Batallas barriales que se solucionan dialogando
Viernes 8 de Abril de 2011 | Acostumbrados a las peleas y a las denuncias policiales, hay vecinos que redescubren el valor de los acuerdos gracias a la mediación. Un equipo de profesionales recorre las calles con una misión: interceder para que los conflictos se solucionen. Un vals controversial, ovnis en el techo y ruidos molestos
En Ciudad Oculta (Villa 9 de Julio) no había nadie oculto ese día. Una de las adolescentes de ese barrio lleno de carencias festejaba sus 15 años; era un hecho importante para un vecindario en el que hay chicos que no saben qué es un cumpleaños. Pero la fiesta estaba demorada: la agasajada quería bailar el vals con su padrastro (está en pareja con su mamá desde que ella tenía tres años) y no con su padre. Su progenitor, en cambio, exigía que ella bailara sólo con él. Aunque parezca inverosímil, el conflicto fue resuelto por abogados. Ellos, apelando al diálogo, convencieron a la chica de que danzara con los dos, y a su papá, de que fuera más flexible. Así, Ciudad Oculta tuvo su fiesta.
¿Por qué se pelean los vecinos? En cuanto escuchan la pregunta, aquellos que suelen mediar en los conflictos barriales exclaman “¡uff!”. Según ellos, el diálogo es un valor que está desapareciendo e, infinidad de veces, las personas recurren a las comisarías para resolver un inconveniente tan sencillo como que el perro del vecino ladre durante la siesta.
El abogado Fernando Alberti y el estudiante de Derecho Francisco Silva recorren todas las semanas un vecindario distinto de la ciudad. Ellos acompañan el trailer sanitario del programa “El municipio en los barrios” y su función es brindarles asesoramiento legal a los vecinos. La anécdota del cumpleaños de 15 les pertenece y tienen muchas más. Alberti relata algunas en la esquina de Maipú y Colombia, junto al trailer.
“Hace algunas semanas, en el barrio Seoc III, un hombre denunció en la comisaría a otro porque su pared se estaba llenando de humedad. Resulta que el denunciado estaba haciendo una obra y había amontonado tierra sobre la medianera. El enojo era tal que ni siquiera se hablaban. Finalmente convencimos a uno de que pusiera la tierra en otra parte y al otro de que levantara la denuncia. Al final, entre los dos terminaron trasladando la tierra”, apunta Alberti.
Ovnis ruidosos
Trabaja como mediadora desde 1996, pero, a pesar de que escuchó de todo, hay dos situaciones que a Viviana Grossman (jefa del Servicio de Mediación Comunitaria de la Defensoría del Pueblo) se le vienen inmediatamente a la cabeza. La primera: una mujer denunció que los ruidos molestos que hacían los ovnis que aterrizaban en su casa no la dejaban dormir y les pidió que intervengan para que pudiera descansar. En realidad, el ruidoso era su vecino. Tras la intervención del equipo de mediadores, el hombre accedió a ser un poco más silencioso y ella no se volvió a quejar, convencida de que los extraterrestres habían decidido respetar su sueño.
La segunda: “hace poco tuvimos un caso especial: una mujer denunció a su vecino porque hacía mucho ruido cuando se levantaba temprano por la mañana. Evidentemente, las paredes que separaban los dúplex no aislaban los ruidos, porque ella había logrado grabar los sonidos que la molestaban: los placares al abrirse, la ducha… Luego de tres audiencias -un proceso bastante largo para el promedio de las mediaciones- llegaron a un acuerdo: él accedió a ponerles topes a las puertas y a sacar la ropa del placard la noche anterior para no tener que abrirlo y cerrarlo”, recuerda.
De acuerdo con las estadísticas del servicio que dirige Grossman, la mayor parte de las quejas son por cuestiones de medianeras, de humedad y por ruidos molestos. La Policía coincide con ella. Pero hay otras situaciones que si bien no llegan a una denuncia o a una mediación, reflejan lo que la abogada Sara Laura Martínez (mediadora del Registro del Poder Judicial) califica como falta de interés por los derechos del otro. “Hay un hombre que va al banco con un bastón; obviamente le dan prioridad -relata-. Un día me contó, entre risas, que él nunca usa bastón y que vive frente al banco; lo hace sólo para no tener que esperar en la cola”.
FUENTE: LA GACETA ARGENTINA