Invento español es todo lo que necesitan las personas con discapacidad para usar el móvil

Javier Montaner con una de las personas con las que han probado Mouse4all. (Mouse4all)

Mouse4all es un pulsador que funciona como un ratón para enviar órdenes a la pantalla. Se puede mover con cualquier parte del cuerpo: hay quien lo acciona con la nuca.

Hay personas que tienen problemas para trabajar con una pantalla táctil. No es tan fácil como pulsar con uno o dos dedos sobre ella: tal vez tienen las manos paralizadas o algunas dificultades para mandar la orden del cerebro a sus extremidades. Ahora, unos ingenieros españoles proponen una solución muy simple para que cualquiera pueda mandar un WhatsApp o consultar Facebook según sus posibilidades.

Se trata de una pequeña caja con un pulsador, se llama Mouse4all y, como aseguran al final de uno de sus vídeos de presentación, a los que lo han usado “les ha cambiado la vida”.

Mouse4all es obra de los ingenieros José Ángel Jiménez y Javier Montaner. El primero industrial, el segundo de telecomunicaciones, dejaron sus trabajos y se unieron hace un par de años para emprender nuevos proyectos. Hasta entonces habían trabajado en desarrollo de ‘software’ para otras empresas y decidieron iniciar una nueva etapa tirando de ahorros. “Lo que nos gustaba, que eran proyectos que intentaran combinar una parte de ‘software’ o de aplicaciones y una parte de ‘hardware’, algo tangible”, explica Jiménez a Teknautas.

 Hay personas que tienen problemas para trabajar con una pantalla táctil. No es tan fácil como pulsar con uno o dos dedos sobre ella: tal vez tienen las manos paralizadas o algunas dificultades para mandar la orden del cerebro a sus extremidades. Ahora, unos ingenieros españoles proponen una solución muy simple para que cualquiera pueda mandar un WhatsApp o consultar Facebook según sus posibilidades.

Se trata de una pequeña caja con un pulsador, se llama Mouse4all y, como aseguran al final de uno de sus vídeos de presentación, a los que lo han usado “les ha cambiado la vida”.

Mouse4all es obra de los ingenieros José Ángel Jiménez y Javier Montaner. El primero industrial, el segundo de telecomunicaciones, dejaron sus trabajos y se unieron hace un par de años para emprender nuevos proyectos. Hasta entonces habían trabajado en desarrollo de ‘software’ para otras empresas y decidieron iniciar una nueva etapa tirando de ahorros. “Lo que nos gustaba, que eran proyectos que intentaran combinar una parte de ‘software’ o de aplicaciones y una parte de ‘hardware’, algo tangible”, explica Jiménez a Teknautas.

“Estábamos investigando un poco qué cosas permite hacer la tecnología en otros campos, también en el social”, prosigue. “Por casualidad nos encontramos con que las tabletas eran muy poco amigables para una persona que tuviera dificultades de acceso a la pantalla táctil”. En unos pocos meses tenían un prototipo que funcionaba.

Montaner explica que el siguiente paso fue salir a la calle y buscar a gente que tuviera problemas para interactuar con la pantalla, con el fin de que probaran su invento. Fueron a centros como el DATO de personas adultas con grave discapacidad física de Madrid o el ASPACE de parálisis cerebral. Así, desde el primer momento lo han probado los futuros usuarios finales y sus terapeutas. “Salen temas que a ti no se te hubieran ocurrido”, afirma Jiménez. “Tú aprendes mucho de discapacidad física y es un trabajo más fructífero”.

Mouse4all es esa mezcla de ‘hardware’ y ‘software’ en la que pensaban en un principio. Es una pequeña cajita con un pulsador, que se puede controlar tanto con un dedo de la mano como de un pie, con la cabeza o con cualquier otra parte del cuerpo, según la movilidad del usuario. La cajita está conectada a través de un puerto USB al móvil o tableta para mandar esa pulsación al dispositivo. En la pantalla, hay un puntero que recibe esas órdenes para hacer clic en el icono de una ‘app’, escribir un mensaje de texto o moverse de un lado a otro y de arriba abajo.

Para realizar esas acciones hay que instalar una ‘app’ (por el momento, solo disponible para Android), que se abre automáticamente al conectar la caja al dispositivo. Al abrirse, en la pantalla se despliega un menú con diferentes iconos: mover el puntero a la izquierda, a la derecha, arriba, abajo… Para indicarle al puntero hacia dónde se desea ir, tan solo hay que esperar a que los bordes del icono destaquen y pulsar en ese momento para mandar la orden. Durante el movimiento, se vuelve a pulsar la caja y el menú aparece otra vez para cambiar de dirección, hacer un clic sobre una ‘app’ o una letra del teclado de WhatsApp.

