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11/04/10: Una visita a la Alameda de los Descalzos

Del puente a la alameda menudo pie la lleva
Fragmento de la canción ‘La flor de la canela’

Rímac, tan imponente pero a la vez tan olvidado. Visitarte es un viaje hacia lo pasado, añorado y querido. Sin duda, aquel barrio de antaño llamado popularmente como “San Lázaro” actualmente conocido como el Rímac, nos asombrará cada vez que pasemos por uno de sus callejones, alamedas, paseos o casonas. Ejemplo de arquitectura colonial e historias sorprendentes, el también conocido “Abajo el puente” nos espera.

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Foto: Marco Gamarra Galindo

Para conocer verdaderamente cómo era de la Lima de los siglos XVII y XVIII, debemos adentrarnos a este distrito, especialmente a la Alameda de los Descalzos, ícono del Rímac y del Centro Histórico. Este gran paseo fue construido en 1611 por el virrey Juan de Mendoza y Luna, Marqués de Montesclaros, quien tenía entre sus referencias, el respeto por los derechos de los indios.

Video para el Blog de los Corresponsales Escolares de El Comercio.

Con el pasar de los años, el lugar se volvió muy concurrido por la sociedad limeña de entonces. El virrey Amat y Juniet decidió reconstruirlo en 1770. La tradición oral afirma que lo hizo con la intención de sorprender a su amada la “Perricholi”, una bella huanuqueña que tenía en “trance” al virrey. Sin embargo, esta relación, en un principio, fue desconocida por la corona española, realidad contraria a la sociedad que sí conocía de estos amoríos. Este romance fue la “comidilla” de las recatadas señoras de la época.

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Si las pocas bancas que quedan de la Alameda de los Descalzos pudieran hablar, cuántas historias y relatos tan curiosos y misteriosos como la del virrey Amat y la “Perricholi” nos sorprenderían. Se cuenta también que en las noches, pasan fantasmas de viudas, suicidas, paganos y misteriosas congregaciones de almas en pena que desfilan alrededor de la alameda.

El andar garboso de las tapadas limeñas y los paseos afanosos de caballeros enamorados culminaron con una época gloriosa que se fue desvaneciendo hasta la llegada de la República. Ramón Castilla consciente de su deterioro le dio un nuevo y definitivo trazo unitario al ordenar la colocación de una verja de hierro forjado importado de la lejana Inglaterra en 1856. Esta remodelación también adornó a la Alameda de los Descalzos con 12 estatuas de mármol italiano que representan los signos del zodiaco y los meses del año. Además de cien bancas de mármol y varios jarrones elegantemente alineados.

Lastimosamente, muchas de estas reliquias se están perdiendo con el tiempo y la desidia de algunos habitantes. Se espera también el apoyo de las autoridades del distrito del Rímac como del INC [hoy Ministerio de Cultura]. No dudamos en que pronto veremos de vuelta aquel testimonio vivo lleno de aroma y tinte representativo de aquellas épocas de inspiración y deleite de poetas y cantores.

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Iglesia Santa Liberata, ubicada al costado de la Alameda de los Descalzos. Foto: Marco Gamarra Galindo. Leer más »

21/03/10: Las huacas del Valle del río Chillón

Muy lejos del Callao que hoy conocemos, existe una historia inédita que muestra la otra faceta de la única provincia constitucional del país: la prehispánica, aquella que se halla olvidada por las instituciones y vecinos. A través de este item deseamos que se preserven y cuiden estos centros arqueológicos, testimonio de los primeros peruanos.

Recorrimos junto a Nicolás Rodríguez López y profesores de distintos colegios de Ventanilla por un sinnumero de huacas de este valle de Lima para un reporte al Blog de los Corresponsales Escolares de El Comercio.


Murallas defensivas del valle Chillón. Foto de Marco Gamarra Galindo.

Huaca Cerro Culebras:

Construida por los Lima, entre los años 300-400 A.C., este centro urbano se destaca por estar ubicado en un lugar estratégico. Sin embargo, fue descubierta recientemente por el arqueólogo norteamerica Louis Stumer en la década de los 50s.

Su mayor aporte ha sido el Interlooking, técnica más reconocida del período Intermedio Temprano representada con diseños geométricos entrelazados. Una evidencia de ello es el mural polícromo de 28 metros dibujados con gruesas líneas oscuras, encontrado en sus interiores. Sin embargo, la indiferencia y descuido han sido pieza clave para que algunas de sus pirámides se hayan dañado. Además de la poca seguridad que existe en la zona a altas horas de la noche.

