Diez años de Laudato si’: Clamor vigente por la casa común

3:00 p.m. | 11 jun 25 (NCR/CL).- Hace diez años, el papa Francisco nos entregó Laudato si’, una encíclica que no solo denunció el daño ambiental, sino que propuso una visión integral que conecta ecología, justicia y espiritualidad. Su llamado no ha perdido vigencia: la crisis climática se agrava y afecta a los más vulnerables. En el 2023, Laudate deum reforzó ese clamor ante la inacción global. Para este aniversario, compartimos reflexiones sobre su impacto, destacamos iniciativas inspiradas en ella y ofrecemos recursos para profundizar en su trascendencia.

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Con Laudato si’, Francisco incorporó la ecología a la doctrina social

El papa Francisco, que tomó su nombre del santo patrón de la ecología -San Francisco de Asís-, murió un día antes del Día de la Tierra y unas cinco semanas antes del décimo aniversario de su histórica encíclica sobre el cuidado de la Creación. Fechado el 24 de mayo, solemnidad de Pentecostés de 2015, el documento, Laudato si’, sobre el cuidado de la casa común, presenta el núcleo de sus enseñanzas sobre la ecología integral, sus principios y aplicaciones prácticas.

La ecología integral reconoce la interconexión y la interdependencia entre los seres humanos y el planeta, dijo, y cómo los valores, esquemas mentales y acciones de las personas afectan a todos los esfuerzos humanos y al planeta. Francisco insistió en que las cuestiones sociales, económicas, políticas y medioambientales no son problemas aislados, sino las múltiples dimensiones de una crisis global. La flora y la fauna, los cielos y los mares y todos los seres humanos no son objetos que deban explotarse y dominarse, sino maravillosos reflejos de lo divino; son creaciones de Dios y dones que deben protegerse, amarse y compartirse.

Se trata de la primera encíclica de un pontífice sobre el medioambiente; sin embargo, surge de una larga tradición teológica que considera el mundo natural como una forma de revelación divina que “debe llevarnos también a redescubrir nuestra fraternidad con la tierra, a la que estamos vinculados desde la creación”, como dijo Juan Pablo II. Francisco “se basó en el ‘desarrollo humano integral’ de Benedicto XVI y en la ‘ecología humana’ de Juan Pablo II”, comentó Celia Deane-Drummond, directora del Instituto de Investigación Laudato si’ de la Universidad de Oxford, a Catholic News Service (CNS).

Así que, aunque su escrito de 2015 “no cayó del cielo”, explicó, hubo un notable “cambio de tono y de enfoque, y un énfasis mucho mayor en el diálogo con personas de otras tradiciones y en la apertura al mundo”. Laudato si’ también mostró “un corazón pastoral” con una clara conciencia del sufrimiento de la gente y del mundo, “que necesitamos incorporar en nuestra forma de vivir y actuar como cristianos”, dijo Deane-Drummond.


Las raíces latinoamericanas de una conversión ecológica

Francisco, con su larga experiencia en el Sur global, también aportó una perspectiva única que le impulsó a abordar el tema del ecologismo, que había sido “relegado como una preocupación marginal de la izquierda”, y a vincularlo con la justicia social, dijo a CNS Erin Lothes, teóloga y especialista en clima. “Su propia conversión a la ecología, creo, surge de sus raíces en América Latina y de su condición de Papa de los pobres”, que vio el impacto de las crisis ecológicas en la gente de allí, dijo Lothes, que es profesora en el Centro de Ética de la Tierra de Nueva York y “afiliada eclesial” en el Instituto de Investigación Laudato si’.

Muchos de los temas principales de su pontificado, incluida la necesidad de abordar la inminente crisis ecológica, se encuentran en el documento de Aparecida de 2007, que el entonces cardenal Jorge Bergoglio de Buenos Aires ayudó a redactar con obispos de América Latina en Aparecida (Brasil), hogar de la Amazonía y “pulmón” de la Tierra. “Podemos ver las semillas de Laudato si’ en Aparecida”, dijo Lothes, incluyendo la necesidad de un “modelo de desarrollo alternativo, una nueva ética basada en la justicia y la solidaridad y la atención al grito de la tierra y al clamor de los pobres. Creo que eso influyó mucho y le llevó a centrarse” en la cuestión en la trascendente encíclica.