El menú puede configurarse de forma más sencilla o compleja según las posibilidades del usuario y sus necesidades concretas. Hay quien les ha pedido un icono para apagar o encender la pantalla y, de esa forma, ahorrar batería. Otras opciones como arrastrar o hacer ‘scroll’ también se pueden programar.

Como el dispositivo móvil detecta la caja automáticamente, una vez instalada la ‘app’ y conectado el periférico no es necesaria la ayuda del terapeuta o de un familiar para operar con Mouse4all. “Les damos autonomía y les damos privacidad”, explica Montaner. “Hay otros usuarios que tienen algún tipo de discapacidad cognitiva. Les damos acceso a cosas que, si no, no podrían hacer”.

Se trata de “que no dependan de nadie, que no tenga que estar alguien pendiente para hacer lo que ellos quieren hacer”, añade el ingeniero. Para ilustrarlo, su socio y él recurren al ejemplo de Pablo (nombre ficticio), un joven que les preguntó si con el Mouse4all podría enviar mensajes de WhatsApp y borrarlos una vez enviados. Los fundadores entendieron que Pablo no quería que un familiar o un cuidador tecleara por él o leyera sus mensajes más íntimos.

Un selfi con la nuca

Durante el proceso de diseño han conocido a pacientes con historias increíbles. Entre ellas, las de usuarios que nunca habían usado tabletas o ‘smartphones’ y que se animaron a hacerlo por primera vez con Mouse4all. “Hemos visto en estos centros que gente que no era capaz de utilizar un PC tiene una segunda oportunidad”, resume Jiménez.

Lola (nombre ficticio), de unos 50 años, solo podía mover la cabeza y nunca había usado una tableta. Estaba atravesando una fase de depresión y las terapeutas, buscando una motivación, sugirieron probar con ella. Los ingenieros adaptaron la caja a lo que ella podía controlar y la dejaron a solas con el artilugio. En una hora, el tiempo que tenían para estar con ella, y controlando el invento con la nuca, el único movimiento que podía realizar, Lola consiguió abrir la cámara e incluso hacerse un selfie. “Se emocionó, se echó a llorar. Fue un momento increíble. Era algo que ninguno de los que estábamos ahí hubiéramos pensado nunca que iba a pasar”, recuerda Montaner.

Otro usuario, con una enfermedad degenerativa que le impedía comunicarse, se mostraba reacio a usarlo. La terapeuta insistió en que lo hiciera y, con ello, consiguió que la persona siguiera yendo al centro para realizar actividades. La trabajadora le dijo a los ingenieros que gracias a Mouse4all, además, había podido conocer el sentido del humor del paciente.

Una caja autofinanciada

La financiación de Mouse4all ha corrido a cuenta de los ahorros de Montaner y Jiménez, pero también ha contado con un premio de innovación de la Fundación Vodafone, en la categoría de accesibilidad TIC física.

“La idea es lanzar una pequeña producción inicial”, explica Montaner. “Estará disponible en febrero o marzo, esperamos, y [luego] sacarlo a la venta. Ya tenemos una lista de gente de los centros en los que hemos ido trabajando. Los usuarios de estos centros y las familias de estos usuarios están diciendo que esto realmente está cambiando su forma de enfrentarse a la vida, su forma de comunicarse, de disfrutar de la vida”.

Habían fabricado cuarenta unidades y ahora han industrializado el proceso, con una tirada de cien que quieren vender directamente, sin distribuidores de por medio, con el fin de “tener una relación directa con los usuarios y aprender [de ellos]”. El precio estaría entre los 100 y los 200 euros, “que para el mercado donde estamos es un precio barato”, añade. “El mercado de la accesibilidad es un mercado pequeño, es un nicho, y los precios funcionan diferente que en el mercado normal”.

“A nivel de ‘hardware’, lo puedes llamar un ‘gadget’, pero es mucho más. Realmente estás resolviendo una necesidad real de nuestros usuarios. Y eso es muy motivador para nosotros”, concluye Montaner. “Estamos proveyendo para que interactúen socialmente”. Una nueva barrera cae para aquellos que más lo necesitan.

