VARSOVIA, POLONIA — Mientras las tropas y los tanques rusos luchaban contra las fuerzas ucranianas durante la tercera semana de la invasión, las perspectivas de paz desparecían.
Mientras tanto, en medio de las escenas de destrucción, la postura militante del patriarca ortodoxo ruso Kirill también pareció frustrar las esperanzas de estrechar los lazos entre su comunidad y la Iglesia católica.
“La vocación de cada iglesia es recordar los principios básicos del Evangelio: Kirill no solo ha abandonado esto, sino que en realidad está sacralizando esta cruel agresión”, dijo a NCR Marcin Przeciszewski, director de la Agencia Católica de Información de Polonia.
“El viejo discurso sobre líderes católicos y ortodoxos que comparten la defensa de los valores cristianos tradicionales parece una tontería ahora”, dijo Przeciszewski. “Los únicos valores que Kirill defiende son los del imperialismo ruso”.
Los ejércitos del presidente ruso, Vladimir Putin, invadieron en las primeras horas del 24 de febrero, lo que provocó una dura resistencia de cerca de 200.000 miembros de las fuerzas armadas de Ucrania, así como una fuerte caída del rublo ruso luego de las sanciones de occidente.
La guerra vino luego de un conflicto de baja intensidad con los separatistas prorrusos en la región de Donbas, al este de Ucrania, después de la anexión forzosa de Crimea por parte de Moscú en febrero de 2014. Este conflicto ha dejado más de 14.000 muertos en ocho años.
También se produjo a raíz de amargas disputas religiosas en Ucrania, donde una nueva iglesia ortodoxa obtuvo la independencia en enero de 2019 por parte del patriarca ecuménico Bartolomé, quien ocupa la primacía honoraria entre los líderes de las 15 principales iglesias ortodoxas del mundo.
El Patriarcado Ruso en Moscú rechazó esta medida, insistiendo en que Ucrania, que ya es un pais independiente de Rusia desde diciembre de 1991, habia pertenecido a su “territorio canónico”.
El patriarcado ruso rompió lazos con Bartolomé, haciendo lo mismo con los líderes ortodoxos de Grecia, Chipre y Alejandría cuando estos reconocieron la nueva iglesia.
En diciembre, Moscú dio un paso más y estableció dos diócesis en África, que tradicionalmente estarian bajo la jurisdicción del patriarca de Alejandría, Teodoro II, para acoger a sacerdotes ortodoxos y parroquias descontentas con el “comportamiento cismático” de Teodoro.
Al menos 160 parroquias ortodoxas en una docena de países, y también algunas comunidades protestantes, han solicitado unirse a las nuevas diócesis rusas, atraídas por las promesas de ayuda material y oportunidades de estudio, así como la protección de las fuerzas militares rusas.
Y aunque algunos líderes ortodoxos aceptaron la medida rusa como una respuesta justificada a la disputa de la iglesia ucraniana, otros acusaron al Patriarcado de Moscú de usar la disputa como pretexto para una expansión planeada desde hace mucho tiempo.
Cualesquiera que sean sus parámetros, la disputa sobre la iglesia proporcionó un telón de fondo religioso para la invasión de Rusia. Esto ya habia sido mencionado en el discurso televisivo del 21 de febrero de Putin, en el que negó la condición de Estado de Ucrania e insistió en que el gobierno del presidente Volodymyr Zelenskyy estaba “infringiendo los derechos de los creyentes” y “preparando la destrucción” de la iglesia ucraniana vinculada a Moscú.
Kirill respondió elogiando el “altisimo y responsable servicio al pueblo” del presidente en un discurso en Moscú horas antes de la invasión, y asegurando a las fuerzas armadas de Rusia que “no deben tener dudas de haber elegido un camino muy correcto”.
A pesar de que Kirill ha instado desde entonces a la paz, no ha criticado los ataques con misiles y los bombardeos de artillería Rusa, que habían arrasado áreas enteras y expulsado a más de 2,5 millones de ucranianos al 11 de marzo, según Naciones Unidas.
Kirill tampoco ha cuestionado las continuas demandas del Kremlin para que Ucrania se rinda incondicionalmente y acepte la “desmilitarización” y la “desnazificación”.
“La alianza con el poder representa un peligro mortal para cualquier iglesia, y Rusia está perdiendo toda credibilidad debido a esto”, dijo el polaco Przeciszewski, cuyo país ha acogido a 1,5 millones de refugiados de guerra, además de los 2 millones de ucranianos que ya se refugian allí.
“Mientras tanto, Ucrania está dando testimonio en este momento de que ciertos valores son más importantes que la vida misma, algo que nuestro mundo contemporáneo necesita recordar”, dijo el director de radio.
