“Alternative facts”: Cuando no puedes aguantar la verdad
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En presente articulo fue publicado el 12 de Octubre de 2015 en: americaeconomia
Dos objetivos explícitos tiene Estados Unidos con el Acuerdo de Asociación Transpacífico (Trans-Pacific Partnership, TPP), aprobado hace unos días por la administración Barack Obama y los gobiernos de los otros once socios. El primer objetivo estadounidense es establecer en esos 12 países -que incluyen a Chile, México y Perú por América Latina, pero también a naciones tan disímiles como Canadá, Japón, Nueva Zelanda y Vietnam- un régimen comercial y regulatorio común, muy parecido al que tiene hoy el propio Estados Unidos. El segundo objetivo es vender más productos y servicios estadounidenses a ese mercado común de 800 millones de personas y un PIB que equivale al 40% de la economía mundial
Y ambos objetivos explícitos tienen un sólo objetivo común: frenar el avance de China en la cuenca del Océano Pacífico, su zona de influencia natural. Ese objetivo, más estratégico y central, nace de consideraciones más geopolíticas que comerciales. El TPP puede incluso ser visto como una de las herramientas que está construyendo Estados Unidos para conservar la hegemonía mundial que hoy tiene, y que se ve amenazada por el ascenso chino.
El punto más controvertido del acuerdo es el que da a las empresas extranjeras protección legal contra los gobiernos que las han tratado injustamente, con acciones que incluyen la expropiación, hasta acciones discriminatorias para favorecer a una competidora local.
No es extraño entonces que la controversia en torno al TPP no se refiera a la reducción de aranceles, subsidios agrícolas o cuotas de importación, sino a temas como la propiedad intelectual, la normativa ambiental, los estándares regulatorios y la protección al inversionista extranjero.
El acuerdo más grande de la historia, que debe ser ratificado por los parlamentos de los doce países miembros antes de entrar en vigencia, desmantela miles de aranceles que hoy gravan a productos estadounidenses que ingresan principalmente en Asia y también elimina numerosos aranceles que los productos asiáticos deben pagar para entrar al mercado estadounidense. Cada uno de los socios del TPP gana acceso libre de impuestos a los mercados de los once socios restantes y puede comprar de ellos a precios más baratos. Y como quedan fuera del acuerdo los productos que son subsidiados en alguno de los países socios, el beneficio es claro para todos los firmantes.
Beneficioso será, pero marginal. Casi todos los países del mundo han bajado sus aranceles en los últimos años y muchos además tienen acuerdos de libre comercio con sus principales proveedores y compradores, de modo que eliminar aranceles tendrá un impacto muy menor. El impacto grande -y la controversia- vendrá con la unificación normativa y regulatoria, que es además lo más importante del acuerdo. Esa unificación de estándares normativos convierte al TPP en un profundo acuerdo de integración económica similar a la Unión Europea.
Algunas de las reformas regulatorias son bienvenidas por todos, como el establecimiento para los doce países firmantes de los estándares laborales establecidos por la Organización Internacional del Trabajo. El acuerdo también limita la facultad de los gobiernos de restringir el libre flujo de información en internet y establece normas adecuadas de protección ambiental.
Hasta ahí llega el consenso. El TPP impone normas de protección de la propiedad intelectual demasiado estrictas. Algunos medicamentos, por ejemplo, tienen doce años de protección en Estados Unidos, y en los otros socios del TPP esa protección va de cero a ocho años. Estados Unidos intentó imponer los doce años a todos sus socios y finalmente tuvo que conformarse con una protección de cinco a ocho años vigente en los doce países. En el momento en que entre en vigencia el TPP, subirán los precios de esos medicamentos en los once países socios de Estados Unidos.
El punto más controvertido del acuerdo es el que da a las empresas extranjeras protección legal contra los gobiernos que las han tratado injustamente, con acciones que incluyen la expropiación, hasta acciones discriminatorias para favorecer a una competidora local. Esta provisión incluye la facultad de que las empresas se querellen contra un gobierno que las ha tratado injustamente. Esto va a regir en todos los países miembros, de modo que protegerá a una multinacional chilena, mexicana o peruana establecida en Estados Unidos. Pero el número de multinacionales latinoamericanas o incluso asiáticas operando en Estados Unidos es abrumadoramente menor que el número de empresas estadounidenses presentes en cualquiera de los demás países socios.