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Prótesis robóticas e implantes cerebrales frente a la discapacidad

Uno de los avances publicado este año es un exoesqueleto para la mano controlado por el cerebro que permite a personas parapléjicas usar cubiertos y vasos sin ayuda, además sin someterse a una cirugía para implantar el mecanismo en el cerebro.

Prótesis robóticas para subsanar problemas físicos. Foto: Protesis roboticas

Nuevas prótesis robóticas de alta sofisticación, implantes cerebrales o impresión de tejidos en 3D. La ciencia avanza para facilitar la vida de las personas con discapacidad en el año en que el diseñador, ingeniero mecánico y biofísico Hugh Herr recibió el premio Princesa de Asturias.

 El desarrollo de nuevas prótesis robóticas experimentales, en algunos casos controladas por el cerebro, están permitiendo que personas con extremidades amputadas puedan recuperar, en cierta forma, el sentido del tacto.

Científicos estadounidenses de las universidades de Case Western y Chicago desarrollaron una prótesis que transmite la sensación de tacto para determinar la presión que se tiene que aplicar a un objeto y la probaron con dos pacientes que tienen una mano amputada.

Los ingenieros y científicos recrearon con impulsos eléctricos el modo en que el sistema nervioso interpreta la percepción táctil. Una vez probada, los pacientes destacaron la posibilidad de dar apretones de manos, caricias o manejar objetos.

“Brazos y piernas artificiales que pueden ser controlados por los pensamientos son una gran promesa”, según el director de la estadounidense Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada para la Defensa (Darpa), Justin Sánchez.

El Darpa presentó en septiembre una prótesis robótica conectada directamente al cerebro de un paciente con las manos amputadas, quien durante las pruebas aseguró que sentía como si le estuvieran tocando su propia mano.

Un chip implantado en el cerebro fue también la manera de que un joven tetrapléjico pudiera recuperar la movilidad en los dedos y la mano.

Las investigaciones con sensores que captan la actividad neuronal había permitido hasta ahora transmitir señales cerebrales a brazos articulados externos, pero es la primera vez que se restaura la movilidad en las extremidades de un paciente con parálisis.

A lo largo del año varias han sido las revistas científicas y médicas que han publicado estudios sobre el implante de chips en el cerebro para tratar de recuperar el tacto o la movilidad, ya sea a través de un brazo robótico o con la propia extremidad del paciente.

Uno de esos estudios de la Universidad John Hopkins recogía la experiencia de un joven con un implante cerebral para controlar una prótesis robótica, que le permitió percibir “una sensación natural”.

La estimulación de las áreas del cerebro es “segura y las sensaciones evocadas son estables por meses”, aunque se necesita aún “mucha investigación” para entender mejor los patrones de estimulación para ayudar a que los pacientes hagan mejores movimientos”, explicó uno de los autores del estudio Andrew Schwartz.

Todas estas técnicas todavía necesitan más investigación como la que realiza Hugh Herr, quien perdió las piernas hace casi dos décadas y este año fue reconocido con el Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica por su contribución al desarrollo y diseño de extremidades biónicas y prótesis robóticas.

El conocido como hombre biónico, cuyas prótesis en las piernas movidas por tres ordenadores y doce sensores le proporcionan absoluta libertad de movimientos, asegura que en 50 años “el cuerpo sintético va a ser dominante en cuanto a extremidades” y será normal ver extremidades artificiales fusionadas con el cuerpo.

Uno de los últimos avances publicado este año es un exoesqueleto para la mano controlado por el cerebro que permite a personas parapléjicas usar cubertería y vasos sin ayuda, además de no tener que someterse a una cirugía para implantar el mecanismo en el cerebro y por su tamaño puede usarse fuera del laboratorio.

Otra técnica con prometedores resultados, pero usada hasta ahora solo en animales es implantar estructuras de tejido vivo fabricadas con una sofisticada impresora 3D.

Un estudio publicado en Nature daba cuenta de este posible avance para la medicina regenerativa, obra del estadounidense Wake Forest Baptist Medical Center, y que sugiere que esas estructuras podrían ser implantadas en el futuro en personas.

https://youtu.be/_YpqMEc2kLw

Los expertos imprimieron estructuras cartilaginosas, óseas y musculares “estables” y tras implantarlas en roedores, maduraron hasta convertirse en tejido funcional, al tiempo que desarrollaron un sistema de vasos sanguíneos.

La bioimpresora en 3D sería capaz de fabricar tejido estable a escala humana de cualquier forma y tamaño con una precisión que en un futuro próximo se podría replicar fielmente los tejidos y órganos más complejos del cuerpo humano, aseguraron los autores del estudio.