Las reacciones angustiosas a la guerra se han derramado en Ucrania, donde el Consejo de Iglesias y Organizaciones Religiosas, que agrupa a cristianos, musulmanes y judíos, denunció la “crueldad injustificada y la agresión desenfrenada” de Rusia en una declaración del 8 de marzo e instó a los países occidentales a brindar ayuda militar. .
Iglesias históricas han sido bombardeadas por aire y tierra, agregó el consejo, en ciudades como Kharkiv, en su mayoría de habla rusa, donde la Catedral Ortodoxa de la Santa Dormición resultó dañada, junto con la Catedral Católica de la Asunción en dicha ciudad.
El jefe de la iglesia ortodoxa independiente de Ucrania, el metropolita de Kiev Epifaniy Dumenko, confirmó el 8 de marzo que los lugares religiosos estaban siendo atacados, a pesar de las afirmaciones rusas de estar “defendiendo la iglesia”, y acusó a las tropas invasoras de “pisotear las normas de derecho” en un repetición de escenas de la Segunda Guerra Mundial.
“Entiendo que no tiene sentido práctico contestar a los ocupantes rusos, así que solo les advierto que cada uno responderá personalmente ante Dios por el derramamiento de sangre, el sufrimiento, las lágrimas y las vidas arruinadas”, dijo el metropolitano de 43 años en un mensaje después de visitar a militares ucranianos heridos en el Hospital Militar Nacional de Kiev.
“De parte de los miles de residentes de Mariupol, Kharkiv, Chernihiv, Gostomel, Irpen, Bucha y otros que ahora están siendo asesinados por las tropas rusas, levanto mi voz y pido a los estados e instituciones internacionales que actúen”. Asimismo dijo “¡Que la ira de Dios y la inevitable retribución prometida a estos asesinos caiga sobre ellos!”
Los obispos griegos (bizantinos) y católicos de Ucrania también han emitido continuas condenas.
Lo mismo ha hecho el líder de la iglesia ortodoxa afiliada a Moscú en Ucrania, el metropolita Onufriy Berezovsky, como parte de los esfuerzos para sacudir cualquier mancha de complicidad con el agresor. A principios de marzo, Onufriy aprobó oraciones “por el ejército ucraniano, por el poder de nuestro estado y todo su pueblo, por la victoria y el establecimiento de la paz”.
También instó a Putin a “hacer todo lo posible para detener la guerra”. “Puedes hacer esto, creemos y queremos que lo hagas”, le dijo el metropolitano a Putin en un comunicado.
El clero de Onufriy ha ido más allá.
Al menos 20 eparquías o diócesis ucranianas vinculadas a Moscú han dado el paso simbólico de eliminar a Kirill de sus listas de oración, citando su fracaso en condenar la guerra, mientras que los grupos del clero también exigen que su iglesia declare la independencia del Patriarcado de Moscú. Una iglesia ortodoxa rusa en Ámsterdam anunció que se separaría por completo del patriarcado.
“Aunque Kirill todavía se hace responsable de todos los cristianos ortodoxos en Ucrania, se puede ver en sus declaraciones que realmente ha renunciado a ser su pastor”, dijo a NCR un sacerdote católico de alto rango en Rusia, que pidió el anonimato por temor a represalias. “Si esta guerra termina con Ucrania libre, habrá unido a todos los cristianos de Ucrania en su contra”, dijo el sacerdote. “Incluso si Ucrania es aplastada y se convierte en una prisión gigante, es imposible imaginar que vuelva a visitar el país”.
A medida que más ciudades ucranianas son devastadas y más civiles asesinados, más solicitudes para que Putin detenga la ofensiva provienen de líderes ortodoxos en el extranjero. Mientras tanto, también se multiplican los reclamos al propio Kirill.
El presidente luterano de la Conferencia de Iglesias Europeas con sede en Ginebra le suplicó al patriarca que “afirme el valor de todas las vidas humanas, incluidas las vidas de los ciudadanos ucranianos que están bajo ataque”, y deploró su “enorme silencio sobre la guerra no provocada” contra un país “hogar de millones de cristianos”.
Por su parte, el presidente de la Comisión de las Conferencias Episcopales de la Unión Europea, cardenal Jean-Claude Hollerich, recordó el llamado conjunto de Kirill con el Papa Francisco en su histórico encuentro en La Habana en febrero de 2016 “a la acción encaminada a la construcción de la paz y la solidaridad social”. y lo instó en una carta del 8 de marzo a pedir a los gobernantes de Rusia que “detengan inmediatamente las hostilidades”.