Una encíclica que habló al mundo e impactó al ámbito científico

Al mismo tiempo, dijo, “el mundo global estaba viendo más crisis ecológicas”, y muchos en la sociedad civil estaban presionando para actuar, especialmente en conferencias internacionales patrocinadas por las Naciones Unidas, mostrando “que había esa disposición para que estas semillas de su enseñanza echaran raíces”. Con Laudato si’, dijo Deane-Drummond, Francisco “apeló al mundo de una manera muy ambiciosa” y, en consecuencia, la encíclica tuvo una influencia “impresionante” en el mundo de la ciencia.

Deane-Drummond trabajó primero como científica y luego como teóloga, y lleva relacionando ecología y teología desde finales de los años ochenta. Dijo que conocía a científicos y otras personas que nunca antes habían leído una encíclica, “pero leyeron Laudato si’“. Un artículo sobre Laudato si’ en una revista de biología cosechó “más visitas ese año que cualquier otra publicación”.

“La verdad es que nunca había visto nada igual”, dijo. “De repente, abrió de par en par la doctrina social católica al mundo, y de una forma extraordinaria, completamente audaz”. Además, “no fue un documento de recepción pasiva”, dijo Deane-Drummond, ya que fomentó la creación de redes y la acción a múltiples niveles. La encíclica influyó incluso en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático que se celebró varios meses después, y el Acuerdo de París resultante “podría no haberse producido si él no la hubiera publicado entonces”, afirmó.

VIDEO. ¿Cuales son los mensajes centrales en Laudato si’?

¿Una gota en el océano o una poderosa corriente submarina?

Cuando Francisco escribió esta revolucionaria encíclica fue aclamada por algunos como la contribución más influyente que la Iglesia católica haya hecho al debate global. Sin embargo, una década después, la situación de nuestra casa común parece empeorar a cada paso. A pesar del discurso valiente y sin precedentes del Papa, la emergencia climática continúa agravándose, golpeando especialmente a los más pobres, mientras los científicos lanzan advertencias cada vez más urgentes.

¿Es Laudato si’ una intervención marginal en el vasto océano de los desafíos contemporáneos, o el inicio de una dinámica profunda y transformadora que actúa bajo la agitación visible del mundo actual?

Vale la pena recordar el contexto inédito que la vio nacer. Por primera vez, una encíclica papal no llegó por sorpresa, sino precedida por meses de expectación. Desde principios de 2014 se hablaba ya de su preparación. Cuando finalmente se publicó, no defraudó. Más bien, superó todas las expectativas. La recepción fue inmediata y global. Nunca antes un documento pontificio había sido tan citado, comentado y discutido en tantos ámbitos distintos: desde la ciencia hasta el arte, desde la política hasta la espiritualidad. Francisco ofreció una visión radicalmente esperanzadora, anclada en la tradición católica pero con una voz universal. Términos como “ecología integral” o “conversión ecológica” entraron en el léxico público, con una claridad que no solo denunciaba, sino también invitaba a sanar.


Laudate deum
: Del llamado pastoral al grito urgente ignorado

Y sin embargo, mientras el Papa desplegaba con coherencia el mensaje de Laudato si’, modelando su llamado con gestos concretos —desde cumbres interreligiosas hasta un sínodo amazónico, desde el impulso a las energías limpias en el Vaticano hasta su cercanía con las víctimas climáticas—, la respuesta global fue, en el mejor de los casos, tibia. Las cumbres climáticas acumulaban compromisos incumplidos, los intereses económicos seguían dominando el rumbo, y las señales de alarma se multiplicaban.

Fue esa falta de respuesta lo que motivó, en 2023, una acción inédita: Laudate deum. Subtitulado “Sobre la crisis climática”, este nuevo documento no era un eco del anterior, sino un grito más urgente. El lenguaje, más severo, reflejaba la impaciencia de Francisco: “Ya somos incapaces de detener el enorme daño que hemos causado. Apenas tenemos tiempo para evitar daños aún más trágicos”. Y sin embargo, incluso ese grito fue recibido con distracción. La contaminación crece. La deforestación crece. Las catástrofes aumentan. Las metas del Acuerdo de París, tantas veces celebradas, siguen incumplidas. A la sombra de guerras y polarización, la crisis climática ha perdido presencia en el debate público.

