¿Qué cambió para las mujeres en la Iglesia con Francisco?

8:00 p.m. | 28 abr 25 (AM/CNN).- El papel de la mujer en la Iglesia es uno de los aspectos clave del legado de Francisco que seguirá en debate en las próximas semanas, meses y años. Reunimos el análisis de varias mujeres —cercanas al Papa, a sus reformas y conocidas vaticanistas— que evalúan los avances logrados, su alcance, permanencia, y limitaciones que aún persisten. En general, los balances distinguen entre los ámbitos ordenado y no ordenado, y abordan también la persistencia de la discriminación estructural, en la Santa Sede.

——————————————————————————————–

Sin duda, Francisco ha marcado un hito al promover la inclusión de más mujeres en roles de liderazgo, y en los últimos meses de su vida pareció intensificar ese compromiso, cuando nombró a la primera mujer prefecta (el cargo más alto) de un dicasterio vaticano y a la primera mujer presidenta del gobierno del Estado de la Ciudad del Vaticano. Sin embargo, la evolución ha sido lenta, a veces marcada por intervenciones desafortunadas, sobre todo al principio de su pontificado; y para algunos observadores, parecía entrar en tensión con su propia postura contraria a la ordenación de mujeres al sacerdocio o al diaconado, aunque el propio Francisco no lo consideró así.

De hecho, las reformas de Francisco con respecto a las funciones de las mujeres en la Iglesia se entienden mejor a través de su importante reforma de la constitución de la Curia Romana en 2022 -la primera reforma de este tipo desde 1988-, cuando separó oficialmente el poder de gobierno en el Vaticano del poder conferido a un hombre por las órdenes sagradas, es decir, el poder sacramental. Su distinción entre estos dos tipos de autoridad en la Iglesia es la clave para entender su promoción de las mujeres a funciones que antes sólo desempeñaban cardenales y obispos, sin convertirlas en cardenales y obispos.


Mujeres en el Vaticano

El Vaticano que deja Francisco tiene un aspecto muy diferente del que fue elegido para dirigir en 2013. Además de nombrar a la primera mujer prefecta de un dicasterio y presidenta del gobierno de la ciudad-estado, Francisco nombró a la primera mujer para que dirija una secretaría (la función número dos en un dicasterio) y a varias mujeres en subsecretarías, tanto religiosas como laicas. Entre ellas, una estuvo al frente de la oficina que supervisa la sinodalidad, el proceso que Francisco utiliza para aumentar la colaboración en una institución que, de otro modo, sería verticalista. Decía con frecuencia que creía que las mujeres eran mejores gestoras que los hombres, sobre todo en los ámbitos del gobierno y la economía.

Una revisión de las cifras muestra un aumento en la proporción de mujeres que trabajan en el Vaticano bajo Francisco -del 17% de los empleados vaticanos en 2010 al 24% en 2019- y una aceleración en los nombramientos de mujeres para puestos de nivel medio-alto como subsecretarías -de tres en 2009 a ocho en 2019-. Aun así, las mujeres siguen siendo una minoría entre los empleados del Vaticano, y más aún en su cúpula directiva. La gran mayoría (más del 80%) de los puestos de subsecretaría y equivalentes están ocupados por hombres, principalmente clérigos, y la representación femenina se reduce aún más en los niveles de secretaría y prefecto.

La paridad de género en el liderazgo no es un objetivo para la mayoría en el Vaticano, ni hay consenso sobre cómo debería ser la inclusión de las mujeres en la toma de decisiones. Francisco era consciente de ello. Habló de cómo había encontrado resistencia y había tenido que “batallar” para nombrar a la primera viceportavoz de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, un cargo de rango relativamente menor en comparación con aquellos para los que años después terminaría nombrando a mujeres.

Las críticas feministas sostienen que las mujeres que Francisco nombró fueron “elegidas por su obediencia incondicional”, según Lucetta Scaraffia, ex directora de Women Church World, una revista mensual para mujeres publicada por el periódico vaticano. Scaraffia dimitió en protesta en 2019 tras revelar los abusos sexuales y laborales de religiosas que trabajaban en Roma.

Si bien las mujeres nombradas por Francisco han sido “obedientes” en cuanto a no desafiar abiertamente la doctrina, en ocasiones han sido críticas tanto con el Papa como con la institución. María Lía Zervino, por ejemplo, le escribió una carta abierta en la que pedía que fuera “habitual” que las mujeres ocuparan puestos de decisión en la Iglesia y que en los sínodos “hubiera una representación proporcional del clero, de los consagrados y consagradas y de los laicos y laicas”. Al año siguiente, Zervino fue una de las primeras mujeres nombradas para el Dicasterio para los Obispos del Vaticano, lo que le dio voz y voto en la elección de los candidatos a obispos recomendados al Papa.

