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12/02/11: Tours en las entrañas de Lima: Plazuela Buenos Aires

El afán es redescubrir, quizás recordar. Son las primeras horas del día y el entorno se somete al frío limeño. Las casonas y quintas exhiben, sin resignación, sus paredes cochambrosas y descuidadas. Hace tiempo que nadie intenta documentar la historia que cada jirón, cuadra o calle, alrededor de estos barrios, guardan consigo. Poco a poco, el eterno y rechinante sonido de los vehículos que pasan, el apuro reflejado en los preocupados rostros del gentío, el sentido de decadencia, se apoderan del ambiente. Estamos en los Barrios Altos de Lima

Quinta contemporánea de los Barrios Altos. Foto: Marco Gamarra Galindo

Antonio Raymondi, panorámico, observa los incesantes pasos que das hacia la plazuela. Dejas a Santa Ana para dirigirte donde el Carmen. No andas solo. Los transeúntes te escoltan unas cuántas cuadras hasta que desaparecen, se esfuman, sospechosos. Sigues conversando, y mientras concuerdas que Lima todavía puede ser la gran ciudad que fue, te vas acercando a la plazuela que tanto quisiste pero que no conociste, a las callejuelas contempladas por la ciudad vacía. Es Buenos Aires.

Plazuela Buenos Aires, Barrios Altos de Lima. Foto: Marco Gamarra Galindo.

Unos centenarios árboles evidencian el carácter solitario del casco externo de la ciudad, de los sitios empinados de la urbe, son los barrios altos de Lima. La tradición se respira, pero se resiste a ser vista fácilmente. Junto a ti, unas bancas despintadas, sostenidas a duras penas por el fierro herrumbrado, enmarcan el camino lineal por toda la Plazuela Buenos Aires. Wilfredo Ardito, mi compañero y amigo, aprovecha para tomar fotos, ahí está el Conde de Lemos, el antiguo cine símbolo de estas calles calcinadas por el sol, hoy casi irreconocible, por allá, una casona esquinera de notoria peculiaridad, comenta.

Antiguo cine Conde de Lemos, Barrios Altos de Lima. Foto: Marco Gamarra Galindo.

Debajo del árbol que miras de reojo, unos cuerpos inmóviles, silenciosos, parecen sobresalir. Una silueta parece dibujarse, se halla oculta por la sombra frondosa del árbol que dejas de mirar. De todos modos, sigue siendo peligroso venir temprano, dices, cuidadoso. Sigues caminando por la antigua plaza cuyos faroles en época añorada, daban la hora en Lima, la moda en el centro. Leer más »

21/01/11: La Quinta del Prado: historia y presente de una reliquia colonial

Solar muriendo diste paso a la quinta,
hoy no hay portera ni alambre para tender,
y tus cifras cambiaron por letras,
y hasta el caño tiene doble V…”

Según Juan San Martín Vásquez en el libro ‘Edificaciones civiles y vida cotidiana en la Lima colonial’, el virrey Amat mandó a construir la casa huerta Prado hacia 1762, en la parte alta de la ciudad, con la finalidad de tener un lugar apacible para descansar cerca de la casa de gobierno.

En el jirón José Pardo y la calle Huamalíes, en los Barrios Altos, existe una quinta llena de historia y tradición. Construida durante el gobierno del Virrey Manuel Amat y Juniet, la Quinta del Rincón del Prado (XVIII) fue antaño un ‘Pavillon de mon plasir’. Aún conserva un teatrín colonial y la apariencia de suntuosa mansión que albergó a diversas familias de clase y abolengo. Hoy, sin embargo, está inmerso en el olvido.

Actualmente, la recordada Quinta o Rincón del Prado es un tugurio ruinoso, sin el más mínimo rastro de su anterior apariencia rococó, excepto los fragmentos de los murales de su teatrín y oratorio. Es monumento nacional desde 1972.

