Ese día con mi amigo Hernán estuvimos tratando de encontrar el regalo ideal para una amiga que ambos teníamos en común. Era su cumpleaños y queríamos quedar bien con ella.
Estuvimos caminando desde la PUCP hacia su casa mientras la imaginábamos recibiendo los diferentes tipos de regalos que se nos iban presentando en la mente: un oso, un perfume, una cartera, unos aretes, una agenda, un libro…etc.
Ya teníamos pensado un regalo comunitario, un “dos por uno”, una buena intención que tenía que valer mucho para ella. Eran los tiempos de los Estudios Generales en la universidad, ambos estabamos sin mucho dinero y, al menos yo, aún no era parte de la PEA (Población Económicamente Activa).
Las ideas se acababan, y el dinero no era mucho como para comprar un regalo por cuenta de cada uno de nosotros. -“Hay recesión”- me decía Hernán, mientras golpeaba la palma de su mano izquierda con el puño derecho. Entonces decidimos mancomunar esfuerzos y comprar un regalo mejor “aunando capitales”, algo así como lo que sucede con las fusiones empresariales que buscan liquidez.
Sin embargo, a veces el tacaño que uno lleva dentro hizo que dudáramos sobre comprarle un regalo caro o que le regalemos algo un poco mas práctico (barato), ya que, finalmente, el destino de nuestros sagrados “básicos” en la semana estaba en juego.
-“A ver, dame una idea sobre un regalo práctico y que tenga la “triple B” (Bueno, Bonito y Barato)”
-“Mmm..creo que podemos regalarle un marco para fotos”
-“Claaro para que ponga mi foto en su mesita de noche; ja,ja,ja!”- decía el enamorado Hernán.
-“Pucha, eso es peligroso, no debe tener pesadillas tampoco”- Y reía con todas mis fuerzas-“Ja,ja,ja”
-“Ok, mira podemos comprar esas cosas que funcionan con gravedad..¿cómo se llamaban?..ahh! no recuerdo, pero las venden en miraflores..son adornos de metal que tu los mueves una vez y nunca dejan de moverse”.
-“Ni cagando!. No voy a ir a miraflores a esta hora y con este tráfico menos. Se hace tarde”- eran las 6 de la tarde y estabamos lateando por Pueblo Libre hacia la casa de la “musa hernaniana”.
-“Bueno, entonces imagina algo más pues” – me decía decididamente.
-“Creo que una tarjeta de cumpleaños estaría bien”- le contesté.
Pensamos en todo, desde útiles de oficina hasta inútiles objetos que sólo ocupan un espacio sin finalidad en una habitación.
-“Bueno compadre, no hay opción..ya es hora y sólo esta abierta esa tienda al frente, vamos a ver que hay”.
-“Ok”.
Entramos, observamos (“veni, vidi”). Había muñecas misias, pilas para reloj, pulseras de plástico de colores fosforescentes, ganchos para el cabello, calendarios con agenda, calculadoras koreanas, navajas suizas hechas en China, etc. Todo a precio de Unidad Monetaria. Estábamos buscando, rastreando, scaneando el panorama; y lo más sofisticado que pudimos encontrar fue un moderno PUNTERO LÁSER hecho en la industrializada y comunista China. Ambos lo vimos y nos miramos; y como pensando en lo mismo, sériamente le preguntamos por el precio al vendedor. Nos dijo que costaba 15 nuevos soles (ningún WTF! porque era el año 2001).
Entonces, maliciosamente llegamos a imaginar cuál sería la impresión de nuestra amiga al recibir por el dia de su cumpleaños un puntero láser. Y también, claro, las explicaciones (mejor que excusas) de nosotros al decirle por ejemplo: “Te va a servir para tus exposiciones”, “puedes joder a tu ex-enamorado con eso sin que se dé cuenta y de paso lo dejas ciego”, “puedes jugar con tu perro o tu gato, ¿has visto cómo se vuelven locos con eso?”,”no lo vayas a apuntar contra tus ojos”, etc, etc.
Era gracioso imaginarlo pero dijimos al unísono: “Naaaa!!!!!” (que viene a ser un NO bien escéptico y contundente).
Al final, hicimos lo justo. No compramos ningún regalo y nos zampamos en la casa de nuestra amiga. Compramos algunas cervezas con parte del dinero del regalo, compartimos con todos hasta donde se pudo, comimos una deliciosa Papa a la Huancaína y arroz con pollo; cantamos el “Sapo Verde” y reclamamos nuestro pedazo de torta. Bailamos todos juntos esa noche y hasta saqué a bailar a la cumpleañera mientras la entretenía con esta misma historia que les acabo de contar.
Moraleja: La intención es lo que realmente cuenta.
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