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05/08/10: Oxapampa: europeos en la selva central del Perú

Unas casas de estilo tirolés, hechas de madera y a dos aguas, en plena inmensidad de la selva, siguen persistentes a pesar de los años, así como el recuerdo en sus habitantes de aquellos personajes de largos bigotes y ropa extravagante que contra viento y marea vinieron desde Europa al Perú, acompañados con el deseo de iniciar una nueva vida. Una de estas ciudades bravías de la selva central del país es Oxapampa, la cual conoceremos en este reportaje.

Iglesia de Santa Rosa en un día de Julio. Foto: Marco Gamarra Galindo.

Considerada como la Capital Geocéntrica del Perú, Oxapampa fue fundada en 1891 con la finalidad de asentar a más familias europeas de Pozuzo, este logro fue liderado por Enrique Böttger, descendiente de alemanes, que murió a los 87 años después de una vida aventurera como pionero. El nombre de Oxapampa deriva del quechua “Ocsha” que significa Pampa de Paja. Sin embargo, algunos sostienen que el verdadero significado sería “estepa sin árboles”.

Casas de doble agua en Oxapampa. Foto: Marco Gamarra Galindo.

Durante los primeros años como ciudad, Oxapampa tuvo en la falta de comunicación uno de sus más serios problemas; el empalme con la carretera central era necesaria. Según el libro “Pozuzo: Tiroleses, renanos y bávaros en la selva del Perú” de la escritora austriaca Elizabeth Habicher-Schwarz, el primer auto que llegó a “Oxa” y que permitió el transporte de personas por estos tramos fue un Ford que desarmado en piezas iba cargado sobre el lomo de mulas (1919). En estos años, la población iba incrementando notoriamente gracias a la emigración de los pozuzinos.

En la actualidad, se pueden visualizar fácilmente carros de décadas pasadas como este: una “chevrolata” en una calle cercana a la plaza. Foto: Marco Gamarra Galindo.

En 1963 ya transitaban los primeros buses de línea de la empresa La Perla de los Andes entre Lima y Oxapampa pero curiosamente éstos iban sólo de noche, desaprovechando cualquier oportunidad de deleitar al pasajero con los paisajes más increíbles de la selva central.

Hoy, diversas agencias de viajes toman en cuenta a Oxapampa como un lugar imprescindible en sus rutas por lo que más visitantes gozan de la acogida de los oxapampinos. Sin duda, una gran alternativa que beneficia a los amantes del turismo en general. Inclusive, se debe tomar en consideración viajar durante fiestas ya que se realizan actividades como la destreza forestal, el campeonato de motocross, bailes típicos y la coronación de la miss Oxapampa.

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22/04/10: Mi primera visita a la colonia de Pozuzo

Fuente: Blog de los Corresponsales Escolares de El Comercio (noviembre del 2008)

Hasta que llegó el tan ansiado viaje. Pozuzo, tierra que ocupan colonos austríacos y alemanes desde 1859 nos acogió el último feriado largo.

Partimos de Lima a las cinco de la mañana para llegar a San Mateo de Huanchor a las nueve. Luego seguimos el tramo de la Carretera Central hasta Tarma, donde aprovechamos para visitar al Señor de Muruhuay: se dice que todo viajero debe visitarlo, pues de no hacerlo se arriesga a sufrir un accidente.

Tras ello, comimos algo liviano, pues a casi 3000 metros sobre el nivel del mar es lo recomendable. Pedimos un buen plato de “patasca”, ese maravilloso caldo de alto valor nutricional. Después avanzamos hasta el valle de Chanchamayo, donde tomamos el desvío hacia Oxapampa y Pozuzo.

Llegamos a Oxapampa a las ocho de la noche, muy cansados y con sueño, por lo que decidimos pernoctar en la zona y continuar con el tramo restante el día siguiente.

En la mañana del nuevo día, nos dejamos llevar al restaurante “El típico Oxapampino”, donde degustamos de un delicioso desayuno de la zona: jugo de frutas del lugar (naranjito o carambola), leche fresca con café, tamal, queso y mermelada de varios sabores. Frescos y habiendo desayunado, enrumbamos hacia Pozuzo. En trayecto, en verdad, presenta una vasta e inmensa vegetación, llena de árboles y helechos; bellos y extensos fundos; “vacas trapecistas”, como diría mi compañero de viaje, refiriéndose a los hermosos animales que juguetean en las faldas de los cerros; aves coloridas, como el Gallito de las Rocas, mariposas multicolores, y, claro está, cascadas que dan frescor a una región llena de flores que perfuman y colorean el ambiente. Como ese día el cielo no había derramado sus lágrimas, fue pacífica nuestra travesía por las carreteras que serpentean y al borde de dramáticos acantilados sobre el río Huancabamba, el mismo que separa a Oxapampa de Pozuzo.

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La tarde se había hecho presente cuando llegamos a Prusia, colonia de alemanes, ubicado a 3,5 Km de Pozuzo, ella sí morada de austríacos. Para sorpresa y preocupación nuestra, ¡no había habitaciones disponibles!. Al final, conseguimos albergue en un hotel? en Pozuzo.

Luego de instalarnos, fuimos al restaurante “El típico Pozucino”, donde pedimos wurscht (salchichas) y wiener schnitzel (filetes empanados). En ese lugar conocimos a Andrés Egg Gstir, descendiente de austríacos, señor amable y humilde, quien nos mostró su libro “Vida y sueños de un Pozucino”, relato autobiográfico que da cuenta de la vida cotidiana de los hombres bravíos de la Selva Central.

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Las casas coloniales son una clara muestra de la influencia de la arquitectura germánica y austriaca, por cierto adaptada a las condiciones y los materiales del lugar. Las edificaciones se caracterizan por sus techos altos y a dos aguas (cubiertos antes con tejas de madera y hoy por planchas de zinc) y corredores exteriores para comunicar los ambientes.

Ya en la noche, presenciamos la actuación de un grupo de muchachos que bailaron música tirolesa y cantos bávaros en la Casa de la Cultura, inaugurada en el 2004. Al término de ésta, se invitó a bailar a los presentes.

El día viernes cruzamos el puente Guillermo I para adentrarnos en el bosque pero una lluvia torrencial nos atrapó en plena subida. A pesar de eso, seguimos el rumbo hasta llegar a Montefuner. ¡Una experiencia única!

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Después asaltamos el restaurante “El mirador”, el cual posee una espléndida mirada panorámica de la zona. Para llegar a este precioso restaurante, en el que pronto se podrá hacer camping, se debe seguir de frente antes de cruzar el puente a Prusia. Mientras almorzábamos, Andrés nos contó la historia de los colonos, cómo llegaron a ese bello paraje, qué problemas tuvieron y cómo se asentaron en esta parte del Perú. Nos relató que los colonos austríacos y alemanes salieron de Amberes (Bélgica), cruzaron Argentina y Chile, y el 25 de Julio de 1857 llegaron al Callao; que las autoridades chalacas los mandaron en cuarentena a la isla San Lorenzo; que luego pasaron por Huacho y Pasco; y que, pese a la no-construcción de una prometida carretera por el gobierno peruano, al mando de José Egg lograron llegar a Pozuzo; Y que, tiempo no muy lejano, se les unió un segundo grupo de colonos.

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Pozuzo, la única colonia austroalemana en el mundo, es una ciudad de ensueño. Sus alrededores son excelentes para el camping, y además se prestan a la práctica de deportes de aventura, como el canotaje, parapente, ala delta, caminatas y paseos en moto; actividades que, sumadas al trato gentil y hospitalario de su gente, harán de su visita una aventura difícil de olvidar.

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