Sinesio López Jiménez
Lo que estaba en el orden del día de la política peruana de esos días (agosto de 1983) era la forma de combatir con eficacia el terrorismo de Sendero Luminoso. Se abrían dos caminos: el de la política y el de la guerra sin cuartel. El gobierno y la mayoría parlamentaria habían abdicado de la política y habían optado por la guerra; las oposiciones de entonces (el Apra y la IU) insistían en el camino de la política. La propuesta de reemplazar las armas por el impulso al desarrollo de Ayacucho del general Huamán había sido derrotada. Se impuso entonces la barbarie de la tierra arrasada del general Noel. En esos días se discutía también con cierto apasionamiento la propuesta del diálogo con Sendero Luminoso formulada por el Fiscal de la Nación, el doctor Cavero Egúsquiza. Para echar más leña al fuego, el Dr. Cavero afirmó, además, que los senderistas eran también patriotas a su modo. La mayoría parlamentaria buscaba destituirlo, la oposición (con algunas discrepancias internas en el Apra) lo defendía y el Premier Schwalb expresaba su discrepancia, pero pedía respetar la opinión del Fiscal. Esa era la coyuntura política en la que escribí (en El Diario de Marka) la columna política que sigue. La señorita Martha Meier M. Q. ha citado en El Comercio del 14 de marzo del 2009 una parte de la columna, sacándola de contexto. Su intención es presentarme como filo-senderista que ahora pasa piola sin haber hecho la mínima autocrítica. Lo que hoy escribo y sostengo no es evaluado por la calidad del argumento sino por lo que supuestamente dije en el pasado. La típica falacia del argumento ad-hominen. Como en el pasado no existe lo que afirma, su falacia se cae. Patina la señorita Meier M.Q. porque sólo tiene “un poco de memoria” como lo reconoce en el mismo título de su artículo. Por eso reproduzco aquí toda la memoria para que el lector juzgue. Mi posición contra Sendero ha sido neta y clara desde sus inicios. Eso consta en artículos, polémicas políticas y debates en todos los escenarios en donde me ha tocado actuar: el periodismo, la política y la academia.
“Una vergüenza
Lo que sucedió el lunes por la noche en Diputados es una vergüenza nacional y pasará a los anales de la historia parlamentaria como la fecha trágica en la que la Cámara Joven renunció a su dignidad cívica para vestir la casaquilla militarista. Al negar el diálogo con Sendero Luminoso propuesto por el Fiscal de la Nación y avalar la acción represiva del general Noel, sancionando a Hugo Blanco con cuatro meses de suspensión, la mayoría parlamentaria no sólo ha actuado en forma torpe sino también suicida, porque ha bendecido la misma espada que mañana la abatirá. No deja de ser paradójico que sea Blanco, el menos parlamentarista de los representantes de la izquierda, el que defienda con su actitud intransigentemente antimilitarista al Parlamento y uno de sus principales métodos democráticos, el diálogo, y que sean los parlamentarios gobiernistas, autoproclamados defensores de la democracia, los que respalden los métodos genocidas del general Noel. Tal paradoja se explica, sin embargo, por la abdicación que ha hecho la derecha peruana hasta de sus propias instituciones representativas para devenir autoritaria y antidemocrática.
Lo peor de todo esto es que la vergüenza del lunes es la respuesta parlamentaria a la honrosa actitud del Fiscal de la Nación que, el domingo, había expresado la necesidad de defender la libertad de expresión a toda costa, reiterado su invitación al diálogo a Sendero Luminoso y sostenido que los senderistas son patriotas a su manera. El doctor Cavero expuso estos puntos de vista en el Canal 5, que lo entrevistó con la sibilina esperanza de arrancarle una condena contra la prensa de oposición y la promesa de la apertura de juicio contra los seudoperiodistas acusados por el general Briceño y el ministro del Interior. Al canal oficialista le salió, sin embargo, el tiro por la culata, porque el Fiscal de la Nación dijo lo que dijo para escándalo de la derecha pacata y traidora. Se dejaron escuchar entonces los gritos de las cavernas en los editoriales de los periódicos, en la radio, en la TV y hubo un diario que dejó impresa en primera plana su huella antidiluviana y gorilona. La mayoría parlamentaria juzgó que no podía quedarse atrás en este concierto de bárbaros y no se le ocurrió otra cosa que presentar una moción de “extrañeza” contra el Fiscal de la Nación, cuando la extraña era ella.
Lo que más ha irritado, sin embargo, la delicada sensibilidad de la derecha, es que el doctor Cavero haya sostenido que los senderistas son también patriotas. Ni más ni menos. Grite lo que grite la derecha, el Fiscal Supremo ha dicho una verdad del tamaño de un templo. Porque ¿quién es más patriota: Abimael Guzmán, que está dispuesto a morir y a matar por lo que cree -equivocadamente o no- bueno y justo para su país o Carlos Rodríguez Pastor, que ha puesto, sin arriesgar su pellejo, la economía del Perú en manos de las transnacionales y de la banca extranjera? La respuesta corresponde al lector”.