Aunque el sueño de Zervino de una representación proporcional del clero, las personas consagradas y los laicos en los sínodos nunca se hizo realidad, Francisco dio un paso importante al abrir el Sínodo sobre la Sinodalidad a las mujeres y los laicos como miembros de pleno derecho con derecho a voto, que representan alrededor del 25% del cuerpo sinodal. Hasta 2015, solo los obispos y los jefes de las órdenes religiosas masculinas, todos ellos sacerdotes, podían votar en los sínodos, mientras que las mujeres solo podían participar como auditoras.

Ese 2015, accidentalmente, se permitió votar a un hermano religioso no ordenado, cambiando el requisito de voto de uno de ordenación a uno de sexo. El voto no se abriría a las mujeres hasta el Sínodo sobre la Sinodalidad de 2023. También se les invitó a votar en 2024; sin embargo, se han producido algunas reticencias y aún está por verse si las mujeres participarán como miembros de pleno derecho en futuras asambleas sinodales.

Los nombramientos de mujeres en el Vaticano fueron un “progreso real”, dijo Kim Daniels, que fue elegida para servir en el Dicasterio Vaticano para la Comunicación y como experta participante en el sínodo de Francisco. “Y al mismo tiempo no hay duda de que hay mucho más trabajo por hacer”. La teóloga sor Caroline Mbonu dijo que ver a las mujeres sentadas en mesas redondas con los obispos, con capacidad de voto en el sínodo, fue un poderoso ejemplo de que Francisco escuchó las peticiones de más oportunidades de liderazgo para las mujeres. “En toda mi vida, no había oído nada parecido”, dijo Mbonu, religiosa de la congregación Siervas del Santo Niño Jesús y profesora de Nuevo Testamento en una universidad de Nigeria.

A los ya mencionados nombramientos de Simona Brambilla, Misionera de la Consolata, como prefecta del Dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, y de la religiosa Raffaella Petrini como presidenta del gobierno del Estado de la Ciudad del Vaticano, se puede destacar también el de Emilce Cuda, para la Secretaría de la Pontificia Comisión para América Latina; el de la salesiana Alessandra Smerilli, para la Secretaría del Dicasterio para la Promoción del Desarrollo Humano Integral; y el de la religiosa Xaviere Nathalie Becquart, para la Subsecretaría de la Oficina Sinodal del Vaticano.

LEER. Diez años de Francisco: más mujeres trabajando en el Vaticano

VIDEO. Aportes de Francisco en la evolución del rol femenino en la Iglesia

 

Mujeres en el ministerio

A pesar de su firme y declarada oposición a la ordenación de mujeres en el sacerdocio o el diaconado, Francisco abrió oficialmente varios ministerios laicos a las mujeres. En 2021, permitió que las mujeres fueran designadas oficialmente como lectoras y acólitas por primera vez, aunque a menudo desempeñaban esa función sin una designación oficial; ese mismo año, creó el ministerio laico oficial de catequista, una función desempeñada principalmente por mujeres. Esta decisión se tomó tras el Sínodo sobre la Amazonia, que, en parte, buscaba una solución a la escasez de sacerdotes en la región selvática, donde muchas comunidades católicas ya estaban dirigidas por mujeres catequistas.

Viviana Greatti, catequista de la provincia del Chaco (Argentina), contó que la decisión de instalar oficialmente a las catequistas había dado lugar a una mayor colaboración en su diócesis. Mientras que antes se las arreglaban solas para crear materiales e idear currículos, la codificación del ministerio dio a los catequistas de su zona apoyo institucional, permitiéndoles reunirse regularmente para compartir recursos e ideas.

La apertura a las mujeres en el ministerio, sin embargo, no se extendió a las funciones ordenadas, aunque permitió el debate sobre este tema en los espacios oficiales de la Iglesia de una manera que los papas anteriores no habían hecho. Era común que Francisco animara a los participantes en los sínodos a hablar con parresía, o valentía, y a que ningún tema fuera tabú. Como resultado, escuchó al menos una intervención defendiendo la ordenación de mujeres en el Sínodo sobre la Sinodalidad, con la exposición de la Women’s Ordination Conference que incluso tuvo presencia en el portal web de la Asamblea. Eso habría sido inimaginable bajo Juan Pablo II, quien en 1994 publicó un documento afirmando que la ordenación de mujeres al sacerdocio no estaba sujeta a debate.

