Con el presente post continuamos con la serie iniciada en un post anterior aprovechando el encuentro entre Montesinos y Fujimori, quienes después de ocho años se vieron nuevamente a las caras, y no perdieron la oportunidad para hacerse ojitos, el pasado 30 de junio, ante la Sala Penal encargada de juzgar al ex presidente por los delitos de lesa humanidad que presuntamente cometió durante su mandato. Anteriormente nos referimos a la tesis de Martín Tanaka, en esta ocasión nos vamos a referir a la de Sinesio López.
Tesis central de Sinesio López: La multiplicidad de factores y la transición que quiso ser evolutiva pero colapsó
Sinesio López desarrolla sus ideas sobre la caída del régimen autoritario de Fujimori en los siguientes textos: (1) “Perú 2000-2001: la transición democrática y el gobierno de transición”. En Comisión Andina de Juristas, Las tareas de la transición democrática, Lima: CAJ, 2001, pp. 59-89 (que en adelante aludiremos únicamente como “López, 2001a”); y (2) “El carácter de la transición del año 2000”. En Cuestión de Estado, Nº 29, Lima: IDS, 2001, pp. 12-16 (que en adelante aludiremos únicamente como “López, 2001b”). El segundo texto citado es una versión resumida del primero. El recuento realizado se basa especialmente en el primer texto.
A diferencia de Tanaka que se concentra en una sola variable, Sinesio López sopesa la incidencia de diversos actores y factores en el colapso del fujimorato, y destaca que en la transición de 2000 intervinieron actores externos —el gobierno norteamericano, la OEA y la Comunidad Europea— y actores internos —los ciudadanos efectivos, la sociedad civil, los actores políticos de oposición y los medios de comunicación independientes—, aunque considera que “(es) difícil establecer el peso de cada uno de estos actores en la realización de la transición. Es probable que ambos se reforzaran mutuamente. Los actores externos no habrían abandonado al gobierno autoritario de Fujimori ni habrían ingresado al campo de la transición si no hubiera aparecido en el escenario una candidatura que disputaba con relativo éxito el poder y si los ciudadanos efectivos, la sociedad civil y algunos medios de comunicación no la hubieran respaldado, rechazando el autoritarismo y exigiendo un gobierno democrático. La emergencia de una candidatura vigorosa de oposición y la movilización de los ciudadanos y de la sociedad civil no hubieran logrado la eficacia que tuvieron si los actores externos no los hubieran apoyado y no hubieran apostado al proceso de transición.” (López, 2001a).
López señala que muchos fueron los factores que influyeron para llegar a una transición por colapso: “los resquebrajamientos internos en la coalición gobernante, como lo confirmó la aparición del video Kouri-Montesinos, el enfrentamiento de Montesinos, la cúpula militar y Fujimori a Estados Unidos inventando el Plan Siberia, que buscaba presionar al gobierno norteamericano para echarse abajo el plan Colombia con la denuncia del tráfico de armas.” (López, 2001b: 15)
Respecto al motivo específico del colapso del régimen autoritario, Sinesio López considera que Fujimori planteó su retiro cuando la coalición civil-militar había estallado como producto de los conflictos internos entre las cúpulas debido a las denuncias de corrupción y cuando las fuerzas democráticas ya habían establecido, con el autoritarismo, un equilibrio de fuerzas que abría las puertas a la transición democrática. (López, 2001a: 71, 2001b: 13)
López realiza el siguiente recuento e interpretación de hechos para fundamentar su tesis:
· La transición del año 2000 comenzó en la fecha de la primera vuelta electoral (8 de abril), cuyos resultados obligaron a una segunda ronda electoral resistida por las fuerzas del gobierno, impulsada por la oposición y apoyada por los principales países desarrollados, algunos de los cuales habían respaldado decididamente a Fujimori. Desde esa fecha, la coalición social y política del gobierno autoritario se fracturó, el poder de Fujimori disminuyó y el de la cúpula militar y de Montesinos se incrementó. No existió una coalición democratizadora que comprometiera a algunas fuerzas del gobierno y de la oposición con la transición democrática sino que ésta era impulsada por la oposición política, por la sociedad civil autónoma y por los ciudadanos efectivos y era resistida por las fuerzas políticas del gobierno y por las organizaciones sociales de base que habían sido colonizadas por la política social del gobierno. Es decir, acotamos nosotros, no se formó la coalición democratizadora entre los blandos del régimen autoritario y los moderados de la oposición democrática, que según O’Donnell y Schmitter es típica en los procesos de transición.
· Entre la primera y la segunda vuelta no estaba en discusión la participación de los ciudadanos sino el respeto de los derechos civiles que les permitían participar en ese proceso con libertad y en igualdad de condiciones para competir. Dado que los organismos electorales, controlados por el gobierno, no garantizaban un proceso libre justo y competitivo, el candidato de la oposición se retiró y Fujimori se presentó prácticamente como candidato único en la segunda vuelta electoral. Su “elección”, pues, carecía de legitimidad.
