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23/10/10: El Rímac y el olvido por su historia

“Histórico distrito del Rímac en el olvido”, titula un pequeño pero ilustrativo artículo en La República sobre la situación actual del Rímac, en el Centro Histórico de Lima. La imagen que muestra es de un balcón de cajón, sucumbido por el tiempo y el desaire de sus autoridades. Su otrora fina estampa se refleja en matices grises que indignan y ,por poco, ensucian la mirada. Cada vez menos son los vestigios coloniales con los que se queda Lima. La sociedad los maltrata, agrede, los olvida. De pronto una indignación infiltrada en el ambiente se siente y mientras recuerdo mis caminatas por el Rímac pienso que no soy el único que percibe esta desgracia. Algunos como yo se han detenido a observar la magnitud de la ignorancia general, propia, lastimosamente, del ciudadano común. Muchos tienen la voluntad de cuidar lo nuestro. Sin embargo, somos pocos.

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Mencionado artículo “Histórico distrito del Rímac en el olvido” en el diario La República.

(…) No se preocupan de nada; dónde están esas instituciones restauradores que no se preocupan de lo nuestro. Soy peruano y me duele en el alma ver que en nuestro pais no valoramos lo que tenemos; si resusitara Chabuca Granda se volvería a morir al ver tanta ruina.

Barrio del Rímac, barrio de San Lázaro, de grandes y lujosas construcciones coloniales, atrás quedaron tus épocas de oro cuando toda Lima te iba a visitar, recorrían tus bellas Pampas, las veraniegas de Amancay, ¿recuerdas?, para ver florecer, a ritmo de fiesta rompe y raja, tus hermosos pétalos amarillos. Atrás también quedaron los días de paseos interminables por haciendas que acogiste en tus tierras fértiles de fruto eterno. Atrás, con nostalgia, quedaron los bosques y la fauna tan tuya, al igual que los días de tertulias pintorescas surgidas alrededor de tu damicela cautivadora de virreyes. Barrio del Rímac, de Abajo el puente, de entrañables recuerdos, me compadezco ante tu deteriorada situación. Leer más »

23/07/10: El Convento de los Descalzos en el Rímac

Desde 1595 este monasterio se afianza como uno de los más tradicionales del país. Su sencilla fachada corona la elegante Alameda de los Descalzos, la cual se mantiene en silencio hasta que abre sus puertas.

Sus patios conventuales son testigos del ir y devenir de los religiosos. Las monjas adornan los huertos y jardines con un vaivén y gracia de antaño. Como decía José de la Riva Agüero: “Son los únicos sitios en que aún es posible imaginar y sentir la poesía de la colonia, poesía blanda y muelle, enervadora”.

El Convento de los Descalzos fue un importante centro apostólico de donde salieron cientos de misioneros a catequizar las zonas apartadas del Perú durante el siglo XIX. La construcción de este monumento histórico nacional se efectuó sesenta años después de la fundación de Lima por Francisco Pizarro en terreno donado por Doña María de Valera y su hijo Don Luis Guillén, benefactores de la orden.

El aroma del Perú antiguo se percibe en el Convento de los Descalzos, Rímac. Foto: Marco Gamarra Galindo.

A pedido del arzobispo Santo Toribio de Mogrovejo, el rey español Felipe II aceptó la creación de una casa franciscana de oración, penitencia y recogimiento. Su denominación oficial fue la de Convento de Nuestra Señora de los Ángeles. Sin embargo, la tradición popular la llamó “los Descalzos” debido a las sandalias usadas por los sacerdotes.

A pesar de no tener la intención de acumular riquezas, la devoción había reunido valores para el patrimonio histórico y artístico de la nación como reliquias de San Francisco Solano, San Francisco de Asís y San Antonio de Padua junto a más de 300 lienzos de la escuela cusqueña, limeña y quiteña, y una biblioteca de dos niveles con más de 15,000 libros de piel de cabra de los siglos XVI al XX que actualmente se pueden apreciar en el Museo de los Descalzos.

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Las visitas guiadas al Museo de los Descalzos se realizan de lunes a domingo, incluyendo los días martes, de 9:30AM a 12:30PM y de 2PM a 5:00PM [Actualización 21/05/2017]
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29/04/10: Cuando me interno en los barrios peligrosos de Lima

Mi gusto por la fotografía no conoce límites, y es que a pesar de no haberme influido tanto como para arriesgarme en una valiente carrera de corresponsal de guerra, me ha internado muchas veces en los tugurios y barrios de peligro capitalinos, sólo con la finalidad de obtener algunos retratos fotográficos de sus gentes, costumbres y tradiciones. En ese instante, mi pasión por ella aumenta considerablemente.

