Archivo por meses: febrero 2009

CALENTANDO MOTORES

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Sinesio López Jiménez
El pegajoso calor de este verano es acompañado por el lento calentamiento de la escena política. Se está produciendo una serie de movidas políticas (en el gabinete, en el congreso, en las regiones y en algunos partidos) que expresa ensayos preparatorios del partido de fondo que se jugará en el 2011. En la salida del ministro Hernani y su reemplazo por Mercedes Cabanillas se han combinado el desgaste temprano de un político inexperto con el juego de poder del Apra como partido y de la ex -presidenta del Congreso dispuesta a jugar sus propias fichas. El APRA recupera un ministerio que es importante no sólo para incorporar a su propia clientela al presupuesto sino también para tener en sus manos una poderosa herramienta de control político, con miras al 2011, a través de los tenientes gobernadores. Cabanillas busca hacerse un espacio político propio que le permita jugar al poder en serio no sólo dentro del partido sino en el escenario político nacional. Si le va bien en un ministerio tan difícil como el de Interior estará en mejores condiciones para disputar el poder en los dos escenarios. Es una apuesta riesgosa llena de incertidumbres. El éxito no está garantizado, pero tampoco le está negado. Si fracasa habrá perdido soga y cabra, pero si tiene éxito, puede ser la candidata del Apra en el 2011. Por lo que venía haciendo en el Congreso, ella prefería, al parecer, el Ministerio de Defensa. No lo logró, pero el de Interior no es nada desdeñable para sus fines políticos.

Velásquez Quesquén, presidente actual del Congreso, juega también sus propias fichas. Sus aspiraciones, por ahora, son más modestas que las de la señora Cabanillas. El sólo quiere ser presidente de la Región Lambayeque el 2010. Para poder competir por el cargo ha propuesto una modificación constitucional ad hoc, casi con nombre propio. Si tiene éxito se queda como presidente regional y, si fracasa, vuelve al Congreso hasta terminar el período para el que fue elegido. La propuesta parece un chiste de mal gusto. Mi hipótesis es que ella no va a prosperar por la resistencia de las oposiciones, de las regiones, de la opinión pública y de la sociedad civil. Mientras tanto en las regiones el juego político se reactiva. El desgaste político de los actuales presidentes regionales es inevitable. Aparecen nuevos actores y nuevas fuerzas regionales que buscan sustituirlos en el 2010. Se organizan poco a poco alianzas regionales con los ojos puestos en la presidencia de la república en el 2011.

Jehude Simon ha quedado fuera del juego actual de las fuerzas regionales. Para Jehude este aislamiento regional es un fracaso político. Para tener su propio juego, desplegar sus propuestas de cambio y proyectarse hacia el 2011, él debió organizar un frente de regiones que le permitiera negociar con García en sus propios términos. El desgaste del gobierno debido a la corrupción y la crisis nacional e internacional configuraban (en el momento de su ingreso al premierato) un contexto que ayudaban a Simon a plantear esas propuestas de cambio, a pelear por ellas, a organizar un frente regional como una herramienta poderosa de negociación. Lejos de hacer lo que tenía que hacer, Jehude ha terminado sometiéndose al poder de García. El costo político que debe pagar es alto. Está a punto de desaparecer incluso como actor político regional. La conciencia de este fracaso y la voluntad de reinsertarse en la competencia política del 2011 lo ha llevado a imaginar y proponer un frente del Apra con la izquierda “madura” (que él supuestamente encarna junto con otros dirigentes de izquierda, salvo Humala) para el 2011.

Lo que Jehude llama izquierda madura no existe como organización políticamente relevante. Ella es un estado de ánimo, está constituida por corrientes contestarias de opinión. Los líderes de las pequeñas organizaciones de izquierda han rechazado la invitación. Las corrientes más caudalosas de opinión contestaria votan por Humala, excluido del convite de Jehude. El Apra, más por cortesía que por convicción, ha hecho un pequeño guiño a su propuesta frentista. Para el partido de Alfonso Ugarte es una propuesta prematura. Otros problemas lo agobian. Las movidas en su seno expresan diversas ambiciones legítimas y un malestar general. El Apra ha dejado de ser un partido de gobierno. No pone ministros, ni viceministros, ni altos funcionarios. Sus propuestas con las que llegó al gobierno no tienen vigencia y apenas si puede desplegar ciertas políticas de clientela, especialmente en los ministerios que controla. A todo ello se suma una crisis ideológica agudizada por los planteamientos neoliberales de García y por la continuidad del modelo económico desde Fujimori en adelante. Si la cosa va en serio, el próximo congreso aprista puede ser un escenario de agudas confrontaciones políticas. El problema es muy complicado para el Apra que conflictúa con García, pero al mismo tiempo lo necesita.

El escenario de la derecha está también movido. Keiko Fujimori ha iniciado ya su campaña electoral buscando incidir de algún modo en el inminente desenlace del proceso judicial de su padre. Lourdes Flores deja el rectorado de una universidad privada para reentrar de lleno a la lucha política y Toledo hace esporádicas visitas al Perú para confrontarse con García y colocarse en el centro de la escena. El 2011 ya comenzó.

