De acuerdo a las proyecciones hechas por el Fondo Monetario Internacional en su World Economic Outlook (Julio 2008), la actividad económica en todo el mundo se reducirá significativamente en la segunda mitad del año 2008, recuperándose recién a partir del próximo año, principalmente como consecuencia de los riesgos relacionados con el sector de la vivienda y la turbulencia del mercado financiero en Estados Unidos. Para el caso de América Latina, la desaceleración viene en un contexto externo menos favorable. Se estima que el crecimiento económico de la región, pasará de 5,6% en 2007 a 4,4% en 2008[1].
Sin embargo, a pesar de la desaceleración económica mundial, la inflación sigue en aumento principalmente en las economías de países emergentes y particularmente en el caso de América Latina. El aumento de la demanda interna[2], el incremento de los precios internacionales de los alimentos y de los combustibles, agudizado en algunos países por factores climáticos adversos, han contribuido al debilitamiento de la balanza comercial y al aumento de la inflación. Varios países en América Latina, que tienen un esquema de metas de inflación, ya han visto superado su rango en lo que va del año:
En respuesta a estas presiones inflacionarias, muchos bancos centrales han aplicado una política monetaria contractiva. Por ejemplo, los bancos centrales de Chile, Colombia, México y Perú han elevado las tasas de interés de referencia en los últimos meses, mientras que Brasil puso fin al ciclo de expansión monetaria que había iniciado en septiembre de 2005. Esta conducta de manejar una política monetaria contractiva busca frenar los incrementos de los precios.
Un punto a destacar, es que el aumento en el precio internacional de los alimentos ha afectado adversamente a los sectores más pobres en los países de la región. El sostenido aumento de los precios mundiales de alimentos ha promovido las exportaciones en algunos países de la región. Pero al mismo tiempo, los hogares de menores ingresos han sido afectados negativamente por el incremento de los precios de los alimentos, ya que típicamente dedican un mayor porcentaje de sus ingresos al consumo de alimentos. De acuerdo con un estudio del BID[3], más de 26 millones de personas en América Latina y el Caribe pueden caer en la extrema pobreza si se mantienen los precios altos de los alimentos.
Esta situación pone en riesgo lo avanzado, hasta ahora, en América Latina en materia de la lucha contra la pobreza. Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) de las Naciones Unidas[4], la tasa media de la pobreza en América Latina cayó de 44% en 2002 a menos de 36% en 2006, y se prevé que haya disminuido aun más en 2007, hasta llegar al 35% de la población total.
[1] Para el caso peruano, el FMI estimó un crecimiento de 7,0%, muy por encima del promedio de AL.
[2] El auge de los precios mundiales de las materias primas en los últimos cuatro años ha sido un factor de gran importancia para explicar el incremento de la demanda interna en varios países de América Latina.
[3] Banco Interamericano de Desarrollo (Suzanne Duryea et. al. 2008).
[4] Comisión Económica para América Latina y el Caribe, 2007, Panorama Social de América Latina (Santiago, ECLAC).
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