El profesor que escribió la carta a los alumnos suspensos: “Este sistema educativo crea inútiles”
“El problema es que hay alumnos que suben los pies a la mesa y cuando les digo ‘tú eso lo haces en tu casa?’, me contestan ‘pues sí'”
Pablo Póo Gallardo es profesor de Lengua y Literatura en el único instituto de Iznájar, un pueblo cordobés de 4.400 habitantes. En los últimos seis años, ha pasado por 14 institutos distintos de seis provincias andaluzas. Ha plasmado su experiencia en un libro, La mala educación, en el que transmite un mensaje claro: el sistema educativo actual es una fábrica de vagos. Esa misma premisa sostiene en una carta a sus alumnos suspendidos que se hizo viral a finales de diciembre, publicada por El Huffington Post.
“No sabes nada de la vida; y no lo sabes porque lo tienes todo. A pesar de que en casa no entra mucho dinero, nunca te ha faltado de nada, porque tienes unos padres que se parten el lomo por ti”, indica en la misiva a los más vagos del primer trimestre. “La vida no es la ESO, desconfía de todos aquellos que quieren que seas feliz entre los 12 y los 16. Cuando seas mayor de edad les vas a importar un pimiento”, añade.
La carta ha tenido una gran repercusión en medios de comunicación y redes sociales. “Simplemente, era un post más de los que publico en El Huffington Post, donde escribo sobre temas educativos”, dice a Verne por teléfono. “Ante el éxito que estaba teniendo la publicación en redes sociales, me propusieron que convirtiera la carta en vídeo”. La versión visual de la misiva, de cuatro minutos de duración, acumula 400.000 visionados en YouTube.
“Tenía que escribir algo, coincidiendo con el final del trimestre. Entonces se entregan las notas, así que me pareció la ocasión perfecta para dar un toque de atención. Es una charla que tengo muy interiorizada, ya que la doy habitualmente en clase pero siendo mucho más duro. Digo las cosas aún más claras”, comenta este profesor sevillano de 33 años.
“Trabajo con chavales que viven en un entorno socioeconómico complicado. Me han llegado a sacar una navaja en clase”, indica Póo, que aprecia una falta de esfuerzo casi endémica entre sus alumnos: “Mis alumnos ven vagancia en sus casas y se acomodan. Dicen ‘¿para qué voy a estudiar si voy a trabajar en el campo o en una peluquería?’. Viven en una completa burbuja”.
Póo carga gran parte de la culpa de esta situación en el sistema educativo, “que como tenemos comprobado no funciona”, pero no excluye a los propios alumnos. “La valoración del esfuerzo es cada vez más difícil. Hoy en día, es muy difícil suspender a un alumno. Gran parte del problema viene de la moda del refuerzo positivo. No se les puede decir que han hecho las cosas mal, si no centrarse solo en lo bueno. ¿Qué clase de adulto va a salir de ese tipo de actitud?”, comenta.
El profesor de Secundaria se contesta a sí mismo: “Eso crea inútiles. Dejamos que pasen los cursos sin ningún esfuerzo, haciendo todo lo posible para que avancen pese a tener asignaturas suspensas”. Resume su pesar en esta historia, que publicó en 2014, en la que un loro consigue pasar la ESO sin dificultades sin más virtud que la de repetir lo que escucha. “Muchas veces, te preguntas cómo algunos alumnos han podido llegar al último curso”, añade.
“Uno de los grandes problemas de la educación es que los profesores no hacen las leyes. Nosotros somos los que estamos cada día al pie del cañón y conocemos los problemas. Se tiene la imagen utópica del alumno que se esfuerza y suspende porque no puede dar más, pero eso es muy minoritario. La mayoría son unos vagos”, dice Póo, que lamenta que “para rebajar las estadísticas de fracaso escolar, se haya reducido el nivel académico”.
El autor de la carta viral no se muestra especialmente optimista de cara al futuro: “No creo que de esta legislatura salga un sistema que cambie todas estas cosas. Algo mejorará, pero no lo tengo claro”. “El problema es que hay alumnos que suben los pies a la mesa y cuando les digo ‘¿tú eso lo haces en tu casa?’, me contestan ‘pues sí’. ¿Qué se puede esperar de unos padres que regalan la Play Station a su hijo después de que le queden cinco?. Los profesores no siempre tenemos razón, pero tienen que escucharnos un poco más”, dice.
En: verne.elpais.com