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04/08/13: Joan Feliú y su cariño al Perú

Hace unas semanas tuve el grato honor de conocer al historiador del arte y escritor español Joan Feliú Franch, quien dejó por unos meses su querida Castellón y su cátedra en la Universidad Jaume I, en España, para enseñar la especialidad de gestión cultural en las universidades peruanas de San Marcos y César Vallejo. Dispuesto a compartir sus conocimientos en las aulas, participó además en una serie de conferencias y conversatorios vinculados al tema de conservación y uso sostenible del Patrimonio Cultural. Su trabajo también ha consistido en posicionar la defensa de nuestro legado en agenda pública.

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Conversando con Joan Feliú en el Museo Cementerio Presbítero Maestro de Lima. Foto: Karina Cusihuaman Rosillo.

Desde su primer día en Perú, Joan Feliú se sumergió en la problemática que enfrenta nuestro Patrimonio Cultural: las deficiencias y las potencialidades de un país que crece económicamente pero que no invierte en el sector cultura, pese a que, por años, sus gobernantes y políticos han tenido un discurso favorable a revalorar nuestra historia, al menos de boca y solo en momentos de crisis (post algún atentado, por ejemplo).

No obstante, en el Perú existe un divorcio entre lo expresado por nuestras autoridades y la realidad de nuestros monumentos. Por un lado, anunciadas por las autoridades tenemos las muchas promesas de conservación y puesta en valor que por años han mantenido ilusionada a la ciudadanía. El sueño de ver una ciudad mejor, en la que sus monumentos históricos se integren por completo a la ciudad y estén al servicio de la población –como destinos turísticos, espacios de investigación y estudio para universitarios, museos a puertas abiertas, etc- se ha enfrentado, por otro lado, con la cruda realidad del olvido, el abandono y el deterioro, que es lo que sucede en la realidad, más allá del discurso.

Joan Feliú, consciente de que esta dura realidad surge, entre otros factores, por el desconocimiento y la falta de capacidad de las autoridades para formular planes de desarrollo y políticas públicas en favor del Patrimonio Cultural, destaca con justicia la importancia de la gestión cultural como herramienta adecuada para convertir las palabras en hechos. Sus cátedras en Lima y provincias sobre la elaboración y financiación de proyectos de inversión y gestión cultural, en un contexto como el peruano, llenan un vacío que no podemos tolerar si deseamos revitalizar nuestro Patrimonio Cultural.

De la labor dedicada de Joan Feliú, sin embargo, no son únicos testigos las aulas universitarias y los salones de conferencias. Siguiendo los propios postulados de la gestión cultural –en la que para formular un proyecto hay que empaparse de la realidad, conocer los intentos gubernamentales que han existido previamente y escuchar las propuestas ciudadanas que se han formulado-, siendo coherente, en suma, con la especialidad que lo apasiona,  a Joan Feliú se lo ha visto en permanente movimiento, en la calle y en las plazas, visitando diariamente museos y centros culturales, adentrándose por los vericuetos de los Barrios Altos, entablando contacto con otros gestores culturales de la ciudad y, pese todos estos maratónicos y agotadores días que ha tenido en Lima, conociendo esta extensa urbe, no ve opacado su sueño de querer construir una mejor ciudad para los peruanos. Tenemos, pues, ante nosotros a un personaje que va construyendo ciudadanía mientras imparte su rol educador.

El aporte de Joan Feliú y de profesionales extranjeros que vienen al Perú a impartir sus conocimientos, identificándose con la realidad del medio y elaborando propuestas que hagan viable su desarrollo sostenible, acercando la ciudad y su Patrimonio Cultural a sus habitantes, debe ser reconocido y estimado.

A modo de agradecimiento, junto con Karina Cusihuaman, Daniel Flores y Bruno Calderón decidimos apoyarlo, durante nuestras visitas semanales a los cementerios limeños, en una búsqueda que estaba emprendiendo -acerca de los primeros Feliú en Perú-. Se trata de un apellido catalán que tiene antecedentes en nuestro país, muestra de ello son los hallazgos que encontramos en los Cementerios Presbítero Maestro de Lima y Baquíjano y Carrillo del Callao.