En algunos países clave, como Estados Unidos, el negacionismo -que fue ferozmente denunciado por Laudate deum– ha recuperado protagonismo político. A la indiferencia se suma una hostilidad activa: la palabra “clima” empieza a desaparecer de comunicados oficiales, mientras los subsidios a los combustibles fósiles se multiplican. En lugar de la acción “decisiva, aquí y ahora” que pedía Laudato si’, se impone una lógica de corto plazo que compromete el futuro común.


El legado vivo de Laudato si’

Entonces, ¿es Laudato si’ una simple gota en el océano? No del todo. Como dijo el historiador Arnold Toynbee en 1948: “Las cosas que ocupan buenos titulares distraen nuestra atención de los movimientos más lentos, impalpables, imponderables, que actúan bajo la superficie y penetran hasta las profundidades. Pero, por supuesto, son realmente estos movimientos más profundos y lentos los que, al final, hacen la historia, y son los que destacan enormemente en retrospectiva, cuando la información sensacionalista y pasajera se ha reducido, en perspectiva, a su verdadera proporción”.

En ese sentido, Laudato si’ fue, y sigue siendo, una poderosa corriente submarina. Una transformación que se desarrolla con discreción pero con profundidad. Una corriente que recorre comunidades, parroquias, universidades, familias religiosas, y que no se detendrá. Ya tiene un legado vivo. Algunos de sus frutos infunden mucha esperanza:

-El nacimiento del Movimiento Laudato si’ a nivel mundial, con sus casi 20.000 líderes de base formados como animadores, y de redes eclesiales a nivel regional.
-Innumerables proyectos en parroquias y comunidades locales para instalar energías renovables, desinvertir en combustibles fósiles y otras medidas tangibles, apoyados por la Plataforma de Acción Laudato si’ del Vaticano.
-Hermosas interpretaciones artísticas de la encíclica, como la película La Carta: Un mensaje para nuestra Tierra, realizada por una compañía ganadora de un Oscar.
-Iniciativas académicas como el diploma conjunto en ecología integral de las universidades pontificias de Roma o el Instituto de Investigación Laudato si’ de la Universidad de Oxford (Inglaterra).
-La iniciativa ASSISI Terra Laudato si’ en los santuarios franciscanos de Asís, Italia.

Además, Francisco acompañó la publicación de Laudato si’ con una hermana igualmente importante. Apenas unas semanas después de publicar la encíclica, instituyó la Jornada Mundial de Oración por la Creación el 1 de septiembre. A través de los mensajes anuales que marcan ese día especial, Francisco sigue motivando a la Iglesia a dar vida a Laudato si’ en colaboración con otras iglesias cristianas, también como parte de las celebraciones más amplias del Tiempo de la Creación durante todo el mes de septiembre. Miles de parroquias y comunidades locales lo celebran cada año.


Una conversión en marcha que redefine la misión de la Iglesia

Todo esto no es aún suficiente frente a la magnitud del desastre. Pero muestra que algo se ha puesto en marcha, algo que no retrocede. Sobre todo, porque Francisco supo abordar lo que muchos científicos y políticos no han logrado: las raíces espirituales y morales de esta crisis. El abogado ambientalista Gus Speth lo formuló así: “Solía pensar que los principales problemas ambientales eran la pérdida de biodiversidad, el colapso de los ecosistemas y el cambio climático. Pensaba que con 30 años de buena ciencia podríamos resolver esos problemas, pero estaba equivocado. Los principales problemas ambientales son el egoísmo, la codicia y la apatía, y para abordarlos necesitamos una transformación espiritual y cultural, y nosotros, los abogados y los científicos, no sabemos cómo hacerlo”.

Francisco sí supo. Puso en el centro valores como la justicia intergeneracional, la solidaridad con los pobres, la armonía con la Creación. Su encíclica no se limita a proponer reformas técnicas. Invita a una conversión ecológica, una transformación interior que permita ver el mundo como un don sagrado, una “comunión universal” donde todo está conectado.

Esa conversión ya está en marcha, aunque no ocupe los titulares. Está impregnando la teología, la liturgia, la espiritualidad, la catequesis. Está redefiniendo la manera en que los cristianos comprenden su lugar en el mundo. Así como Rerum novarum abrió en su tiempo una nueva etapa en la doctrina social, Laudato si’ ha abierto una nueva etapa para la teología ecológica y la acción pastoral.

