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El “fujimorismo renovado” no existe

También publicado en nuestro blog Cuestiones de la Polis de La Mula.

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En nuestro post “Fujicaviaradas (I)”, del 06 de octubre de 2015, analizamos la estrategia que por esos días estrenaba Keiko Fujimori en la Universidad de Harvard, respaldando la unión civil y el aborto terapéutico, y criticando algunos errores del gobierno de su padre, en particular las esterilizaciones forzadas, a través de la cual pretendía superar los escollos que tuvo en las Elecciones de 2011, que le impidieron llegar a la presidencia, y tratar de asegurar su triunfo en una eventual segunda vuelta en las Elecciones de 2016.

Como señalaba Fernando Rospigliosi, la estrategia consistía en un giro hacia el centro izquierda. Pero también implicaba un intento de desmarcarse de la omnipresente figura política de su padre y de presentar ante la opinión pública un nuevo fujimorismo, un fujimorismo renovado que no cargue con los grandes pasivos heredados del régimen autoritario y corrupto de Alberto Fujimori.

En ese momento calificamos su estrategia de audaz (más audaz incluso que la de PPK declarándose socialista) y riesgosa, aunque con muchas probabilidades de éxito. Señalamos también que con tal estrategia la candidata naranja no apuntaba a atraer ni medio voto de los sectores progres o de izquierda, que casi por definición son antifujimoristas, sino iba dirigida a los electores de centro, centro derecha o de “derecha liberal”, que el 2011 en lugar de votar por ella lo hicieron por Ollanta Humala e inclinaron la balanza a favor del comandante, a pesar de la “amenaza chavista” que este supuestamente representaba.

KEIKO PRESENTANDO, ANTE UN SORPRENDIDO STEVE LEVITSKY, SU PRESUNTO "FUJIMORISMO RENOVADO".

KEIKO PRESENTANDO, ANTE UN SORPRENDIDO STEVE LEVITSKY, SU PRESUNTO “FUJIMORISMO RENOVADO”.

Como parte de la misma estrategia, Keiko Fujimori sacrificó a algunas figuras del fujimorismo histórico, como Martha Chávez, Luisa María Cuculiza o Alejandro Aguinaga, vetándolos a candidatear nuevamente al parlamento. También trato de reclutar a algunas personalidades de izquierda, logrando que Vladimiro Huaroc, el ex presidente de Fuerza Social, el mismo partido de Susana Villarán, se sumara a sus filas nada más y nada menos que como candidato a la vicepresidencia.

En los meses posteriores la nueva estrategia le funcionó muy bien ya que su candidatura no solo no se desplomó, como auguraban algunos como el director de Correo Iván Slocovich, sino que incluso empezó a tener mejores perspectivas al experimentar una notable disminución de su antivoto en diversas encuestas de intención de voto.

Ciertamente, el éxito de la estrategia de campaña electoral de presentar un “fujimorismo renovado” dependía de que el viraje de Keiko, incluso en el caso que no fuera verdadero, fuera cuando menos creíble para la mayoría de su público objetivo, al margen de lo que pudiera creer o no el sector antifujimorista. Aunque, claro está, lo realmente deseable, en la perspectiva de lograr un país políticamente más integrado, hubiera sido que la renovación del fujimorismo que presentaba la candidata fuera sincero.

Sin embargo, a estas alturas del proceso electoral si hay algo evidente es que la “estrategia de Harvard” de Keiko Fujimori ya fue. Y ya fue porque una gran cantidad de hechos de su campaña electoral, ocurridos especialmente en las últimas semanas, han tirado por la borda cualquier atisbo de credibilidad de que lo que la candidata estaba construyendo en los últimos cinco años, bajo la marca “Fuerza Popular”, sea un nuevo fujimorismo.

LAS DENUNCIAS CONTRA JOAQUÍN RAMÍREZ NO SON DE AHORA. ESTA PORTADA ES DEL 12 DE SETIEMBRE DE 2014.

LAS DENUNCIAS CONTRA JOAQUÍN RAMÍREZ NO SON DE AHORA. ESTA PORTADA ES DEL 12 DE SETIEMBRE DE 2014.

