Por Rachael Myers Lowe
NUEVA YORK (Reuters Health) – Muchos niños son exigentes al comer, pero un nuevo estudio sugirió que la conducta es más común en los autistas, que tienden a rechazar consumir más alimentos y son más propensos a ingerir una reducida variedad.
Esos hábitos en niños autistas y no autistas los ponen en riesgo nutricional.
“Si los niños no consumen alimentos de todos los grupos en cantidades suficientes, estarían en riesgo de deficiencia nutricional”, dijo a Reuters Health por e-mail la doctora Linda Bandini, de E. K. Shriver Center, de University of Massachusetts Medical School, y de Boston University.
Al mismo tiempo, le recomendó a los padres preocupados por los hábitos alimentarios de sus hijos que las exigencias al comer no son “un síntoma central del autismo”.
“El autismo se diagnostica en niños con limitaciones en varias áreas clave del desarrollo, como el lenguaje, la interacción social y la rigidez conductual. Pueden o no ser delicados para comer, de modo que esa única conducta no indica autismo”, explicó la autora.
El equipo de Bandini indagó sobre si los niños con un trastorno del espectro autista (TEA) tenían hábitos alimentarios “típicos” (como se sugería) y si esas diferencias influían en la nutrición.
Lo hizo en el ensayo Children’s Activity and Meal Patterns Study (CHAMPS), que incluyó a 111 niños, de entre 3 y 11 años; 53 tenían un TEA y 58 tenían un desarrollo normal.
El equipo los pesó y los midió; los padres respondieron cuestionario sobre los hábitos alimentarios de sus hijos y llevaron un diario alimentario durante tres días.
La alimentación selectiva se dividió en tres patrones: rechazar ciertos alimentos, comer una variedad limitada de alimentos y reducir la alimentación a un único alimento en el día.
La exigencia con la comida se observó en los niños con un TEA y en aquellos con desarrollo normal, aunque los primeros “mostraron un mayor rechazo alimentario y una variedad más limitada de alimentos”, publicó el equipo en Journal of Pediatrics.
La exigencia alimentaria no estuvo asociada con la edad. El rechazo alimentario y la variedad de los alimentos en los niños con desarrollo normal fueron similares en todas las edades.
Las respuestas de los padres de 4 de los 53 niños con un TEA indicaron que sus hijos comían un solo alimento 4 ó 5 veces por día.
Eso hizo que los autores concluyeran que ese ejemplo más extremo de la alimentación selectiva “no es tan frecuente en los niños con un TEA como se pensaría según las evidencias circunstanciales”.
Aunque la cantidad de niños estudiados fue reducida, el equipo indicó que el mayor riesgo nutricional surgía no del rechazo de ciertos alimentos, sino de la alimentación con una variedad reducida.
Dado que los participantes autistas tendían a ingerir una variedad limitada de alimentos, muchos tenían más deficiencia de vitaminas A, C y D, y de zinc, calcio y fibra, que los niños con desarrollo normal.
Para los autores, son necesarios más estudios sobre los patrones alimentarios en el tiempo para confirmar si la selectividad alimentaria se prolonga hasta la adultez, tanto en los niños con un TEA como en aquellos con desarrollo normal, y qué impacto tiene en el estado nutricional.
Fuente: The Journal of Pediatrics