Sinesio López Jiménez
América Latina es una y diversa. Su unidad proviene de la vinculación al mercado mundial, de sus peculiaridades estructurales de atraso y también de algunas herencias culturales comunes. Su diversidad, en cambio, procede de la forma como se vincula a la globalización y a la dinámica del capitalismo mundial. Contrariamente a lo que se piensa, la globalización no es una máquina aplanadora que homogeniza a todos los países del mundo por los que atraviesa. Tampoco el capitalismo neoliberal es un buldózer homogenizador de economías y sociedades. Casi todos los países latinoamericanos comparten el mismo tipo de economía de mercado, pero ésta no funciona ni es gestionada de la misma manera en todos ellos. ¿De qué depende la diferente inserción de los países en la globalización y en el modelo neoliberal? La respuesta depende de los enfoques de los autores que han analizado este tema. Aquí sólo quiero referirme a Fernando Henrique Cardoso, destacado sociólogo de AL y ex Presidente de Brasil y a Rosemary Thorp, economista de primera línea y profesora de la Universidad de Oxford. La clave interpretativa de Cardoso y Faletto para explicar las formas de inserción de AL en el mercado mundial en la etapa de las economías de exportación es el tipo de propiedad y de control del capital en el sector agro-minero-exportador (producción nacional controlada y enclave), la capacidad de negociación y de apertura de las élites y el grado de autonomía de los estados, mientras la explicación de Rosemary Thorp reposa en una gama más amplia de factores: La demanda de los países centrales, la entrada de capitales, la diversidad de los productos que podía ofrecer cada país, el volumen de su población, la extensión geográfica y las características sociopolíticas de los países latinoamericanos. Para los recientes cambios neoliberales Roseamy Thorp ha diferenciado cinco modalidades de inserción: los países que buscaron aprovechar el cambio de paradigma (Chile, Argentina, Uruguay y México); los países a los que se les impuso una estabilización y una reforma radicales (Perú y Bolivia); los conversos renuentes (Brasil, Colombia y Costa Rica); los casos inconsistentes de sufrimiento para nada (Venezuela, Ecuador, Paraguay y Centroamérica); y los de mayor vulnerabilidad (El Caribe). Los resultados son diferentes, según estas diversas formas de inserción. También los problemas, los desafíos y las contradicciones. Los países andinos concentran y condensan todos problemas y contradicciones que genera el modelo neoliberal extremo (Perú y Bolivia) y el modelo neoliberal inconsistente que aplicó drásticas reformas estructurales sin resultados positivos a la vista (Venezuela y Ecuador). Colombia es, según Rosemary Thorp, un converso renuente desde la perspectiva del modelo neoliberal y de la globalización.
Qué es el modelo neoliberal extremo?. Efraín Gonzales de Olarte denomina así al modelo neoliberal que se aplicó en países cuya economía y cuyo estado habían colapsado (Perú y Bolivia), cuyas las élites locales (débiles y también colapsadas) tuvieron poca capacidad para negociar con los organismos internacionales los términos de su aplicación y que, por eso mismo, superpuso prácticamente las reformas estructurales (para destronar al Estado y entronar al mercado en la asignación de recursos para el desarrollo) a las políticas de estabilización (para acabar con la hiperinflación y controlar el déficit fiscal) generando altos costos sociales en los países en que se aplicó. El modelo neoliberal inconsistente se aplicó en aquellos países (Venezuela, Ecuador) en los que la importancia desmesurada de “el regalo del diablo” (el petróleo) distorsionó el manejo de las políticas, las reformas no tuvieron el apoyo político necesario y no existió un previo desarrollo institucional del Estado que las hiciera viables. En ambos modelos los resultados son prácticamente los mismos: una polarización social, política, electoral y geográfica que genera inestabilidad política e ingobernabilidad. Esa polarización oculta en realidad dos batallas: una de clases y otra nacional. La de clases enfrenta a los sectores populares modernos del país con el capitalismo salvaje (sin derechos para los trabajadores). La nacional enfrenta a los excluidos (o que se sienten excluidos) con el Estado que los excluye. En el Perú, las élites locales (con el apoyo de las élites globales) y las clases medias han logrado conservar el modelo neoliberal extremo y mantener a raya (por ahora) a los excluidos de las diversas regiones del país, especialmente de la Sierra y de la Selva. En los casos de Venezuela, Ecuador y Bolivia, son los sectores excluidos los que han logrado (por ahora que quieren transformar en para siempre a través de reformas constitucionales) controlar el gobierno y la situación, apelando al nacionalismo y al estatismo.
Esta polarización entre el modelo neoliberal extremo y el nacionalismo y el estatismo a mi no me alegra sino que me preocupa porque la veo estéril y que, en todo caso, puede resolverse en una situación difícil y excepcional (entendida a lo Schmitt) mediante un decisionismo de derecha o un decisionismo de izquierda. Creo que esto es lo que se preanuncia en los países andinos en la coyuntura que estamos viviendo. Falta una síntesis creadora y una izquierda imaginativa y democrática que enfrente y resuelva esta amenazante polarización.