La Quinta del Rincón Prado fue erigida en 1762, siguiendo la moda del afrancesamiento. Algunos dicen que Virrey Amat fue el que dirigió su construcción, otros que el virrey solo intervino en su diseño. Ambas precisiones permiten advertir que el palacete tiene un vínculo muy fuerte con el virrey español. Esto se debe, afirma el historiador Juan Manuel Ugarte en su libro “Lima incógnita”, que era “conocida la afición del virrey por la arquitectura y sus pretensiones como inspirador de varias fábricas que se levantaron bajo su dirección (…)”.

Una quinta muy hermosa conocida también como la “Quinta de los tres Patios”. Queda en la “Calle del Prado”, en los Barrios Altos.

En las afueras, “más cercano a los bastiones del cinturón fortificado que preservaba a la ciudad de las sorpresas de la filibustería, que del núcleo urbano, en sitio de huertas y follajes, apartado y discreto”, se construyó la Quinta del Rincón Prado, la cual evoca el recuerdo de las casonas y palacetes que fueron edificados con el único fin de ser espacios de recreación y de descanso para sus dueños. Leer más »

20/01/11: La ‘Chalina de la Esperanza’ conmueve a Lima

Una chalina que abriga innumerables esperanzas y que busca reinvindicar a los caidos y desaparecidos durante el conflicto interno en nuestro país. Eso es lo que se han propuesto las diversas familias que con sus habilidosas manos tejieron durante día y noche la chalina que ayer se expuso en el salón Pancho Fierro de la Municipalidad de Lima, evento donde asistieron personalidades como el Premio Nobel Mario Vargas Llosa, la actriz Magaly Solier, el pintor Fernando de Szyzlo, el activista de derechos humanos Ronald Gamarra, la defensora del pueblo Beatriz Merino y el abogado Wilfredo Ardito, entre otros.

La galería Pancho Fierro de la Municipalidad de Lima se adornó de preciosas chalinas en conmemoración de los desaparecidos. Foto: Marco Gamarra Galindo.

La ceremonia fue presidida por Susana Villarán, alcaldesa de Lima, en presencia de las impulsadoras de la iniciativa, el colectivo Desvela Perú (conformado por Paola Ugaz, Morgana Vargas Llosa y Marina García Burgos) y sobretodo con algunas representantes de familiares de desaparecidos en Ayacucho. La periodista Paola Ugaz manifestó su agradecimiento por la extendida concurrencia reunida en la galería y que la chalina representa “un símbolo vivo de los familiares de las víctimas de la violencia política para exigir justicia”.

Paola Ugaz, Marina García y Morgana Llosa acompañan la lucha por la justicia que estas cuatro familiares emprenden todos los días. Foto: Marco Gamarra Galindo.

Por otro lado, Mario Vargas Llosa, quien acudió al evento junto a su esposa Patricia, declaró que la ‘Chalina de la Esperanza’ es “un esfuerzo para desagraviar a las víctimas de la violencia terrible que experimentó el Perú los años 80’. Sobre todo para recordar a los desaparecidos y hacer un llamado de atención al país para que no vuelva a repetirse en nuestra historia una tragedia tan terrible como la que llenó de luto, de tristeza, de sangre a tantos hogares peruanos”.

Mario Vargas Llosa, detallista, permitiendo que el acceso de su esposa Patricia por la galería sea cómoda. Foto: Marco Gamarra Galindo.