Es verdad que esta provisión especial se ha estado usando en acuerdos de libre comercio desde hace décadas. Canadá, por ejemplo, perdió un juicio por una querella de una empresa minera a la cual el gobierno le había negado un permiso de explotación minera aduciendo causas ambientales. La texana Occidental Petroleum se querelló contra Ecuador luego de que el país le anulara un contrato de explotación y la corte, en 2012, dictaminó que Ecuador debía pagarle a la empresa US$1.800 millones. A fines de los años 90, la francesa Vivendi se querelló con éxito contra la provincia argentina de Tucumán por impedirle subir las tarifas de agua potable. El tribunal le impuso una multa de US$100 millones a la provincia argentina. Y Uruguay enfrenta una querella de Philip Morris por haber promulgado una legislación antitabaco muy estricta que, según Philip Morris, la daña.
El principal tribunal que ve estos diferendos es una repartición del Banco Mundial, el Centro Internacional de Arreglo de Diferencias relativas a Inversiones (CIADI). También son competentes en estas disputas la Corte Internacional de Justicia de La Haya y organismos similares en Londres, París y Hong Kong.
La última gran crítica que tiene el TPP es que su texto es clasificado y no se desclasificará hasta que hayan pasado cuatro años desde la entrada en vigencia del acuerdo. Puede ser razonable el argumento de que divulgar un texto tan complejo iba a convertir la discusión en centenares de controversias que dificultarían primero su firma y luego su ratificación por los parlamentos. Pero el secreto del texto, y la divulgación que ha hecho WikiLeaks de extractos de su contenido, han suscitado la sospecha de que si es secreto es porque algo quiere ocultar.
Estados Unidos quiere que el TPP lo ayude a mantener su posición como la mayor potencia del mundo. Japón lo que quiere es un acuerdo internacional que le permita hacer las reformas estructurales que el gobierno necesita y quiere hacer, pero no puede por motivos políticos. Los países latinoamericanos y asiáticos quieren acceso a un promisorio mercado común, y, también, ser parte del segundo proyecto de integración regional después de la Unión Europea. Aunque la Europa de hoy no sea la mejor publicidad para promocionar el TPP.
En: americaeconomia
El primer fin de semana de Donald Trump como presidente de EE.UU. comenzó con una confrontación abierta con los medios de comunicación de su país.
Funcionarios de su gobierno se enfrascaron en una guerra de palabras y cifras desde el sábado, cuando el propio Trump condenó la cobertura que los medios habían hecho de su toma de posesión el día anterior.
Y la disputa fue por la cantidad de asistentes, a partir de la publicación de dos fotos que contrastaban la asistencia de público en la ceremonia del viernes y a la de Barack Obama en 2009.
En las imágenes se evidenciaba que la asunción de Obama había convocado a mucha más gente a las calles de Washington DC que la de Trump.
Después del contundente mensaje de Trump contra la cobertura mediática, el jefe de gabinete de la Casa Blanca (uno de los cargos más importantes del gobierno), Reince Priebus, dijo: “Frente a esa obsesión por deslegitimar a este presidente, no vamos a sentarnos y dejarlo pasar“.
“Este gobierno va a luchar con dientes y uñas, todos los días, contra este intento de deslegitimar las elecciones “, le dijo Priebus a la cadena Fox el domingo.
Luego vino el cruce de opiniones sobre cifras precisas de público, dado que no se difunde un numero oficial tras la ceremonia de toma de posesión.
Durante una visita a la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés) el sábado, Trump dijo que “parecían como un millón y medio de personas” las que habían llegado al National Mall, pero dio evidencia alguna que respaldara su afirmación.
Y calificó a los periodistas de algunas de “las personas más deshonestas del planeta” por publicar que habían sido muchas menos.
https://youtu.be/8llFHHAkGcw
Por su parte, el secretario de Prensa de la Casa Blanca, Sean Spicer, dijo que unas 720.000 personas se habían reunido el acto de asunción de Trump, pero también aclaró que “nadie” tenía los datos exactos de asistencia.
Los medios de comunicación reaccionaron.
