Hernando de Soto es un hombre de una sola línea: siempre está con los tiranos. Aconsejó, por ejemplo, a Mohamed Suharto, el gobernante de Indonesia que robó entre 15 mil y 35 mil millones de dólares a su país. La hazaña mayor de Suharto es descrita así por la Enciclopedia Británica: “Ferviente anticomunista, en 1965 aplastó un supuesto golpe de Estado comunista con una despiadada purga de comunistas e izquierdistas por todo el país que dejó un saldo de un millón de muertos”.

Suharto gobernó Indonesia durante 31 años, sin que Washington arrugara la frente. De Soto, siempre bajo la sombra de los gringos, aprovechó para asesorar al tirano. No eliminó la pobreza; el pueblo eliminó en 1998 al dictador.

Días antes del golpe fascista de Pinochet en todo Chile aparecieron carteles con la amenaza: “ya viene Indonesia”. Señal de que el asalto fue cometido con premeditación, alevosía y ventaja.

Nada de eso altera los nervios del economista que introdujo en el Perú las teorías y programas neoliberales que han arruinado hasta a los países poderosos y empobrecido más a los pobres.

En Indonesia De Soto repitió su monserga sobre cómo sacar a los pobres de la pobreza: entregándoles títulos de propiedad a fin de que puedan recibir préstamos bancarios.

¡Los emolienteros haciendo cola en el Banco de Crédito para recibir un crédito de cien dólares!

¿Un delirio? No necesariamente. La fórmula debe servir, según De Soto, para que los amazónicos reciban títulos de propiedad privados, con lo cual pueden vender sus tierras a las transnacionales del petróleo, el gas, la madera, los transgénicos, y convertirse en peones asalariados y tuberculosos.

De Soto asesoró también a Hosni Mubarak, otro ladrón y asesino, cómplice del imperialismo norteamericano. De Soto fue un leal servidor de este gobernante que, después de 30 años de dictadura, fue derrocado por masivas protestas del pueblo, un pueblo que sabe que para nada sirvieron las recetas milagrosas del peruano parlanchín. Por si acaso, Mubarak y su prole están ahora en la cárcel. Se les acusa de haberse apropiado de 70 mil millones de dólares del fisco.

Otro dictador favorecido por los consejos de De Soto y que termina por la pata de los camellos es Muammar Gadafi. El mandón libio fue durante décadas un antiimperialista radical, hasta que decidió inclinarse ante el imperio. En esta etapa entró a barajar De Soto. Él y su asesorada Keiko Fujimori aseguran que no fue contratado por Gadafi, sino por el jefe de la oposición. ¡Pero éste era entonces primer ministro de Gadafi! De Soto renunció cuando ya las papas quemaban y los bombardeos criminales de la OTAN mataban civiles libios.

Señora Keiko Fujimori: tenga cuidado con este asesor cuyos asesorados, incluido el padre de usted, suelen terminar en la cárcel.

FUENTE: LA PRIMERA PERU