En cuanto a la forma de llegar, debe tomar la carretera a Ventanilla y bajarse en el paradero Inca Kola (cuyo nombre se debe a un inmenso cartel de tal bebida, que hace años fue retirado), antes de ingresar a la Refinería La Pampilla. A partir de este punto necesita tomar un mototaxi que lo llevará. Si desea visitarla, le recomendamos que vaya en grupo, preferible en la mañana y con alguien que conozca.

Huaca Rosada:

Este centro de adoración al fuego también llamado Pampa de los Perros, se caracteriza por emplear el color rosado en su estructura, razón por la cual se le conoce como Huaca Rosada. Su impactante parecido con la civilización más antigua de América, el Centro Arqueológico de Caral, es reflejada en su plazuela circular.

A partir de los últimos trabajos de investigación, se ha concluido que es anterior a la aparición de la cerámica, con una antigüedad de al menos 4500 años y es el único sitio de este tipo en la ciudad de Lima, solo comparable con las culturas precerámicas conocidas en la costa norcentral.

Una buena oportunidad de visitar este lugar es hacerlo juntamente con la Huaca Cerro Culebras ya que se hallan cercanas, en la margen derecha del río Chillón. Es recomendable hacer el trayecto con alguien conocido, para ello podría buscar algún guía que ofrece la Municipalidad de Ventanilla.

Huaca Respiro:

Perteneciente al Señorío de Collic o Collique, está ubicada en el límite distrital entre Ventanilla y San Martín de Porres, en el valle del río Chillón. La huaca data de 1200 a 1470 d.C. y está construida con enormes bloques de adobe. Además, se pueden hallar numerosos vestigios enterrados en su suelo ancestral.

Uno de los factores que traen como consecuencia un aspecto triste a esta antigua ciudad amurallada es el abandono, de tal manera que cualquier visitante puede encontrarse con telares de la época. Sin duda, una desidia que podría conllevar a una lamentable pérdida.

Chuquitanta:

También conocida como huaca El Paraíso, posee más de 20,000 m2 y 4000 años de antigüedad. Pertenece al precerámico tardío y es un lugar turístico a conocer. Este centro arqueológico, que fue descubierto y reconstruido por el arqueólogo Federico Engels, es sin duda alguna, imponente: sus paredes de piedra, alcanzan los 5 metros de altura.

Un momento oportuno para visitarla es en las celebraciones del equinoccio de primavera, celebradas al estilo de los primeros habitantes del Valle del río Chillón. Acerca de las fechas, se realizan cada mes de septiembre. Sin lugar a duda, es todo un espectáculo. Recordemos que a diferencia de las otras huacas mencionadas en este post, ésta si esta reconocida por el Instituto Nacional de Cultura (INC) [hoy Ministerio de Cultura].

Se encuentra siguiendo el circuito de las demás huacas, a no más de 10 minutos. Alrededor de esta existe un gigantesco recinto amurallado de más de 15 kilómetros de perímetro que encierra un área de alrededor de 635 Ha. conocidas como las Murallas de Oquendo.

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13/03/10: Barranco, donde vive la tradición

Fuente: Blog de los Corresponsales Escolares de El Comercio

Los años señoriales del distrito de Barranco, donde los cientos de bañistas y los poetas bohemios convivían junto al frenesí de una vida menos convulsionada y más tranquila, siguen vigentes en esta parte de Lima como si el olvidar fuese una limitación a recordar tales años de bonanza y tradición de uno de los barrios con más historia de nuestro país.

Eran mediados del siglo XVIII y el villorrio de Barranco empezaba a emerger tras un periodo lleno de infortunios. La población, entre pescadores y finqueros, logró salir de esta decadencia traída por el terremoto de 1746 y así encaminar al pueblo hasta su creación como distrito el 26 de octubre de 1874. Entre los fundos pacayares de aquellos años destacaban el Premio Real, la Condesa y el San Antonio y Larrión.

El nuevo distrito tuvo como primer alcalde al General Pedro Bustamante y como capital a la Ermita, una pequeña capilla donde acudían humildes pescadores y viajeros. Poco después, se construyó la inspiración de Chabuca Granda, el Puente de los Suspiros. Curiosamente se inauguró un día de San Valentín de 1876 con la finalidad de ver viable el paso de las riberas de la ciudad. Estos dos íconos barranquinos han sufrido innumerables daños. Sin embargo, se han recuperado y actualmente se encuentran entre las atracciones más concurridas del distrito.