Hasta ahora, se ha logrado fabricar una oreja de un tamaño apto para bebés capaz de sobrevivir y de presentar signos de vascularización uno y dos meses después de ser implantada.

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Investigadores crean software decodificador de texto a voz

accesibilidad - braille

Con el objetivo de apoyar a personas con discapacidad, con problemas de visión y habla, científicos del Instituto Tecnológico de Saltillo (ITS) desarrollaron un software decodificador de texto a voz de bajo costo.

El profesor en ciencias, Luis Javier Mona Peña destacó que se trata de una integración de tecnologías en una sola interfaz y lo único que se necesita es una computadora que tenga sistema operativo Windows y elementos básicos como escáner e impresora.

El propósito del proyecto fue desarrollar una herramienta informática, auxiliar en la comunicación de personas con discapacidad para elevar su calidad de vida, a partir de la necesidad de leer y escribir de usuarios con problemas de visión o de habla, para mejorar su bienestar social, apuntó.

El especialista mencionó que para lograr su finalidad, tanto él como su equipo de investigadores se enfocaron en alcanzar metas específicas como la capacidad de interactuar con hardware de bajo costo (escáneres, cámaras, sistemas de audio, etcétera), económicamente accesibles para cualquier persona.

Así como que el sistema sea funcional en cualquier computadora comercial (sistema operativo Windows) y la integración de tecnologías informáticas como TTS, conversión a braille, OCR, generación de audiolibros, entre otros.

“Es una herramienta de integración de tecnologías, muchas ya existen pero están aisladas. No innova en el aspecto de desarrollar una tecnología nueva, sino que integra diversas herramientas en una sola aplicación y la hace práctica, fácil de usar y de bajo costo, porque puede utilizarse con cualquier computadora”, acotó.

El científico definió que la implementación del software se realizó por medio de diversas herramientas y programación, como sistemas de visión con el uso de algoritmos de extracción morfológica y aprendizaje de patrones.

Mientras que en su posterior entrenamiento, se utilizaron algoritmos matemáticos para reconocimiento óptico de caracteres (OCR) y referencias de código compilado ActiveX, especificó.

“El usuario no necesita ser un experto, la interfaz te indica qué tienes que hacer, a través de etapas, para ayudar al usuario a escribir, leer algo, etcétera. La idea es que todo esté en una sola interfaz”, afirmó.

De esta manera, añadió, se puede tomar un libro, escanearlo o, en su defecto, una imagen ya escaneada o un archivo de texto plano y generar un audiolibro o convertirlo a código braille.

Mona Peña indicó que desean dar a conocer el programa, que sea probado y aplicado en diferentes lugares que, por cuestiones económicas, no tengan acceso a software y hardware especializados.

En cuestión tecnológica, buscarán la integración de voz a texto y, de esta forma, proporcionar mayor independencia al usuario, al no requerir apoyo en actividades como por ejemplo enviar correos electrónicos.

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Colegios públicos y privados deben reservar vacantes para niños y niñas con discapacidad

Colegios públicos y privados deben reservar vacantes para niños y niñas con discapacidad

En línea con el principio inclusivo que propugna el Ministerio de Educación (Minedu) se recuerda a los colegios públicos y privados que están en obligación de reservar dos vacantes por aula para los niños y niñas con discapacidad leve o moderada.

En el caso que la escuela haya completado la entrega de estas plazas, el director o la directora deberán informarlo por escrito a los padres o madres de los solicitantes, de modo que ellos puedan buscar otra opción.

Si al final del proceso de matrícula, esas vacantes no fueron requeridas entonces el colegio podrá otorgarlas a estudiantes sin discapacidad.

Así lo establecen las “Normas y Orientaciones para el Desarrollo del Año Escolar 2017 en Instituciones Educativas y Programas Educativos de la Educación Básica”, aprobadas por el Minedu mediante la Resolución Ministerial N° 627-2016-Minedu.

El documento, publicado en la Normas Legales del diario oficial El Peruano, determina que estas vacantes deben ser otorgadas en los niveles, ciclos y grados de Educación Básica Regular (EBR) y Educación Básica Alternativa (EBA), según corresponda.

También señala que la matrícula de los estudiantes con discapacidad intelectual severa y multidiscapacidad en los Centros de Educación Básica Especial (CEBE) se hace teniendo como referente la edad normativa en los niveles de inicial y primaria, con una flexibilidad de dos años.

