Maravillarse con la vista panorámica de una Lima republicana, observar en el horizonte el mar porteño, o disfrutar de una de sus más íntimas pasiones: la lidia de toros, fueron quizás los motivos que llevaron a Francisco Esteban de Ingunza y Basualdo, intrépido viajero, acaudalado y prestigioso abogado huanuqueño, a construir el mirador Ingunza, ícono del Rímac que acompaña a la Plaza de Acho desde 1858, y último mirador de su tipo que ha contemplado Lima.
El Mirador de Ingunza fue declarado Monumento Histórico y Artístico en 1972. Posteriormente la UNESCO declaró a dicha propiedad conjuntamente con la Plaza de Acho como Patrimonio Cultural de la Humanidad. Por lo tanto, la Plaza de Acho y el Mirador de Ingunza son complementos arquitectónicos e históricos, un conjunto monumental. Foto: André Ramirez.
Inspirado en las edificaciones de gran derroche artístico que observó en sus viajes por el norte de África, el lejano Oriente, América y Europa, tal vez atraído más por los minaretes árabes, don Francisco de Ingunza y Basualdo levantó en 1858, dentro de su casa –la Quinta Ingunza-, ubicada en la esquina de las calles Hualgayoc y Marañón, al lado de la Plaza de Acho, en el Rímac, el mirador Ingunza, pintoresco y tradicional rincón de Lima.
Francisco Esteban de Ingunza y el plano original que diseñó para la construcción del mirador. (Archivo familia Ingunza/Museo de la Nación). Ilustración: Marco Gamarra Galindo.
Elizabeth Ingunza Montero de Villegas, descendiente directa de Francisco Esteban de Ingunza y Basualdo, comenta que el recinto donde se construyó el mirador se caracterizaba por poseer “caballerizas y hermosos jardines adornados por estatuas de mármol y piletas, así como por una colección de cuadros del eximio pintor Juan de Dios del Carmen de Ingunza y Basualdo”. La construcción del mirador, pues, significó un atractivo más para el solar que, en la actualidad, se ha convertido en un modestísimo hotel signado con el número 511 del Jirón Marañón.
Acceso al mirador Ingunza. Fotos: Plazadeacho.galeon.com
Por pedido de Francisco Esteban de Ingunza, el encargado de la construcción del mirador fue el francés don Paul Nicolás Chalón. El costo, según el contrato inicial, ascendía a 964 pesos. Sin embargo, Chalón realizó gastos adicionales por las sucesivas modificaciones efectuadas al plano original, realizadas a lo largo del proyecto, por lo que se presentó, finalmente, una factura a cobrar por una mayor cantidad.
Se dice que el magistrado supervisaba personalmente los avances y los iba ajustando de acuerdo a sus observaciones de otros miradores limeños de la época, así como de monumentos vistos en sus viajes por España, Rusia, Palestina, Líbano, Siria, Turquía, Persia, Egipto, y demás países del Oriente, efectuados entre los años 1847 y 1849. Leer más