Una de las más emocionadas por el evento fue la actriz y cantante nacional Magaly Solier, quien no pudo evitar las lágrimas al evocar el recuerdo de su querida abuela, víctima del conflicto político vivido en Ayacucho. “Como siempre me pongo nerviosa, quería decirles que también he tejido una chalina para recordar a mi abuelita (Herminia Ramos Soto). Mi madre nos decía ‘shhh’ porque teníamos que estar en silencio, era el miedo”, dijo y añadió conmovida que “hoy es un día muy especial para mí pues jamás me imaginé ver tantas chalinas tejidas”. Leer más »

18/01/11: Los tipos de balcones de Lima

Lima cumple hoy 476 años de historia. Durante esa continuidad de vivencias diversas, nuestra ciudad ha vivido y contemplado diversos acontecimientos que la han ido cambiado, que le han permitido apropiarse de una personalidad única y distinta. Desde épocas como capital del Virreinato español en América hasta tiempos como la acogedora de un sector nuevo y pujante, Lima, siempre creciendo, ha sido parte de nuestra historia pasada, de nuestro presente y nuestro futuro. Lima es nuestro reducto de sueños y metas, la forjadora de nuestra identidad. Lima somos todos.

Lima celebra un año más camino al medio milenio. Foto: Marco Gamarra Galindo.

Hoy Lima cumple un año más de edad, y como mi regalo de cumpleaños hacia ella, quiero dedicar un artículo sobre los tipos de balcones que alberga Lima. Los balcones, pues, son los personajes que hasta hoy en día siguen asombrando por su belleza arquitectónica a todo visitante que los observa. Hablar sobre los balcones de Lima es estudiar cómo ciertos detalles que habitan en la ciudad pueden influir en la vida y definir las costumbres de sus habitantes, de los limeños de antaño y los de hoy.

Tipos de balcones de Lima

a) Balcones abiertos
Su estructura solo la formaba el antepecho colocado sobre la plataforma y, en algunos casos, un guardapolvos de madera en la parte superior para protegerlo de la lluvia.

La casona Agua Viva presenta dos balcones abiertos. El primer balcón no posee protección contra la lluvia, mientras que el otro sí. Foto: Lia. Leer más »

14/01/11: Historia y anécdota del mirador Ingunza

Maravillarse con la vista panorámica de una Lima republicana, observar en el horizonte el mar porteño, o disfrutar de una de sus más íntimas pasiones: la lidia de toros, fueron quizás los motivos que llevaron a Francisco Esteban de Ingunza y Basualdo, intrépido viajero, acaudalado y prestigioso abogado huanuqueño, a construir el mirador Ingunza, ícono del Rímac que acompaña a la Plaza de Acho desde 1858, y último mirador de su tipo que ha contemplado Lima.

El Mirador de Ingunza fue declarado Monumento Histórico y Artístico en 1972. Posteriormente la UNESCO declaró a dicha propiedad conjuntamente con la Plaza de Acho como Patrimonio Cultural de la Humanidad. Por lo tanto, la Plaza de Acho y el Mirador de Ingunza son complementos arquitectónicos e históricos, un conjunto monumental. Foto: André Ramirez.

Inspirado en las edificaciones de gran derroche artístico que observó en sus viajes por el norte de África, el lejano Oriente, América y Europa, tal vez atraído más por los minaretes árabes, don Francisco de Ingunza y Basualdo levantó en 1858, dentro de su casa –la Quinta Ingunza-, ubicada en la esquina de las calles Hualgayoc y Marañón, al lado de la Plaza de Acho, en el Rímac, el mirador Ingunza, pintoresco y tradicional rincón de Lima.

Francisco Esteban de Ingunza y el plano original que diseñó para la construcción del mirador. (Archivo familia Ingunza/Museo de la Nación). Ilustración: Marco Gamarra Galindo.

Elizabeth Ingunza Montero de Villegas, descendiente directa de Francisco Esteban de Ingunza y Basualdo, comenta que el recinto donde se construyó el mirador se caracterizaba por poseer “caballerizas y hermosos jardines adornados por estatuas de mármol y piletas, así como por una colección de cuadros del eximio pintor Juan de Dios del Carmen de Ingunza y Basualdo”. La construcción del mirador, pues, significó un atractivo más para el solar que, en la actualidad, se ha convertido en un modestísimo hotel signado con el número 511 del Jirón Marañón.

