Junto a tres compañeros de la Facultad (Ingeniería electrónica, UBA), Iván Isaack desarrolló Giromouse, un dispositivo de muchísima utilidad para personas con discapacidad.
Por ahora cuentan con prototipos en uso y para demostraciones, mientras avanzan en el diseño industrial que además, incluye hacerlo inalámbrico. Pero para llegar a lo que a simple vista se nos presentará como una vincha, debieron trabajar con algoritmos, giróscopos, acelerómetros, magnetómetros, unidades inerciales que hicieron posible un mouse nuevo, que se maneja con pequeños movimientos de la cabeza.
Lo presentaron en el concurso Potenciate, que promueve el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y obtuvieron el primer premio en la categoría Innovación, Ciencia y Tecnología. También en INNOVAR, el Concurso Nacional de Innovaciones, organizado por el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, en el que ganaron el primer premio en Tecnología para la discapacidad.
“Somos cuatro compañeros de la Facultad -contó Iván para mencionar a Facundo Cancino, Iván Di Vito y Matías Ñañez.
¿A partir de qué desafío o propuesta comenzaron a trabajar en el Giromouse?, preguntamos y lo escuchamos: surgió del papá de Facundo, que es neurólogo y director de una clínica de rehabilitación en Buenos Aires, que le propuso crear soluciones aprovechando la tecnología”.
“Facundo fue a la clínica, conoció pacientes con distintas patologías y vio que había mucho para hacer. Encontró un chico que cayó de un caballo y quedó cuadripléjico. Antes, este chico usaba la computadora y ya no tenía posibilidades de hacerlo, porque hay dispositivos, pero son muy caros o muy incómodos, algunos casi no sirven, entonces termina recurriendo a la enfermera”.
Nos invitó y comenzamos a trabajar -contó- en esto que tiene mucho de ensayo y error, probando con los pacientes. Hicimos un dispositivo con un sensor que se mordía para hacer el click. Pero nos dijeron que se podía romper de tanto morderlo, que se ensuciaba con la saliva. Decidimos hacer otro, con un sistema de espera, y si bien anduvo, resultó muy lento”.
“Seguimos pensando, porque los cuadripléjicos en general sólo mueven la cabeza y los músculos de la cara. Se me ocurrió probar con un sensor que tomara el movimiento de una ceja cuando se levanta. Hicimos el prototipo (que trajo al diario y pudimos probar) y anduvo”.
“Ahora en la clínica hay cuatro prototipos en uso, mientras una diseñadora industrial está trabajando en el diseño de la carcasa. Nosotros nos ocupamos del software -contó- ya tenemos el modelo inalámbrico y queremos instalarle un programa con distintas opciones de clicks y que permita agregar funciones directas, como por ejemplo, llamar a un enfermero”.
Como es de imaginar, Iván compartió el deseo del grupo, que es industrializar el Giromouse.
Para esto cuentan con el respaldo de los premios obtenidos no sólo en lo económico sino también en la oferta de un espacio físico donde trabajar y el apoyo del INTI para gestionar la patente y hacer el control de calidad.
-Con tanto desarrollo, pruebas y demostraciones del Giromouse, ¿cómo van con la carrera?, preguntamos e Iván respondió “bien. Todos la tenemos como prioridad”.
Y si bien no fue un trabajo hecho para presentar en una cátedra, agregó que los profesores de ingeniería biomédica a los que comentaron su invención y ayudaron cuando tuvieron alguna duda, convocaron a los dos Iván a trabajar en laboratorio de biomédica de la Facultad.
“Nos sumamos a un proyecto para hacer un exoesqueleto, para personas con problemas para caminar. Algo así como unas piernas robóticas”, simplificó.
El Giromouse
Ya se sabe que el prototipo funciona y no falla. Tiene un sensor de movimiento dispuesto para un costado de la cabeza que toma los movimientos hacia arriba, abajo y a los lados e indica para dónde debe ir el puntero del mouse y otro que, situado sobre una ceja (cualquiera de las dos, porque el dispositivo es inteligente) cuando ésta se levanta activa el click. Tiene un chip programado que se encarga de procesar los datos de los dos sensores para traducirlos en información que envía a la computadora.
“Usamos giróscopos, acelerómetros y magnetómetros y a partir de este algoritmo logramos detectar el movimiento de giro y con el mismo principio, el de la ceja”, explicó Iván.
El Giromouse une dos grandes ejes: las ganas de probar, de innovar en lo tecnológico, desafío propio de estudiantes de ingeniería electrónica, y el deseo de poner los conocimientos al servicio de las personas con cuadriplejía.
“Nunca había estado en una clínica de rehabilitación. Ver la falta de independencia que tiene una persona te moviliza, porque está en una cama sin nada que hacer y una computadora puede cambiarle la vida. Tenemos el caso de un contador, que hoy puede manejar la computadora y trabajar”, compartió.
Y así como hoy la prioridad es culminar la carrera universitaria, Iván Isaack, Facundo Cancino, Iván Di Vito y Matías Ñañez planean crear después una empresa de tecnología asistiva.
De sus proyectos y sus logros se puede saber más ingresando a lab-a.com.ar, la página propia en la que se lee “LAB•A nace del deseo de mejorar efectivamente la calidad de vida de personas con discapacidad a través de la tecnología. Para cumplir este objetivo creemos indispensable el desarrollo de dispositivos y de software directamente desde las necesidades reales de las personas en estas situaciones, y es por eso que todos nuestros productos nacen de la interacción entre pacientes que comunican sus necesidades y prueban los productos, profesionales de la salud que asesoran el desarrollo, y profesionales de la tecnología que materializan las soluciones”.
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