Era inicios del 2009 y mi atención estaba dirigida hacia el programa de Corresponsales Escolares de El Comercio. Había transcurrido unas semanas, en realidad, desde que emprendí para ese entonces, el placer de escribir en blog de los Corresponsales. Eran mis primeros días por El Comercio y también por el Centro Histórico de Lima. Nunca antes, más que un par de excepciones, estuve caminando por la ‘Lima cuadrada’, y menos aún, solo. Ese verano, recuerdo, en que me enamoré de Lima.
Un sábado en el diario, en la oficina de Imágen, acompañados de Aurora Escárate Ortiz (encargada del programa), nació la idea de escribir sobre las casonas de Lima. Se nos vino a la mente la casona Castilla, muy cerca a la Miroquesada, pero al final terminamos por la Plaza San Martín, dentro del Hotel Bolívar. Conocimos a César, joven historiador que supo centrar nuestra mirada a lo peruano. Quisiera recordar aquel primer articulo que dediqué a Lima.
Las casonas de Lima la antigua (tuvo por título inicial: ‘Las casonas de Lima la vieja’).
Lima, conocida por sus casonas coloniales y esculturas de gran embergadura nos hacen recordar lo que alguna vez se vivió en tiempos pasados. Sus faroles, edificios, parques y monumentos embellecen a la capital de la manera más elegante que los arquitectos hayan tenido en su sueño más lejano de perfección.
Algunas de las casonas representativas de los siglos pasados están en la Plaza Perú y el edificio Emancipación que guardan la avenida del mismo nombre de resplandor y color colonial.
Casonas de la avenida Emancipación, Centro de Lima. Foto: Marco Gamarra Galindo.
Otro de los lugares de gran belleza arquitectónica y escultórica es la Plaza San Martín, muy recurrida por turistas extranjeros y nacionales. Esta plaza fue inaugurada en el año de 1921 por el ex presidente Jose B. Leguía. El nombre de esta plaza no es por el santo peruano, sino por el libertador argentino. Un monumento de éste último representa al libertador montando sobre de un caballo ubicado en la parte principal de esta plaza. Además una esfinge carga los laureles del libertador coronada por un camélido.
Esfinge que carga los laureles del libertador San Martín. Foto: Marco Gamarra Galindo.
Alrededor de esta singular plaza, se ubica el Gran Hotel Bolivar, donde nos encontramos con el César Costa, quien amablemente nos mostró este prestigioso hotel por dentro. Nos relató que fue construido por los cien años de la batalla de Ayacucho y fue llamada así por consejo de Leguía. Para suerte nuestra, habia una exposición de fotos de la Lima antigua tomadas por el francés Courret Chalet.
Jirón Trujillo, Rímac. Foto: Eugenio Courret.
César nos explicó el significado de las fotos, fue como un viaje al pasado, donde pudimos apreciar desde costumbres hasta iglesias que fueron luego demolidas. Después, nos dirigimos hacia la exposición de esculturas en el mismo hotel. Allí quedamos maravillados con la obra del cajamarquino Humberto Hoyos Guevara que fue llamado alguna vez por el embajador de Sudáfrica para hacer una escultura del líder sudafricano Mandela.
Hablando de esculturas, César nos contó sobre José Pareja, otro gran escultor. Sus esculturas más resaltantes son “afilador de cuchillos”, “carretina de helados”, “las últimas noticias”, etc. Obras que al igual que las de Hoyos, asombran a cualquiera. El talento que poseen es único.
En noviembre del 2008 hubo una exposición donde estos “genios” se juntaron y dieron tremenda “cátedra” de lo que es la verdadera escultura peruana. En esta reunión Pareja dijo: “Nuestras obras hablan por si solas, no importando con el material que hayan sido facturadas sellando nuestras ideas y sentimientos, a la ráfaga de inspiración, donde han sido realizadas con la paciencia del arado de una yunta que abre surcos y va dejando huellas en el tiempo”. Por su parte Hoyos declaró: Los secretos más útiles son aquellos que no se guardan, dejémoslo a la luz en cada obra que se haga, los hallará aquel sensible corazón que busca alimentar sus sentimientos. Sabias palabras de dos reconocidos escultores que actualmente cuentan con 68 y 58 años respectivamente.
Al terminar nuestra interesante charla, en medio de esculturas y fotos que resumían “en obras a Lima”, apreciamos de una vibrante marinera integrada por dos niños. Ellos daban a los turistas el blanco estilo norteño que destila pasión.
Así acabó nuestra travesía por las calles limeñas, calles por las cuales se han vivido épocas de éxito, épocas de decadencia y épocas de júbilo. Éstas últimas las que se viven ahora. Este, nuestro recorrido buscó ilustrarles un poco de lo que es nuestra grande Lima. Leer más