelado y acusado de terrorismo por la policía trujillista. Una vez liberado por presiones políticas, Bosch emprendió el camino del exilio en Cuba, en donde acentuó su actividad política de lucha abierta contra la dictadura de Trujillo. En 1939 participó en la fundación del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) que ha tenido una importante gravitación en la vida política dominicana. Costa Rica, Chile y Puerto, en diferentes momentos, acogieron al exiliado que no cesó en la lucha política y publicista antitrujillista, después de un primer intento insurreccional frustrado, organizado desde Cuba. Luego del asesinato del dictador, Bosch retorna a Santo Domingo en Octubre de 1961. Como candidato del PRD, es elegido Presidente de la República dominicana en diciembre de 1962.

La larga lucha contra la dictadura de Trujillo hizo de Bosch un político con un proyecto liberal y democrático acompañado de algunas reformas económicas y sociales. Bosch planteaba abrir el Estado dictatorial y patrimonial a las libertades y a la participación de todos los dominicanos y proponía la realización de reformas económicas y sociales que afectaban los intereses de la oligarquía. Las agudas confrontaciones que se produjeron después del golpe contra su gobierno, el intento frustrado de reinstalarlo en el poder y la invasión norteamericana llevaron a Bosch a la radicalización política, al abandono de los esquemas liberales y al acercamiento al marxismo heterodoxo. Los cambios ideológicos y políticos lo indujeron a renunciar al PRD y a fundar el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) en 1973 que, en 1990, era ya la primera fuerza política del país. Pese a ello, el PLD sólo pudo acceder al poder en 1996 bajo el liderazgo de Leonel Fernández, un político joven que gozaba de todo el apoyo y la confianza de Juan Bosch. Su itinerario político contrasta con el de otros líderes latinoamericanos (Haya de la Torre, Figueres, Betancourt y otros) que experimentaron más bien una involución conservadora. Es justo, por eso, que Santo Domingo y América Latina celebren el centenario del nacimiento de un político y de un intelectual que presenta una trayectoria limpia, honesta y consecuente.

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LA COALICION DE LOS VETOS

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Sinesio López Jiménez

2,011 es un año fatídico para García y para la derecha empresarial. Cada vez que piensan en él somatizan su angustia: les duele la cabeza y se les afloja el estómago. Algo parecido sucedió en el 2,006, año en el que (según ellos) se salvaron por un pelo. ¿Qué trae angustias y apremios a la élite tradicional?. Es evidente que el arrastre electoral de Ollanta Humala los aterra. El miedo, sin embargo, no los ha paralizado. Poco a poco, García ha logrado organizar una coalición social y política y definir una estrategia para demoler a Ollanta y a sus críticos. ¿Quienes integran esta coalición informal que opera pero que no es aún muy visible? En primer lugar, García que la dirige. En segundo lugar, el Apra, su partido soporte. En tercer lugar, la derecha empresarial asentada en la renta minera, en la bancocracia y en algunos medios. En cuarta lugar, la cúpula reaccionaria de la Iglesia. En quinto lugar, el fujimorismo.

Esta coalición no tiene aún una organización definida e institucionalizada. Y es probable que nunca la tenga. Sólo está constituida por redes poderosas que se articulan y operan movidas por el jefe. Ocupa los espacios estratégicos de la política, la economía, la comunicación y el poder religioso. Por eso mismo, le sobran recursos económicos, políticos y simbólicos. Tiene sus mastines en algunos medios (Correo, Expreso, La Razón) y sus tontos útiles en otros. Utiliza los recursos del estado e instrumentaliza algunas instituciones estatales copadas por el Apra para demoler a sus adversarios y para perseguir a sus críticos: La SUNAT, la Contraloría, el Poder Judicial, la Fiscalía, el Tribunal Constitucional, el Consejo Nacional de la Magistratura. El caso de la SUNAT es vergonzoso y escandaloso. Es ciega con el evasor, agresiva con el pequeño contribuyente y complaciente con los grandes deudores (de los medios). ¿Con qué derecho, con qué moral la SUNAT extrae recursos de los medianos y pequeños contribuyentes para transferirlos (como pago en efectivo) a los grandes deudores de impuestos de los medios mediante la firma de jugosos contratos de publicidad estatal?. Su legitimidad como ente recaudador de impuestos está en cuestión.