En los siguientes años, al igual que en sus inicios, Barranco atravesó una serie de problemas que detuvieron su avance; dos hechos que pusieron a prueba a sus pobladores. En primer lugar, la Guerra del Pacífico que ocasionó muchas pérdidas en el bando peruano. Este dato no fue ajeno a Barranco que fue saqueado e incendiado el 14 de enero de 1881. Posteriormente, un terremoto en 1940 destruye gran parte de la zona histórica. A pesar de estos incidentes, Barranco recuperó la esencia y atracción gracias a la esforzada labor de sus vecinos y autoridades que nunca se dieron de vencidos.

Durante las primeras décadas del siglo XX, Barranco recibe toda la mirada de la sociedad limeña por sus apacibles balnearios. Un considerable número de bañistas recorrían la “Bajada de los Baños” entre olivos y árboles de sauces para finalmente, degustar de unos atardeceres de ensueño en los Baños de Barranco. En la actualidad, este famoso pasaje está rodeado de antiguas casonas, bohemios bares y espléndidos restaurantes que brindan al visitante un momento cercano a la cultura viva de la capital de la tradición limeña.

Foto Marco Gamarra

El aporte de varios extranjeros residentes dio otra mirada a Barranco: las casonas y malecones evidencian lo pintoresco que puede resultar la unión de la arquitectura republicana peruana y la europea. Muchas se han convertido en pubs y discotecas que ofrecen a los jóvenes y adultos una noche de diversión y fiesta.

Foto Marco Gamarra

Contradictoriamente a sus escasos 3,33 km² de extensión, Barranco ostenta suntuosos sitios para visitar y conocer. La cercanía con las costumbres de antaño, la convierte en el lugar donde vive la tradición. Leer más »

11/03/10: Cementerio Presbítero Maestro: Paz eterna entre obras de arte

Al caminar por las anchas avenidas, pintorescas alamedas y largas calles del Cementerio Presbítero Maestro, uno logra comprender el gran cariño que sintieron los deudos por sus difuntos. Qué mejor entonces que rendirles homenaje junto a imponentes y vistosas esculturas italianas en el primer cementerio de América, la necrópolis del Cementerio General de Lima.

La llegada de la Ilustración significó el fin de aquella práctica tan común de enterrar a los muertos bajo las iglesias. En el Perú se dijo adiós a esa costumbre nada higiénica con la construcción del Presbítero Maestro (1808) en los Barrios Altos. Sin duda, una nueva historia comenzaba a escribirse.

El honor de inaugurar el Presbítero, convertido en el primer cementerio civil del continente, estuvo a cargo del virrey José Fernando de Abascal. El representante del Rey en Perú había autorizado la obra y pedido la ayuda del hábil sacerdote Matías Maestro, quien diseñó los planos del camposanto. En honor a este religioso, el virrey bautiza la necrópolis.

Una inauguración anecdótica

Durante los retoques previos de la inauguración, el pintor Francisco Acosta, sufrió un accidente que le provocó la muerte. No faltaron algunos que recomendaron -por medidas sanitarias-, su entierro inmediato en el Presbítero Maestro. Sin embargo, el cadáver tuvo que esperar el de Juan Domingo González de la Reguera, arzobispo destinado por orden mayor el primer personaje en descansar en la necrópolis.

En sus 766 mausoléos e inumerables nichos, se encuentran personajes que con su pluma o rifle se encargaron de escribir la historia de nuestro país. Éstos son algunos: Leer más »

11/03/10: La última Muralla de Lima: Santa Lucía, Comandante Espinar y Puerto Arturo

¿Sabía que a pesar de cientos de años, existe aún parte de la gran Muralla de Lima en pie?

Al parecer, aquel destino funesto que acabó con varias construcciones históricas del Centro de Lima ha sido esquivo a algunos fragmentos de la Muralla de Lima: los denominados baluartes de Santa Lucía, Comandante Espinar y Puerto Arturo, únicos recuerdos vivos de aquel fortín que protegió alguna vez el Damero de Pizarro. Es inevitable llegar a la conclusión que si siguen permaneciendo en el olvido, estos tres inmuebles ubicados en El Agustino, caerán pronto en una destrucción irreversible.

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Se requiere remontarnos a 1684 para entender más a fondo la historia de la Muralla de Lima, año donde el virrey Melchor de Navarra y Rocafull establece el sistema de amurallado en la capital. Este cerco que comprendió once kilómetros de perímetro defendió por casi doscientos años a la Ciudad de los Reyes hasta que “murió virgen de pólvora”, es decir, nunca recibió algún ataque de piratas o corsarios. Precisamente la destrucción de la Muralla se dio por el afán modernizador peruano del siglo XIX, emprendido por el gobierno de Balta mediante el proyecto de demolición de Henry Meiggs.

