¿Los viejos a la tumba o al “consejo de ancianos”?

Tumba

El artículo de Steve Levitsky “¿Una nueva izquierda?” (La República, 07.06.2015) ha generado diversas reacciones, tanto entre la opinología como en los predios de la propia izquierda. Levitsky parte de la premisa que la izquierda peruana (actualmente dividida en dos frentes, ninguno de los cuales es viable) es una fuerza marginal que no amenaza a nadie, a pesar que en la sociedad existe una amplia percepción de injusticia en la distribución de la riqueza que la izquierda podría aprovechar electoralmente.

Para que una izquierda exitosa sea posible, señala Levitsky, tiene que ser una izquierda renovada (y no reciclada). Para ello propone tres grandes cambios. Primero, una radical renovación generacional, que implica que “la vieja guardia tiene que irse”. Segundo, el abandono de todos los símbolos (bandera roja, puño en alto, etc.) y consignas de la izquierda tradicional y la creación de un nuevo discurso y cultura. Y, tercero, repensar su base social, tradicionalmente conformada por obreros y campesinos, y estar más atenta a las necesidades de los sectores medios urbanos.

Voy a enfocar las siguientes líneas al primero de los tópicos señalados por Levistsky; el referido a la renovación generacional. Según el politólogo estadounidense:

Si quiere resucitar la izquierda peruana, la nueva generación tendrá que matar a sus padres. Los partidos históricos (PCP, Patria Roja), los intelectuales, quizás todos los políticos de la época de la Izquierda Unida, tendrán que jubilarse. Fuera de la foto. Muchos son buenas personas; algunos son muy respetados. Pero han fracasado, sin cesar, por 25 años. (…) Mientras nuevos proyectos de izquierda crecieron en países como Bolivia, Brasil, Costa Rica, El Salvador, México, y Uruguay, en el Perú, después de 25 años, la izquierda sigue fragmentada, divorciada de los sectores populares, y electoralmente marginal. La vieja guardia ha fracasado. Que se vaya.

En suma, lo que Levitsky propone vendría a ser una nueva versión de la arenga que Manuel Gonzales Prada hizo en 1888, en el discurso en el Politeama: ¡Los jóvenes a la obra, los viejos a la tumba!

En un sentido parecido, Alberto Vergara (entrevista en diario Perú 21, 07.06.2015) señala que “quisiera ver jóvenes más peleadores, con menos complejos frente a la generación anterior, que no consiguió mucho. Y, sin embargo, le tienen una lealtad y admiración que me parece fuera de lugar. Una izquierda más rebelde frente a su propia tradición, capaz de cortar con los fantasmas de Izquierda Unida, que le de igual lo que ocurrió en Huampaní en 1989. Es más, que lo ignore.”

Como refiere Augusto Álvarez Rodrich (“Más que la edad, actitud”, La República, 19.06.2015), frente a esos reclamos de protagonismo juvenil y jubilación de los mayores, “la guardia vieja, por su parte, ha respondido con comentarios que transmiten poca intención de jubilación, haciendo notar la arrogancia de la juventud impetuosa.”

Pienso, en el sentido del reclamo de Levitsky y Vergara, que si la izquierda pretende convertirse seriamente en una alternativa política para el país debe realizar, entre otros cambios, una profunda renovación generacional, que implique que muchas de las posiciones de mando (puestos dirigenciales, candidaturas, vocerías) sean asumidas por cuadros jóvenes. Sin embargo, creo que ello no necesariamente debe significar jubilar a la vieja guardia ni enviar a los padres al cementerio político.

La experiencia de la vieja guardia puede ser muy valiosa, pero siempre y cuando, en lugar de pretender seguir encabezando las luchas políticas y aferrándose a sus viejas posiciones de mando, permite que los roles protagónicos sean ocupados por las nuevas generaciones y se constituye más bien en una especie de “consejo de ancianos” que promueva y asuma el rol de coaching de los nuevos cuadros. Si esa vieja guardia está dispuesta a redefinir su papel en los términos señalados, no hay necesidad de jubilarla ni de mandarla a la tumba.