¿Por qué Ollanta Humala los aterra hasta el pánico?. ¿Acaso Humala significa el fin de la democracia como hipócritamente sostienen? ¿Acaso la coalición ultraderechista está integrada por inmaculados demócratas que están dispuestos a poner el pellejo en defensa de la democracia?. No, de ninguna manera. Si se echa un ligero vistazo a los integrantes de esa coalición derechista, se puede encontrar un rasgo común: Todos o casi todos son cavernícolas. ¿Les interesa acaso a los cavernícolas la democracia?. En modo alguno. Para defender la democracia, hay que creer en ella y estar dispuesto a fajarse por ella. ¿Qué es lo que realmente defiende esa coalición? La respuesta es simple y directa: Ella defiende sus intereses mezquinos y el hoy maltrecho modelo económico neoliberal (debido a la crisis sistémica del capitalismo) que tantas ventajas y ganancias les trajo en la época de las vacas gordas. Su preocupación política central en esta coyuntura es la búsqueda de un candidato que la encarne y la represente en el 2011. La coalición ultraderechista sabe a quien vetar y demoler, pero no sabe a quien levantar como su portaestandarte. ¿ Es Toledo, es Lourdes, es Keiko?. Mi hipótesis es que los cañones de la demolición apuntan no sólo a Humala, sino también a Toledo y a Lourdes. Toledo, aunque cuenta con la simpatía del empresariado, tiene el veto de García. Y Lourdes no cuenta con el cálido apoyo de García ni de la ultraderecha empresarial porque dudan que los represente bien y que pueda ganar. Su objetivo, por ahora, es inflar a Keiko hasta encontrar un mejor representante.

La coalición ultraderechista ha tenido, sin embargo, sus altos y bajos. Ha obtenido un cierto éxito en cubrir sus intereses mezquinos con el respetable manto democrático. Tuvo también un relativo éxito (en el pasado) en legitimar el modelo económico neoliberal, gracias a las altas tasas de crecimiento, y venderlo como el sistema eficiente, al que se oponían los críticos de García y Ollanta Humala, quienes, por eso mismo, representaban el anti-sistema. El modelo neoliberal y su legitimidad, sin embargo, se han hundido con la crisis. El epicentro de la reacción es la conservadora Lima. Sus flancos débiles son las regiones (sobre todo las del centro, sur y oriente) y su poca implantación en las clases populares, pobres y muy pobres. Para revertir esta situación inflan a Keiko quien disputa a Ollanta los sectores D y E que creen que, eligiendo a la hija, eligen al padre.

¿Es invencible la coalición ultraderechista cerrada y antidemocrática? No. Ella puede ser derrotada por otra coalición amplia y abierta, no para apoyar a un candidato único, sino para eliminar los vetos de García y establecer condiciones libres, igualitarias y competitivas en los procesos electorales del 2010 y del 2011. García tiene su talón de Aquiles y sus flancos débiles. Volveremos sobre el tema.

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LOS CAVERNICOLAS Y EL MUNDO ANDINO

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Sinesio López

Son duros de matar y se resisten a morir. Los cavernícolas son una especie inextinguible. No los afecta el tiempo, ni la cultura, ni la ciencia ni los cambios climáticos. Han cambiado sólo la fachada, pero por dentro siguen siendo los mismos. En pleno siglo XXI siguen repitiendo las mismas monsergas de sus congéneres del siglo XIX. Los indios no existen, les decían a los criollos liberales de entonces. La comunidad política somos nosotros. Los liberales, sin embargo, tendieron puentes al predominante mundo andino con el que coexistían en el mismo territorio. Los indios, decían, son nuestros hermanos y compatriotas. Tenemos que construir con ellos una misma patria. Lo que hicieron por integrarlos fue, sin embargo, muy poco. No se trataba de diseñar una política de reconocimiento de una sociedad multinacional o plural. La explotación y la opresión coloniales habían transformado al imperio incaico en una clase campesino-indígena. El Perú de entonces, como el de ahora, era sólo una sociedad multiétnica en la que coexistían diversos grupos culturales con linderos imprecisos y movedizos. Ni los quechuas ni los aymaras pedían el reconocimiento de su propia identidad, ni la autonomía de los territorios que ocupaban, ni una representación política propia. Habiendo perdido su base territorial con la encomienda colonial y la élite dirigente con la derrota de Túpac Amaru, lo único que pedían era una mejor forma de integración: buen trato, eliminación de la servidumbre, derechos ciudadanos, respeto a sus tradiciones, a sus costumbres y a su lengua.

