30/12/12: Placa peruana en la Tumba de Carlos Gardel en el Cementerio La Chacarita (Buenos Aires, Argentina)

La Tumba del máximo exponente del Tango, el cantante y compositor argentino Carlos Gardel, ‘El Zorzal Criollo’, está adornada por una cantidad innumerable de placas recordatorias de distintos países e instituciones. Casi escondida, yace la única procedente del Perú. Se trata de la Fraternidad Gardeliana del Perú, cuya sede se encontraba en Barranco hasta hace unos años.

La Fraternidad Gardeliana del Perú estaba integrada por seguidores del cantante argentino. En la Tumba de Carlos Gardel hay placas de Panamá, Chile, Colombia, Portugal, España, etc.

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Placa recordatoria de la Fraternidad Gardeliana del Perú. Foto: Marco Gamarra Galindo.

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Comentarios

  1. Miguel Molinari escribió:

    La fraternidad Gardeliana del Perú funciono por muchos años en la sede del Club de Leones de San Antonio en Miraflores y era presidida por Don Gilberto Torres, ex futbolista peruano que jugó en Universitario de Deportes y en la Selección peruana de fútbol, habilidoso puntero izquierdo al que apodaban “La Bailarina Loca” por su gran movilidad y destreza.
    Fue ademas un estupendo cantor de tangos ganado un importante concurso en Buenos Aires, grabó algunos discos incluido uno con la orquesta del recordado Josecito Pace que pueden encontrar en Youtube.
    Presidia las reuniones semanales un enorme cuadro de Carlos Gardel al que religiosamente se le llenaba una copa de vino y se pasaba inmediatamente a brindar con el,luego todos los espontáneos cantaban tangos, canciones criollas etc.
    También se interpretaba música peruana, recuerdo con especial afecto y valoración artística a dos señores bastante mayores arequipeños, siempre muy elegantes con terno y sombrero, en un momento de la reunión al rededor de una enorme mesa, sacaban sus guitarras y cantaban, valses argentinos, tangos y yaravies arequipeños, temas que jamas he vuelto a escuchar, la calidad de este dúo era tan grande que cuando empezaban a desenfundar sus guitarras todos los allí presentes guardábamos religioso silencio para escucharlos.
    Siempre iniciaba Don Gilberto las cesiones así como las concluía cantando un tango o un vals argentino para lo que tenia consigo un kset con pistas que le servían de fondo musical.
    Bellos recuerdos de épocas idas y bellas veladas a las que tuve la suerte de acudir por mi amistad con aficionados mucho mayores que yo motivadas por mi profunda admiración por el gran Carlos Gardel.
    La gran mayoría de quienes acudían a esta cita semanal con Gardel ya no existen, valgan estas palabras para recordarlos con cariño y aprecio enorme por la gran enseñanza que me dieron a través de su arte y conocimiento, pero sobre todo arropados por la figura del incomparable Carlos Gardel.

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