Zapatero revisa el destino del Valle de los Caídos. El lugar tiene una tenebrosa historia.
El Valle de los Caídos se construyó entre 1940 y 1958. Iba a recibir sólo a los cuerpos del bando ?nacional?, pero muchas viudas se negaron.
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Por Sara Barderas / DPAMadrid. — Francisco Franco, dictador de España durante casi 40 años, fue enterrado tres días después de su muerte, el 20 de noviembre del 1975, en el Valle de los Caídos, el mausoleo que hizo construir 50 kilómetros al noroeste de Madrid. Arrancó entonces un nuevo período para España, que en 1978 vio aprobada su Constitución democrática.
Algo más de 35 años después y coincidiendo con el 75º aniversario de la Guerra Civil (1936-1939) que dio paso a su dictadura, una comisión de expertos debate ahora qué hacer con los restos de Franco. En noviembre emitirá un informe y el gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero ha asegurado que exhumará los restos del general y se los entregará a sus descendientes si así lo deciden los expertos. Quiera o no quiera la familia.
La familia Franco. Los Franco se oponen, frente a quienes reclaman que ya es hora de que el lugar deje de ser un ícono de la dictadura y dicen que para eso hay que sacar de allí al dictador. “La familia quiere que se quede ahí, porque es una basílica”, dijo la hija del dictador, Carmen Franco. “Franco merece un respeto, como todos los muertos. Si quieren hacer un museo hay monte libre para hacerlo, no allí”, opina por su parte un portavoz de la Fundación Nacional Francisco Franco.
Qué hacer con los restos del dictador es sólo uno de los asuntos que debate la comisión, compuesta por juristas, filósofos e historiadores, entre otros. El encargo que le ha dado el gobierno de Zapatero es más amplio: proponer cómo transformar lo que algunos llaman “parque temático de la dictadura” en un monumento democrático en el que se reconcilie la memoria española. Ya lo intentaron los gobiernos de Adolfo Suárez (1976-1981) y Felipe González (1982-1996), que crearon comisiones con el mismo fin. Pero ninguno logró hacer nada.
“Ya es hora”, dijo el ministro de la Presidencia Ramón Jaúregui, de que “un ícono de la represión del nacional-catolicismo se convierta en un lugar para todos, de memoria reconciliada”. Presidido por una gran cruz de 150 metros de alto, el Valle de los Caídos alberga una gran basílica excavada en la montaña. Y allí, bajo una losa de granito de 1.500 kilos, se enterró a Franco, en un acto al que acudieron, entre unos pocos jefes de Estado, el dictador chileno Augusto Pinochet y el rey Hussein de Jordania.
El monumento fue construido entre 1940 y 1958 con el objetivo de honrar a los combatientes franquistas muertos en la Guerra Civil. Se erigió como el mayor símbolo del franquismo. Y los 20 de noviembre, en el aniversario de la muerte del dictador, hasta allí se desplazan nostálgicos y grupos de extrema derecha para rendir homenaje a Franco y seguir una misa en su honor.
Memoria de parte. “Es el lugar de memoria de los vencedores más importante que la dictadura legó”, según el historiador Ricard Vinyes, uno de la decena de miembros de la comisión de expertos y quien ha dedicado gran parte de su trabajo a investigar la represión franquista. No sólo hay “caídos” franquistas. Más de 20.000 de los 33.800 enterrados son republicanos. Hay enterrados presos políticos obligados a participar en la construcción y también fusilados a los que se exhumó de las fosas comunes a las que habían sido arrojados y se llevó hasta allí sin que lo supieran ni lo consintieran sus familiares.
Enterrar allí a sus enemigos no era la idea inicial de Franco. Pero cuando, finalizada su gran obra, quiso trasladar a los muertos de su bando hasta el lugar, se topó con la negativa de muchas viudas. Y al final, para poder llenar el espacio, municipios españoles acabaron enviando los restos de republicanos exhumados de las fosas comunes a las que habían sido arrojados. “Es una vergüenza que continúe ese símbolo del fascismo”, comenta el senador del Partido Nacionalista Vasco (PNV) Iñaki Anasagasti. “Lo mejor que se puede hacer con el Valle de los Caídos es volarlo, porque esa memoria reconciliada no se va a producir”.
La comisión de expertos decidirá. El gobierno le ha dado tres pautas de obligado cumplimiento: la gran cruz debe mantenerse, debe añadirse un memorial en recuerdo de las víctimas que están allí enterradas y la comunidad de monjes benedictinos que gestiona la basílica debe poder seguir en ella.
“Habría que convertirlo en un sitio al que podamos ir todos, y para eso, sacar los restos del dictador, retirar la cruz y convertirlo en un lugar laico, puesto que allí están enterrados combatientes que no eran religiosos”, considera el histórico líder comunista Santiago Carrillo. “Sería muy positivo que tomara la forma de un museo que explicara cómo se construyó ese terrible monumento”. “Lo que tenemos que hacer es volar el Valle de los Caídos como metáfora. Darle totalmente la vuelta. No basta con poner carteles encima de cada piedra explicando lo que son”, añade el historiador Vinyes. Lo difícil, sin embargo, es decidir cómo hacerlo.
FUENTE: 17-07-2011 | El Mundo
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