LA MINERÍA Y LA DEMOCRACIA INCIERTA

[Visto: 2123 veces]

Sinesio López Jiménez

El Perú colonial y republicano ha sido fundamentalmente un país minero. En un trecho importante del siglo XX fue también un país petrolero. Sin embargo, nunca conoció el desarrollo ni la democracia que es un fenómeno relativamente reciente. En este sentido el actual boom gasífero y minero tiene mucho de continuidad y poco de ruptura con el pasado. Salvo el petróleo, el Perú de hoy ofrece la misma abundancia de recursos naturales, explotados casi por las mismas corporaciones, negociados con el mismo servilismo de los gobernantes de turno (salvo la dictadura de Velazco), gestionados casi por las mismas instituciones patrimonialistas del Estado, manejados con las mismas políticas dadivosas, pensados con las mismas ideas rentistas y utilizados como una fuente inagotable de enriquecimiento ilícito de políticos y gobernantes. Si todo lo dicho es así, ¿por qué el actual boom minero, cuyo futuro depende de la azarosa coyuntura internacional, va a conducir al Perú al desarrollo y a la democracia? ¿ Por qué la abundancia de recursos naturales ha sido y es un regalo del diablo para la mayoría de los peruanos?. ¿Puede cambiar la historia?. Si, pero eso requiere otra política, otras ideas, otro Estado, otros políticos, otros gobernantes, otras negociaciones, otras gestiones, otras formas de distribución de la renta y transparencia para tratar quizás con las mismas corporaciones. La política, otra política, no la de García, puede torcerle el cuello a la historia poco edificante que ha tenido el Perú colonial y republicano.

La maldición de los recursos no es un patrimonio peruano como lo han demostrado economistas y politólogos. Ella alcanza a varios países de América Latina, del Africa y de Asia principalmente y ha sido y es letal para el desarrollo y la democracia de los países petroleros, salvo Noruega como lo ha analizado Terry Karl. En el caso de noruego la lluvia de millones de dólares cayó en un país con una estructura social cohesionada, con una cultura homogénea, con un estado extenso pero eficiente y con una democracia consolidada con altos niveles de participación popular. Todo ello permitió a los noruegos filtrar, administrar y orientar las ganancias a través de políticas bien pensadas y de largo aliento. En los otros países, en cambio, el petróleo está asociado con el dominio autoritario. De los 20 mayores exportadores en el 2000, sólo México y Venezuela eran democracias, pero ambos han experimentado prolongados períodos de dominio autoritario. Según Terry Karl, el petróleo obstruye la democracia pues rompe el vínculo entre la política impositiva, las presiones por la representación y la accountability, el trinomio que dio origen a la independencia y a la república norteamericanas y a la guerra que se produjo luego entre EE.UU. e Inglaterra. Los regímenes represivos de estos países presentan muy bajos niveles de gobernabilidad, no respetan el Estado de derecho ni los derechos humanos, violan los derechos laborales, despilfarran la renta y son generalmente corruptos. Los países petroleros dan lugar con frecuencia a regímenes longevos (Saddan Hussein duró 35 años en el gobierno) y sobre todo son belicistas: Los países petroleros tienen más guerras civiles que los países pobres en recursos naturales.

La experiencia peruana muestra que no existe tampoco una relación entre la minería, el desarrollo y la democracia. ¿Como explicar la falta de relación entre estos procesos económicos y políticos?. Aquí sugiero una hipótesis, inspirada en la lectura de diversos estudios sobre el tema, según la cual la no relación entre la minería, el desarrollo y la democracia tiene que ver con la debilidad institucional y la falta de autonomía del Estado peruano, por un lado, con la forma inadecuada y concesiva como éste ha negociado y negocia la explotación y la renta con las grandes corporaciones mineras, por otro, y finalmente con la forma injusta e ineficaz como se ha distribuido entre los peruanos la poca renta obtenida. Si el Perú hubiera tenido y tuviera gobernantes y funcionarios capaces y transparentes y vigorosas instituciones estatales que sean eficaces y funcionen, entonces se hubiera negociado en mejores términos y condiciones la forma de explotación (con respeto a los derechos de propiedad de los campesinos, a los derechos laborales de los trabajadores mineros y la defensa del medio ambiente) y el monto de la renta que las corporaciones cosechan sin sembrar y que pertenece a todos los peruanos. Se hubiera administrado, gestionado, distribuido y gastado mejor la justa renta obtenida entre las diversas regiones y gobiernos locales dando lugar a procesos sociales (élites empresariales con iniciativa, clases medias vigorosas, una clase obrera organizada, un campesinado cuya propiedad se respeta) e institucionales (Estado de derecho, ciudadanía integral, sociedad civil autónoma, sistemas representativos y de partidos) que impulsen el desarrollo y la democracia. Tendríamos entonces capitalismo con democracia. El capitalismo es necesario, pero no suficiente para que exista la democracia. Esta exige además los señalados factores sociales e institucionales.

Puntuación: 3.80 / Votos: 5

Un pensamiento en “LA MINERÍA Y LA DEMOCRACIA INCIERTA

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *