Según el BCR, el flujo de remesas del exterior ascendió a US$ 1 825 millones en 2006, 26,7% más que en el ejercicio anterior, y más del doble de lo registrado en 2003; como porcentaje del PBI, su participación pasó de 1,4% a 2,0% en tan sólo tres años[1].
Sin embargo, dada la existencia de canales informales, las cifras presentadas por el BCR subestiman considerablemente la realidad. El Banco Interamericano de Desarrollo [2] estima que en 2005 se transfirieron US$ 1 023 millones adicionales a través de correos o viajeros, con los cuales los envíos totales habrían sido cerca de 70,0% mayores a los registrados.
A pesar de la dificultad que existe para su contabilización, éstas se han convertido en una fuente importante de recursos para la balanza de pagos; ello permitiría compensar periodos futuros de déficit comerciales.
Es así como las remesas han tomado gran importancia en la estabilidad económica del país, tanto por el fuerte crecimiento que han tenido en los últimos años, como por los efectos positivos que genera en el consumo y ahorro privado; además, dada la baja volatilidad que muestran los flujos de remesas, estas representan una especie de “colchón” que reduciría los impactos negativos de posibles choques externos.
[1] Cabe señalar que, si en 2006 se hubiera mantenido el flujo de remesas registrado en 2003 (US$ 869 millones), la cuenta corriente hubiera sido de tan solo 1,5% del PBI y no de 2,6% del PBI.
[2] BID, “Encuesta de Opinión Pública de Receptores de Remesas en Perú”, diciembre 2005. Leer más