Lejos de responder, el tono del patriarca ruso se ha agudizado.
En una homilía del 6 de marzo para el Domingo del Perdón de la iglesia ortodoxa, Kirill ofreció una justificación moral para la invasión, argumentando que los cristianos ortodoxos estaban sufriendo por “rechazar fundamentalmente los supuestos valores ofrecidos hoy por aquellos que reclaman el poder mundial”, que estaban “obligando a la gente negar a Dios y su verdad” y exigiendo la participación en “desfiles gay” como “prueba de lealtad”.
En un sermon el 9 de marzo, el patriarca equiparó a los países occidentales con “el diablo y el padre de la mentira” y respaldó la afirmación de Putin de que Ucrania era realmente parte de Rusia y necesitaba ser defendida contra un occidente belicoso.
Escribiendo un día después al Padre Ioan Sauca, el secretario general interino ortodoxo rumano del Consejo Mundial de Iglesias, Kirill ignoró las solicitudes de las 352 denominaciones miembros del CMI de “intervenir y mediar” con los gobernantes de Rusia para una “solución pacífica”. Kirill también culpó a Occidente por avivar las divisiones en la iglesia y convertir a los ucranianos en “enemigos de Rusia”.
“Los pueblos de Rusia y Ucrania, que provienen de la pila bautismal de Kiev, están unidos por una fe común, santos y oraciones comunes, y comparten un destino histórico común”, insistió el patriarca. “Este trágico conflicto se ha convertido en parte de una estrategia geopolítica a gran escala destinada, ante todo, a debilitar a Rusia y provocar la rusofobia”.
Przeciszewski, cuya agencia católica ha documentado de cerca las disputas religiosas de Ucrania, cree que ahora se necesita un replanteamiento importante en la Iglesia católica.
Aunque todavía podría haber un diálogo limitado con los líderes ortodoxos rusos, ahora es casi imposible una cooperación más estrecha con el Patriarcado de Moscú de Kirill, junto con hablar de una reunión de seguimiento entre el patriarca y el Papa Francisco.
“Por supuesto, puedes hablar con casi cualquier persona, pero a menos que el patriarca Kirill esté preparado para cambiar su línea, esa reunión no tendría sentido”, dijo el experto polaco a NCR.
“En el futuro, cuando hablemos de ortodoxia en Europa del Este, tendremos que hablar tanto de Kiev como de Moscú”, dijo Przeciszewski. “Ambas son igualmente importantes, y a medida que la autoridad de Moscú disminuya, la autoridad de Kiev crecerá”.
Es posible que la actitud de Roma ya se esté endureciendo.
Cuando Francisco lamentó los “ríos de sangre y lágrimas” que ahora “fluyen en Ucrania” en su mensaje del Ángelus del 6 de marzo, describiendo la ofensiva como “no simplemente una operación militar, sino una guerra que siembra la muerte”, su texto no fue publicado por la Iglesia Católica en Rusia.
Las nuevas enmiendas al Código Penal Ruso prescriben fuertes multas y penas de prisión de hasta 15 años por “difusión pública de falsedades sobre las fuerzas armadas de Rusia”, y los sacerdotes y obispos podrían enfrentar arresto y prisión si usan las palabras “guerra” e “invasión” en sus homilías.
El Vaticano dijo que su secretario de Estado, el cardenal Pietro Parolin, había instado a negociar en una conversación telefónica con el ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Sergey Lavrov, y también reiteró la disposición de la Santa Sede “para hacer todo lo posible para ayudar a la paz”.
Parolin también criticó el sermón de Kirill del 6 de marzo y dijo que sus palabras incendiarias eran “inútiles y no promueven el entendimiento”.
Mientras tanto, un comentario de Vatican News se refirió críticamente a “aquellos que dicen llamar a esta guerra sucia ‘una operación militar'”, diciendo que Francisco había “refutado las noticias falsas que buscan presentar lo que está sucediendo con subterfugios verbales para enmascarar la cruel realidad”. “
En una señal del creciente aislamiento de la iglesia rusa, teólogos desde la República Checa hasta Grecia han pedido su expulsión del Consejo Mundial de Iglesias por “violar los valores fundamentales del cristianismo”, mientras que la Universidad de Friburgo, fundada por los jesuitas en Suiza, confirmó el 8 de marzo había suspendido al metropolitano Hilarion Alfeyev, director de relaciones exteriores del Patriarcado de Moscú, de su cátedra en la facultad de teología.
Jonathan Luxmoore: Jonathan Luxmoore covers church news from Oxford, England, and Warsaw, Poland. The God of the Gulag is his two-volume study of communist-era martyrs, published by Gracewing in 2016.
Traducido de: ncronline