Balcón en el Rímac. Foto: Marco Gamarra Galindo.

Caminar por las entrañas de Barrios Altos o el Rímac no es tan peligroso como se piensa si la travesía se hace en la mañana. A hora temprana, transeúntes ajenos de lo ajeno, comerciantes, fieles religiosos y perros multicolores rondan por las históricas y decadentes calles de sus respectivas urbes. Se percibe un raro sentimiento de soledad, entonces nos damos cuenta que somos nosotros los que realmente extrañamos a los “faites”. De todos modos, uno no debe confiarse ya que está fuera de nuestras manos el determinar en qué momento pueden aparecer y sorprendernos de una manera única, propia de ellos.

Larga vista hacia la iglesia Santa Clara, Barrios Altos. Foto: Marco Gamarra Galindo

En mi caso, prefiero sentirme como en casa a tal modo que no dudo en dar unos pasitos al ritmo de la música del momento: néctar no está en el cielo y suena a todo volumen en una radio en los alrededores de la Plaza de Acho. Lo más importante es quizás ir acompañado y no tener la cámara a la vista del mundo. Como diría mi amigo: “Guarda la cámara sino van a ser tan “frescos” de agradecerte por el regalito”

Faites en calle del Rímac. Foto: Marco Gamarra Galindo

Sin embargo, hay momentos que no se ven dos veces y necesitamos registrados para la posteridad. Para esas oportunidades yo uso mi casaca a cierre. A pesar que el día sea soleado y tenga que caminar por una larga avenida, alameda o callejón rodeada de casonas e iglesias de siglos pasados, no dudo en usarla. Cuando quiero capturar los ambientes que se viven en dichos lares, tengo mi cámara en el cuello y lista mi casaca para ser cerrada si veo una amenaza. Si no ocurre esto último, la tengo ágil para tomar todas las imágenes que desee.

Casonas del Rímac. Foto: Marco Gamarra Galindo

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25/04/10: Capillita del Puente: la iglesia más pequeña del mundo está en Lima

Se trata de la parroquia Nuestra Señora del Rosario y se ubica en la segunda cuadra del Jr. Trujillo, en el distrito del Rímac. Sus antiguos altares, su reducida nave y su peculiar reconocimiento son desconocidos por los limeños en general. Con el fin de difundir su existencia, visitamos esta capilla del siglo XVII, perteneciente alguna vez a un duque de la colonia.

Video: Marco Gamarra Galindo. Ubicación de la capilla Nuestra Señora del Rosario.

La capillita del Rímac fue posiblemente el primer templo que se levantó después de la Catedral. Sus dimensiones son de cinco metros de ancho, diez de alto y doce de profundidad. Foto: Marco Gamarra Galindo.

Ernesto Ascher en su libro “Curiosidades limeñas” dedica un espacio a la historia de la conocida Capillita del Puente. Veamos. Leer más »

11/04/10: Una visita a la Alameda de los Descalzos

Del puente a la alameda menudo pie la lleva
Fragmento de la canción ‘La flor de la canela’

Rímac, tan imponente pero a la vez tan olvidado. Visitarte es un viaje hacia lo pasado, añorado y querido. Sin duda, aquel barrio de antaño llamado popularmente como “San Lázaro” actualmente conocido como el Rímac, nos asombrará cada vez que pasemos por uno de sus callejones, alamedas, paseos o casonas. Ejemplo de arquitectura colonial e historias sorprendentes, el también conocido “Abajo el puente” nos espera.

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Foto: Marco Gamarra Galindo

Para conocer verdaderamente cómo era de la Lima de los siglos XVII y XVIII, debemos adentrarnos a este distrito, especialmente a la Alameda de los Descalzos, ícono del Rímac y del Centro Histórico. Este gran paseo fue construido en 1611 por el virrey Juan de Mendoza y Luna, Marqués de Montesclaros, quien tenía entre sus referencias, el respeto por los derechos de los indios.

Video para el Blog de los Corresponsales Escolares de El Comercio.

Con el pasar de los años, el lugar se volvió muy concurrido por la sociedad limeña de entonces. El virrey Amat y Juniet decidió reconstruirlo en 1770. La tradición oral afirma que lo hizo con la intención de sorprender a su amada la “Perricholi”, una bella huanuqueña que tenía en “trance” al virrey. Sin embargo, esta relación, en un principio, fue desconocida por la corona española, realidad contraria a la sociedad que sí conocía de estos amoríos. Este romance fue la “comidilla” de las recatadas señoras de la época.

