Piero Pascual Montoya tiene 27 años y unas ganas locas de comerse el mundo. Su proyecto audiovisual, “Sin frenos”, busca que las personas con discapacidad encuentren la forma de hacer turismo a su medida.
“¿Que es normal?” se pregunta Piero mientras camina todos los días ante miradas incómodas de extraños. Cada quien asume su propia vida como estándar de normalidad y Piero ha asumido su propia realidad. Sabe que para mover sus más grandes sueños no hace falta caminar, sin ayuda de una silla de ruedas o andador, si se tiene la voluntad como principal norma de vida.
Has hecho surf y buceo. Pareciera que no tienes límites, para sorpresa de muchos.
Sí. Esto es parte de un proyecto llamado “Sin frenos”. Lo estoy haciendo con amigos y se trata de mostrar actividades turísticas para personas con discapacidad. Mi sueño es recorrer el Perú en auto y para ello me estoy preparando yo y, bueno, tengo que acondicionar un carro también (risas).
¿Cómo nace “Sin frenos”?
Nació por una necesidad. A mí me gusta la aventura. Claro, nunca nada que exponga mi vida.
¿Pero surfear no te expuso ante la bravura del mar?
De hecho me caí de la tabla y, como sabes, yo no puedo mover mis extremidades, soy cuadripléjico, así que dije: “ojalá me saque el instructor” y él, que estaba bastante atento, me sacó. Me sentí renacer, sinceramente.
Bueno, eso puede pasarle a cualquiera. No es que tengas que limitarte a hacer cosas que la gente ve como “normal”.
Lo normal es subjetivo. Yo asumí mi condición desde siempre porque así nací. Imagino que es mucho más complicado para quienes, a causa de un accidente, dejan de moverse. Sí debo decir que en la calle la gente te mira y es incómodo. Yo los miro también y les sonrío.
En una ciudad prejuiciosa, como Lima, se complica más, ¿cierto?
De hecho, hace unas semanas tuve un altercado en un bar miraflorino (La Cachina bar). Esperé mi turno para ingresar y me dijeron: “Tú no vas a ingresar, es una irresponsabilidad que quieras ingresar a tomar”. Me descuadró.
Impotencia…
Yo no estaba haciendo nada fuera de lo normal. Estaba con ni enamorada y mis amigos y queríamos tomarnos un trago. Luego cuando hice mi denuncia en redes me llamaron del bar y se disculparon. Sé que la municipalidad les puso una multa. Yo les dije que mejor les ordenen hacer un baño para discapacitados dentro del local, pero me dijeron que no era posible.
Si bien la ciudad avanza, el hecho de hacer rampas no soluciona el problema de movilización de los discapacitados, ¿no?
Por ley cada institución, pública o privada, debe tener un porcentaje de personal con discapacidad. Ellos deberían supervisar las obras orientadas a este grupo de personas porque saben que es lo que necesitamos. Una rampa muy alta o cerca de un semáforo no es útil, es más bien peligrosa.
Fuente: larepublica.pe
Nota: Se reemplazo las palabras “personas discapacitadas” por Personas con Discapacidad.