Lamentablemente las diversas leyes decimonónicas que buscaron integrar a los campesinos indígenas a la república fueron puramente formales sin ninguna incidencia en la vida real. La servidumbre y la discriminación étnica y racial pesaron más que las formalidades jurídicas. El reconocimiento de algunos derechos civiles y políticos no los convirtió en ciudadanos. Ni la participación política abierta en elecciones poco o nada institucionalizadas los transformó en electores. Los cambios vinieron en el siglo XX cuando el ministro de Justicia, Instrucción, Beneficencia y Culto, Jorge Polar, cambió la estrategia jurídica por la educativa para integrar al mundo andino. El poder ejecutivo retomó la educación que estaba en manos de los municipios, determinó las necesidades educativas a través de un censo (1902), le dedicó el 20% del presupuesto, creó las normales para formar a los maestros y envió a estos al campo. Pero algo falló: la propuesta educativa. Para el civilismo educar era castellanizar. La educación partía de desconocer al otro, su cultura, su identidad, su lengua. La estrategia consistió en una especie de homogeneización cultural forzada de los indígenas por medio de la educación impartida en español. Pese a esas limitaciones, la ciudadanía política pasó del 2% en 1900 al 7% en 1930.

En la década del 40 cambia la propuesta educativa. Se pasa de la homogeneización forzada a una homogeneización amable a través de la educación bilingüe gracias a la presencia del indigenismo en el timón del Ministerio de Educación. Pero el bilinguismo en la educación fue sólo un método pedagógico y no una política de reconocimiento del mundo andino. Los gobernantes de entonces (Bustamante y el Apra) no tuvieron la voluntad, ni la fuerza (y quizá tampoco las condiciones) para desplegar una política estatal de reconocimiento indígena. Pese a ello, la educación siguió avanzando más en covertura que en calidad. Sus efectos se hicieron sentir: En 1962 el 18% de los peruanos votaron en las elecciones de entonces. El avance en la ciudadanía política obedeció más a los progresos de la educación que a los cambios en las reglas de juego electoral (el voto a las mujeres en 1956).

Como en otros aspectos de la realidad, el cambio radical vino con la dictadura militar del 68. Velasco dispuso una política estatal de reconocimiento del mundo andino. La ley 21156 de 1972 establecía que, a partir de abril de 1976, la enseñanza del quechua era obligatoria en todos los niveles de educación de la República y que a partir del 1 de enero de 1977 el Poder Judicial debía adoptar las medidas a fin de que “las acciones judiciales en las cuales las partes sean sólo de habla quechua se realicen en ese idioma”. La ley encargaba asimismo a los Ministerios de Guerra, Marina y Aeronáutica el cumplimiento de la ley y al Misterio de Educación, “la preparación y edición de diccionarios, texto, manuales y otros documentos para el pleno cumplimiento de la ley”. Más allá de la autoria dictatorial y de algunos errores de la ley, la política de reconocimiento era justa. Ella devolvía la palabra, la identidad y el protagonismo a quienes la opresión colonial y republicana se los había arrebatado. Pero volvieron los cavernícolas y acabaron con todo. Eran pocos, como hoy, pero eran. Lo peor de todo esto es el juego de políticos sin proyecto y sin dignidad que se dejan arrastrar de la nariz por los cavernícolas de siempre y los obligan a defender las posturas más retrógradas del país. Es una lástima y una vergüenza que García permita a los cavernícolas ponerle la agenda.

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