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Tumba de Carmen Sánchez de Feliú (?-1871) en el Cementerio Presbítero Maestro de Lima. Foto: Karina Cusihuaman Rosillo.

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Tumba de Micaela Amalia Feliú de Fernandez (1846-1879) en el Cementerio Presbítero Maestro de Lima. Foto: Marco Gamarra Galindo.

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Tumba de Eduardo Feliú (?-1900) en el Cementerio Presbítero Maestro de Lima. Foto: Marco Gamarra Galindo.

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Tumba de Carlos E. Olaguer Feliú (?-1919) en el Cementerio Presbítero Maestro de Lima. Foto: Marco Gamarra Galindo.

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Tumba de Arturo Feliú (?-1950) en el Baquíjano y Carrillo del Callao. Foto: Daniel Flores Apaza.

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20/02/13: VIDEO: La historia y presente de la Quinta del Prado (Barrios Altos, Lima)

En el jirón José Pardo y la calle Huamalíes, en los Barrios Altos (Centro de Lima), existe una quinta llena de historia y tradición. Construida durante el gobierno del Virrey Manuel Amat y Juniet, la Quinta del Rincón del Prado (XVIII) fue antaño un ‘Pavillon de mon plasir’. Aún conserva un teatrín colonial y la apariencia de suntuosa mansión que albergó a diversas familias de clase y abolengo. Hoy, sin embargo, está inmerso en el olvido. Municipalidad y empresa privada podrían trabajar juntos por el bien de este inmueble histórico.

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27/07/12: VIDEO: Recuperemos la Casona El Buque de los Barrios Altos

‘El Buque’, conocida casona republicana ubicada en los Barrios Altos, es quizás el ejemplo más claro de lo que ocurre con el Patrimonio Cultural del Centro de Lima. Sus estructuras sucumben no solo como consecuencia del tiempo, sino también por la inacción de las autoridades -que a pesar de las reiteradas promesas de intervenir el sitio, no realizan programas de recuperación ni de conservación- y de algunos inquilinos -que ven negociable la venta del mobiliario de el ‘Buque’ (maderas, portones, mármoles, etc), contribuyendo así con su deterioro. Se debería contar con incentivos para la inversión en la recuperación de este sitio histórico de nuestra ciudad.

El estado de esta casona, ubicada entre los jirones Junín y Cangallo, es calamitoso. “Si el estado peruano considera que el ‘Buque’ es un monumento historico, tal y como está declarado, debería invertir dinero para que se recupere en beneficio de la ciudad y de las personas que aquí viven”, señaló Antonio Polo y la Borda, arquitecto y representante de la Asociación Cultural Salvemos Lima.

El Buque ha sufrido la erosión de sus paredes y hasta hundimientos del suelo. Sumada la falta de un adecuado mantenimiento que afectan los muros de adobe y el colapso de sus servicios básicos, esta casona está en riesgo de desaparecer. Sus habitantes que en estas condiciones viven difícilmente pueden reconocer el privilegio de morar el Centro Histórico de Lima. Hace unas semanas se realizaron demoliciones clandestinas en el último nivel, cuyos resultados lo pudimos apreciar en la producción de este video. Algunas habitaciones abandonadas de el ‘Buque’ son utilizadas en la actualidad por gente de mal vivir, realidad que deteriora más este inmueble.

El ‘Buque’ es considerado el primer conjunto habitacional de Latinoamerica, erigido en el siglo XIX. Cuenta con tres niveles, innovador para la época, ha sobrevivido a incontables terremotos, lo cual habla bien de su sistema constructivo. Esta edificicación está declarada Monumento Nacional desde 1988 y se halla dentro del área que la UNESCO declara como Patrimonio Cultural de la Humanidad (1991). Este edificio resalta también por ser el lugar donde se armaban grandes jaranas criollas llenas de picardía que acababan el día siguiente y a las cuales acudían los más grandes compositores y cantantes criollos de antaño.