En sus entrevistas, el propio Francisco se opuso firmemente a la ordenación de mujeres, advirtiendo a menudo de que la ordenación no acabaría con el clericalismo -el problema de que los clérigos se consideren superiores a otros católicos, que él mismo lo señaló como la causa fundamental de la crisis de abusos sexuales-, sino que “clericalizaría” a las mujeres. Cuando se le pidió que justificara la prohibición de las mujeres sacerdotes, Francisco invocó más de una vez el concepto del teólogo suizo Hans Urs von Balthasar de los ministerios “mariano” y “petrino” en la Iglesia, argumentando que las mujeres, como María, están destinadas a servir a la Iglesia en un papel maternal, mientras que los hombres, como Pedro, se les asigna el deber del liderazgo institucional ordenado.

Francisco era consciente de que algunos consideraban que esta visión del género en la Iglesia era demasiado simplista, e invitó a una religiosa, Linda Pocher FMA, que más tarde fue coautora de un libro en el que argumentaba en contra del principio mariano y petrino, a organizar una serie de cuatro presentaciones sobre las mujeres en la Iglesia para él y su Consejo de Cardenales Asesores (aunque después de la serie de presentaciones, Francisco siguió refiriéndose a la idea Baltasariana de la misma manera).

Con respecto al diaconado, aunque Francisco afirmó claramente que no ordenaría a una mujer, respaldó el documento final del Sínodo sobre la Sinodalidad, que decía que el debate y la investigación debía continuar. Supervisó dos comisiones de estudio distintas sobre el diaconado femenino, ambas confidenciales. La primera, que investigó la historia de las mujeres diáconos en la Iglesia, fue “poco concluyente”, dijo Francisco, aunque sus resultados nunca se compartieron.

La segunda se ocupaba más de la cuestión del ministerio de los diáconos desde el Concilio Vaticano II -cuando se estableció el diaconado permanente, que permitía ser diáconos a los hombres casados y a los que no estaban en camino hacia el sacerdocio- y de si una mujer podía desempeñar esa función. Esa comisión se reactivó a raíz de las llamadas del Sínodo sobre la Sinodalidad para un estudio más a fondo, pero muchos vieron esas comisiones como una manera de Francisco para posponer una decisión sobre el diaconado femenino.

La cuestión del liderazgo de las mujeres se planteó en cada informe continental durante el sínodo de tres años sobre la sinodalidad y fue un tema de conversación en las dos asambleas sinodales en Roma en 2023 y 2024. Sin embargo, el documento final del sínodo no llegó a pronunciarse de manera definitiva sobre las diaconisas.

Aunque reconoce que Francisco “aportó una presencia muy refrescante y profundamente pastoral al papado”, Kate McElwee, directora ejecutiva de la Women’s Ordination Conference, dijo que su oposición a la ordenación de mujeres se sintió incongruente. “Cuando se trató el tema de las mujeres en el ministerio, parecía como si estuviera atascado en la mala teología y los tropos misóginos”, dijo.

“Con innumerables oportunidades para ofrecer una respuesta pastoral a las mujeres que anhelan responder a su vocación al ministerio ordenado, Francisco -una y otra vez- recurrió a metáforas anticuadas, al principio petrino o, peor aún, a un simple y sincero no”, agregó McElwee. “Esta tensión entre el pastor, modelando los valores del Evangelio, y el pontífice, que demostró una falta de voluntad para ser transformado por los testimonios de las mujeres que anhelan servir a su Iglesia, fue difícil de reconciliar para las mujeres”.

El grupo Discerning Deacons se fundó en 2021 en respuesta a la apertura de Francisco a hablar de temas complicados, dijeron las codirectoras Casey Stanton y Ellie Hidalgo. Aunque reconocen que el tema del diaconado fue un punto de polémica y conflicto durante las reuniones del sínodo en Roma, creen que Francisco “modeló una postura abierta, fomentando un espacio de encuentro, diálogo -y nos animó a continuar en nuestro trabajo de ser mujeres diaconales, ejerciendo el ministerio en todo el mundo”.

“No era perfecto, pero modeló una postura de genuina humildad y contrición que nuestros líderes eclesiásticos predican con facilidad, pero que suelen ponerse nerviosos a la hora de llevar a la práctica”, dijeron en una declaración enviada por correo electrónico a NCR. Dijeron que el enfoque de Francisco en escuchar y discernir es una forma más saludable de ejercer la autoridad en la Iglesia, y que “escuchar y creer en la experiencia vivida por las mujeres será parte del legado perdurable del papa Francisco”.