· La transición pareció fracasar mientras el tercer gobierno inconstitucional de Fujimori iniciaba una aparente consolidación. Tres posiciones surgieron entonces: (1) la oposición dirigida por Alejandro Toledo demandaba nuevas elecciones competitivas, libres y justas; (2) la OEA y algunos sectores de la oposición pretendían democratizar al inconstitucional régimen autoritario planteando 29 puntos a realizarse en un plazo determinado; y (3) el gobierno buscaba esquivar ambas demandas para consolidarse como régimen autoritario. La exigencia de la transición, entonces, se fragmentó entre la demanda de nuevas elecciones y la democratización del régimen autoritario.
· La presentación del video Kouri-Montesinos cambió radicalmente la situación a favor de una transición clara: Fujimori decidió desactivar el SIN [el Servicio de Inteligencia Nacional, controlado por Montesinos] y recortar su mandato, y la OEA asumió un rol más activo en la negociación del gobierno con la oposición. Esta, con el apoyo de un sector fujimorista, censuró a Martha Hildebrandt y eligió en su lugar a Valentín Paniagua.
· La transición entonces no sólo fue impulsada por la oposición encabezada por Toledo, sino fue aceptada por el mismo Fujimori, por la OEA y por todas las fuerzas políticas del país y fue resistida por el SIN y la cúpula militar. Surgieron entonces dos posiciones sobre el carácter que debía tener la transición: (1) algunos sectores tanto del gobierno como de la oposición y la OEA plantearon que la transición fuera evolutiva: que fuera dirigida por el mismo Fujimori hasta la entrega del poder el 28 de julio del 2001 al candidato vencedor; y (2) otros, especialmente Toledo, plantearon que la transición fuera por colapso: que se nombrara un gobierno de transición en reemplazo del gobierno autoritario de Fujimori.
· Finalmente, el gobierno autoritario de Fujimori colapsó y fue reemplazado por el gobierno de transición de Paniagua cuando la revelación de las cuentas secretas de Montesinos en los bancos suizos, producto de una gigantesca y masiva corrupción institucionalizada, obligaron a Fujimori a huir del país y renunciar a la Presidencia del Perú.
El carácter, escenarios y etapas de la transición peruana del año 2000: la transición que quiso ser evolutiva pero colapsó
Utilizando categorías de la teoría de la transición a la democracia, López caracteriza la transición peruana de 2000 como una transición mixta: que quiso ser evolutiva pero colapsó. López hace referencia a dos tipos de transición: las heterónomas y las autónomas. Las heterónomas son inducidas o impuestas desde fuera (como es el caso de los países que fueron derrotados por los aliados en la Segunda Guerra Mundial); las transiciones autónomas, en cambio, son realizadas por las propias fuerzas internas democratizadoras. La transición peruana del 2000 fue una transición mixta, no fue ni autónoma ni heterónoma, ya que en ella intervinieron actores externos e internos (López, 2001a: 14; 2001b: 73). La transición comenzó siendo evolutiva, esto es, gradual y dirigida por los mismos dirigentes del gobierno autoritario hasta la transmisión de mando del gobernante legítimamente elegido; sin embargo, terminó en un colapso del régimen. Como en todo colapso, el régimen se desmoronó y muchos responsables de los crímenes y de la corrupción terminaron en la cárcel (López, 2001a: 83).
Para López, los escenarios de la transición fueron: (1) la calle, que fue el escenario principal de la transición; (2) la mesa de negociación de la OEA; y (3) el Parlamento.
En el primer escenario el objetivo central era la realización de nuevas elecciones. En este escenario se aisló al gobierno y se imprimió el ritmo y velocidad de la transición. “Cuando la mesa de negociación de la OEA se entrampaba y el Parlamento se negaba a asumir los acuerdos establecidos, la movilización de los ciudadanos en las calles y plazas públicas destrababa e impulsaba el proceso.” No obstante, a pesar de su importancia, no lograron tener la masividad capaz de producir el colapso del régimen. (López, 2001a: 78)
En el segundo escenario, la mesa de diálogo de la OEA, se buscaba democratizar al gobierno mediante 29 puntos principalmente liberalizadores, comprometiendo al gobierno y a la oposición en esta tarea, y manteniendo a Fujimori en su puesto hasta la fecha de transmisión del mando al candidato libremente elegido. Debido al desprestigio del Congreso, la mesa de diálogo se convirtió en el escenario de negociación más importante y legítimo. Este escenario perduró hasta el colapso del régimen fujimorista. (López, 2001a: 79)
El escenario parlamentario estaba desprestigiado porque el Congreso se había sometido al gobierno, por la forma fraudulenta y corrupta utilizada por el régimen para formar una mayoría que les había sido negada en las urnas. “En esas condiciones, el Congreso no podía erigirse en un espacio legítimo de negociación, como lo deseaban el gobierno fujimorista y los parlamentarios oficialistas. Todos los participantes en el diálogo, en cambio, estuvieron de acuerdo en asignarle un papel de aprobador formal que otorga carácter vinculante a los acuerdos establecidos en la mesa del diálogo de la OEA.” (López, 2001a: 80)
Finalmente, López señala las etapas de la transición, basándose tanto en la teoría de la transición a la democracia, como en los planteamientos de Robert Dahl. En tal sentido, distingue cuatro etapas en la transición de 2000: (1) etapa de la movilización; (2) etapa de la negociación entrampada; (3) etapa del desmoronamiento; y (4) etapa de la democratización y del gobierno de transición.