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Si las pocas bancas que quedan de la Alameda de los Descalzos pudieran hablar, cuántas historias y relatos tan curiosos y misteriosos como la del virrey Amat y la “Perricholi” nos sorprenderían. Se cuenta también que en las noches, pasan fantasmas de viudas, suicidas, paganos y misteriosas congregaciones de almas en pena que desfilan alrededor de la alameda.

El andar garboso de las tapadas limeñas y los paseos afanosos de caballeros enamorados culminaron con una época gloriosa que se fue desvaneciendo hasta la llegada de la República. Ramón Castilla consciente de su deterioro le dio un nuevo y definitivo trazo unitario al ordenar la colocación de una verja de hierro forjado importado de la lejana Inglaterra en 1856. Esta remodelación también adornó a la Alameda de los Descalzos con 12 estatuas de mármol italiano que representan los signos del zodiaco y los meses del año. Además de cien bancas de mármol y varios jarrones elegantemente alineados.

Lastimosamente, muchas de estas reliquias se están perdiendo con el tiempo y la desidia de algunos habitantes. Se espera también el apoyo de las autoridades del distrito del Rímac como del INC [hoy Ministerio de Cultura]. No dudamos en que pronto veremos de vuelta aquel testimonio vivo lleno de aroma y tinte representativo de aquellas épocas de inspiración y deleite de poetas y cantores.

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Iglesia Santa Liberata, ubicada al costado de la Alameda de los Descalzos. Foto: Marco Gamarra Galindo. Leer más »

12/03/10: Los barrios más bravos de Lima

En más de una oportunidad hemos ingresado a cierto barrio de los muchos que esconde Lima, que muchas personas prefieren evitar por ser peligrosos. Sin embargo, es a partir de la idiosincracia de su gente y a su chispa limeña que se han tejido curiosas, sorprendentes e increíbles anécdotas. Esta es la historia de los barrios más “faites” relacionados a la historia colonial y republicana de la capital.

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Foto Marco Gamarra

Cinco Esquinas, Barrios Altos
Este lugar curioso de Lima debe su nombre a que desde la época de la colonia la interceptan cinco calles: Calle de los Naranjos, Calle Barbones, Calle Ancha (actual cuadra 15 del Jr. Antonio Miró Quesada), Calle Sequión (llamada también Calle del Acequión que comprende a las actuales seis cuadras de la Calle Huari) y calle de las Cinco Esquinas.

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Foto: Jhon Romero

Hace unas décadas, Barrios Altos era el lugar predilecto por políticos, poetas, cantores y escritores para descansar e inspirarse con la belleza de sus iglesias, plazuelas y casonas. No resultaría extraño entonces que personajes de la talla de Ricardo Palma, Andrés Avelino Cáceres, César Vallejo, Manuel Ascencio Segura, Felipe Pinglo, Nicomedes Santa Cruz (padre), Antonio Raimondi, Alberto Andrade y muchos más hayan caminado más de una vez por las mencionadas calles de Cinco Esquinas.

Barrios Altos es símbolo del criollismo. Fiesta de cajón, de jarana, de los callejones, de la mazamorra, de las procesiones. En sus calles convergen distintos caldos culturales disímiles entre sí y que se suporponen para crear una cultura y tradición de lo español, lo afro, lo mestizo, lo italiano, lo chino, lo japonés, lo indígena.

Malambo, Rímac

Ubicado en el Barrio de San Lázaro (Rímac), fue una reducción o ciudad de indios en la época de la colonal, comúnmente conocida por ser una zona de “leprosos”, razón por la cual eran llamados en tono burlesco por sus vecinos de Barrios Altos como “carachosos”.

Como sabemos, la puerta de ingreso a gran parte de la historia de Lima antigua es la Avenida Francisco Pizarro. Una de sus cuadras es el barrio que queremos conocer. Veamos la distribución de las cuadras.

Cuadra 1.- Acequia alta de Abajo el Puente.
Cuadra 2.- Prevoste.
Cuadra 3.- San Francisco de Paula Viejo.
Cuadra 4.- Malambo.
Cuadra 5.- San Francisco de Paula Nuevo.
Cuadra 6 y 7.- Bao.
Cuadras 8, 9, 10 y 11.- Guía.
Fuente: Eligio Ronceros

Malambo, Rímac. Foto de Miguel Bellido para el diario El Comercio.