Acceso al mirador Ingunza. Fotos: Plazadeacho.galeon.com

Por pedido de Francisco Esteban de Ingunza, el encargado de la construcción del mirador fue el francés don Paul Nicolás Chalón. El costo, según el contrato inicial, ascendía a 964 pesos. Sin embargo, Chalón realizó gastos adicionales por las sucesivas modificaciones efectuadas al plano original, realizadas a lo largo del proyecto, por lo que se presentó, finalmente, una factura a cobrar por una mayor cantidad.

Se dice que el magistrado supervisaba personalmente los avances y los iba ajustando de acuerdo a sus observaciones de otros miradores limeños de la época, así como de monumentos vistos en sus viajes por España, Rusia, Palestina, Líbano, Siria, Turquía, Persia, Egipto, y demás países del Oriente, efectuados entre los años 1847 y 1849. Leer más »

09/01/11: Un pintoresco día recorriendo Lurín

Visité Lurín, una alegre ciudad que por momentos se asemeja a una campiña. Hice mi recorrido por este distrito de Lima con la finalidad de realizar una obra social. Sin embargo, sus atractivos turísticos coparon también mi atención. Lurín me hizo recordar mi viaje a Piura, por los algarrobos y arboledas que adornan el camino, además del sofocante sol que acompaña y u gente atenta al visitante.

Paisajes de Lurín, Lima. Foto: Marco Gamarra Galindo.

Árboles añejos y casas de barro acompañan nuestro trayecto. Lo irregular de la trocha obliga a cada uno de nosotros a cuidar con mayor atención los regalos que amenazan con caerse. En el colegio, niños como Jennifer y Marco están esperando entusiasmados sus respectivos presentes. Un letrero, de pronto, aparece y nos indica que nos hallamos en La Rinconada, urbanización rústica que habitan dedicados agricultores. Sus hijos estudian en el colegio de educación pública 6012 y presencian, curiosos, nuestra llegada. Las pequeñas de la Casa Hogar Caritas Felices no tardan en hacer lo mismo.

Camino al colegio La Rinconada, Lurín. Foto: Marco Gamarra Galindo.

El profesor Alejandro García se dispone a poner orden entre sus alumnos, quienes juegan en un campo de fútbol que todos los días se improvisa como patio de formación. Una vez impuesto el orden, empieza el show que CUCARES ha organizado. Cada uno de estos infantes tendrá una tarde diferente, llena de color y diversión plena. Una serie de juegos y bailes pintan la mañana de un tono alegre y divertido, que cada niño goza. Leer más »

06/01/11: Conversaciones en el Parque Castilla

Lo he visto siempre. Cada vez que lo miro, me saluda. Le hablo y me muestra el interior de su ser. Su corazón de guerrero triste se expresa ante mí y sospecho que no soy el único que lo conoce. Parece estar así siempre, tranquilo, sigiloso, pero también pendiente, como esperando el momento preciso para despertar. Su rostro evidencia un sufrimiento ancestral, pero no logro sabér a qué se debe. De pronto, me cuenta sus problemas y su aspecto misterioso parece inspirar humildad.

Su estado pétreo, de extrema rigidez, parece por momentos quebrantarse y tratar de manifestar sentimientos profundos. Foto: Marco Gamarra Galindo.

-Antes fui un gran árbol, de esos que ves atrás mío -dijo el huarango-, por cierto, me puedes llamar Domingo-.
Ante la sorpresa de que ese árbol añejo podía comunicarse, y lo hacía conmigo, no desisti de mi intención por conocerlo más -Mucho gusto, mi nombre es Marco, de verdad no sé qué decir, no sabía que podías hablar-.
-No puedo hablar del mismo modo que ustedes lo hacen, no tengo verbo ni emito palabra pero mi imagen puede hablar por sí sola-. Y añadió -en realidad, siempre estoy dispuesto a conversar, a platicar, pero sólo algunos me prestan atención, algunos como tú-
-Entiendo perfectamente- atiné a decir sin ser consciente de lo que verdaderamente estaba afirmando. El huarango no parecía sorprenderse de mi curiosidad impresionante.