Las autoridades tienen a disposición en el sector de Barrios Altos un vasto Patrimonio que explotar y aprovechar. En el mismo Jr. Junín, donde se halla ‘El Buque’, se podría promover programas municipales que contribuyan al turismo. Así como ‘El Buque’, en el Jr. Junín se encuentran la ‘Piedra del Diablo’ -muy famosa por estar relatada en las Tradiciones Peruanas’ de Ricardo Palma, la Iglesia Virgen del Cármen, la Quinta Heeren -una mansión republicana de aires europeos erigida en 1880-, una casona que cuenta con una cúpula ortodoxa, la Casa de Felipe Pinglo, la Iglesia Nuestra Señora del Prado y la Quinta Baselli, entre otras residencias abalconadas coloniales y republicanas. Con estos recorridos por los Barrios Altos la Municipalidad no solo estaría generando turismo, sino también recibiendo ingresos.
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30/05/11: Mototaxis en el Centro Histórico

Estimados lectores, comparto con ustedes un artículo que escribió nuestro amigo Wilfredo Ardito, quien, con justificación, está indignado por el maltrato que recibe diariamente nuestro Centro Histórico.

Si bien se ha avanzado mucho en la restauración de la infraestructura patrimonial, el Centro Histórico necesita mayor limpieza en sus calles y la formalización de sus vendedores.

1º de mayo, 10 de la mañana. Un mototaxi pasa por el Jirón Conde de Superunda hacia la avenida Tacna. Hora y media después, veo a otro mototaxi atravesar el Jirón de la Unión. ¿Mototaxis en el Centro Histórico? Parece algo surrealista, pero la falta de autoridad de la actual gestión municipal genera estas situaciones.

Desde hace quince años, he llevado a mis amigos, mis alumnos y muchas otras personas a apreciar la recuperación del Centro Histórico, durante las gestiones de Andrade y Castañeda. Jamás hubo ningún incidente que lamentar, hasta hace unas semanas, cuando un borracho comenzó a molestar a uno de mis alumnos en pleno Jirón de la Unión, frente al Palais Concert. Él reaccionó con tranquilidad… pero yo estaba muy molesto, porque este incidente reflejaba la ausencia de vigilancia.

Efectivamente, el sábado siguiente comprobé que a las 4 de la tarde había sólo un sereno en todo el Jirón, sólo uno en la Plaza de Armas y sólo uno en la Plaza San Martín. Quise pensar que habían destinado más efectivos a Barrios Altos, pero en mis últimas visitas no he encontrado ninguno y tampoco en Montserrate.

Paulatinamente, he comprobado con tristeza las consecuencias de la falta de autoridad: en el jirón Andahuaylas, la venta callejera de animales ha proliferado a niveles escandalosos. En la avenida Abancay los taxis han vuelto a invadir los carriles para ómnibus. En la Plazuela Santo Domingo, a cincuenta metros de la Municipalidad, ha sido arrancada la placa del monumento al Petiso. En varias oportunidades he encontrado vendedores ambulantes de frutas en el Jirón Callao y en Camaná. Ayer he visto personas ebrias bebiendo en la calle a plena luz del día. El problema no sólo afecta al Centro Histórico: en la Arequipa las combis ya se olvidaron de respetar los paraderos.

Otra situación que parece irse de las manos a la municipalidad es la contaminación visual: actualmente las gigantografías cubren los edificios más representativos, desde la iglesia de Santo Domingo hasta el Palacio de Gobierno. La Casa de la Literatura es uno de los peores casos. La Alcaldesa ha manifestado su rechazo a las gigantografías, pero muchas banderolas son colocadas por la propia municipalidad, anunciando cuanta actividad organiza la comuna, desde conciertos hasta talleres de presupuesto participativo…y permanecen semanas después del evento anunciado. El mayor ensañamiento es con el Jirón de la Unión: todos los postes tienen anuncios municipales y hay gigantografías en cada entrada del jirón. ¿Cómo pedirle a Oeschle que no lo haga? Ni el Parque de la Exposición se salva de la obsesión municipal por las banderolas. Leer más »

04/03/10: Quinta Presa: un palacio en el Rímac

La tradición oral limeña cuenta la curiosa anécdota del virrey Manuel Amat y su afán por conquistar a la mestiza Micaela Villegas, más conocida como la “Perricholi”. Sin embargo, este virrey no sólo se preocupó por conseguir el amor de esta huanuqueña, sino también hizo varias obras de infraestructura en Lima como la monumental y hermosa Quinta de Presa, construida en el siglo XVIII. Un veradero orgullo de los habitantes del antiguo “Barrio de San Lázaro” (Rímac) y ejemplo claro del sobrio estilo rococó.