Sin embargo, la Muralla presentaba ya algunas rupturas previas que se produjeron como consecuencia de las construcciones del Parque de la Exposición y el Cementerio General Presbítero Matías Maestro, explica Luis Sifuentes de la Cruz en “Las Murallas de Lima“. Del proceso de modernización solo sobrevivieron tres baluartes de los treinta y cuatro que confirmaron la muralla. Se trata de los baluartes Santa Lucía (Jr. José Rivera y Dávalos), Comandante Espinar (Jr. Boulevard República) y Puerto Arturo (Jr. Pativilca). De los tres, es el primero el que se halla en mejor estado de conservación.

El Baluarte Santa Lucía

Es, en efecto, el baluarte que se halla en mejor estado de conversación. Si no ha sufrido el mismo daño que los otros dos baluartes es porque en sus inmediaciones funciona el Hogar de Madres Solteras ‘Gladys’, entidad que ha preferido conservar su integridad. Ocupa un área pentagonal cerrada en cuatro lados por un muro de sección trapezoidal y en uno por edificaciones contemporáneas de un piso. Desde el pasaje empedrado y el campo deportivo se aprecian tres de sus lados. Se observa un dintel. Está ubicado en el Jr. José Rivera y Dávalos con el Pasaje de los Santos, distrito de El Agustino.

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El Baluarte Santa Lucía, El Agustino. Foto: Marco Gamarra Galindo.

El Baluarte Comandante Espinar

El Baluarte Comandante Espinar está ubicado en la Urbanización Santoyo, distrito de El Agustino. Se mantuvo en buen estado hasta la década de los cincuenta del siglo XX, época en que la zona empieza a urbanizarse. Como toda la Muralla, el sistema constructivo de este baluarte está compuesto por adobe, ladrillos y una base de piedras.

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Baluarte Comandante Espinar, El Agustino. Foto: Marco Gamarra Galindo.

El Baluarte Puerto Arturo

Otro importante fragmento de la antigua Muralla de Lima se erige en el Jr. Pativilca, El Agustino. Hoy yace bajo un uso de vivienda: son muchas las familias necesitadas que han utilizado sus muros de canto rodado, adobe y cal para guarecerse de cobijo. Incógnito, lleva muchas décadas soportando la indiferencia de las autoridades.

20120204-187.jpgBaluarte Puerto Arturo, El Agustino. Foto: Marco Gamarra Galindo.

Lastimosamente, la irresponsabilidad y desconocimiento han sepultado en el olvido mucha de la historia y memoria de nuestra ciudad. Esperemos que la Municipalidad de El Agustino, la Municipalidad Metropolitana de Lima y el Ministerio de Cultura pongan en valor estos lugares que son verdaderos patrimonios de Lima. Leer más »

17/02/10: La Imponente Quinta Heeren de los Barrios Altos

Fuente: Blog de los Corresponsales Escolares de El Comercio

Oskar Heeren llegó al Perú hace más de dos siglos, sin imaginar que la quinta que él construiría sería considerada como uno de los recintos más hermosos y apacibles de la Lima de antaño: La quinta Heeren. Esta residencia de estilo europeo constituye una muestra viva de aquellos años en los cuales Barrios Altos, era la periferia de la ciudad e inspiración de los grandes intelectuales de la época. Recorriendo los pasillos de la historia tan añorada de nuestro señorial Centro Histórico, conoceremos a la imponente Quinta Heeren, tan increíble y tradicional.

Son casi las tres de la tarde y estamos por empezar nuestra visita por las angostas calles de los Barrios Altos, sin duda un viaje hacia el otro lado de la Lima antigua, no tan concurrida por los turistas de estos tiempos. Nuestro punto de partida es el Jr. Trujillo en el Rímac. Un taxista se ofrece a trasladarnos a la quinta y esperarnos hasta terminar de grabar, por lo que nuestra estadía entre los balcones tenebrosos y las teatinas que curiosas nos miran desde arriba, se convierte más tranquila. Sin tomar en cuenta a nuestros queridos “amigos” de lo ajeno.

Unos minutos más tarde, nos encontramos frente a la Quinta Heeren (Jr. Junín 1201), unas rejas oxidadas y unas extensas cadenas resguardadas por unos perros impedían nuestro ingreso triunfal. No podía ser posible, tan cerca pero a la vez tan lejos de la historia de nuestra Lima. Sin embargo, para suerte de todos, apareció de súbito un personaje que amablemente se ofreció a abrirnos las puertas y transportarnos a nuestra tan añorada Lima de antaño, tan imborrable.