The New York Times denunció que las reclamos de la Casa Blanca se basaban en “datos falsos” y agregó que eran “una llamativa exhibición de inventiva y agravios en el inicio de una presidencia”.
Algunas cadenas estadounidenses como CNN y ABC consultaron registros históricos para refutar una a una las afirmaciones de Spicer.
Pero tal vez la frase más controvertida en medio del debate entre Trump y los medios de comunicación de EE.UU. la dijo la consejera del gobierno Kellyanne Conway durante un programa de la cadenal NBC el domingo.
Cuando el presentador del programa Meet the press (“Encuentro con la prensa”),Chuck Todd le dijo a Conway que la presentación de Spicer había estado “llena de falsedades”, ella respondió:
“Si nos vamos a referir en esos términos a nuestro secretario de prensa, creo que vamos a tener que replantear nuestra posición en este programa”.
Pero el presentador insistió en cuestionar a Spicer sobre los datos de la asistencia en la toma de posesión.
“Él lo que hizo fue presentar hechos alternativos. No hay manera de contar las personas dentro de una multitud con exactitud”, concluyó.
La noción de “hechos alternativos” esbozada por Conway fue duramente cuestionada.
“Los hechos alternativos no son hechos. Son falsedades“, le replicó Todd.
A la vez, la asesora también citó otro hecho que generó fricción con los medios, cuando un reportero de la revista Time publicó de forma incorrecta que el busto del líder de los derechos civiles Martin Luther King había sido retirado de la Oficina Oval, donde funciona el despacho del presidente de EE.UU.
El reportero ya pidió disculpas por el error.
Fin de semana lleno de anuncios
Varios medios de comunicación en Estados Unidos rechazaron la confrontación verbal con la Casa Blanca.
The Washington Post señaló que las “falsedades mostradas por la Casa Blanca evidencian que la tradicional manera de cubrir noticias sobre el presidente ha muerto”.
Y agregó que, de ahora en adelante, los medios deberían ponerle menos atención a comunicados oficiales y, en vez de eso, enfocarse en investigaciones de fondo sobre la administración Trump.
La revista The Atlantic también mostró su preocupación por lo ocurrido y señaló en un editorial: “Si estás dispuesto a mentir sobre algo así de minúsculo, ¿por qué alguien debería creer lo que digas sobre algo grande e importante?”.
Otro medio importante, Politico, llamó la atención sobre las graves consecuencias que tendría que el equipo de Trump continuara “teniendo una relación inestable y difícil con la verdad” y citando al senador demócrata Adam Schiff señalaron que eso “podría poner muchas vidas en riesgo”.
“Este lenguaje combativo también se podría extender a temas importantes de gobierno y de seguridad nacional… lo que preocupa a muchos “, agregó el medio.
La batalla con las cifras no se redujo a la cantidad de asistentes al National Mall el pasado viernes 20 de enero.
El domingo Trump escribió en una de sus cuentas de Twitter (@realDonaldTrump) que la audiencia en televisión de la ceremonia de posesión había sido de 31 millones de personas, casi 11 millones más que las que vieron el segundo juramento de Barack Obama en 2013.
Sin embargo, esos datos – que fueron entregados por la firma Nielsen– son menores a los de 38 millones de personas que se pegaron al televisor para ver la asunción de Obama en 2009 y aún menos que los 42 millones que observaron la posesión de Ronald Reagan, en 1981.
Estas cifras siembran más dudas sobre la frase del secretario de Prensa de la Casa Blanca, quien dijo que “había sido la posesión con mayor audiencia en la historia”.
Pero más allá de la batalla con los medios, Trump hizo también referencia a las multitudinarias marchas por los derechos de las mujeres y en contra de su gobierno que se realizaron en más de 600 localidades del país al día siguiente de su asunción.
“Estoy bajo la impresión de que acabamos de tener una elección, ¿por qué toda esta gente no votó?”, escribió en Twitter.
Más tarde, sin embargo, escribió: “Las protestas pacíficas son un sello de calidad de nuestra democracia“.
En: BBC
Mark Hamill has some things to say about the newly revealed title for Star Wars: Episode VII. He spoke with Associated Press about how he felt about the title. You can see the video below:
Hamill states in the video that he heard the title, Star Wars: The Last Jedi, had been announced on his car ride over. He said that the director had previously told him the title and he responded “don’t tell me these things”. Apparently he “talks in his sleep”.