La Quinta Presa es una residencia veraniega ubicada en las afueras del casco histórico de Lima. Debe su nombre a que su primera propietaria fue Isabel Carrillo de Albornoz y de la Presa.

“Pero en el Rímac todas las casonas son antiguas” nos replica el taxista ante nuestro única referencia de la Quinta de Presa: un verdadero palacio que ostenta el reconocimiento de ser la única casona de estilo barroco francés (rococó) en el Perú. La historia que guarda ha variado mucho a lo largo de los años. Desde un recinto construido especialmente para la Perricholi durante la colonia hasta una hacienda –inmensa por cierto- con miles de hectáreas que contaba inclusive de esclavos. Durante la República fue el Cuartel de Gendarmes de Infantería, lo que la adornó con cañones.

Con el ánimo de conocer este emblema del Rímac, cruzamos el “Callejón de Presa”, llamado así el pasaje que dirige a la Quinta de Presa hasta el Jr. Chira 344 (Rímac), ubicación de la quinta. Frente a ella, se hallan unas rejas que impiden el acceso externo a la misma, lo que mantiene en resguardo a este vestigio colonial. Situación muy parecida a la Quinta Heeren. Recordemos que esta residencia rimense se encuentra hasta el momento cerrada al público pero si se contacta con el INC [hoy Ministerio de Cultura] o con la Municipalidad del Rímac puede obtener un permiso de ingreso.

La Quinta Presa en un día de verano. Foto: Marco Gamarra Galindo.

Lo que diferencia a esta magna construcción es su interesante estilo y cautivante arquitectura. Sus anécdotas no han sido ajenas a la historia. Se cuenta que fue un recinto de la amante del virrey Amat, razón por la cual también se conoce a la casona como “Palacio de la Perricholi”. Sin embargo, hay algunas evidencias que responderían a don Martín Arias del Castillo como dueño de estos campos. Este último dato favorece a los que afirman que la Perricholi sólo asistía allí, como invitada a fiestas y recepciones organizadas por el virrey.

Ernesto Ascher en Curiosidades limeñas, en cambio, asegura que la Perricholi “nada tuvo que ver con ella ni tampoco residió en ese lugar”. Añade que “la referida Villa fue construida y perteneció al Coronel del Ejército Don Pedro Carrillo de Albornoz, existiendo la probabilidad que en los planos interviniese el Virrey Amat y es por ello la confusión a que más arriba hacemos mención”.

Sin duda, su esplendor estuvo en la colonia al igual que muchas construcciones de la época ya que al pasar de los años, testigos perpetuos de una Lima tan señorial que difícilmente volverá, la indiferencia de las autoridades y habitantes terminó por olvidarse de la esencia de la Ciudad de los Reyes.

La Quinta de Presa estaba hace unos años en proceso de restauración lo que le devolvió el estilo afrancesado. Actualmente, se ha paralizado el trabajo por lo que nos queda esperar unos años más para que recobre mucho más la belleza y encanto de este monumento histórico nacional desde 1972, ejemplo de las maravillas que ostentaba nuestra gloriosa Lima de antaño.

Cómo llegar:

Es preferible que aborde un taxi (lo puede hacer desde la Plaza Mayor o el Jr. Trujillo). A partir de cualquiera de estos puntos, diríjase al Jr. Chira 344, Rímac. La quinta se ubica muy cerca al Hospital Leguía. Recuerde que tiene que obtener el permiso respectivo de la Municipalidad o el INC [hoy Ministerio de Cultura]. Leer más »