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REFORMAR EL PARLAMENTO

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Sinesio López Jiménez

Una comisión de investigación parlamentaria que nace en palacio de gobierno, que no sabe que investigar y que está integrada por las mismas fuerzas políticas que ocultaron hace poco la corrupción gubernamental sirve para cualquier cosa menos para investigar. Si a todo ello se añade el secreto como forma de trabajo, esa comisión se torna sospechosa. Es una lástima que el parlamento se castre a sí mismo maltratando una de las pocas funciones cuya vigencia puede legitimar su existencia como institución representativa. La fiscalización exigente, transparente, inteligentemente llevada, sometida al debido proceso constituye una excelente herramienta para recuperar la legitimidad y el prestigio perdido del Parlamento. Esta forma negligente de acción parlamentaria no es, sin embargo, nueva. Ella sucede sistemáticamente desde los 90 en adelante, con las notorias excepciones de las comisiones de investigación de la corrupción y de la violación de los derechos humanos entre el 2000 y el 2006. En las décadas anteriores (cuando las dictaduras entraban de vacaciones), la historia fue distinta. Para no ir muy lejos, los Congresos del 56, del 63 y del 80 tuvieron excelentes comisiones de investigación.

¿De qué depende la calidad de las comisiones investigadoras?. Mi hipótesis es que su calidad depende de un conjunto de factores. En primer lugar, que el parlamento tenga la voluntad política de fiscalizar de verdad al Ejecutivo de turno y que no renuncie a esa función constitucional. En segundo lugar, que exista un real equilibrio de poderes, particularmente entre el poder ejecutivo y el parlamento, algo que es difícil en un presidencialismo exacerbado como el peruano y en un estilo caudillista como el de García. En tercer lugar, que haya una oposición vigorosa y, sin embargo, leal a la democracia que busque legítimamente la alternancia en el poder. En cuarto lugar, que exista una élite política de calidad en el Congreso. Tengo la impresión que todos estos factores han ido desapareciendo poco a poco desde los 90 en adelante. Si el Parlamento subvalúa esta función vital de control del poder, es legítimo preguntarse para qué existe.

La pregunta es pertinente porque el control y la fiscalización del Ejecutivo y de los otros poderes constituyen una de las pocas funciones que el parlamento puede ejercer para recuperar su legitimidad perdida. En las últimas décadas su capacidad legislativa ha venido a menos, especialmente con el modelo neoliberal que concentra el poder en la cúspide, que decide en la sombra y en el secreto y que se caracteriza por un hiperactivismo legislativo que termina devaluando la función legislativa del Congreso. Al parecer, esta devaluación legislativa del parlamento es una tendencia mundial. Esto me lleva a pensar que el invento político y constitucional de Locke y de Montesquieu tiene que ser compensado con la propuesta de Tocqueville. Hay que compensar el equilibrio debilitado en la distribución funcional del poder con el equilibrio en la distribución territorial del mismo.

Otra función importante que el Parlamento ha ido perdiendo es su participación en todo lo que se refiere a la elaboración, aprobación y aplicación del Presupuesto de la República. Todo se limita a una aprobación formal francamente irrelevante. Eso tiene que ver probablemente con las incapacidades técnicas del parlamento peruano y latinoamericano. Otras funciones que se están extinguiendo lentamente son el debate público y la representación política. Se extraña los Congresos Constituyentes del 31 y del 79 – 80, el Congreso del 56, épocas en las que el parlamento fue un verdadero foro nacional en donde se discutían con brillantez los grandes problemas nacionales y mundiales. Es evidente que el Parlamento ya no considera al debate público como una de sus funciones o no le presta la atención que merece. En el Congreso actual, por añadidura, ya no hay quien discuta. Es comprensible, por eso, la incomodidad y la desubicación de un polemista de polendas como Javier Valle Riestra. Con la crisis de los partidos, el parlamento se ha desdibujado también como espacio de representación política de las diversas clases y grupos sociales del país. Ni el parlamento las representa ni ellas se sienten representadas en él. El parlamento reproduce, de ese modo, la crisis de representación partidaria. Aparecen entonces otros espacios y otras formas de representación.