Con el pasar de los años, el barrio se extendió a las cuadras 5,6,7. El nombre “Malambo” se debe a la abundancia de estos árboles que existían en las avenidas. Malambo ha sido incluído en esta selección porque es un espacio con historia, tradición viva del “amor fino” y testigo fiel de una época que los bajopontinos recuerdan.

Malambo en otras épocas.

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04/03/10: Quinta Presa: un palacio en el Rímac

La tradición oral limeña cuenta la curiosa anécdota del virrey Manuel Amat y su afán por conquistar a la mestiza Micaela Villegas, más conocida como la “Perricholi”. Sin embargo, este virrey no sólo se preocupó por conseguir el amor de esta huanuqueña, sino también hizo varias obras de infraestructura en Lima como la monumental y hermosa Quinta de Presa, construida en el siglo XVIII. Un veradero orgullo de los habitantes del antiguo “Barrio de San Lázaro” (Rímac) y ejemplo claro del sobrio estilo rococó.

La Quinta Presa es una residencia veraniega ubicada en las afueras del casco histórico de Lima. Debe su nombre a que su primera propietaria fue Isabel Carrillo de Albornoz y de la Presa.

“Pero en el Rímac todas las casonas son antiguas” nos replica el taxista ante nuestro única referencia de la Quinta de Presa: un verdadero palacio que ostenta el reconocimiento de ser la única casona de estilo barroco francés (rococó) en el Perú. La historia que guarda ha variado mucho a lo largo de los años. Desde un recinto construido especialmente para la Perricholi durante la colonia hasta una hacienda –inmensa por cierto- con miles de hectáreas que contaba inclusive de esclavos. Durante la República fue el Cuartel de Gendarmes de Infantería, lo que la adornó con cañones.

Con el ánimo de conocer este emblema del Rímac, cruzamos el “Callejón de Presa”, llamado así el pasaje que dirige a la Quinta de Presa hasta el Jr. Chira 344 (Rímac), ubicación de la quinta. Frente a ella, se hallan unas rejas que impiden el acceso externo a la misma, lo que mantiene en resguardo a este vestigio colonial. Situación muy parecida a la Quinta Heeren. Recordemos que esta residencia rimense se encuentra hasta el momento cerrada al público pero si se contacta con el INC [hoy Ministerio de Cultura] o con la Municipalidad del Rímac puede obtener un permiso de ingreso.

La Quinta Presa en un día de verano. Foto: Marco Gamarra Galindo.

Lo que diferencia a esta magna construcción es su interesante estilo y cautivante arquitectura. Sus anécdotas no han sido ajenas a la historia. Se cuenta que fue un recinto de la amante del virrey Amat, razón por la cual también se conoce a la casona como “Palacio de la Perricholi”. Sin embargo, hay algunas evidencias que responderían a don Martín Arias del Castillo como dueño de estos campos. Este último dato favorece a los que afirman que la Perricholi sólo asistía allí, como invitada a fiestas y recepciones organizadas por el virrey.

Ernesto Ascher en Curiosidades limeñas, en cambio, asegura que la Perricholi “nada tuvo que ver con ella ni tampoco residió en ese lugar”. Añade que “la referida Villa fue construida y perteneció al Coronel del Ejército Don Pedro Carrillo de Albornoz, existiendo la probabilidad que en los planos interviniese el Virrey Amat y es por ello la confusión a que más arriba hacemos mención”.

Sin duda, su esplendor estuvo en la colonia al igual que muchas construcciones de la época ya que al pasar de los años, testigos perpetuos de una Lima tan señorial que difícilmente volverá, la indiferencia de las autoridades y habitantes terminó por olvidarse de la esencia de la Ciudad de los Reyes.

La Quinta de Presa estaba hace unos años en proceso de restauración lo que le devolvió el estilo afrancesado. Actualmente, se ha paralizado el trabajo por lo que nos queda esperar unos años más para que recobre mucho más la belleza y encanto de este monumento histórico nacional desde 1972, ejemplo de las maravillas que ostentaba nuestra gloriosa Lima de antaño.

Cómo llegar:

Es preferible que aborde un taxi (lo puede hacer desde la Plaza Mayor o el Jr. Trujillo). A partir de cualquiera de estos puntos, diríjase al Jr. Chira 344, Rímac. La quinta se ubica muy cerca al Hospital Leguía. Recuerde que tiene que obtener el permiso respectivo de la Municipalidad o el INC [hoy Ministerio de Cultura]. Leer más »