Un pequeño hombre que puede sentir y ver todo como un árbol vive entre las calles de Lince. Foto: Marco Gamarra Galindo.

Semanas después llegaría el momento en que recordaba cómo una mañana regresé a ver el huarango. Permanecía descansando en pleno sol, sobresaliente como siempre, situado allí por una carga que traía consigo, ancestral, y rodeado de voluntariosos jóvenes y señores de tercera edad que corrían incesantemente el diámetro del parque Castilla. Había sido un guerrero de batallas interminables, de combates que desconocían la tolerancia del tiempo, de campañas que desplegaron estrategias inmortales y llevaron el curso de los tiempos adelante. Voluntariamente se deshizo de su estado de permanente alerta, de su maña para adivinar los sueños, de su presencia vigorosa y quedó convertido practicamente en nada. Se quedó tan solo con su pensamiento recóndito, abierto y valiente. La ciudad y la calle, y algunos curiosos, fueron sus acompañantes de frías y calurosas tardes limeñas.

-Mi tiempo no es este, pero siento que podría aportar para que los ideales de paz y armonía puedan prevalecer -confesó mientras un vientecito parecía limpiar el entorno. Entonces continuó, -hubo un día en que dejé de ser un árbol fuerte, me volví, pues, viejo. Eran épocas difíciles, duras, cuando de pronto un joven de aura bondadosa y penetrante, me convirtió en lo que soy: un pequeño hombre que puede sentir y ver todo como un árbol. Antes había sido un guerrero de mil batallas, de batallas por la libertad y la prevalencia de la vida-. Leer más »

25/12/10: Una breve historia del distrito de La Victoria

Estudiar la historia de La Victoria nos permite apreciar cómo fue la expansión urbana de Lima sobre las zonas agrícolas de la ciudad. El distrito recien fue creado en 1920 (en época de Leguía), pero guardaba ya desde épocas anteriores, anécdotas y relatos que contar, hechos que permitían a La Victoria apropiarla de una tradición histórica muy rica, inclusive mucho antes de su creación como distrito capitalino.

La Victoria tradicional.

Toda el área que ocupa actualmente este distrito limeño correspondía al fundo “La Victoria”, cuya propietaria era doña Victoria Tristán, esposa del Presidente Don Rufino Echenique. Estas tierras, antes de la creación oficial del distrito, eran ampliamente conocidas como la Villa Victoria, en honor justamente a esta dama de renombre. Doña Victoria era hija del reconocido y poderoso don Pío Tristán y Moscoso, tío de la eminente escritora y luchadora social francoperuana Flora Tristán. La esposa de Don Rufino tenía en estos lares una vasta residencia con varios salones y un hermoso patio, en cuyo centro se erguía un soberbio pino australiano, que se podía avizorar desde muy lejos. Su casa-hacienda estaba situada aproximadamente en lugar que hoy ocupa el teatro La Cabaña, en el Parque de la Exposición.

Con motivo de la elección de Don Rufino Echenique como Presidente de la República, su esposa resolvió dar un baile que marcara época. Se cuenta que en aquella fiesta hubo invitadas que lucían noblísimas más de S/. 100.000 en joyas. Tal es así que la narra una tradición de don Ricardo Palma, quien por cierto asistió a esta inolvidable fiesta en la casona de doña Victoria, relata con exquisitos detalles la magnificencia, boato y esplendor del muy famoso baile que se desarrolló en la noche del sábado 15 de octubre de 1853.