When it comes to leaking spoilers, he admits the studio has him and his co-workers “jacked up with paranoia” and also notes how it wasn’t like this in the old days of Star Wars because “nobody cared.”
As for his feelings on the title, Hamill approves. “It’s got a real samurai [vibe],” he said. “It’s straightforward and minimalist, and I like that.”
I agree that “The Last Jedi” is a bit reminiscent of “The Last Samurai”. What do you think of the title? What do you think it means for the movie?
In: epicstream
China no quiere el liderazgo del mundo pero podría verse obligada asumir ese papel si otros dan un paso atrás de esta posición, ha señalado este lunes un alto diplomático chino, después de que el nuevo presidente estadounidense, Donald Trump, prometiera poner a “Estados Unidos primero” en su primer discurso.
Zhang Jun, director general del departamento de economía internacional del Ministerio de Exteriores chino, hizo los comentarios durante un encuentro con periodistas extranjeros para discutir la visita del presidente, Xi Jinping, a Suiza la semana pasada.
Durante su participación en el Foro Económico Mundial en Davos, Xi presentó a China como el líder de un mundo globalizado donde solo la cooperación internacional puede resolver los grandes problemas. Asimismo, instó a los países a resistir el aislacionismo, señalando el deseo de Pekín de desempeñar un mayor papel en la escena internacional.
Elaborando sobre ese tema, Zhang ha dicho que China no tiene intención de buscar el liderazgo global. “Si alguien dijera que China está desempeñando un papel de liderazgo en el mundo diría que no es que China se esté apresurando a la primera línea sino que la vanguardia ha dado un paso atrás dejando el lugar a China”, ha señalado Zhang.
“Si se requiere a China que desempeñe ese papel de liderazgo entonces China asumirá sus responsabilidades”, ha añadido. China es la segunda mayor economía del mundo y otros también dependen de ella para su crecimiento económico, ha afirmado Zhang.
“Seguimos esperando que Estados Unidos y otras economías occidentales puedan continuar haciendo una contribución incluso mayor a la recuperación económica mundial. Hemos escuchado a Trump anunciar que Estados Unidos alcanzará un crecimiento del 4 por ciento y estamos muy contentos de ello”, ha asegurado.
Aunque Trump no mencionó a China en su discurso inaugural, ha amenazado con imponer impuestos punitivos a las importaciones de bienes chinos. En este sentido, Zhang ha dicho que piensa que Trump no será capaz de lograr sus objetivos de crecimiento económico si también está combatiendo guerras comerciales. “Una guerra comercial o una guerra de tipos de cambio no será ventajosa para ningún país”, ha prevenido.
Por otro lado, el Gobierno chino ha recordado que la nueva Administración de Donald Trump en Estados Unidos debe entender plenamente la importancia de la política de “una sola China”, según ha sostenido este lunes la portavoz del Ministerio de Exteriores chino, Hua Chunying.
Trump rompió con décadas de precedente el mes pasado al aceptar una llamada telefónica de la presidenta de Taiwán, Tsai Ing Wen, tras su victoria electoral y posteriormente ha sugerido que la política de “una China” es negociable.
Pekín considera la isla de Taiwán como parte de su territorio y Estados Unidos, que retomó sus relaciones con el gigante asiático en 1979, ha mantenido hasta ahora su respeto a la postura china.
Las relaciones entre Taipei y Pekín han empeorado desde que Tsai, líder del Partido Progresista Democrático, favorable a la independencia de Taiwán, fue elegida presidenta en enero de 2016. Esta tensión ha crecido a pesar de las reiteradas declaraciones de Tsai acerca de su intención de mantener la paz con China.
La última fricción entre ambos países tuvo lugar a principios de año, cuando Pekín solicitó a Estados Unidos que no permitiera que Tsai hiciera escala en suelo estadounidense en su camino hacia América Latina, donde iba a realizar una gira. Las autoridades norteamericanas rechazaron la petición y la mandataria hizo escala en Houston, donde se reunió con algunos representantes del Partido Republicano.
El Gobierno chino llegó a llamar al secretario de Estado norteamericano, John Kerry, para urgir a la Administración saliente de Barack Obama a desarrollar las relaciones bilaterales con China “en la dirección correcta”.