Los actos conmemorativos del 75 aniversario de la creación del Colegio se abrieron con el discurso del Decano Presidente Eugenio Rodríguez Cepeda, que nos acercó al pasado, presente y futuro de la institución.
Si un equipo de extraterrestres desembarcara en nuestro planeta con la misión diseñada por sus superiores en otra galaxia de elaborar un informe sobre la mejor forma de colonizar la Tierra, podría redactar ese informe con miles de páginas, describiendo la naturaleza de la Tierra, explicando la diferencia entre el medio marino y el medio terrestre, diferenciando en éste zonas secas y zonas húmedas, calurosas o frías, fértiles o estériles, o analizando la existencia de formas de vida como los vegetales y los animales. Dentro de esta segunda categoría es posible que se dieran cuenta de que hay una especie animal bastante numerosa que se caracteriza, variablemente según la geografía, por comunicarse entre sí emitiendo unos ruidos muy diversos, ayudados en alguna ocasión por artefactos singulares, y por habitar unas construcciones muy variadas según las latitudes.
Pero lo que no lograría el minucioso informe del equipo extra planetario, convirtiéndolo por ello en forzosamente incompleto, es describir, junto a las realizaciones materiales de la especie humana, perceptibles por los sentidos, esas realidades inmateriales
y por ello no visibles sensorialmente al ser creación maravillosa del intelecto humano, que llamamos las instituciones.
Por eso, los extraterrestres, a pesar de su inteligencia presumiblemente superior a la nuestra, no podrían explicar en su informe el por qué, en unos lugares de la Tierra, el bienestar humano está por encima de lo que sería normal en función de los condicionantes naturales. Esta paradoja y muchas más sólo tienen explicación a través de las instituciones de las que unos pueblos y naciones han sabido dotarse y otros no.
Las naciones de la vieja Europa, que somos y nos reconocemos herederos de la cultura griega, de la espiritualidad judeocristiana y
del sistema jurídico romano, gozamos de este admirable trípode, cultural, religioso y jurídico, que hemos heredado de nuestros antepasados. Y dentro del mundo jurídico, que es el que ahora nos interesa –aunque el mundo cultural que nos rodea en este magnifico marco de la Real Academia de Bellas Artes no deja de imponer su huella sobresaliente- los extraterrestres de nuestro
cuento no habrían podido escribir nada sobre instituciones tan importantes –pero físicamente invisibles- como la propiedad y los diversos derechos reales, formas casi perfectas encaminadas al aprovechamiento ordenado, y por ello sostenible, de los bienes materiales.