Foto Marco Gamarra Galindo

Adentro todos, caminamos por un estrecha calle, larga y solitaria que da a una preciosa plaza jardín adornada de jarrones y esculturas. Sin embargo, nos percatamos que no estábamos solos. Al momento de dialogar con alguno de las personas allí presentes, nos percatamos que en esta residencia aún viven varias familias que han tratado de ser desalojadas por el INC. Un tema polémico que confronta la conservación de la Quinta y la vivienda de aquellas personas.

Alrededor de las casonas que alberga este conjunto habitacional, se observa en sus fachadas el imponente estilo austro-húngaro del siglo XIX. El personaje que estuvo detrás de toda la construcción es Oskar Antonio Federico Augusto Heeren, nacido en Hamburgo (Alemania) en 1840. Un cónsul del Perú en Japón. Su legado, la Quinta Heeren, ha sido lugar donde las embajadas de Japón, Bélgica, Alemania, Francia y Estados Unidos se alojaron, en pleno corazón de Barrios Altos. Increíble pero cierto. Sus muros eternos recuerdan aquellos tiempos en que los aristocráticos escogían sus inmediaciones para realizar sus grandes fiestas.

Sin embargo, un hecho que cambió la vida apacible de sus moradores fue el suicido del empresario japonés Seiguma Kitsutani que preocupado por las cuentas que adeudaba, decide emplearse la técnica del “harakiri” que consiste en el propio desentrañamiento rechazando cualquier tipo de muerte natural, una modalidad muy usada por los antiguos guerreros samurai.

Con el contar de los años, tan calculadores, toda esa vida se esfumó, desapareció y ahora Barrios Altos está olvidado. Aquella hegemonía e importancia que tenía esta ciudad se está desapareciendo, mas no la esencia que siempre la tendrán los verdaderos barrioaltinos. Pronto volverán aquellos años donde la monumentalidad de Lima volverá a renacer dice algún utópico. Ojalá la responsabilidad de las autoridades te respalde.

Si tiene la oportunidad de visitar este vestigio viviente limeño, no lo dude. Si algo le ayudará a conocer más sobre la Lima añorada es visitar Barrios Altos, mas le recomiendo ir en la mañana o tarde porque si la noche lo atrapa en las calles de esta urbe, ni el mismo diablo de la peña horadada lo podrá salvar de unos suspiros, sin pizca de amorosos por cierto, capaces de hacer temblar a las piedras y de poner los pelos de punta al más valiente. Caracoles! Leer más »

17/02/10: El misterio de la Peña Horadada de los Barrios Altos

Fuente: Blog de los Corresponales Escolares de El Comercio

En el otro lado de la Lima que hoy conocemos, en una más desconocida y oscura, abundan aquellos relatos que han reflejado en más de una ocasión, una mirada de estupor, miedo y asombro en sus oyentes. Una de estas anécdotas es la que guarda en una esquina de los Barrios Altos, la Piedra de la Horadada, la cual cuenta Ricardo Palma, fue usada por el mismísimo diablo para huir de las procesiones del Señor de los Milagros y la Virgen del Carmen allá por la Lima colonial.

¿Se imagina usted cuán importante ha de haber sido la Ciudad de los Reyes que el mismo diablo andaba por sus calles? En la esquina de los jirones Junín y Cangallo, muy cerca del callejón de “El Buque”, se halla la misteriosa Piedra de la Horadada o simplemente Peña Horadada que está encajada en una de las veredas, como no queriendo salir de su recinto perpetuo.

La historia que encierra la susodicha ha sido comentada por cientos de limeños de antaño, y mucho menos pasó desapercibida por los oídos del reconocido Ricardo Palma, quien la añadió en su libro de “Las tradiciones peruanas”. Es gracias a este espacio que le da el “bibliotecario mendigo” que la Piedra de la Horadada sigue viva y vigente como uno de los lugares más misteriosos y curiosos del Centro Histórico de Lima.


Foto: Marco Gamarra Galindo

La Peña Horadada obtuvo su nombre por la perforación completa en forma de círculo que posee. Aquella que sucedió el hecho, cuenta Ricardo Palma en castellano de la época, fue una jornada en el que Lucifer “allá por los tiempos oscuros coloniales, paseándose un día por la primera, a sus anchas y con su habitual insolencia, se encontró de manos a boca, cuando menos lo esperaba con el Santísimo que salido de Santa Ana, iba en sentido contrario al suyo, acompañado de muchos fieles y que, espantado con la divina visión, no supo como esconderse para no ser visto..”.

Encuentra la Tradición completa aquí.