El ilustre tradicionista describe el lujo deslumbrador e insultante de muchas damas limeñas que se habían enriquecido por los favores políticos de ‘La Consolidación’ (beneficiados con el pago de la deuda interna). Lucían alhajas, piedras preciosas, collares de perlas, brillantes y rubíes; mientras que la anfitriona mostraba, con modestia y buen gusto, solamente algunos sobrios adornos de plata. Desde los días anteriores al gran sarao se agotaron todas las flores de los jardines limeños. Se tendió una alfombra roja de aproximadamente cincuenta metros de extensión y, a sotavento, se colocaron unos barriles con brea para proteger, con el humo que producía, la ‘toilet’ de las damas de la tierra que levantaban los carruajes que conducían. Pues bien, el baile resultó impresionante y por muchos años se habló del ‘Baile de la Victoria’.

El extinto río Huática atravesaba La Victoria.

Los nuevos urbanísticos del nuevo poblado fueron realizados, por encargo del Gobierno, por el constructor Enrique Meiggs, después de haber dirigido el derrumbe de las viejas murallas que rodeaba el Cercado de Lima construidas en la Colonia. En la construcción de calles y veredas intervinieron la Compañía Urbanizadora de Mariano Felipe Paz Soldan y la Compañía Urbanizadora La Victoria. Afuera de las murallas se ubicaban algunas casas que, con esa modificación, dieron más posicionamiento al barrio de La Victoria. Una de las primeras vías establecidas en dicho barrio fue la vía que actualmente es la avenida Manco Cápac, nombrada así en honor a Manco Cápac, primer emperador inca del Tawantinsuyo.


“Diferentes linajes, el mismo país”. La plaza Manco Capac lució dos monumentos a lo largo de su historia: en un inicio, un peculiar monumento de Leguía. Luego del gobierno del Oncenio, se lo cambió por uno del inca.

En ese entonces, los predios de La Victoria pertenecían al distrito de Miraflores, hasta que en 1920 el Presidente Augusto Bernandino Leguía anuncia su creación como distrito. La Victoria ha sabido convocar en su seno, por ejemplo, a inmigrantes extranjeros, en especial, representantes de la colonia italiana, en los dorados años 20.

“Durante los años 30, la reacción de los grupos oligárquicos frente a la coyuntura de convulsión social y política desatada por el aprismo y el comunismo fue la de una política que combinaba la represión militar y un activo paternalismo asistencial como mecanismos para “desmovilizar” a los grupos populares; esa fue la política que intentó impulsar Sánchez Cerro (su asesinato, en 1933, frenó este proyecto) y la dictadura del general Benavides, entre 1933 y 1939. En esta década, se construyeron más de 4 mil unidades de vivienda para los obreros, como parte sustancial de este plan por neutralizar la violencia social” (Orrego 2005). Así como en el Callao, Rímac, en La Victoria, en efecto, se desarrolló un plan de construcción de vivienda para obreros.

Con la construcción de barrios obreros en La Victoria y en otros distritos se esperó satisfacer los pedidos de los cientos de trabajadores.

El catedrático de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP), el historiador Juan Luis Orrego, manifiesta que “el Barrio Obrero de La Victoria tenía 60 casas en un terreno situado en las inmediaciones de la Escuela de Artes y Oficios (Hoy Politécnico José Pardo), entre los jirones Andahuaylas, García Naranjo, 28 de Julio, Obreros y el antiguo callejón de la Huerta de Mendoza. Contaba con campos deportivos, piscina, agua potable y parques”. Algunas unidades vecinales se llamaron ‘Matute’ (ubicado a los alrededores del Estadio Alejandro Villanueva, del club Alianza Lima) y ‘El Porvenir’ (zona del conocido mercado). Leer más »

24/12/10: Una mirada personal a la realidad de La Parada

No sé cómo llegué a La Parada. Solo sé que lo hice y que estoy aquí para contarlo. Quizás fue lo que, sin darme cuenta, busqué desde mucho tiempo: conocer la otra cara de Lima, la marginal o decadente, tal vez la populosa.

En La Parada, mercado mayorista de aires provincianos cuyo nombre se debe a que esta zona de La Victoria era el paradero final de los camiones provenientes del interior. Foto: Marco Gamarra Galindo.

