Sinesio López Jiménez
Aunque García no lo crea, la verdad y el error están democráticamente repartidos. Pero cuando se trata de evaluar las políticas públicas del gobierno y su impacto en la vida de la gente, los mejores evaluadores son los ciudadanos. Los políticos e incluso los técnicos se equivocan con frecuencia cuando se trata de estos temas. El ciudadano, en cambio, tiene la experiencia inmediata y la vivencia directa. Esta es la base y el fundamento de las encuestas de opinión. ¿ Qué dice la gente sobre las políticas públicas del gobierno de García?. ¿Cómo las evalúa?. Con excepción de los acuerdos comerciales internacionales y la promoción de las inversiones, todo el resto de las políticas públicas (promoción del empleo, control de la inflación, el tema de sueldos y salarios, la calidad de la educación pública, el acceso a los servicios de salud, el acceso al agua y al desagüe, la seguridad ciudadana, la reforma del poder judicial, la lucha contra la corrupción) no ha tenido un impacto favorable en la vida de los ciudadanos: La gente cree los problemas que ella vive y que las políticas públicas del gobierno tratan de resolver están igual o peor que antes. En otras palabras, la gente cree que García es muy ágil cuando se trata de resolver los problemas del capital y de los empresarios pero que es lente e ineficaz cuando se trata de enfrentar los problemas de la gente común y corriente, especialmente de los pobres y muy pobres. Esto explica los altos niveles de desaprobación de García, de sus ministros y del gobierno en su conjunto. Esta desaprobación del elenco gubernamental arrastra lamentablemente a todas las instituciones públicas. Los peruanos tienen poco o ninguna confianza en el gobierno, en los poderes del Estado, en las instituciones públicas. La desconfianza se extiende a los partidos políticos existentes que cada vez se devalúan más ante la opinión pública. La poca o nula confianza invade a los medios de comunicación, muchos de los cuales se muestran muy complacientes y generosos con el gobierno de García. Los medios tienen que resolver el siguiente dilema: los negocios con los empresarios y el gobierno o la credibilidad de la gente. Esta devaluación de los poderes e instituciones, partidos políticos y los medios determina el poco o ningún interés por la política y explica que la mayoría (51.9%), especialmente Lima, el sur y centro, esté insatisfecha con la democracia y crea que el país es poco o nada democrático. Pese a ello, siguen apostando a la democracia como la mejor forma de gobierno, con excepción del centro y sur a los que les da lo mismo cualquier forma de gobierno.
Los datos revelan que entre la experiencia concreta de la gente y sus sueños e ideales se produce una dialéctica especial. La insatisfacción de la gente con la democracia tal como ella es y funciona y con los partidos políticos realmente existentes arrastra también a sus sueños y esperanzas y los conduce al escepticismo, a la antipolítica y al autoritarismo, sobre todo en el centro, en el sur e incluso en la conservadora ciudad de Lima. Pero, al parecer, los sueños e ideales de la mayoría de la gente aún son más vigorosos que sus desconfianzas y sus desencantos con la política y con la democracia, razón por la cual sigue creyendo que ésta es la mejor forma de gobierno y que los partidos son necesarios para que ella pueda existir y funcionar. Los bellos sueños de la gente salvan a la nada edificante realidad política que la deprime. Este mecanismo salvador de la democracia tiene, sin embargo, límites: cuando se examinan la curva de apoyo a la democracia (ideal) y la de satisfacción con la democracia realmente existente, ellas tienden a aproximarse hacia abajo cada vez más. Algo parecido sucede con los partidos políticos. Ellos son percibidos idealmente como necesarios para el funcionamiento de la democracia, pero los actuales son considerados no sólo irrelevantes sino ineficaces para representar y defender los intereses de la gente de a pie. Es difícil saber con seguridad si el ciclo semi-partidario, que se inició en el 2, 000 con la transición democrática y que dio a luz a García como presidente en el 2006, tendrá vigencia en el 2011. Nadie lo sabe. Con García cualquier cosa puede suceder. El Apra ha dejado de ser prácticamente un partido de gobierno. García gobierno solo. Muchos de sus ministros están en la clandestinidad. Con la poca o nula eficacia de las políticas públicas del gobierno en la solución de los problemas de la gente, García tiene una enorme responsabilidad en la creciente desconfianza de los ciudadanos en los poderes del Estado y en las instituciones públicas y en el actual desencanto con la política y con democracia. Ojalá los sueños sigan salvándonos de las pesadillas de la realidad.