LEER. Consejo del Sínodo: por primera vez dos mujeres (dic. 2024)

VIDEO. Impulsar el rol de la mujer en la Iglesia, uno de los legados de Francisco

 

La opinión de Francisco sobre las mujeres

Aunque Francisco abrió puertas a las mujeres en el liderazgo de la Iglesia que antes estaban cerradas, se enfrentó a críticas por la forma en que hablaba de las mujeres, a menudo basándose en lo que los críticos veían como ideas anticuadas de complementariedad de género y una idea vaga e indefinida de una “mística femenina”. A los dos meses de pontificado, dijo a un grupo de religiosas que sus votos de castidad no debían convertirlas en “solteronas”. Al año siguiente, dijo que las mujeres que formaban parte de la Comisión Teológica Internacional eran como “las fresas del pastel”, una expresión con la que parecía querer decir que las mujeres no debían ser meros añadidos decorativos, pero que se interpretó en el sentido de que sí lo eran. Se le criticó por hablar del papel de la mujer principalmente como esposa y madre.

Francisco también causó incomodidad cuando utilizó lo que algunos consideraron expresiones sexistas. Por ejemplo, en su primera entrevista importante, publicada por America y otras publicaciones jesuitas en el otoño de 2013, el Papa recién elegido advirtió que una mayor presencia de las mujeres en el liderazgo de la Iglesia no debe ser simplemente “machismo con falda” (“female machismo”). Se dice que calificó el cotilleo de “cosa de mujeres” en una reunión a puerta cerrada con sacerdotes y que dijo que el mundo necesita “políticos con pantalones”, frase que utilizó para referirse a la valentía, para legislar contra el aborto. Apenas en 2014, a menos de un año de su papado, un columnista ya había recopilado siete ejemplos de lenguaje sexista y anticuado que el Papa había utilizado.

Más recientemente, durante una visita a la Universidad de Lovaina, Francisco afirmó: “La mujer es más importante que el hombre, pero es malo cuando la mujer quiere ser hombre”, y añadió que “una mujer dentro del Pueblo de Dios es una hija, una hermana, una madre”. Estos comentarios provocaron una respuesta de desacuerdo por parte de la universidad católica. Sin embargo, en su regreso en el avión, Francisco se reafirmó, utilizando metáforas de género relacionadas con Jesús y la Iglesia para explicar el rol de la mujer. Dijo: “Siempre hablo de la dignidad de la mujer” y señaló que la Iglesia, como esposa de Jesús, representa el papel de la mujer, subrayando que “la Iglesia es mujer” y que “masculinizar a la mujer no es humano”.

Las ocasionales deslices de Francisco en materia de género hicieron que algunos se preguntaran sobre sus verdaderas opiniones sobre las mujeres y hasta qué punto estaban influidas por la cultura machista de su país natal. La teóloga Cecilia González-Andrieu, de la Universidad Loyola Marymount de Los Ángeles, que se reunió con el Papa el otoño pasado como parte de una delegación de promotoras del ministerio de la mujer -y sirvió como traductora en la reunión- cree que algunos de los comentarios de Francisco sobre las mujeres simplemente reflejan que es “un hombre de su época”.

Francisco le recuerda a González-Andrieu a su propio padre, otro hombre latinoamericano de la misma generación. “Valora y venera y aprecia mucho a las mujeres, lo que para ellos ya es algo radical”, dijo. “No creo que Francisco haya pretendido en ningún momento degradar a la mujer”, afirmó. Como teóloga latinoamericana, también aprecia cómo Francisco ha trabajado para cambiar las estructuras subyacentes para facilitar el cambio. “Durante nuestra conversación, habló de cómo poner a las mujeres en puestos en los que nunca habían estado antes está cambiando la forma en que funcionan las cosas, y que eso llevaría a que florecieran cosas que estaban estancadas”, dijo.

El documento final del sínodo, que Francisco aprobó como parte del magisterio papal en lugar de emitir su propia exhortación apostólica postsinodal, reconoce que “las mujeres siguen encontrando obstáculos para obtener un reconocimiento más pleno de sus carismas, su vocación y su lugar en todos los diversos ámbitos de la vida de la Iglesia”. También señala que esto perjudica a la misión de la Iglesia, y que no hay nada que impida a las mujeres desempeñar funciones de liderazgo en la Iglesia.