Es temprano, quizás la una de la tarde. En algunos sectores de Lima, sin embargo, oscurece. La avenida Aviación empieza a cambiar de tonalidad mientras más nos adentramos al distrito de La Victoria. El puente del tren eléctrico acompaña nuestra comparsa en silencio. Su actitud parece combinar perfectamente con el color gris del lugar. De pronto, uno a uno crecen los vendedores que ofrecen una variedad increíble de productos, la mayoría ubicados en tiendas que retan a cada instante la autoridad de la pista. Un tráfico que va en aumento, casas de apariencia triste y el ruido de los autos que se hacen sentir a kilómetros nos indican que estamos a pocas cuadras de La Parada, el mercado popular más conocido del país.

Multitud en La Parada, La Victoria. Foto: Marco Gamarra Galindo

Cruzo miradas con algunos, inmediatas pero suficientemente detalladas. Parecen estar en casa, como si hubiese sido aquel puesto o tiendita el hogar de toda su vida. Detrás de cada uno de ellos, existe una historia distinta pero teñida de los mismos sentimientos. Junto a ellos, los cargadores, desprovistos de toda prenda que cubra sus desnudos torsos, trabajan sin parar a pesar de estar rodeados de ambientes que solo conocen de suciedad y contaminación, y claro, de comercio. Los compradores, por su parte, se toman el tiempo que creen adecuado para conversar, tranquilamente, con los vendedores y negociar, como en cualquier mercado. Son, pues, ‘caseritos’. Podría decirse que se conocen, que existe una relación más cercana que vendedor y comprador. Cuando se trata de trasladarse a otra tienda, para continuar apreciando otros productos, caminan rápido. Desean llegar cuanto antes. La calle está dura. Deambula la virulencia delincuencial. Por suerte, no porque habitan esas avenidas, desconocen la realidad.

En las primeras cuadras de la avenida Aviación, donde se ubica La Parada, abunda la inseguridad y la suciedad. Foto: Marco Gamarra Galindo.

La actividad cotidiana de cada uno de estos personajes es observaba desde el cielo por los ‘apus’ de cuya apariencia resaltan las cientos, o miles, de casas que se han erigido sobre ellos. Entre los cerros más conocidos están El Pino y San Cosme, quienes brindan cobijo a sus innumerables habitantes. Los comerciantes, compradores, cargadores y abandonados inician su labor diaria a primeras horas del día, para continuar hasta el día siguiente. Es una continua actividad comercial en un medio inmundo, y que curiosamente, abastece de alimentos a casi el 70% de Lima en medio de toneladas de basura (Caretas 2006). “Son más de 6,000 camiones los que se congregan alrededor del mercado como moscas todos los días”, se escucha decir en los medios, en las afueras de La Parada. El gris sigue impregnado en el ambiente, en las calles y hasta en los rostros de uno que otro alcohólico o borracho que camina a duras penas por las cuadras del mercado mayorista número uno del Perú.

Edificios fúnebres de La Parada. Foto: Marco Gamarra Galindo.

Este es el PERU con esa maravillosa gente, gracias por tanto trabajo por salir adelante, y por no dejarse vencer por un gobierno que los olvida.

Realidad peruana, familias quee merecen más apoyo e interés del gobierno, ellos tambien son peruanos y contribuyen diariamente con el crecimiento económico que uno ve desde a fuera, pero ellos no lo ven, el gobierno debería mucho más en esa gente buena y noble.