Es decir, se ha hecho evidente hasta para el más despistado que ese discurso fueron solo palabras que ya el viento se llevó. Y ello no solo porque ha abandonado su discurso “caviar” de respaldo a la unión civil, al aborto terapéutico o a la CVR, sino, sobre todo, por la cantidad de personajes sumamente cuestionados de los que se ha rodeado y con quienes no ha deslindado. Destacan al respecto sus entrañables vinculaciones con Joaquín Ramírez, un oscuro personaje cuya fortuna es inexplicable, generando muy fundadas sospechas de que es un operador del narcotráfico en la política.

La importancia que tiene el oscuro personaje en el cogollo del fujimorismo, la cerrada defensa que de él han hecho todos sus principales voceros, incluyendo la propia Keiko Fujimori, repiten casi como un calco la defensa que hacía el fujimorismo albertista del siniestro Vladimiro Montesinos.Todo hace indicar, entonces, que el fujimorismo de hoy, pretendidamente renovado, es el fujimorismo corrupto de siempre.

Pienso que una fuerza política que representa a un sector tan importante de la población (más o menos el treinta por ciento), y que tiene la capacidad de obtener importantes espacios a través de elecciones, no puede considerarse proscrita indefinidamente como un actor político democrático. Pero para que ello ocurra, dicha fuerza política debería efectivamente reivindicarse de su nefasto pasado. Y eso es algo que el fujimorismo de Keiko no ha hecho y, todo indica, que tampoco le interesa hacer.

EL FUJIMORISMO DE AYER SE REPITE EN EL FUJIMORISMO DE HOY.

EL FUJIMORISMO DE AYER SE REPITE EN EL FUJIMORISMO DE HOY.

Voto crítico por PPK. Sin ambigüedades ni contradicciones

También publicado en nuestro blog Cuestiones de la Polis de La Mula.

KeikoEsPeor

 

El 24 abril pasado, a través de nuestras redes sociales, señalamos lo siguiente:

Ninguna de las opciones que finalmente han quedado en esta segunda vuelta son lo que más le convenía a la patria. Sin embargo, el peor de los escenarios posibles sería el triunfo de Keiko Fujimori, porque, lamentablemente, los hechos evidencian que el fujimorismo no ha cambiado, que sigue manteniendo la vena autoritaria que siempre la caracterizó. Ante esta disyuntiva, ponerse de costado o no tomar una posición clara es una grave irresponsabilidad. Por eso, al igual que Julio Guzman, voy a votar por el otro candidato, pero el nuestro será un voto crítico. Tenemos con PPK inmensas discrepancias y, de ser elegido, vamos a ejercer una severa fiscalización a su gobierno. Pero, más allá de tales diferencias, lo que ahora está en juego es la continuidad democrática de la patria. Este voto crítico, no implica ningún acuerdo, alianza, negociación o compromiso con el partido PPK.

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Ese mismo día, en el programa Punto Final de Nicolás Lúcar, Julio Guzmán había señalado que, a pesar que PPK, con su enfoque neoliberal, representaba lo contrario de su pensamiento, detestaba más el autoritarismo [encarnado en la candidatura de Keiko Fujimori], por lo que votaría por PPK; precisando además que dicho voto no implicaba ninguna alianza, y que era más bien un voto crítico.

Días previos, el 19 de abril, la postura del ex candidato por Acción Popular Alfredo Barnechea era la de no apoyar a ninguno de los dos candidatos, bajo el argumento de que no veía diferencias sustanciales respecto del modelo económico y social que proponen ambas candidaturas.

Por su lado, aunque la ex candidata del Frente Amplio Verónika Mendoza ponía énfasis en expresar su rechazo a la candidatura de Keiko Fujimori, al mismo tiempo reiteraba que tampoco apoyarían a PPK bajo ninguna condición ni circunstancia, bajo el argumento de que ambas candidaturas representaban el mismo modelo que su partido combate; como lo hace en el programa Al Estilo Juliana del 26 de abril. Hasta la fecha su ambigua postura es básicamente la misma.