Agrega que los Programas de Intervención Temprana (PRITE) son los encargados de brindar atención no escolarizada a niños menores de tres años con discapacidad o en riesgo de adquirirla, desarrollando acciones de prevención, detección y atención oportuna. En estos centros la matrícula se efectúa en cualquier mes del año.

Fuente: minedu.gob.pe

Un mundo de seis puntos: 200 años del braille, un sistema insustituible

Braille

En los ascensores o en los envoltorios de medicamentos ya es muy común encontrarse con los pequeños puntos en relieve. Para muchos no videntes suponen la llave con la que acceder al conocimiento del mundo, pues con estas marcas de hasta seis puntos, como los de un dado, el braille hace palpable el alfabeto. Este tipo de escritura tiene casi 200 años y en la era digital sigue siendo imprescindible. El Día Mundial del Braille, que se celebra cada 4 de enero, conmemora el nacimiento de su creador, Louis Braille. Y la Unión Mundial de Ciegos (UMC) ha querido aprovechar para pedir que los nuevos avances tecnológicos no acaben dejando a un lado el sistema braille. En un comunicado, la asociación expresa su preocupación por que se reduzca el fomento de la enseñanza y el uso de este sistema “debido a la creencia de que dispositivos tecnológicos tales como los libros electrónicos, los audiolibros y los lectores de pantalla pueden reemplazarlo”. Es cierto que actualmente la tecnología ofrece muchas y nuevas posibilidades a los no videntes. Los audiolibros son cada vez más accesibles y PCs y smartphones pueden leer textos en voz alta. Pero esto no puede sustituir al braille, opina el profesor Thomas Kahlisch. “Realmente no hay alternativa. Es la única forma que tengo, como persona ciega, de adquirir la escritura”, dice el director de la biblioteca alemana central para ciegos de la ciudad de Leipzig y miembro directivo de la Asociación alemana de ciegos y discapacitados visuales (DBSV). Por supuesto que a los ciegos les resulta muy práctico poder utilizar la función de reconocimiento de voz de los smartphones para escribir, pero esta tecnología tiene sus límites. Además, la competencia lectora es un pilar fundamental de la educación y para los ciegos, incluso más que para las personas que ven, opina la Unión Mundial de Ciegos. La historia del sistema de escritura con puntos comenzó con un golpe del destino. Louis Braille nació en 1809 en el pueblo de Coupvray, al este de París, cerca de donde hoy se encuentra el parque Disneyland. Cuando tenía tres años, se hirió en el ojo derecho con una de las herramientas de su padre, que hacía guarniciones para caballos. La infección se extendió al otro ojo y el niño quedó ciego. Sus padres intentaron proporcionar al avispado pequeño una educación lo mejor posible y, pese a la ceguera, decidieron que enviarlo al colegio del pueblo, donde Louis destacó por su curiosidad y talento. Después, el joven pudo acudir a uno de los primeros institutos para ciegos del mundo, que se encontraba en París. Allí los ciegos trabajaban aún con una escritura en relieve en la que las letras impresas en papel eran muy difíciles de leer. Braille retomó la idea de un sistema con puntos de un capitán de artillería que había inventado la “escritura nocturna”, con la que pretendía que los soldados se entendieran por la noche. Como el sistema de 12 puntos era muy complicado, lo simplificó y presentó su sistema de seis puntos en 1825, cuando solo tenía 16 años. Aún no hay datos fiables de cuántas personas saben leer braille. Aunque los jóvenes suelen aprender el sistema en muy poco tiempo, para aquellos que pierden la vista más tarde es a menudo mucho más difícil. Quien domine el sistema, puede trabajar en el PC o utilizar un smartphone gracias a la denominada línea braille y tiene muchas más posibilidades de encontrar un trabajo. Este año, gracias al braille, los invidentes podrán acceder por primera vez a las aventuras e historietas de Mafalda con la tira ‘Mafalda y sus amigos’, que será publicada por el Ministerio de Desarrollo Social argentino junto a la Editora Nacional Braille. “Yo había escuchado de Mafalda cuando era chico, pero no había sabido ni había entendido lo que era la profundidad de las cosas que decía”, explica Pablo Vargas, creador del proyecto. Louis Braille nunca supo el éxito internacional que alcanzaría su idea pues murió en 1852, con 43 años, de tuberculosis. Décadas después, en 1878, se reconoció el sistema de seis puntos como el mejor en un congreso internacional. En el centenario de su muerte, su pueblo natal honró su obra y trasladó sus restos mortales al Panteón de París, donde yacen los héroes franceses.

Fuente: ElComercio.com