Son admirables estas personas, cómo para llevar dinero a casa se tienen que romper el lomo . Viva por ellos. Leer más »

10/12/10: Un recorrido por la iglesia Santa Liberata

Su color pintoresco resalta presuntuoso en los paisajes más tradicionales del distrito del Rímac. Sus cimientos formar parte de ese ambiente señorial heredado de la Colonia y propicio para la contemplación de verdaderas obras de arte. Cercana a la Alameda de los Descalzos y del Convento del mismo nombre, en silencio, la iglesia Santa Liberata yace imponente, acompañada de un solitario balcón de cajón, precioso, y de un farol que mantiene consigo la carga de los años, observado desde los altos por la capilla central de estilo neoclásico. La iglesia Liberata es también protagonista de una historia anecdótica que devino en su construcción (XVIII), y que por esos años causó curiosidad y sorpresa en la sociedad limeña.

La iglesia Santa Liberata, Rímac. Se la erigió con el nombre de Santa Liberta porque era la Patrona de la ciudad de donde el Virrey provenía. Foto: Marco Gamarra Galindo.

Los arcos del portal de Botoneros impiden que la luz se dirija directamente a nuestros ojos. La gente en los alrededores camina y espera, impaciente, la apertura de los comercios. Estamos en el Centro Histórico de Lima y hoy conoceremos la Alameda de los Descalzos. Para ello nos hemos reunido en la Plaza Mayor, junto a la pileta. Nos separan del Rímac no más de treinta minutos. Conversamos, ya estamos listos para iniciar la travesía. Cruzamos el puente de ‘Piedra’. Debajo de él se oyen tranquilas las aguas del Rímac -es verano, todavía no hay caudal fuerte-. Continuamos el trayecto por el jirón Trujillo. En el fin de la calle, en el horizonte, se observa el color celeste de la iglesia San Lázaro. Caminamos en su dirección, antigua la iglesia. Hay unos señores sentados en la plazuela. Nos inspeccionan, nos hablan con sus miradas. El calor quema. Ahora doblamos para desembocar en el jirón Chiclayo. Atravesamos una serie de casonas y quintas, zaguanes y balcones que confirman el carácter histórico del Rímac, pero también decadente: la mayoría de edificaciones, por no decir todas, están en estado deplorable, casi en ruina. Seguimos el trayecto, cruzamos la comisaria del Rímac, y vemos unas estatuas en el fin de la avenida. Hemos llegado.

Al caminar alrededor de la Alameda de los Descalzos, nos hallamos frente a uno de los rincones más tradicionales del Rímac, del barrio de “Abajo el puente”. La iglesia Santa Liberata, la cual alberga al Señor Crucificado del Rímac, patrón del distrito, de la benemérita Guardia Republicana y de la Compañía de Bomberos Rímac No. 8, es parte del gran escenario que se arma todos los días desde hace varios siglos.

Nos detenemos a observarla, primero desde los árboles frondosos de la Alameda, luego más de cerca, frente a un par de rejas que la resguardan. Hermosa estampa del Rímac que se empezó a construir en 1713 y terminada en 1716. Su primera portada fue de estilo Rococó, luego fue modificada con diseños neoclásicos. Mide 44 varas de largo por 12 varas de ancho y tiene en su altar un pasadizo para que los visitantes puedan transitar y llegar por la parte inferior al lugar donde fueron enterradas las sagradas hostias que fueron robadas de la Catedral. Esta fue la tradición urbana que se narró para explicacar su fundación.

La fundación de Santa Liberata

Fuente: Estampas del Rímac de Óscar Espinar la Torre.

Fernando de Hurtado de Chávez, mozo de veinte años, el día 20 de enero de 1711, entró a la iglesia del Sagrario (colindante con la hoy Catedral de Lima), y del altar mayor robó un copón de oro con numerosas hostias consagradas. Luego se enaminó a la Alameda.

En la mañana del día 31, se descubrió la sustracción. S.E. el obispo D. Diego Ladrón de Guevara, virrey del Perú, echó en persecución del criminal toda una jauría de alguaciles y oficiales. Al ser capturado, Fernando Hurtado declaró que, asustado por la persecución, había enterrado las sagradas formas, envueltas en un papel, al pie de un árbol en la Alameda de los Descalzos. Leer más »