Al respecto, Sinesio López, a quien difícilmente se podría acusar de derechista o contrario a la izquierda, en su columna de la República del 28 de abril se refería a las ambigüedades y contradicciones del Frente Amplio, en un análisis que compartimos plenamente:

Los dirigentes del FA tienen una posición ambigua porque afirman que los dos [Keiko y PPK] son lo mismo, que luchan contra el retorno del fujimorismo al poder porque eso sería lo peor que le puede pasar al Perú, que no tienen ningún compromiso con PPK y que, gane quien gane, el FA será una oposición firme del gobierno elegido.
Esta táctica es ambigua porque induce al voto blanco y viciado o al voto pro-PPK y estos dos tipos de votos son contradictorios. El voto viciado y blanco es pro-KF. Basta mirar las encuestas para darse cuenta de que si los votos blancos y viciados suben, gana KF y si bajan, puede ganar PPK. Además, no es lo mismo ser oposición de un gobierno neoliberal más o menos democrático que de un gobierno neoliberal autoritario, a no ser que se busque “agudizar las contradicciones”. Pero esa no es la propuesta de una izquierda democrática. (…)
¿Por qué algunos dirigentes de izquierda son ambiguos?… no quieren “quemarse”, ensuciarse las manos, contaminarse en la difícil coyuntura actual en la que están obligados a decidir entre dos males (escogiendo al famoso mal menor de las segundas vueltas) para salir de ellos. A algunos dirigentes izquierdistas les gustaría que la lucha se librara siempre entre el bien y el mal, olvidando que muchas veces ella se da dentro del “mal”. La política no se desarrolla solo en las abstractas alturas de los principios ni en los mullidos asientos parlamentarios sino también en el fango (como esta coyuntura) en el que es necesario decidir y luchar para salir de él.
Los principios y la ética sirven justamente para luchar y salir del fango y no para mantenerlos en las alturas incontaminadas de las utopías. La mayoría de los votantes de izquierda ya decidió y se ha metido al fango de esta coyuntura para salir de él del mejor modo posible, mientras sus dirigentes no quieren quemarse ni ensuciarse las manos. Los soldados han entrado a la batalla, pero los generales y coroneles observan porque quieren mantenerse puros e incontaminados. Eso es poco edificante, por decir lo menos.

Por eso saludamos que hace unas horas, el Colectivo No a Keiko, el movimiento de sociedad civil antifujimorista más importante, haya decidido también apostar por un voto crítico por PPK. Como bien señala el colectivo en su comunicado:

(…) ante la difícil coyuntura en la que debemos elegir entre dos candidaturas que no representan no es suficiente con decir “No a Keiko”, “Keiko no va” o “Keiko es peor”… solo hay dos caminos: Fujimori o Kuczynski. No hay otra salida. Votar en blanco, nulo, viciado o abstenerse de ir a la votación no resolverán esta disyuntiva. Mantenerse “neutral” o “al margen” de este dilema es el camino fácil. / Nosotros elegimos el camino difícil. Votaremos por PPK para evitar el segundo fujimorato. Votaremos por PPK para evitar que el fujimorismo tenga el control total el sistema político. Votaremos por PPK para evitar la reivindicación del régimen político más corrupto y antidemocrático de nuestra historia. Votaremos por PPK para demostrar que la mayoría de los peruanos aún tenemos memoria y dignidad… Nuestro voto no es un apoyo a PPK: es una consigna para salvar la democracia.

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Por lo mismo, saludamos también que, contrariamente a lo que había anunciado Alfredo Barnechea semanas atrás, el Plenario de Acción Popular haya decidido apoyar a PPK. Tal como precisamos por nuestra parte, Acción Popular también precisa que su apoyo no implica ningún tipo de condicionamiento ni cogobierno; y que, independientemente de quien gane, su rol será de oposición.

A pocas semanas de la decisiva jornada electoral, ya va siendo hora de que aquellos que consideran que el triunfo del fujimorismo sería lo peor que podría pasarle al país, se dejen de ambigüedades y adopten una posición clara y explícita para votar por el otro candidato. Salvo, claro está, que por encima de su antifujimorismo estén primando otro tipo de cálculos políticos o exista el ánimo de “agudizar la contradicciones”, como el viejo dogma marxista sugiere.