Sinesio López Jiménez
América Latina es una y diversa. Su unidad proviene de la vinculación al mercado mundial, de sus peculiaridades estructurales de atraso y también de algunas herencias culturales comunes. Su diversidad, en cambio, procede de la forma como se vincula a la globalización y a la dinámica del capitalismo mundial. Contrariamente a lo que se piensa, la globalización no es una máquina aplanadora que homogeniza a todos los países del mundo por los que atraviesa. Tampoco el capitalismo neoliberal es un buldózer homogenizador de economías y sociedades. Casi todos los países latinoamericanos comparten el mismo tipo de economía de mercado, pero ésta no funciona ni es gestionada de la misma manera en todos ellos. ¿De qué depende la diferente inserción de los países en la globalización y en el modelo neoliberal? La respuesta depende de los enfoques de los autores que han analizado este tema. Aquí sólo quiero referirme a Fernando Henrique Cardoso, destacado sociólogo de AL y ex Presidente de Brasil y a Rosemary Thorp, economista de primera línea y profesora de la Universidad de Oxford. La clave interpretativa de Cardoso y Faletto para explicar las formas de inserción de AL en el mercado mundial en la etapa de las economías de exportación es el tipo de propiedad y de control del capital en el sector agro-minero-exportador (producción nacional controlada y enclave), la capacidad de negociación y de apertura de las élites y el grado de autonomía de los estados, mientras la explicación de Rosemary Thorp reposa en una gama más amplia de factores: La demanda de los países centrales, la entrada de capitales, la diversidad de los productos que podía ofrecer cada país, el volumen de su población, la extensión geográfica y las características sociopolíticas de los países latinoamericanos. Para los recientes cambios neoliberales Roseamy Thorp ha diferenciado cinco modalidades de inserción: los países que buscaron aprovechar el cambio de paradigma (Chile, Argentina, Uruguay y México); los países a los que se les impuso una estabilización y una reforma radicales (Perú y Bolivia); los conversos renuentes (Brasil, Colombia y Costa Rica); los casos inconsistentes de sufrimiento para nada (Venezuela, Ecuador, Paraguay y Centroamérica); y los de mayor vulnerabilidad (El Caribe). Los resultados son diferentes, según estas diversas formas de inserción. También los problemas, los desafíos y las contradicciones. Los países andinos concentran y condensan todos problemas y contradicciones que genera el modelo neoliberal extremo (Perú y Bolivia) y el modelo neoliberal inconsistente que aplicó drásticas reformas estructurales sin resultados positivos a la vista (Venezuela y Ecuador). Colombia es, según Rosemary Thorp, un converso renuente desde la perspectiva del modelo neoliberal y de la globalización.
Qué es el modelo neoliberal extremo?. Efraín Gonzales de Olarte denomina así al modelo neoliberal que se aplicó en países cuya economía y cuyo estado habían colapsado (Perú y Bolivia), cuyas las élites locales (débiles y también colapsadas) tuvieron poca capacidad para negociar con los organismos internacionales los términos de su aplicación y que, por eso mismo, superpuso prácticamente las reformas estructurales (para destronar al Estado y entronar al mercado en la asignación de recursos para el desarrollo) a las políticas de estabilización (para acabar con la hiperinflación y controlar el déficit fiscal) generando altos costos sociales en los países en que se aplicó. El modelo neoliberal inconsistente se aplicó en aquellos países (Venezuela, Ecuador) en los que la importancia desmesurada de “el regalo del diablo” (el petróleo) distorsionó el manejo de las políticas, las reformas no tuvieron el apoyo político necesario y no existió un previo desarrollo institucional del Estado que las hiciera viables. En ambos modelos los resultados son prácticamente los mismos: una polarización social, política, electoral y geográfica que genera inestabilidad política e ingobernabilidad. Esa polarización oculta en realidad dos batallas: una de clases y otra nacional. La de clases enfrenta a los sectores populares modernos del país con el capitalismo salvaje (sin derechos para los trabajadores). La nacional enfrenta a los excluidos (o que se sienten excluidos) con el Estado que los excluye. En el Perú, las élites locales (con el apoyo de las élites globales) y las clases medias han logrado conservar el modelo neoliberal extremo y mantener a raya (por ahora) a los excluidos de las diversas regiones del país, especialmente de la Sierra y de la Selva. En los casos de Venezuela, Ecuador y Bolivia, son los sectores excluidos los que han logrado (por ahora que quieren transformar en para siempre a través de reformas constitucionales) controlar el gobierno y la situación, apelando al nacionalismo y al estatismo.
Esta polarización entre el modelo neoliberal extremo y el nacionalismo y el estatismo a mi no me alegra sino que me preocupa porque la veo estéril y que, en todo caso, puede resolverse en una situación difícil y excepcional (entendida a lo Schmitt) mediante un decisionismo de derecha o un decisionismo de izquierda. Creo que esto es lo que se preanuncia en los países andinos en la coyuntura que estamos viviendo. Falta una síntesis creadora y una izquierda imaginativa y democrática que enfrente y resuelva esta amenazante polarización.