La periodista argentina Elisabetta Piqué, amiga de Francisco desde hace mucho tiempo y corresponsal en Roma del diario La Nación, dijo que el difunto Papa tenía a las mujeres en “alto respeto” y que la suya no era una visión machista. “Siempre respetó mi profesión de corresponsal de guerra, y siempre me apoyó incluso cuando tenía dos hijos pequeños, mientras que miembros de mi familia -mis hermanos- me criticaban por hacerlo”, explicó Piqué a America Magazine. “[Francisco] me daba este apoyo llamándome por teléfono periódicamente en esas ocasiones [mientras estaba en zonas de guerra], como escribí en mi libro sobre Ucrania”. Piqué añadió que, “en la Iglesia, no se pueden cambiar las cosas de un día para otro, sino que se necesitan años”.


Siglos de misoginia

Resulta significativo que se permita un debate abierto en la Iglesia sobre el papel de la mujer. Christine Schenk, religiosa estadounidense, escritora y fundadora del grupo internacional FutureChurch, lo describió como el cambio más impactante durante el pontificado de Francisco, poniendo fin a la marginación de “los católicos que desean discutir la plena inclusión de las mujeres en todos los aspectos del ministerio de la Iglesia y la toma de decisiones”.

“La cuestión que Francisco consideró es cómo involucrar a más personas en el trabajo de la Iglesia, en tantas formas y lugares como sea posible. Por eso nombró a mujeres para altos cargos en el Vaticano”, dijo la profesora de la Universidad de Hofstra Phyllis Zagano, miembro de la primera comisión sobre el diaconado femenino.

“En la cuestión del diaconado femenino, Francisco estaba tratando de hacer frente a siglos de misoginia que malinterpretaron el papel de la mujer en la Iglesia y la sociedad. El proceso sinodal que inició trató de alejar a la Iglesia de una perspectiva exclusivamente masculina y de considerar a las mujeres, no como un problema a resolver, sino como capaces de participar plenamente en el trabajo de la Iglesia. Restaurar a las mujeres en el diaconado ordenado refuerza la trayectoria que ha seguido la Iglesia”.

“Antes, el Vaticano -de hecho, muchos prelados, si no la mayoría- se mostraban recelosos incluso de utilizar las palabras ‘mujer’ y ‘ministerio’ en la misma frase“, afirma Schenk. “Ahora estas cuestiones se debaten abiertamente, algo que debería haberse hecho hace tiempo y que es un signo de la nueva fuerza y madurez de una Iglesia que ya no teme discernir (y) debatir los cambios en nuestra forma de caminar juntos como Pueblo de Dios”.


Perspectivas hacia el próximo pontificado

Francisco logró avances importantes en el papel de las mujeres en el Vaticano durante su papado. Uno de sus cambios clave fue separar de manera fundamental el gobierno de la Iglesia de la autoridad sacramental. Esta separación quedó establecida en su nueva constitución para la Curia Romana, aunque todavía debe aplicarse plenamente en el derecho canónico, donde ambas formas de autoridad siguen estando entrelazadas. Esta diferencia entre el documento de la Curia y las leyes actuales de la Iglesia ha generado situaciones incómodas, como el nombramiento de un “pro-prefecto” varón junto a la primera prefecta mujer (Brambilla). Según los observadores, este título inusual se creó para que el pro-prefecto pueda aprobar decisiones que, según las normas actuales, deben ser firmadas por un clérigo.

El avance de las mujeres en el Vaticano dependerá de varios factores: que el sucesor de Francisco tenga la voluntad de seguir impulsándolo a pesar de las resistencias; que las mujeres nombradas estén dispuestas a mantenerse en cargos que suelen ser muy exigentes; y que, como dice la subsecretaria del Sínodo, Sor Nathalie Becquart, continúe la lenta erosión de la “mentalidad patriarcal” en el Vaticano. Al final, solo con el paso del tiempo se podrá saber si el pontificado de Francisco rompió realmente todo el “techo de cristal” de la Iglesia, o si apenas logró quebrar algunos.

VIDEO. Reflexiones de Francisco sobre la mujer en la Iglesia y la sociedad


VIDEO. Papa dice que las mujeres no pueden ser sacerdotes: “Es un problema teológico”

Publicaciones relacionadas en Buena Voz Católica
Fuentes

America Magazine / National Catholic Reporter (2) / CNN en Español / La Croix International / Videos: NTN24 – Rome Reports – CNN en Español / Foto: CNS – Vatican Media

Puntuación: 0 / Votos: 0

Buena Voz

Buena Voz es un Servicio de Información y Documentación religiosa y de la Iglesia que llega a personas interesadas de nuestra comunidad universitaria. Este servicio ayuda a afianzar nuestra identidad como católicos, y es un punto de partida para conversar sobre los temas tratados en las informaciones o documentos enviados. No se trata de un vocero oficial, ni un organismo formal, sino la iniciativa libre y espontánea de un grupo de interesados.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *