La jornada de reflexión no frena la indignación de plaza Catalunya

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La jornada de reflexión no frena la indignación de plaza Catalunya

Aspecto de la plaza durante la cacerolada. | Quique García
Los alrededores de la céntrica plaza circular también se han visto desbordados
A las 19.00, los organizadores ya habían conseguido reunir 21.270 firmas
El ruido de cacerolas y silbatos ha ensordecido la plaza durante casi dos horas
Participan 20.000 personas, según los organizadores, y 8.000 la policía
Eva Belmonte | Barcelona
Actualizado sábado 21/05/2011

Sólo están vetados los políticos. Los mismos que, no muy lejos de plaza Catalunya, pronuncian sus últimas arengas sin saber aún si el efecto 15M les dará una bofetada en la cara. Por lo pronto, el movimiento de indignados ya ha tomado los titulares de la recta final de campaña y, en Barcelona, la plaza Catalunya. El centro de la ciudad ha resonado desde las 21.00 horas, cuando ha arrancado una nueva cacerolada de protesta, la más numerosa hasta ahora y que ha tenido réplicas en Tarragona, Girona y otras ciudades catalanas.

A medianoche, cuando la concentración pasaba a ser considerada ilegal por la Junta Electoral, un unánime “¡No nos vamos!” ha dado paso a los aplausos y la euforia. En plena asamblea, los puntos del día se debatían entre aplausos y, en las calles aledañas, un par de furgonetas de Mossos d’Esquadra y otro par de la Guardia Urbana permanecían a la espera.

Miles de personas -20.000, según algunos organizadores y 8.000 según la Guardia Urbana- han conseguido rebasar el círculo central de la plaza y, poco antes de las diez, una riada de gente aún bajaba por las calles adyacentes para sumarse al sonoro clamor de indignación. Esta vez, los alrededores de la céntrica plaza circular también se han visto desbordados y los manifestantes han ocupado la parte alta de Las Ramblas. Los coches acompañaban con sus bocinas a las cacerolas, llaves, silbatos y aplausos. El sonido metálico de las sartenes y cazos repicando sólo se ha visto interrumpido por los gritos de ‘¡Manos arriba, esto es un atraco!’ de manifestantes con los brazos en alto.

Algunos llevaban flores, símbolo pacífico ante un desalojo que, tal y como planeaba Interior, no se producirá si no hay incidentes. De hecho, “más flores y menos capullos” es lo que reclamaban algunos trabajadores de Parcs i Jardins de Barcelona, que temen la privatización de la entidad e inminentes despidos.

Trabajadores de todos los sectores, profesionales sanitarios y de la educación afectados por los recortes, muchos niños y mujeres y hombres de todas las edades han participado en la protesta para mostrar su indignación con el sistema político y económico. El único incidente se ha producido cuando unos jóvenes han intentado colgar una pancarta desde un edificio y han sido frenados por los manifestantes, informa Xiana Siccardi.

En una efigie en cartón de Jordi Hereu se podía leer: “Nosotros también tenemos nuestros Mubarak y Gadafis y son nuestros representantes políticos”. Mientras, en algunas esquinas de la plaza, parejas de agentes de la Guardia Urbana observaban sin intervenir para desaparecer minutos antes de que el ruido invadiera la plaza durante casi dos horas. A eso de las once de la noche ha arrancado una nueva asamblea, presidida por una tela enorme en la que se podían ver imágenes de la Puerta del Sol en directo, en comunión entre ambas concentraciones.

En los momentos previos a la cacerolada, los debates, en pequeños y grandes grupos, programados y espontáneos, han tomado la concentración. La decisión de la Junta Electoral, que prohibió la protesta sábado y domingo para que no interfiriera en la jornada de reflexión y en las votaciones, ha estado muy presente en muchas de las tertulias. “Informamos a los políticos que el pueblo declara ilegal a la junta electoral”, rezaba un cartel colgado de la espalda de un hombre de avanzada edad.

A las siete de la tarde, los organizadores ya habían conseguido reunir 21.270 firmas y las colas para sumarse a la iniciativa cada vez eran más largas. Gigantes con zancos, bailarines, músicos y actores animaban a los asistentes, mientras muchos colgaban en carteles sujetos con pinzas los motivos, personales y comunes, de su indignación.

FUENTE: EL MUNDO ESPAÑA

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