En resumen, el parlamento es una institución crecientemente devaluada. Poco a poco ha ido perdiendo algunas funciones importantes. Este rápido diagnóstico obliga a plantear una reforma seria y profunda del parlamento que vaya más allá de las reformas administrativas y procedimentales para discutir sus funciones y sus relaciones con el Ejecutivo y otros poderes del Estado. Eso lleva, a su vez, a discutir la forma de gobierno caracterizada, en la práctica, por un presidencialismo exacerbado y por la democracia mayoritaria plebiscitaria.
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LA PERFECCION DE LO PUBLICO

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Sinesio López Jiménez

Hay ideas y creencias que se mantienen y sostienen a lo largo de los tiempos. Ellas sobreviven a los cataclismos sociales, a las revoluciones políticas, a los cambios económicos, a los vaivenes de la demografía, a las evoluciones lentas y moleculares de las sociedades y los estados. Para entenderlas, los historiadores franceses de los Annales apelan a la categoría teórica de civilización que, en contraposición a la de modo de producción, permite comprender todas las historias, particularmente la de la larga duración. Este es el caso de la idea de lo público. En el mundo griego, lo público aparece en la ciudad-estado como contrapuesto a la familia que pertenece al mundo privado. Lo público es la acción (praxis) y el discurso (lexis) desplegados por los ciudadanos en la polis. La acción y el discurso coexisten y son iguales: la mayor parte de la acción política se realiza con palabras y el hallazgo de las palabras oportunas en el momento oportuno es acción. El pensamiento y la información quedan en un segundo plano. La pura violencia, propia del mundo privado, es muda, razón por la cual ella nunca puede ser grande (Arendt). Poco a poco hubo un desplazamiento de la acción por el discurso: “Ser político, vivir en una polis, significaba que todo se decía por medio de palabras y de persuasión y no con la fuerza y la violencia” (Arendt). Para los griegos mandar en vez de persuadir eran formas pre-políticas. García, quien entre nosotros se hace pasar como el político por excelencia, pertenecería al mundo pre-político de los griegos.

Lo público es también el espacio de la libertad (gracias a que la familia del mundo griego resuelve las necesidades vitales) y es también el centro de la igualdad (que significaba vivir y tratar sólo entre pares). Lo público implica, por un lado, la excelencia (areté en Grecia, virtus en Roma) y, por otro, lo duradero. Para los griegos, sólo los que viven en lo público (los ciudadanos de la polis) alcanzan la perfección y duran en el tiempo (sin llegar a la eternidad) más allá de lo efímero. Hanna Arendt, conocedora profunda del mundo helénico, sostiene que sólo los sentimientos fuertes, como el amor y el odio, se evaporan cuando se hacen públicos. Por esa razón –le faltó añadir pese a que tenía experiencia para decirlo- los mejores son los amores clandestinos.

En el mundo medieval el hombre de acción fue reemplazado por el hombre de la fe, la oscuridad de la vida cotidiana chocaba con el esplendor de lo sagrado y la vida pública, que nacía del debate público y de la acción de los ciudadanos en el mundo clásico, se extinguió en la práctica. Ella fue reemplazada por la publicidad representativa (Habermas), basada en la autoridad de la fe y en la exhibición del poder. El saeculum, el lugar y el tiempo en donde viven los seres humanos, formaba parte de la historia de Dios. El humanismo cívico entre los siglos XII y XV, uno de cuyos representantes más ilustres fue Maquiavelo, buscó construir una historia propiamente humana a través del republicanismo, colocando en el centro de esa historia las ideas de bien común, de virtud cívica y de ciudadanía activa. Esa tarea indujo al republicanismo cívico a recrear la experiencia de Roma republicana y a enfrentar al imperio feudal y al papado.

En el mundo moderno, gracias a los profundos cambios culturales, económicos, sociales y tecnológicos, emerge la esfera social que, en la perspectiva de Arendt, no es pública ni privada, que desdibuja sus linderos y anula acción y el discurso. Lo público, se empobrece y queda reducido, en la monarquía absoluta y en Hobbes, a la relación de autoridad que ejerce el soberano para proteger al ciudadano que, a cambio, le debe obediencia. Los hombres y las mujeres ya no actúan sino que se comportan. La esfera privada moderna es, en cambio, tremendamente rica debido al desarrollo del individualismo moderno. Ella es opuesta tanto a la esfera social como a la esfera política. Su función es proteger lo íntimo que es un invento del siglo XVIII, para lo cual se muestra más opuesta a lo social, pese a su cercanía, que a lo político. Gracias a la emergencia de la sociedad de mercado y a la sociedad de individuos (Polanyi), lo público reaparece como producto del ejercicio público de la razón (Kant, Habermas, Koselleck). La crítica de los cafés y los salones, la argumentación racional de la prensa y la Ilustración ensanchan los linderos de lo público, crean la esfera pública y la sociedad civil y, desde ellas, abren al estado cerrado y monopólico de la monarquía absoluta, transformándola en una monarquía constitucional y en una democracia.

Pese a los cambios brevemente reseñados a lo largo de la historia, se ha mantenido la fuerza política de la publicidad (Habermas) en sus tareas de mejora y perfeccionamiento de las instituciones del Estado. Para el Perú actual, la lección es clara. Que se abran todas las puertas del Estado y del gobierno. Que circule aire fresco. Que todo lo oculto salga a la luz. Que se hable en voz alta. Que se decida y actúe en público. Que todos los políticos y los funcionarios muestren las manos. Que todos los ciudadanos vean, oigan y sepan todo lo que pasa en el Estado, salvo lo que concierte a los asuntos de la seguridad nacional.

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