¿Qué fuerza prevalecerá? ¿El poder destructivo que hace parecer todo esfuerzo insignificante? ¿O esta corriente silenciosa pero firme que la encíclica puso en movimiento? El desenlace está aún en curso. Pero el próximo capítulo ya se está escribiendo, y León XIV, el nuevo sucesor de Pedro, ha dado señales claras de querer continuarlo. Ahora que Francisco ha partido a la Casa del Padre, nuestra mejor manera de honrar su legado es sumarnos a esa corriente, con decisión, con esperanza, con valentía.

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En la Amazonía: el clamor ignorado y la esperanza resistente

A diez años de la encíclica ecológica, una reflexión de Mauricio López (vicepresidente laico de la Conferencia Eclesial de la Amazonía) recuerda que no se trató de un simple documento doctrinal, sino de “una hoja de ruta” y “un grito profético” por el cuidado de la Casa Común. Francisco, señala, lanzó entonces una interpelación radical a la conciencia colectiva: cambiar de lógica, abandonar los estilos de vida que destruyen la Tierra y asumir una conversión ecológica integral.

Lejos de haberse cumplido, ese llamado fue desoído, sostiene López. Diez años después, la humanidad ha fallado: “seguimos recorriendo un camino que destruye la Tierra, descarta personas y sacrifica comunidades”. Peor aún, advierte, Laudato si’ ha sido domesticada: reducida a discursos ambientales sin impacto, vaciada de su radicalidad ética, política y espiritual.

Signos vivos de conversión

La Amazonía, ese termómetro viviente del planeta, sangra. Sus pueblos son criminalizados por defender lo que siempre han protegido. Y mientras se anuncian transiciones energéticas “verdes”, los mismos intereses de siempre saquean litio, cobre y tierras raras en nombre del desarrollo. Es el extractivismo de siempre, ahora con un maquillaje de sostenibilidad. Lo llaman progreso, pero sigue siendo colonización, y es, cada vez más devastación. Pero no todo ha sido oscuridad. Porque incluso en el desierto, Dios hace brotar fuentes de agua viva. En estos años, el Espíritu ha suscitado procesos que encarnan el sueño de Laudato si’ en lo profundo del territorio.

La REPAM nació como una respuesta al grito de los pueblos amazónicos. Articuló voces, comunidades, Iglesias, y puso en el centro los rostros concretos de quienes viven en la selva y la defienden. Esa experiencia sirvió, y en cierto modo ayudó a concebir, al Sínodo para la Amazonía: un momento de gracia, de escucha verdadera, de eclesialidad sinodal nueva en construcción, la cual sigue hasta hoy.

La CEAMA —Conferencia Eclesial de la Amazonía— es, y quiere ser, la continuidad institucional de ese proceso sinodal. Una Iglesia con rostro amazónico, en salida, sinodal, profética y encarnada. Y junto con ella, siguen tejiéndose procesos que encarnan Laudato si’ más allá del discurso.

Entre ellos, el Programa Universitario Amazónico (PUAM) es una propuesta educativa que encarna una conversión estructural en clave sinodal y territorial. Más que un proyecto académico, busca caminar junto a los pueblos, fortaleciendo liderazgos comunitarios, promoviendo una espiritualidad crítica e impulsando una educación basada en Laudato si’, como alternativa al modelo educativo dominante y colonizador.


Convertirnos o perecer

El texto insiste en que ya no hay espacio para la nostalgia ni el discurso tibio. La crisis ecológica y social exige respuestas concretas, no lamentos. La esperanza, argumenta el autor, “no es un adorno espiritual, es una decisión radical” de vivir de otro modo, de sostener procesos comunitarios desde abajo, de reconstruir vínculos y resistencias en los márgenes del sistema. La conversión que propone Laudato si’ no es un cambio de opinión, sino de vida. Implica, según el autor, dejarse afectar por el clamor de la Tierra y de los pobres, cambiar la mirada y las estructuras que sostienen el modelo depredador vigente.

La historia, concluye, ofrece una oportunidad más: pasar de la lógica del descarte a una civilización del cuidado. Pero esta oportunidad es urgente y frágil. Laudato si’, insiste, “sigue siendo la brújula, pero sólo servirá si nos atrevemos a caminar por los nuevos caminos que nos señala”.

