LO PÚBLICO Y LO PRIVADO

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Sinesio López Jiménez

Ha caído el telón. El rey está desnudo. Ya no hay mundo privado ni vida íntima. Los movedizos y tenues linderos entre lo público y lo privado han sido derivados. La ciencia y la tecnología han rasgado el delgado velo que los separaba. Todo tiende hoy a ser público. Esta es, en esencia, la tesis central que sostiene Mirko Lauer en una excelente columna en este mismo diario a propósito del escándalo de los petroaudios. Discuto brevemente la tesis de Mirko. ¿Es esto lo que realmente está sucediendo en el mundo moderno?. ¿Es este el problema central que surge a partir del petrogate?. En el mundo moderno la separación entre lo público y lo privado fue una construcción de la Monarquía Absoluta. Esa fue la forma de acabar con las guerras religiosas de protestantes y católicos en los siglos XVI y XVII. Esa separación constituyó una estrategia de tolerancia. Lo público quedó reducido a la relación de autoridad entre los ciudadano que le debían obediencia al monarca, el que, a su vez, les ofrecía protección. Todo el resto de la vida de los ciudadano (trabajo, relaciones sociales, ideas, creencias, convicciones íntimas, moral privada, etc.) era considerado privado. La paz se lograba y se consolidaba si las creencias y convicciones religiosas o la moral privada no se mezclaban con lo público o lo político. Lo privado dejó de tener el sentido de carencia que tenía en el mundo clásico para expresar más bien el espacio de riqueza en el que se movía el individuo moderno.

La primera ofensiva contra el lindero establecido provino justamente del mundo privado. La crítica, que se desplegó en los cafés, en los salones, en la prensa, en las asociaciones contra la monarquía absoluta, trasladó los linderos y ensanchó lo público dando lugar, en el mundo privado, a la esfera pública y a la sociedad civil, esto es, a lo público social. Este nuevo espacio abrió, para decirlo rápidamente, al estado cerrado de la monarquía absoluta y lo transformó en monarquía constitucional. La ilustración jugó un papel central en este proceso de transformación y ensanchamiento de lo público. Esta historia ha sido contada, entre otros autores, por Habermas en su libro Historia y Crítica de la opinión pública burguesa. Pero el último capítulo de ese libro termina en forma pesimista cuando, al generalizarse la Radio y la TV en los 60, sostiene que se acabó la posibilidad de la deliberación de los ciudadanos y que se iniciaba la época de la manipulación. En este caso la ciencia y la tecnología, al revés de lo pasa ahora, limitaban el ensanchamiento de lo público moderno que es el resultado del diálogo y la deliberación.. Hannah Arendt, una de las más brillantes filósofas del siglo XX, fue mucho más radical cuando sostuvo que la modernización, debido a la masificación, uniformización y al conformismo social que generaba, bloqueaba toda posibilidad de emergencia de la deliberación y de la acción en el mundo moderno. En éste ya no actuamos, sólo nos comportamos. Recientemente esa visión pesimista ha sido expresada por Giovanni Sartori en el Homo Videns.

El pesimismo de los 60 fue revertido por el mismo Habermas en obras posteriores (especialmente en Teoría de la Acción Comunicativa y Facticidad y Validez) en las que sostiene que en el mundo moderno coexisten el mundo de los subsistemas (económico, sociocultural, político) y el mundo de la vida (de los individuos), que en el primero reina la racionalidad instrumental que considera a los individuos como medios para conseguir determinados fines, que en el mundo de la vida se desarrolla la racionalidad comunicativa que permite el debate público y la argumentación crítica y racional y que en los subsistemas nos comportamos mientras en el mundo de la vida actuamos. Lo público y lo privado atraviesan los subsistemas (en donde el sistema político es público) y el mundo de la vida (en donde lo público se expresa institucionalmente en la esfera pública y en la sociedad civil) e interactúan a través de funciones (los subsistemas) y acciones (los individuos). Entre ellos no hay linderos precisos, sobre todo en el mundo de la vida. Tener un hijo extramatrimonial es un asunto privado, pero, si casi todos llegan a saberlo y el padre es presidente de la república, se convierte en un asunto público, lo que exige dar explicaciones públicas. Los medios adelgazan crecientemente esos linderos e invaden la vida privada e íntima. Una tecnología invasora puede ser contrarrestada con otra que defienda y proteja nuestro espacio privado e íntimo. Algo ayuda el zapping, pero no basta. La preocupación central no debiera colocarse en la improbable desaparición de lo privado y de lo íntimo sino en el creciente interés de los gobiernos y los estados por recortar y limitar la presencia, indispensable para controlarlos y fiscalizarlos, de lo público social. Los intentos de proponer nuevas leyes para proteger supuestamente la vida privada no son sino pretextos de los gobernantes para limitar la capacidad de control y de fiscalización de la esfera pública, de la sociedad civil y de los ciudadanos sobre estados y gobiernos.

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