El pasado domingo 17 de febrero, el parlamento de la (ex) provincia serbia de Kosovo, de mayoría albanesa, declaró su independencia de Serbia. Ello supone el nacimiento de una nueva polis (o Estado), suceso que en este blog, dedicado a las cuestiones de la polis, no podíamos pasar por alto. Después de todo, no todos los días ocurren los nacimientos de nuevos países.
Muchos medios de comunicación han destacado que dicha declaración de independencia ha sido “unilateral”, es decir, que no ha contado con la conformidad de Serbia, el Estado del cual se independiza Kosovo.
Al respecto, hay que precisar que en la gran mayoría de los casos, las nuevas polis o estados se han constituido a partir de declaraciones unilaterales de independencia, es decir, con la oposición de los estados o imperios de los cuales se independizaban.
Ello por una sencilla razón: es muy difícil suponer que un Estado se resignará fácilmente a “perder” lo que considera parte suya y que, graciosamente, otorgará la independencia a alguna de sus provincias o dominios. Por el contrario, por regla general, dicho Estado tratará de evitar por todos los medios a su alcance que los afanes de independencia política de alguna de sus provincias se llegue a concretar.
Para no ir muy lejos, todos los estados americanos han nacido a partir de declaraciones unilaterales de independencia y, en casi todos los casos, mediando conflictos armados o guerras de independencia.
El caso de la independencia de Kosovo respecto de Serbia no es la excepción a esa constante histórica. No olvidemos que las ansias separatistas de la mayoría albanesa que habita en Kosovo data de hace varias décadas (y tiene además profundas y remotas raíces históricas) y que en la región ya han ocurrido cruentos conflictos armados por dicha causa (como la Guerra de Kosovo), lo que ha incluido operaciones de limpieza étnica y genocidio entre ambas partes.
En tal sentido es claro que Kosovo luchará por consolidar su independencia recién declarada con uñas y dientes, en tanto Serbia tratará de evitar, también con uñas y dientes, que la misma se llegue a concretar. De allí que el desenlace de este proceso sea imprevisible.
Un elemento crucial cuando nace un nuevo estado es el reconocimiento (o desconocimiento) por parte de otros estados del nuevo aspirante a miembro de la comunidad internacional. En la medida que un nuevo estado sea reconocido por más estados (y si estos son más poderosos aún mejor), es más probable que se llegue a consolidar como tal. Si el nuevo estado, en cambio, es desconocido por la mayoría de países, su consolidación será más difícil.
En el caso de la Kosovo, este nuevo estado ha recibido el inmediato reconocimiento de varios de los países más poderosos del mundo, empezando por los estados más importantes de la Unión Europea (Inglaterra, Francia, Alemania e Italia, así como Finlandia, Dinamarca, Austria, Suecia y Croacia) y continuando por los Estados Unidos de Norteamérica.
Por otro lado, además del obvio desconoci- miento por parte de Serbia, el nuevo estado ha sido desconocido por países de la im- portancia de Rusia y China, aunque también por varios países de la misma Unión Europea, como España, Ruma- nia, Bulgaria, Chipre, Eslovaquia y Grecia. También han descono- cido al nuevo estado Venezuela y Bolivia.
Cabe destacar que muchos de los países que han desconocido la independencia de Kosovo, tienen sus propios problemas internos con minorías étnicas y sufren amenazas de secesión. Es el caso de España, que teme que la independencia de Kosovo sea tomada como (mal) ejemplo por los vascos y catalanes; de Rumania, que teme que su minoría húngara quiera separarse para unirse a Hungría; o de Bolivia, que afronta los intentos autonomistas de varios de los departamentos de su zona oriental. Es decir, la razón que los motiva al desconocimiento del estado kosovar es el temor al contagio.
El motivo por el cual algunos países han reconocido al nuevo estado y otros lo han desconocido, obedece a razones geopolíticas. En tal sentido, la zona de los Balcanes es el nuevo tablero del ajedrez mundial, sobre el cual las grandes potencias mundiales, una vez más, ponen en juego sus propios intereses. Ello, sin embargo, no debería sorprender, ya que forma parte de la dinámica real de las relaciones internacionales, que en verdad no se basa en el muchas veces idealista Derecho Internacional, sino en las anárquicas relaciones de poder que ocurren entre los diversos estados.
En este momento, pues, la humanidad está siendo testigo del doloroso parto de una nueva polis, y aún no sabemos si el neonato estado llegará a sobrevivir o si perecerá en el intento.
Actualización (22 de febrero de 2008): De acuerdo a lo informado por el Ministerio de Relaciones Exteriores de nuestro país, el Estado peruano ha decidido reconocer la independencia de Kosovo.
parece que yanquilandia se ha salido con la suya y ha impuesto al mundo otro pais que sera peon del imperio en su tablero de ajedrez mundial