El genoma de un ave puede ofrecer luz sobre trastornos del habla

LONDRES (Reuters) – Un grupo de científicos ha secuenciado el genoma de un pájaro cantor por primera vez, identificando más de 800 generes relacionados con el aprendizaje vocal, en un hallazgo que puede ofrecer luz sobre los trastornos del habla en humanos.

El pinzón cebra aprende a cantar de la misma forma en que los bebés humanos empiezan a hablar – copiando a sus mayores -, lo que significa que el pequeño pájaro debería ser un valioso modelo para comprender el aprendizaje y la memoria de los humanos.

“El aprendizaje vocal es un excelente paradigma para todo tipo de aprendizaje”, dijo Chris Ponting, profesor de la unidad de genoma del Consejo de Investigación Médico de la Universidad de Oxford, que participó en la investigación.

“Hay experimentos que pueden hacerse y que inmediatamente proporcionan información sobre qué cambios se producen en las neuronas para el aprendizaje de una canción. El genoma del pinzón cebra proporciona una herramienta que permite esta exploración”, dijo a Reuters.

El pinzón cebra australiano, que pesa menos de 14 gramos, es el segundo ave cuyo genoma es secuenciado, después del pollo en 2004.

Las crías, como los bebés, comienzan a “balbucear” antes de aprender a imitar los cánticos de sus padres y de adulto los transmite a la próxima generación.

Dado que aprenden de una forma tan predecible y muchos de sus genes se encuentran también en los humanos, los pinzones podrían ayudar a dilucidar los orígenes de los trastornos del habla, como autismo, tartamudeo, apoplejías y Parkinson.

Eso da al genoma del pinzón “una relevancia única para la neurociencia”, según escribió un equipo de científicos internacionales encabezados por Wes Warren, del Centro del Genoma de la Universidad de Washington, en la publicación Nature del miércoles.

Aún así, desmadejar la amplia red de factores genéticos y moleculares que participan en el aprendizaje no será fácil.

Los expertos pensaban que en el cantar del pinzón podrían estar implicados unos 100 genes, pero la existencia de al menos 800 genes subraya la complejidad del aprendizaje.

El análisis de este ave añade más pruebas de que los tramos de ADN tienen una función biológica clave.

Puede que los científicos ya tengan dos genomas de aves secuenciados, pero quieren aún saber más sobre estos descendientes de los dinosaurios. El siguiente es el genoma del loro, que los investigadores esperan tener para finales de este año.

Fuente: swissinfo.ch

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