Un dispositivo desarrollado por la compañía israelí Orcam, basado en la inteligencia artificial, ayuda en sus tareas cotidianas a discapacitados visuales como la trialeta gallega Susana Rodríguez
ÁLEX LÓPEZ-BENITO
REDACCIÓN 10/02/2018 09:23 H
Susana Rodríguez Gacio, la atleta gallega paralímpica que fue diploma en Río y el año pasado ganó la medalla de plata en el Mundial de Triatlón celebrado en Rotterdam, entrena y compite acompañada de una guía que nada, corre y pedalea junto a ella. Pero en la vida cotidiana tiene que hacer frente sola a numerosas tareas que plantean problemas para las personas que tienen baja visión: desde leer a hacer la compra o mirar el número del autobús que tienen que coger.
Susana, de 29 años, tiene una condición genética hereditaria conocida como albinismo oculocutáneo, que afecta a una de cada 20.000 personas en Europa y de la que deriva su discapacidad visual. Su porcentaje de visión es de menos del 8%. Ella se encuentra dentro de las 979.200 personas que en España padecen algún tipo de discapacidad visual, de las cuales 58.300 son ciegas totales y 920.900 tienen baja visión.
La inteligencia artificial -esa tecnología de la que tanto se habla últimamente y que parece algo de ciencia ficción- ya se utiliza para mejorar la calidad de vida de estas personas. Un nuevo dispositivo, OrCam MyEye, basado en principios de machine learning (aprendizaje por algoritmos), les permite identificar fácilmente a familiares y amigos o saber el valor de los billetes que llevan en la cartera, entre otras funciones.
El aparato convierte la información visual en información de audio prácticamente en tiempo real, a través de un sistema integrado que se compone de una unidad portátil y una cámara, que se coloca en la patilla de las gafas. Puede leer texto, reconocer caras e identificar las etiquetas de los productos en el supermercado, y a través de un altavoz incorporado le transmite estos datos al usuario.
«Me pareció una idea espectacular que sin duda quería probar para ver hasta dónde podría ayudarme con ciertas situaciones del día a día. Destaca sobre todo por su reducido tamaño y discreción. Desde que tengo el dispositivo, leer se ha convertido en una tarea mucho más sencilla y rápida, en cualquier lugar y sin necesidad de transportar diferentes aparatos para poder hacerlo», explica la triatleta de Vigo.
Para ella resulta de gran utilidad «poder leer con fluidez en el trabajo [actualmente completa el MIR en el servicio de Medicina Física y Rehabilitación del Hospital Clínico de Santiago], en casa para estudiar o leer artículos, o simplemente en una cafetería para leer un menú».
OrCam MyEye lee un texto impreso o digital en cualquier superficie, incluyendo periódicos, libros, pantallas de ordenador, cartas de restaurantes, letreros y señales de la calle. Para reconocer los rostros tiene que capturar una foto previamente y grabarlos en su base de datos, algo similar a lo que hacen los más avanzados smartphones con procesadores neurales, como el iPhone X o el Huawei Mate 10.
La unidad central, que se conecta por cable a la cámara, es capaz de almacenar hasta 100 caras y 150 productos, y viene precargada con la información de todos los billetes de curso legal y los códigos de barras de numerosos artículos. La autonomía es de un día (no se usa permanentemente) y se puede configurar una velocidad de lectura de entre 100 y 240 palabras por minuto. El precio para el usuario es de 3.900 euros.
La curva de aprendizaje es muy rápida. «Se activa mediante un simple gesto intuitivo, señalando con el dedo o pulsando un botón, y funciona de forma autónoma, sin necesidad de contar con una conexión a Internet o a un ordenador», señala José Carlos Prado, responsable de Orcam en España. Esta empresa israelí, una de las que visitó el presidente gallego Alberto Núñez Feijoo durante su reciente viaje a Oriente Próximo, fue fundada en el 2010 por los creadores de MobilEye, otra compañía tecnológica centrada en los sistemas ADAS de ayuda a la conducción. En la actualidad cuenta con 130 empleados y comercializa sus productos en 15 países.
Francisco Gómez-Ulla, jefe de Oftalmología del CHUS: «La vida diaria no está diseñada para las personas con deficiencia visual»
Francisco Gómez-Ulla, director médico del instituto que lleva su nombre en Santiago y jefe de Oftalmología del CHUS, explica los problemas a los que se enfrentan las personas con discapacidad visual.
¿Cuántos afectados hay en Galicia?
En Galicia, como es una comunidad envejecida, es más frecuente la baja visión en personas mayores y en ancianos, es una de las comunidades junto a Castilla y León que presenta uno de los mayores índices de personas con discapacidad visual. De las causas más importantes tres son enfermedades de la retina, como la degeneración macular asociada a la edad (MAE), la retinopatía diabética y la miopía magna o miopía patológica. A eso se une el glaucoma, que es una enfermedad muy frecuente y causa importante de baja visión y ceguera, si no se trata a tiempo. Entre todas estas hay más de 200.000 personas afectadas en Galicia.
¿Cómo pueden ayudar los nuevos sistemas basados en la inteligencia artificial?
La deficiencia visual para estas personas supone que tienen menos del 30% de visión, 0,3 de agudeza visual y un campo de visión reducido a los 10 grados centrales. A veces nos olvidamos de este tipo de personas y les podemos ayudar mucho, simplemente con diferentes sistemas que ayudan a mejorar la visión. Yo podría el ejemplo de la persona que tiene una cojera y necesita un bastón para andar o unas muletas; anda más despacio, pero puede andar. Aquí ocurre lo mismo. Los diferentes sistemas les pueden ayudar dependiendo de su capacidad de visión residual y el Orcam permite el reconocimiento de personas, de caras, de teléfonos móviles, de lectura… y lo convierte en voz.
También es importante lo que pueda hacer a nivel psicológico, ¿no?
Efectivamente. Una cosa que los oftalmólogos procuramos estar muy atentos con personas con baja visión es ayudarles con su situación emocional. Son personas más proclives a la depresión, como es natural, porque tienen un problema importante, y tenemos que ayudarles con apoyo psicológico, psiquiátrico o lo que necesiten en ese sentido. El Orcam viene para ocupar un espacio que era difícil de ocupar: cuando las ayudas a la baja visión no son suficientes, pueden recurrir a este sistema que al mismo tiempo permite un almacenamiento de imágenes de una persona que haya visto y que rápidamente las identifica. Es un avance importante.
¿Deberían tener los carteles de las calles un cuerpo de letra mayor, para beneficiar a estas personas o facilitar su lectura por sistemas como Orcam MyEye?
Yo estoy seguro de que el sistema, si no lo puede leer ahora, lo leerá en un futuro próximo. Si pudiésemos cambiar el tamaño de la letra de las placas de las calles o los rótulos de algunas tiendas, por ejemplo, ayudaríamos a muchas personas a las que a veces les es difícil orientarse y deambular. Hoy hay Google Maps y otros sistemas que nos ayudan a hacer más fácil la vida, y es que la vida diaria está diseñada para los que ven, no para personas con deficiencia visual.
¿En su instituto dan apoyo a la hora de aprender a manejarse con este dispositivo?
Por supuesto que les ayudamos, aunque el sistema es muy intuitivo. Pero lo más importante es que sepan que ya existen este tipo de sistemas, nosotros les podemos ayudar a conocerlos.