En la etapa de la movilización, que ocurre entre el 9 de abril y el 28 de julio de 2000, estuvo en juego el cambio de las condiciones fraudulentas de la primera vuelta para realizar elecciones libres, limpias y justas en la segunda vuelta, objetivo que no se logró, pese a la presión interna y externa, por lo que la oposición se abstuvo de participar en la segunda vuelta (28 de mayo) aduciendo la ilegitimidad del proceso. Esta etapa se abrió con la gran movilización en la noche del 9 de abril en el Paseo de la República, por la que se impidió que el candidato del fraude electoral ganará en primera vuelta; continuó con grandes movilizaciones de los ciudadanos efectivos, de la sociedad civil autónoma y de la oposición prácticamente unificada contre el gobierno autoritario; y concluyó con la marcha de los cuatro suyos, por la que se buscaba hacer fracasar la juramentación del cargo presidencial de Fujimori. (López, 2001a: 81)
En la etapa de la negociación entrampada, que transcurre entre el 28 de julio y el 16 de setiembre, la oposición entró al diálogo que buscaba democratizar al régimen y postergó su demanda de nuevas elecciones; sabiendo que si se efectuaban las reformas propuestas por la OEA, más temprano que tarde deberían haber nuevas elecciones. Por ello la oposición aceptó el diálogo, a pesar que no tenía fuerza para obligar al gobierno a cumplir los acuerdos. El gobierno, consciente de lo mismo, entrampaba el diálogo para no establecer acuerdos que lo comprometieran. La OEA y los EE.UU. presionaban al gobierno para desentrampar el diálogo; mientras el gobierno presionaba para echarse abajo el Plan Colombia con la denuncia del tráfico de armas; sin embargo, el Plan Siberia inventado por Fujimori y Montesinos fue contraproducente para sus intereses ya que de acusadores pasaron a acusados. (López, 2001a: 81-82)
La etapa del desmoronamiento transcurre del 16 de setiembre al 19 de noviembre. Se inicia con la exhibición del video Montesinos-Kouri, que desentrampó la negociación y abrió las puertas del desmoronamiento del régimen. “Ese video reveló las tensiones y distanciamientos existentes en las instituciones armadas y transformó las fisuras que existían entre ellas en fracturas de la coalición gobernante”. El gobierno norteamericano buscaba distanciar a Fujimori de Montesinos para mantenerlo dirigiendo la transición y presionaba para que Fujimori realice cambios en la cúpula militar y desactive el SIN, para hacer creíble y viable la transición. A su vez se presionó para que Montesinos salga del país. La gigantesca descomposición moral del gobierno fue revelada por la embajada suiza, al parecer, a pedido de la DEA y la CIA, y fue ”iluminada por los reflectores de los medios de comunicación”. El retorno de Montesinos, la fuerza política de la publicidad y la acción de la DEA y la CIA contra Montesinos hicieron que el régimen fujimorista “se desmoronara como un castillo de naipes”. (López, 2001a: 82. El subrayado es nuestro)
La etapa de la democratización y del gobierno de transición, que abarca del 19 de noviembre al 9 de abril del 2001, “fue el periodo de organiza-ción de nuevas elec-ciones, del desmontaje lento del régimen autoritario, de la puesta en marcha de un gobierno de transición, de la reinstitucionalización del Estado, del exorcismo de los vladivideos, del encarcelamiento de los corruptos del establecimiento de la neutralidad estatal y de la administración de la crisis económica heredada.” (López, 2001a: 82-83)
Consideraciones sobre la tesis de Sinesio López
Una de las ideas más interesantes de la explicación de Sinesio López es considerar que cada uno de los actores, tanto externos como internos, que participaron en la transición a la democracia peruana del año 2000, desempeñaron un rol en el proceso y que se reforzaran mutuamente; asimismo, destacar que fueron muchos los factores que influyeron para llegar a una transición por colapso. Esta explicación es consecuente con la complejidad propia de cualquier proceso político.
Sin embargo, la explicación de López no termina de ahondar en el rol específico de cada uno de los actores, ni de fundamentar con más detalle los “muchos” factores que influyeron en el colapso del régimen. López salva esta falta de profundidad argumentando que es difícil señalar el peso de cada uno de los actores en la realización de la transición. No obstante, el hecho que sea difícil establecer el peso específico de cada uno de los actores, no exime de la necesidad de emprender esta tarea, si se pretende una explicación consistente.