Licenciado en Educación Especial.
En diferentes oportunidades se me hizo la propuesta de conformar alguna agrupación musical integrada exclusivamente por personas con discapacidad. Así tendríamos la estudiantina de jóvenes con discapacidad motora, la orquesta de músicos en sillas de ruedas o la coral de ciegos. Si hubiera colaborado en algo semejante no sería consecuente con muchos de los puntos de vista que he expresado en estas líneas. Si algo ha contribuido a que en la actualidad, las personas con discapacidad no hayan sido definitivamente aceptadas en nuestra sociedad o nos sigan viendo como unos “bichos raros”, ha sido por la auto-exclusión, por montar tienda aparte del mundo convencional. El ideal de la inclusión social debe partir de que cada una de las personas con discapacidad pase desapercibida en un todo. No sea ni más ni menos. Por muchos años he formado parte de un grupo de rock, en compañía de queridos amigos “verticales”, al que pusimos por nombre “Inédito”. Con ellos he recorrido mucho trecho, montándonos en cuanto local o tarima se nos ha invitado, dejando en cada toque lo mejor de nosotros, transmitiendo la alegría de poder hacer música, uno de los placeres más inmensos que Dios nos ha podido regalar. En todos los años que estuve tocando en discotecas, bares y locales nocturnos pude vivir experiencias enriquecedoras, lecciones de vida obtenidas en los lugares menos esperados. Mientras otros cantantes hacían maromas, piruetas o ademanes, yo movía mi silla en un baile divertido, levantaba “caballitos”, atreviéndome a llamar la atención no por ser una persona con discapacidad, sino por ser un músico que realmente sentía lo que hacía. Podría decirse que la gente se acostumbró a mí, o mejor dicho, a ver una persona con discapacidad ejerciendo un papel dentro de una agrupación musical totalmente convencional. Sin embargo, no pude estar exento de momentos que estarían estrechamente relacionados con mi condición y el efecto de ello en la gente. En una oportunidad mientras tocaba me percaté de una muchacha que me veía fijamente. Al cabo de un rato comenzó a llorar…esa noche fue te trabajo muy intenso y con el cansancio no estaba de ánimos para una situación similar. Al terminar, se paró frente a mí, dudando acercarse, alentada por su novio al fin lo hizo. Me pidió un abrazo y me comentó que su hermano menor había tenido recientemente un accidente y había quedado en cama. Se sentía desorientado, pidiendo ayuda que no recibía, ya que las personas que lo rodeaban estaban tan afectadas como él. Ella particularmente estaba desesperada pensando que tal vez su hermano ya no tendría futuro, le dolía verlo así. Su novio la había alentado a salir a tomar unos tragos para despejar la mente y allí estaba yo, demostrándole de lo que era capaz de hacer una persona que estaba en la misma situación. Unas pocas palabras de mi parte de aliento fueron suficientes para que ella sintiera que podía darle a su hermano ese apoyo que pedía a gritos. Me lo agradeció con una sonrisa. Ya la noche estaba pagada. Viene a mi mente aquel día del 2001, en el que me enteré que Herbert Vianna, cantante y guitarrista de la banda brasilera “Os Paralamas Do Sucesso” había tenido un terrible accidente automovilístico y se encontraba al borde la muerte. Al cabo de un tiempo lo pude ver regresar a los escenarios, desplazándose en una silla de ruedas. No pude evitar pensar: “loco, me robaste el número, je,je”.
Marcelino Juárez
Disfruta de la historia de vida que sencillamente es MOTIVANTE…!!! ¿Preguntate donde ubicas la incapacidad para realizar algo en este video?
Marcelino Juàrez nos confirma que su discapacidad es sumamente CAPACITANTE
GRACIAS POR TU EJEMPLO Y VALOR PARA ASUMIR TU CONDICION MARCELINO.