Sin perjuicio de lo señalado, no deja de ser oportuna la advertencia de Santiago Pedraglio (“Juventudes de izquierda: Cuidado con el mito de Adán”, Perú 21, 12.06.2015) de evitar el riesgo que las nuevas generaciones terminen reproduciendo los mismos vicios que se identifican en la vieja guardia:

Urge, sí, un cambio generacional. El hartazgo ante la misma foto es legítimo. Pero no todo es tan sencillo: el caudillismo y la intransigencia se heredan con facilidad. ¿Los jóvenes son de por sí menos sectarios? Ese purismo posextractivista, por ejemplo, ¿no es viejo vino en nuevo odre? ¿Y la persistente descalificación de potenciales aliados democráticos por errores del pasado? ¿O la reprobación de un joven con agallas, como Sergio Tejada, porque ‘se demoró’ en salirse del Partido Nacionalista? (…) Los jóvenes al mando, sí, de acuerdo. Pero ¿sin crítica informada y rigurosa?, ¿ignorando la historia? Mal consejo el de Vergara, decirles que no se preocupen de por qué diablos se rompió IU en 1989; y ¿qué hacer con errores recientes como los de la gestión de la Municipalidad de Lima? Demasiado simplista el consejo de Levitsky, que invita a ‘matar a los padres’. / Esas sugerencias equivalen a decir, otra vez, ‘la historia comienza conmigo (o con nosotros)’. El mismo error de las generaciones anteriores.”

Como advierte Pedraglio, ser etáreamente joven no necesariamente es garantía de verdadera renovación. De ahí que tan importante como el cambio generacional es que los nuevos actores políticos ejerzan su oficio con nuevas actitudes, con una nueva cultura más democrática, menos sectaria, y que, como reclama Levitsky, abandone los símbolos y consignas de la izquierda tradicional y cree un nuevo discurso.

Tampoco se trata de empezar todo desde cero, como en el mito de Adán. Pero para que ello sea posible, no basta con que las nuevas generaciones estén dispuestas a recibir lo mejor del legado de la vieja guardia. Es necesario también que esa vieja guardia tenga la grandeza de asumir su papel de “consejo de ancianos”, que es en el cual podría ser más útil. Si no está dispuesta a hacerlo, sí habría que mandar a la tumba política a esa vieja guardia.

p-tibaldi-escuelaatenas-escorial-grande

Puntuación: 5 / Votos: 2

Comentarios

  1. Ronal Salcedo Campos escribió:

    Suscribo lo que usted manifiesta. Hay mentes jóvenes ávidas de trabajar por este país, ya es hora que la vieja guardia dé un paso al costado. Un abrazo querido Carlo Magno.

    1. Carlo Magno Autor escribió:

      Estimado Ronal, ese paso al costado que debe dar la vieja guardia, considero, debe consistir en que, sin necesidad que se jubile del todo, asuma un rol de “consejo de ancianos”, que no solo permita que las nuevas generaciones asuman la conducción, sino que las apuntale y ayude a hacerlo.

  2. Marco Espinoza escribió:

    Levistky tiene razón…… Hay sin duda en su manifiesto, algunas expresiones de forma que han provocado la reactiva respuesta de los intelectuales de izquierda, cómplices del actual estado del movimiento popular, quines más allá de recoger el sentido mismo del planteamiento, despotrican con la misma ausencia de autocrítica que tenía Susana Villarán durante toda su mediocre gestión.
    El asunto es bien simple, o debería serlo:
    Lo que no funciona, debe ser cambiado.
    Y consecuentemente quienes hayan sido responsable también.
    En cualquier organización exitosa, o que pretenda serlo, sería un despropósito persistir en lo errático, en el fracaso.
    Por eso, el cambio es inexorable.
    Y si toda una generación ha fracasado, pues le toca a la siguiente asumir el desafío. Un desafío que recoja la autocrítica indispensable que urge se plantee “la vieja guardia”. Quienes asuman la posta deberían replantear las concepciones relacionadas a las masas, a sus aliados y de la penetración de los estilos de consumo que el sistema ha impuesto. Del mismo, deberán entender que bajo este escenario, las campañas electorales son un show; y que los viejos discursos han sido perversamente relacionados, en la mente de las mayorías, como antipatriticos, subversivos.
    Levistky tiene razón. Más allá de la forma. Y si la viaja guardia no retrocede, entonces hay dos escenarios:
    1) O bien seguimos de cómplices detrás de gobiernos como el de Toledo y Humala….. Revolviendose en el fracaso y camino a la extinción.
    2) Las nuevas generaciones toman la dirigencia y a partir de ello un nuevo impulso, una nueva oportunidad.

  3. Roman Aller escribió:

    Totalmente de ACUERDO con el rol “del consejo de ancianos” para un intercambio intergeneracional; añadiría a los que dejan de ser “jóvenes” y los que aún no llegan al “consejo de ancianos”, para la triangulación, porque hay un vacío intermedio.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *