Sinesio López Jiménez
Muchas veces he pensado que entender a García no es tanto una tarea para los analistas políticos como para los psicoanalistas. ¿Cómo explicar políticamente sus bruscos y contradictorios estados de ánimo, sus discursos confrontacionales y sus demandas simultáneas de consenso, su continuo impulso a la firma de TLC y su pedido de consumo de los productos nacionales, sus marchas y contramarchas?. No todo es, sin embargo, materia psicoanalítica. Hay también materia política digna de ser analizada. Mi hipótesis es que el carácter imprevisto de la crisis mundial del capitalismo ha hecho perder el rumbo a algunos políticos (entre ellos García) que habían hecho una apuesta fuerte (de converso) por el modelo económico neoliberal y por el crecimiento económico sostenido. En un primer momento no sabían siquiera de qué se trataba. García tuvo la audacia de hablar de una crisis de crecimiento del capitalismo. Más aún: Quería que todos los líderes del mundo (reunidos en las cumbres) compartieran su desubicado diagnóstico. Luego sostuvo que la crisis mundial no nos alcanzaría porque el Perú es un país blindado. Su objetivo era convencer a los empresarios para que siguieran invirtiendo y a los peruanos para que estuvieran tranquilos. En un tercer momento propuso un plan anticrisis para amortiguar la crisis. El Estado hacía lo suyo e invitaba nuevamente a los empresarios a invertir y a arriesgar. Mientras tanto insiste en seguir firmando TLC cuando muchos países desarrollan políticas proteccionistas. Vino luego el despliegue de políticas neopopulistas (legalización de las invasiones urbanas, condonaciones de deudas del Banco de Materiales, ofrecimiento de otras condonaciones) para mantener contentos a los de debajo de la escala social mientras defiende el modelo neoliberal para los de arriba. Todos estos momentos y pasos dados por García en medio de la crisis que cada vez se siente más han estado acompañados por un optimismo desbordante que, como estrategia política, no ha producido los resultados esperados.
Hemos llegado al quinto momento en el que García ofrece a los empresarios y banqueros defender el modelo económico aún a costa de la democracia: “En el Perú, ha dicho García, el presidente tiene un poder: no puede hacer presidente al que él quisiera, pero sí puede evitar que sea presidente quien él no quiere. Yo lo he demostrado. De manera que puedo garantizarles a todos los que quieran traer un centavo a este país, que ese centavo está garantizado por la estabilidad política que va a tener el Perú en los próximos 10 años. Esta es mi contribución al largo plazo de la postcrisis que va a haber”. ¿Es esta una propuesta desesperada de García que busca romper la desconfianza y el inmovilismo de los empresarios y los banqueros ante la crisis o es una estrategia largamente pensada y madurada de la derecha peruana para mantener el modelo neoliberal? Mi hipótesis apuesta a que es más lo segundo que lo primero. Ello no obstante, la propuesta indecente de García puede ayudar a que los banqueros aflojen el puño y abran la cartera.
“Yo lo he demostrado”. Es una confesión sincera que debe haber sabido a chicharrón de sebo a Vargas Llosa y a todos los que apostaron por él en 1990. Cuando era populista radical aplicó la estrategia sin miramientos al candidato neoliberal. Hoy, que es un neoliberal converso, apunta contra el candidato que él llama antisistema: Ollanta Humala. ¿En qué consiste la estrategia antidemocrática de bloqueo y destrucción de las candidaturas que disgustan al gobernante de turno?. Si nos atenemos a lo que pasó en 1990, esa estrategia tuvo varias aristas, todas ellas antidemocráticas: uso y abuso de psicosociales imaginados y desplegados por la misma cúpula del poder, utilización desvergonzada de todos los recursos del poder del Estado, amenazas veladas y abiertas a las candidatos vetados por poder, etc., etc.
Una de las cosas que más llama la atención es el sentido que García le da al término anti-sistema. Para él, anti-sistema no es el que se opone a la democracia, como sucede en la tradición del análisis político, sino el que se opone al modelo económico neoliberal. En esto, como en otras dimensiones de la política, García ha terminado haciendo suyo el mismo punto de vista de la derecha económica y de la ultraderecha política. Por esas vueltas que da la vida, el político anti-sistema es García quien no acepta las reglas de juego democráticas y no se somete a los preceptos del constitucionalismo. En presencia de los banqueros ofrece sacrificar en el altar del modelo neoliberal al régimen democrático. Salvo el modelo económico, todo es ilusión. Si para salvarlo y hacerlo duradero es necesario sacrificar la democracia no hay que dudarlo. Estas parecen ser las nuevas consignas políticas de García. En estos tiempos en que abundan los líderes en el campo de la derecha, García se ofrece voluntariamente como su jefe.
Muy buen artículo, y, efectivamente el caso de Alan García es un típico caso de un BORDER LINE está loco y no está loco, y todos los que lo rodean saben de su enfermedad. De una fuente muy fidedigna, supe que en su primer gobierno cuando se deprimía se ponía llorar y hacía show depresivos, tan es así que en algún momento quizo abandonar la presidencia de la República mismo Alberto Fujimori, se subió a un avión para huir del país, antes de partir llevaron a LAS para que lo convenza de quedarse a terminar su gobierno, y al parecer logró convencerlo. Ahora tenemos a un ‘loco recargado’ que quiere ser el lider de la derecha y el freno de la centro derecha y la izquierda, ya prácticamente se siente un EMPERADOR toda vez que no es novedad que de República tenemos muy poco, el alanismo ha copado casi todo: PJ, TC, CNM, PARLAMENTO, FN, JNE, ONPE, etc. etc.