Tras varias peleas dijo que iba a matar a su esposa, y lo hizo de seis puñaladas

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Tras varias peleas dijo que iba a matar a su esposa, y lo hizo de seis puñaladas
Fue anteancohe en bulevar Seguí y las vías. La mujer tenía seis hijos y dos de ellos vieron el crimen.

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Por Leo Graciarena / La CapitalCrónica de un crimen anunciado. Esa podría ser la síntesis del homicidio de Carina Maidana, una mujer de 30 años, madre de seis hijos, asesinada de seis puñaladas en bulevar Seguí y las vías por quien fuera el hombre de su vida: Piquito, de 32. Según contó ayer por la mañana Yolanda, la madre del acusado, durante buena parte del viernes el hombre —adicto a las drogas y depresivo— había dicho que iba a matar a su pareja. “¿Pero que podía hacer yo? Ir a la comisaría para que un policía me diga: «Señora, ¿qué quiere que hagamos?»”, consignó la mujer, abrumada por el dolor.

El crimen ocurrió pasadas las 20.30 del viernes a unos 20 metros del cruce de bulevar Seguí y la vía del ferrocarril Belgrano que corre paralela a Felipe Moré. Según la fría letra del parte policial, Carina caminaba junto a sus hijos de 3 y 6 años por la vía en dirección a calle Uruguay, en la zona más pauperizada de barrio Triángulo y su conexión con villa La Boca, donde residen los hermanos de la mujer. Fue entonces que Piquito agarró a Carina por detrás y la apuñaló. Mientras la mujer agonizaba junto a una piedra que sirvió de improvisado banco, Piquito agarró a sus dos hijos pequeños y desapareció en la oscuridad de la villa.

“Fueron casi siete horas de incertidumbre porque no se podía ubicar al hombre con sus dos chiquitos”, comentó una fuente de la investigación. “Mi hijo me llamó por teléfono y me pidió que cuidara a sus hijos. Que no los dejara tirados. Su idea era tirarse al río con los chicos, pero los dejó durmiendo al lado de un tacho de basura en Corrientes y Santa Fe, donde los encontró la policía”, relató Yolanda. En efecto, agentes de la Brigada de Orden Urbano hallaron a los niños a las 3.40. Para esa hora, Carina ya estaba muerta en el Hospital de Emergencias. Hasta el cierre de esta edición nada se sabía sobre la suerte de Piquito.

Problemas de pareja. Según se pudo reconstruir tras dialogar con los familiares de la víctima, del victimario y fuentes de la pesquisa, Carina y Piquito estuvieron juntos 18 años. “El fue su único hombre”, explicó Hugo Maidana, uno de los hermanos de Carina, en la puerta de su casa de Valparaíso al 3200. “Con nosotros Piquito siempre fue correcto, se comportó como un hombre. Pero hace un año cambió y estaba muy violento con mi hermana y las nenas”, explicó Hugo, mientras una de sus sobrinas asentía con la cabeza y agregaba detalles. Los Maidana eran siete hermanos. Con Carina ya son dos los muertos.

La pareja tenía seis hijos, todos menores de 16 años. Los más pequeños presenciaron el crimen de su madre. Hasta hace tres meses, estaban radicados en una casa de Manantiales al 3800, donde vive la madre de Piquito. “Ellos vivían en una casa que se hicieron en el fondo”, explicó Yolanda. “Pero tuvieron sus diferencias y Carina se fue a vivir con los hermanos”, indicó. “Ella siempre le traía los chicos para que estuvieran con mi hermano. ¿Qué pasó? Es algo que nosotros no sabemos porque no estábamos”, explicó Yanina, una de las hermanas de Piquito.

Piquito es el apodo de Alejandro, de 32 años y un prontuario abierto. Es uno de siete hermanos y se gana la vida cirujeando. Fue la propia Yolanda quien desde Manantiales al 3800 (prolongación de calle Valparaíso) escoltó al cronista hasta la casa de los hermanos Maidana, en Valparaíso al 3200.

Procesión de dolor. El camino se convirtió en una peregrinación de dolor. Los vecinos que conocían a Carina se acercaban para contener a Yolanda con un abrazo. El tour de la tristeza fue compartido con una vecina a la que la mujer le iba contando cómo no pudo ganarle la pulseada al destino. “Yo le decía a Carina: «No sigan así porque va a terminar mal. No vengas». Pero se peleaban y se decían de todo”, relató. “Ayer (viernes) el cocinó y yo tenía miedo que le hubiera puesto veneno a la comida de los chicos. El me dijo que la quería matar a Carina y yo le pedía que no lo hiciera”, explicó la mujer.

Tras la separación, Piquito cayó en la depresión y su adicción a las drogas no ayudó en nada. La peregrinación tomó por Manantiales hacia Seguí. Cruzó el bulevar en su parte más angosta y serpenteó sobre las vías oxidadas del Belgrano. Al pasar por la piedra donde agonizó Carina, un muchacho hacia guardia con ojos llorosos. Ya metidos en el sendero podían percibirse las privaciones de los vecinos en medio de zanjas pestilentes, tierra podrida por la humedad, basura y desagües a cielo abierto. La banda de sonido iba de Mario Pereyra a Sergio Torres o las bandas de cumbia villera. También canciones de grupos cristianos. En los confines de la Vía Honda, el tiempo no se detiene por una muerte.

La casa de los hermanos Maidana está pasando una canchita de futbol, del lado de villa La Boca. Yolanda entró y saludó, entre lágrimas, a sus nietos. Y hasta tuvo tiempo de acordarse de marcarle al cronista quien era Hugo, el hermano de Carina y portavoz de la familia. “A mi hermana la vamos a velar en el comedor María Eva, de Amenábar y Pascual Rosas”, dijo el muchacho antes de que le alcanzaran una bolsita de nailon con ropa que debía llevar para que le entregaran el cuerpo de su hermana asesinada de seis puntazos.

“Hace un año que Piquito cambio para mal. Antes no era así. Cambió por la junta” (como en el barrio se le llama a la reunión de los muchachos) , reflexionó Yolanda, su madre.

FUENTE: LA CAPITAL
17-07-2011 | Policiales

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