VIDEO. Desarrollo Humano Integral y la Amazonía Peruana: La ecología integral

Expertos exigen una mejor respuesta al mensaje urgente del Papa

La preocupación de Francisco por la crisis climática se ancló en el principio de ecología integral, columna vertebral de Laudato si’, que conecta los problemas ambientales con los sociales y espirituales. Pero la respuesta eclesial no ha estado a la altura. “La velocidad y la escala del progreso no han sido proporcionales a la gravedad y la urgencia de la crisis”, advirtió el hermano franciscano Jacek Orzechowski. A su juicio, esa tibieza refleja una falta de comprensión profunda: “Se tratan las cuestiones medioambientales y de justicia social como si no estuvieran al mismo nivel que otras cuestiones morales”.

La desconexión se refleja incluso en la jerarquía eclesial. Un análisis de Religion News Service halló que, entre más de 12 mil columnas escritas por obispos de EE.UU. entre 2014 y 2019, menos del 1% mencionaba el cambio climático.

Dan Misleh, fundador de Catholic Climate Covenant, señaló que en Laudate deum el Papa elevó el tono: “Pidió no solo una reflexión más profunda, sino acciones concretas” que impliquen “un cambio radical en nuestros estilos de vida”. Y subrayó: “La creciente urgencia en torno a estas cuestiones es algo a lo que todos debemos prestar atención”. Esa urgencia se confirma en los datos científicos. La década pasada fue la más cálida registrada. Según la NASA, 2024 fue el año más cálido desde 1880. La OMM reportó récords de calor oceánico, aumento del nivel del mar y retroceso de glaciares, junto a fenómenos extremos cada vez más frecuentes.

A pesar del panorama crítico, hay signos de avance. “Decenas de miles de católicos han dicho sí a Laudato si’, desde el plano personal hasta transformaciones parroquiales o congregacionales”, dijo Anna Johnson, del Movimiento Laudato si’. Pero advirtió que se ha llegado a una encrucijada: “Tenemos que evaluar si realmente defendemos el bien común y la creación de Dios frente a nuestro actual modelo económico”.

Sin embargo, la recepción del mensaje papal ha sido desigual. Un estudio de PEW Research Center de 2022 reveló que solo el 57% de los católicos en EE.UU. consideran el cambio climático un problema grave, una cifra idéntica a la de la población general. Las divisiones políticas agravan esta fragmentación: entre católicos demócratas, esa percepción sube al 82%; entre los republicanos, baja al 25%. “Hay una polarización que ha debilitado la respuesta al llamado del Papa”, lamentó la franciscana Damien Marie Savino, profesora en Notre Dame. Aun así, destacó que “hay abundancia de iniciativas que resuenan con la ecología integral del Papa”, y subrayó que “depende de los seres humanos —y de su creatividad única— encontrar soluciones”.

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Diócesis que han acogido plenamente el llamado de Laudato si’

A nivel de iglesias locales, un artículo del National Catholic Reporter señala casos e iniciativas de diócesis que ya han acogido con determinación -y hace mucho tiempo- las orientaciones y preocupaciones expuestas en Laudato si’:

Diócesis de Lexington

La diócesis de Lexington, una diócesis misionera situada en el corazón de la región carbonífera de los Apalaches, se ha comprometido a reducir a cero sus emisiones en sus 59 parroquias, escuelas y otras instituciones para 2030. El obispo John Stowe dijo que la ambiciosa iniciativa respondía a los llamamientos cada vez más urgentes del papa Francisco para que la Iglesia adopte medidas concretas para la preservación del planeta, incluidas las peligrosas amenazas que plantea el cambio climático. Parte del proceso consistió en que cada parroquia elaborara planes individualizados para aplicar las enseñanzas de Laudato si’ a nivel local, con la participación directa del párroco o del director de vida parroquial.


Arquidiócesis de Chicago

El poder del viento impulsa hoy a la Iglesia católica en la Ciudad del Viento. A partir de enero de 2024, las casi 400 parroquias, escuelas, cementerios y oficinas de la Arquidiócesis de Chicago cambiaron a fuentes de energía 100% renovables para sus necesidades de electricidad. A través de su proveedor de energía Direct Energy, la arquidiócesis había comprado suficientes certificados de energía renovable, o REC, para cubrir el consumo de electricidad del año siguiente de los más de 2.000 edificios de su competencia. Cada REC representa un megavatio-hora de electricidad generada a partir de una fuente renovable.

LEER. Revisar todos los casos expuestos en el artículo

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